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El Papel de la Suplementación Vitamínica en la Mejora de los Trastornos Cognitivos

  • TITULO : El Papel de la Suplementación Vitamínica en la Mejora de los Trastornos Cognitivos
  • AUTOR : Kennedy D, Haskell C
  • TITULO ORIGINAL : Vitamins and Cognition: What is the Evidence?
  • CITA : Drugs 71(15):1957-1971, 2011
  • MICRO : Aparentemente, la suplementación con una vitamina sola o con un espectro reducido de ellas no tendría mayor eficacia sobre las funciones cognitivas.

 

Introducción

Los suplementos alimenticios más consumidos son los que contienen vitaminas, especialmente los multivitamínicos.

En esta revisión se describen pruebas indirectas que sugieren que estos suplementos deberían tener efectos favorables sobre la función cognitiva (por ejemplo, funciones relacionadas con el procesamiento mental, mediante el cual se recibe información, se lee, se aprende, se recuerda, se piensa y se procesa la información), y se analizan si las pruebas de los estudios aleatorizados y controlados confirman esos efectos.

 

Vitaminas: ¿Qué son y por qué las necesitamos?

Las vitaminas son un grupo de compuestos orgánicos esenciales para el funcionamiento normal de las células, los procesos fisiológicos, el crecimiento y el desarrollo. Salvo la vitamina D, las demás pueden obtenerse de la dieta. Los seres humanos requieren cuatro vitaminas liposolubles (A, D, E y K) y nueve hidrosolubles (B1, B2, B3, B5, B6, B7, B9, B12 y C).

A lo largo de la evolución, los animales multicelulares perdieron la capacidad de sintetizar nutrientes esenciales, posiblemente por la amplia disponibilidad externa de las vitaminas. Un ejemplo de estas pérdidas es la de sintetizar vitamina C.

La dieta de los seres humanos se modificó sustancialmente en los últimos 12 000 años, desde una dieta predominantemente herbívora a otra altamente energética, digerible y con menos nutrientes en las sociedades occidentales modernas. Se sugirió que esta modificación se relaciona con el aumento de las «enfermedades de la civilización», como diabetes, obesidad y enfermedad cardiovascular.

 

Las vitaminas podrían mejorar la función cerebral

Existen datos que sugieren que el aumento de los niveles de vitaminas mediante la suplementación directa mejoraría la función cerebral. Tanto las liposolubles como las hidrosolubles, contribuyen directamente con una función cerebral óptima mediante diversos mecanismos bioquímicos.

 

Vitamina A

Esta vitamina ingresa al cerebro con facilidad y se convierte en su forma bioactiva in situ. Juega un papel esencial en la estabilidad de las membranas, la regulación genética, la neurogénesis del adulto, la plasticidad sináptica en el hipocampo y la función de señalización dopaminérgica. Los retinoides y sus derivados se unen directamente a los receptores del ácido retinoico distribuidos en regiones relevantes para la cognición, como el hipocampo y la corteza y el estriado, y regulan la expresión de los receptores dopaminérgicos D2.

 

Vitamina D

La forma activa de la vitamina D (1,25(OH)2D3) juega diversos papeles relacionados con la función cerebral, incluso efectos neuroprotectores y de neurotransmisión. Estos incluyen la regulación homeostática del calcio neuronal, la modulación de la sintasa inducible de óxido nítrico, la regulación en más del antioxidante endógeno glutatión, y la modulación de la sinapsis y la transmisión nerviosa en la neocorteza y el hipocampo mediante la regulación en más de factores neurotrópicos.

Datos recientes indican la presencia de receptores de vitamina D y enzimas catalíticas involucradas en la síntesis de la 1,25(OH)2D3 en el cerebro humano, incluso en zonas relevantes para la cognición.

 

Vitamina E

Los mecanismos que participan en las funciones fisiológicas de la vitamina E (tocotrienoles y tocoferoles) aún no se comprenden cabalmente, pero se sugiere que es el principal antioxidante lipifílico presente en el cerebro y atraviesa la barrera hematoencefálica mediante lipoproteínas. Podría tener un papel indirecto en la inhibición y activación de una serie de procesos enzimáticos esenciales y en la expresión genética.

 

Complejo B

El complejo B engloba un grupo de vitaminas hidrosolubles, que participan en todos los niveles de la función cerebral, como coenzimas y precursores de cofactores en procesos enzimáticos. Por ejemplo, están involucradas en todos los procesos del metabolismo energético, como las reacciones de carboxilación oxidativa, el ciclo de Krebs, y las reacciones redox, y funcionan como cofactores en el metabolismo de los carbohidratos, ácidos grasos y aminoácidos y en la cadena respiratoria mitocondrial. El folato (B9) participa en la síntesis de ADN, metilación de proteínas, fosfolípidos y neurotransmisores. Se requieren niveles adecuados de B12 y folato para la remetilación de homocisteína, y la B6 tiene un papel fundamental en este proceso como coenzima en el metabolismo de homocisteína a cisteína. El bloqueo de estos procesos deriva en un aumento de los niveles de homocisteína, lo que contribuye a la aparición de efectos deletéreos a nivel celular, hemodinámico, oxidativo y vascular, y en un amplio espectro de trastornos degenerativos y psiquiátricos. También, participa en la síntesis de neurotransmisores como dopamina y serotonina.

 

Vitamina C

La vitamina C llega al cerebro mediante un gradiente de concentración y se acumula en grandes cantidades en áreas ricas en neuronas como el hipocampo, la corteza y el cerebelo. Funciona como un dador de electrones, por lo que es un potente antioxidante y contribuye a la síntesis de tirosina, carnitina, catecolaminas y hormonas peptídicas, y participa en la maduración y neuromodulación de la actividad de la acetilcolina y las catecolaminas.

Los gobiernos de la mayoría de los países desarrollados promueven cantidades diarias recomendadas de determinados micronutrientes, las cuales evitarían deficiencias vitamínicas específicas y enfermedades relacionadas con la nutrición en la mayoría de la población normal. Sin embargo, dichas recomendaciones no siempre están respaldadas por datos concretos e, incluso, variaron a lo largo de las últimas 4 décadas en función de diversos factores, como genética, sexo, edad y etnia, lo cual cuestiona la misma existencia de una población «normal».

Diversos estudios transversales demuestran que pequeñas proporciones de la población presentan niveles bajos de vitaminas individuales que podrían favorecer la aparición de determinadas enfermedades. Estas deficiencias suelen ser más notables en grupos de bajo nivel socioeconómico. De manera llamativa, no hay un consenso en cuanto a los valores que definen una «deficiencia» de micronutrientes específicos.

Los resultados de diversos estudios plantean la hipótesis de que los niveles bajos de folato y B6 y B12 podrían relacionarse con la aparición de deterioro cognitivo y demencias, por el aumento consiguiente en los niveles de homocisteína.

Una revisión referida solo a la enfermedad de Alzheimer arrojó asociaciones similares, con niveles bajos de folato y B6 y B12 y con niveles elevados de homocisteína. En el otro espectro de la función cognitiva, un estudio efectuado en individuos sin deterioro cognitivo ni demencia señaló una asociación entre los niveles bioquímicos de folato o B12 y el desempeño cognitivo, así como una relación inversa con los niveles de homocisteína.

Algunos estudios transversales señalaron una asociación entre las tareas visuales y espaciales y los niveles de vitamina C, y entre el deterioro cognitivo y los de vitamina E. Los resultados referidos a la vitamina A y D en relación con la función cognitiva son más controvertidos.

 

La suplementación con vitaminas y la mejora de la función psicológica

Una gran cantidad de los estudios realizados sobre los efectos de intervenciones directas con suplementos de vitaminas sobre la función cognitiva se basan en la relación con los niveles de homocisteína, por lo que se refieren principalmente al ácido fólico y a las vitaminas B6 y B12, solas o en diversas combinaciones. Se han hecho varias revisiones de estos trabajos. Todas ellas concluyen que no hay suficientes pruebas de la eficacia de estas vitaminas sobre la función cognitiva. De hecho, en los estudios sobre suplementación con vitamina B12 sola, los resultados parecieron inclinarse hacia un efecto negativo. Esta falta de pruebas también abarca los estudios referidos a la reducción de los niveles de homocisteína.

Existen pocos estudios sobre la suplementación de vitaminas A, C y E, por lo que las pruebas de eficacia de estas intervenciones en el deterioro cognitivo y las demencias también es escasa. Aún no hay estudios acerca de los efectos de la suplementación con vitamina D sobre la función cognitiva.

 

Multivitamínicos

La suplementación vitamínica ha sido más ampliamente estudiada en los niños. Estos estudios en general indicaron un efecto positivo o marginalmente positivo sobre la inteligencia, el desempeño académico y la atención y memoria.

En los adultos, no hay tanta investigación. Una revisión sistemática en la base de datos Cochrane restringida a estudios aleatorizados y controlados en seres humanos, con intervenciones con suplementos multivitamínicos identificó nueve estudios. La mayoría señaló alguna mejora en las funciones cognitivas, fundamentalmente dos (los más recientes), que las analizaron mediante tareas computarizadas. Cabe destacar la importancia de la manera de evaluar los cambios, como se demostró en dos publicaciones que mostraron mejoras en las tareas computarizadas efectuadas en el ámbito de un laboratorio, pero falta de modificaciones en tareas de atención y memoria de trabajo indicadas por teléfono celular en sus domicilios.

Otros estudios incluidos en la revisión también informaron mejoras en las determinaciones de estrés, salud mental y ánimo, o en escalas analógicas visuales.

 

Discusión

Las vitaminas participan en diversos aspectos del funcionamiento cerebral y las pruebas sugieren que una proporción importante de la población tiene deficiencias de una o más de ellas. Dado que los niveles óptimos de cualquier micronutriente deben estar muy por encima de los relacionados con la aparición de enfermedades, es válido suponer que debe existir una relación entre los niveles bioquímicos de las vitaminas y la función cerebral, y que la función cerebral podría mejorar mediante el aumento de dichos niveles.

La mayoría de las investigaciones se refieren a las vitaminas B (especialmente folato, B6 y B12). Los resultados en general parecen respaldar la primera suposición propuesta, al describir cierta relación estadística entre los niveles de vitaminas B y homocisteína y la función cognitiva. Cabe señalar que las pruebas estadísticas no son de sencilla interpretación por factores de causalidad, covariables no identificadas y factores de confusión, entre otros.

Las conclusiones en cuanto a la suplementación con vitaminas B se refieren a que no existen pruebas suficientes sobre la eficacia de esta intervención en términos de función cognitiva o deterioro cognitivo. Lo mismo sucede con la suplementación de vitamina E sola, y la combinación de vitaminas A, C y E.

Diversos autores señalaron la disparidad entre las asociaciones detectadas en los estudios observacionales y de intervención entre los niveles de vitaminas B y folato, y homocisteína. Esa disparidad podría adjudicarse a diferencias metodológicas (uso de muestras pequeñas, dosis incorrectas, seguimientos de corta duración, heterogeneidad en los diseños, participantes pertenecientes a sectores de la población que ya no obtendrían beneficios de la suplementación). También, podría interpretarse que la suplementación con una sola vitamina o un espectro muy restringido de ellas simplemente no resulta útil, como sí podría serlo el aporte de multivitamínicos y minerales.

Además, resulta llamativo que, mientras que la asociación más sólida observada en los estudios observacionales sea entre los niveles de homocisteína y la función cognitiva, la modulación de los valores de homocisteína no se relacione consistentemente con modificaciones de la función cognitiva. Esto pone de manifiesto el poco conocimiento sobre las interacciones entre las distintas vitaminas B y la homocisteína en el cerebro, o que los niveles de los elementos mencionados sean simples epifenómenos.

La conclusión que puede desprenderse de los resultados de la suplementación de vitaminas en niños es que hay indicios de que mejorarían levemente el desempeño en tareas no verbales, las cuales no son evaluadas en las pruebas de coeficiente intelectual, pero sí en las pruebas cognitivas computarizadas.

En cuanto a los adultos, las pruebas son más limitadas. Si bien se señalaron algunos beneficios a nivel cognitivo, también los hubo a nivel psicológico.

Los participantes en los estudios sobre multivitamínicos eran mucho más jóvenes que los de aquellos referidos a la suplementación más restringida, y no fueron seleccionados sobre la base de determinadas deficiencias nutricionales o parámetros de salud. Los suplementos multivitamínicos actuarían al mejorar el nivel de los micronutrientes, disminuidos en grandes segmentos de la población general. Los mecanismos de estas mejoras son difíciles de interpretar. Es posible que existan deficiencias generales o niveles inadecuados de vitamina B6, que se relacionan directamente con el metabolismo de aminoácidos y hormonas esteroides y la síntesis y liberación de neurotransmisores como serotonina. Su modificación claramente podría afectar la función cognitiva.

 

Conclusión

Los datos obtenidos hasta ahora en individuos añosos o con compromiso cognitivo indican que la suplementación con una sola o con un espectro limitado de vitaminas tendría poca eficacia en términos de mejora de la función cerebral. En cambio, la suplementación con multivitamínicos parece asociarse con mejoras consistentes a nivel cognitivo y psicológico. Se necesita más investigación para esclarecer la relación entre las vitaminas y las funciones psicológicas en pacientes más jóvenes y con amplios espectros de suplementación.

Especialidad: Bibliografía - Endocrinología - Neurología

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