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Incidencia de Efectos Adversos Posquirúrgicos Tempranos según el Sexo en Pacientes Adultos Mayores
- TITULO : Incidencia de Efectos Adversos Posquirúrgicos Tempranos según el Sexo en Pacientes Adultos Mayores
- AUTOR : Conti D, Ballo P, Pedulla A y colaboradores
- TITULO ORIGINAL : The Effect of Patient Sex on the Incidence of Early Adverse Events in a Population of Elderly Patients
- CITA : Anaesthesia and Intensive Care 42(4): 455-459, Jul 2014
Introducción
El sexo del paciente influye en la respuesta a la anestesia general y regional. También afecta su recuperación posterior. Diversas investigaciones previas han demostrado que las mujeres habitualmente se recuperan más rápido de la anestesia general, si bien la calidad de su recuperación suele ser menor. Tienen un mayor riesgo que los hombres de presentar efectos adversos con la anestesia general, exceptuando la hipertermia maligna. En particular, las mujeres jóvenes tienen una mayor incidencia de náuseas y vómitos posquirúrgicos (NVPQ).
Como la mayor parte de las investigaciones se realizaron con pacientes de mediana edad, existe poca información referida a los adultos mayores. Los autores decidieron entonces analizar la asociación entre el sexo de los pacientes y la incidencia de eventos adversos tempranos entre los adultos mayores, tomando en cuenta que la mayoría de los pacientes asistidos en la sala de recuperación posanestésica del centro asistencial donde se desempeñan pertenecía a esa franja de edad.
Metodología y resultados
Se estudió en forma retrospectiva a todos los pacientes admitidos en forma consecutiva en la sala de recuperación posanestésica durante 15 meses, los cuales habían sido sometidos a diferentes tipos de cirugías: general, ortopédica, urológica y ginecológica.
En el análisis se tuvieron en cuenta los siguientes eventos: temblores, NVPQ, episodios de hipotensión o hipertensión arterial, arritmias no presentes previamente que requirieran tratamiento, insuficiencia respiratoria aguda y desaturación.
Se incluyeron 1 347 pacientes en el estudio, con un promedio de edad de 73.5 + 15.1 años. El 61.4% fueron mujeres. Estos sujetos representaron el 24.8% del total de pacientes operados en la institución durante el mismo período (n = 5 431). No se encontraron diferencias en la distribución por sexo, ya que el porcentaje de mujeres fue 24.2% (827/3 420) y el de varones, 25.9% (520/2 011; p = 0.18).
En el grupo de estudio, las mujeres, en comparación con los hombres, presentaron una prevalencia inferior de enfermedad coronaria, enfermedad renal crónica y diabetes mellitus. El porcentaje de mujeres sometidas a una cirugía electiva fue mayor. También fue más elevado el número de mujeres que recibieron anestesia regional, probablemente en relación con las cirugías ginecológicas.
Las mujeres tuvieron una mayor incidencia de temblores, NVPQ, hipotensión arterial y desaturación que los hombres, en valores estadísticamente significativos. La incidencia de episodios hipertensivos, arritmias e insuficiencia respiratoria aguda no mostró diferencias significativas entre hombres y mujeres.
Discusión y conclusiones
El sexo es un factor de riesgo independiente para los efectos adversos de la etapa posquirúrgica. Los autores señalaron que, según los resultados del estudio, esto también ocurre en la población de adultos mayores, ya que encontraron que el sexo femenino se asoció con una mayor incidencia de efectos adversos tempranos como temblores, NVPQ, disminución de la saturación de oxígeno e hipotensión arterial, al menos entre los pacientes observados en una sala de recuperación.
Asimismo, señalaron que los resultados debían considerarse con prudencia debido a las características propias de la investigación. En la sala de recuperación en la que se realizó el estudio, cada anestesista era responsable de su propio paciente, y los participantes representaron sólo un 25% de todos los sujetos sometidos a una cirugía, por lo cual los resultados no podrían aplicarse a la totalidad de los adultos mayores que son intervenidos quirúrgicamente.
También destacan que, en determinados factores de riesgo, la población de hombres y mujeres estudiados no presentaban similitudes. Por ejemplo, se utilizó con mayor frecuencia en mujeres que en hombres la técnica de anestesia regional, la cual se ha asociado con menos alteraciones intraquirúrgicas de la termorregulación pero con mayor sintomatología posoperatoria en la parte inferior del cuerpo.
El uso de opioides durante la anestesia se relaciona con la disminución de la incidencia e intensidad de los temblores. Su utilización es mayor en la anestesia general, pero en el establecimiento en el que se realizó el estudio también era habitual administrar morfina intratecal en la anestesia espinal.
Las diferencias hormonales relacionadas con el sexo podrían determinar una mayor susceptibilidad a las NVPQ en las mujeres que en los hombres. También existen diferencias en la respuesta térmica como consecuencia de las pérdidas de calor de origen exógeno o endógeno durante el reposo o el ejercicio. Las mujeres tienen una relación entre superficie y masa corporal mayor, el contenido de tejido adiposo subcutáneo es más elevado y la capacidad para el ejercicio es menor. Los factores enumerados podrían haberse asociado con las diferencias encontradas en la incidencia de temblores entre hombres y mujeres.
Los temblores pueden provocar molestias al paciente y también un aumento en el consumo de oxígeno. Esto último, junto a ciertas diferencias en la fisiología pulmonar, podría explicar por qué la incidencia de desaturación fue mayor entre las mujeres.
Entre las limitaciones del estudio, los autores señalaron el hecho de que fue retrospectivo y que no evaluó la distribución de las comorbilidades en la totalidad de los pacientes sometidos a cirugía en el hospital. Si bien la investigación había sido diseñada en forma específica para la evaluación de ancianos, el promedio de edad de los participantes reflejó el de la población general que el centro asistencial recibía habitualmente.
En síntesis, se concluyó que las medidas preventivas prequirúrgicas e intraquirúrgicas estrictas dirigidas a minimizar el riesgo de que el paciente presente efectos adversos, como mantener abrigado al enfermo durante la cirugía o realizar la profilaxis farmacológica de las NVPQ o los temblores, podrían tener una importancia mayor en el caso de las mujeres.
Tal hipótesis está respaldada por los hallazgos de la investigación realizada con adultos mayores, ya que el que pertenecer al sexo femenino se asoció con un riesgo más elevado de presentar efectos adversos posquirúrgicos tempranos. Los autores aclaran, sin embargo, que se requieren más estudios que confirmen los resultados obtenidos en este trabajo.
Especialidad: Bibliografía - Cirugía