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Anosmia e Hiposmia

  • AUTOR : Gaines A
  • TITULO ORIGINAL : Anosmia and Hyposmia
  • CITA : Allergy and Asthma Proceedings 31(3):185-189, May 2010
  • MICRO : Los trastornos olfatorios son bastante frecuentes y afectan significativamente la calidad de vida. Pueden deberse a trastornos congénitos raros, enfermedades neurodegenerativas o autoinmunes, traumatismos craneales, exposición a toxinas, enfermedades virales e inflamaciones rinosinusales.

Introducción

Recientemente se ha renovado el interés en la evaluación de las alteraciones del olfato. Estos trastornos pueden asociarse con trastornos de la alimentación, ya que el gusto de los alimentos se encuentra perturbado y la falta de interés en la ingesta puede producir alteraciones en el peso corporal. Además, la falta de olfato puede representar un peligro para la salud, en casos de alimentos en mal estado o de escapes de gas. Todas estas situaciones, sin duda, afectan la calidad de vida de los sujetos que padecen trastornos olfativos.

Aunque no se conoce con certeza, su prevalencia parece ser mayor de la sospechada, particularmente en ciertos grupos, como los ancianos. Los factores que pueden contribuir a estos trastornos incluyen traumatismos craneales, envejecimiento, procesos autoinmunes, exposición a toxinas y la presencia de rinosinusitis crónica.

Evaluación

No existen pruebas estandarizadas específicas para la evaluación de los trastornos olfativos, aunque hay algunas pruebas validadas que permiten evaluar la identificación de olores y el umbral de detección. Sin embargo, su empleo generalizado se ha visto frenado por la falta de un código para obtener reembolsos del sistema de salud en los Estados Unidos.

Entre las pruebas más utilizadas se encuentra la prueba de identificación de olores de la Universidad de Pensilvania, que consiste en 40 muestras para raspar y oler; el paciente debe identificar el olor entre las 4 opciones disponibles para cada uno. Otra prueba consiste en identificar el umbral olfativo mediante el empleo de viales diluidos; este método es más prolongado y requiere gran entrenamiento técnico. Por último, se encuentran los interrogatorios directos o el empleo de escalas visuales analógicas.

Epidemiología

Varios estudios demostraron que las mujeres presentan mayor capacidad para la detección, identificación y discriminación de los olores. Estas diferencias son más prominentes en determinadas etapas de la vida, y aunque se intentó relacionar la capacidad olfatoria con los niveles de hormonas sexuales, no se encontró ninguna asociación directa. Las personas de edad avanzada presentan una disminución notoria del olfato, que afecta el 50% de los mayores de 65 años, aunque por lo general su presencia es subestimada por los pacientes. Una buena cantidad de los casos de pérdida del olfato en los ancianos se debe a enfermedades neurodegenerativas, como la enfermedad de Parkinson. Si bien la prevalencia referida por los pacientes oscila entre el 1.4% y el 15%, se estima que el número real es considerablemente mayor.

Etiología

Pueden deberse a trastornos congénitos raros o ser secundarias a enfermedades neurodegenerativas o autoinmunes, traumatismos craneales, exposición a toxinas, enfermedades virales e inflamaciones rinosinusales.

La anosmia congénita es una enfermedad rara, que se observa, por ejemplo, en el síndrome de Kallman, pero parece haber relación entre ciertos polimorfismos genéticos y la detección de algunos olores. Por su parte, la pérdida del olfato en los trastornos neurodegenerativos podría tener un mecanismo autoinmunitario. La información sobre los olores se transmite a la corteza y al sistema límbico, desde donde estimulan diferentes áreas de la amígdala, según sean agradables o no; por este motivo, varias enfermedades neurológicas presentan compromiso de la función olfatoria, como la enfermedad de Parkinson, la enfermedad de Alzheimer, la esclerosis múltiple, la esquizofrenia y la depresión. Además, en algunos casos de lupus eritematoso sistémico se observa compromiso neurológico, particularmente en los pacientes que presentan autoanticuerpos antiproteína P ribosomal. En estos casos se ha comprobado una disminución del olfato que se correlaciona directamente con la actividad de la enfermedad y con el compromiso del sistema nervioso central; en modelos con animales se demostró que estos autoanticuerpos inducen tanto la deficiencia del olfato como la depresión, y podrían constituir una pieza clave en la etiología autoinmune de la hiposmia en los cuadros neuropsiquiátricos.

Entre el 15% y el 30% de los traumatismos encefalocraneales presentan trastornos del olfato como complicación. Si bien se postulaba que era debido a la distensión o desgarro de los nervios olfatorios, también podría deberse directamente a la lesión encefálica, como lo demostró la presencia de alteraciones en áreas frontales, parietales o temporales en sujetos con anosmia postraumática.

Las toxinas causales de cuadros de disfunción olfatoria son el amoníaco, la gasolina y sustancias químicas contenidas en productos de peluquería, entre otras. También pueden ser secundarios a agentes farmacéuticos, principalmente agentes quimioterápicos, y por aplicación intranasal de preparados con cinc, para el tratamiento de las infecciones respiratorias altas.

Por último, cabe mencionar la anosmia posviral, que comienza en el contexto de una infección de vías aéreas grave, pero persiste luego de su curación. Se trata de un cuadro con escasa respuesta al tratamiento, y podría ser una de las causas del aumento de la frecuencia de este tipo de trastornos en los ancianos.

Rinosinusitis y anosmia asociada con la inflamación

Los pacientes con rinosinusitis crónica suelen presentar disminución o ausencia total del olfato. La gravedad del cuadro se correlaciona con la de la enfermedad; sin embargo, el tratamiento de la enfermedad de base sólo produce una modesta mejoría en la función olfatoria. Se postulaba que la causa era la obstrucción al flujo de aire, aunque actualmente se estima que la inflamación de la mucosa se relaciona con la disminución de la función olfatoria. En las biopsias de mucosa nasal se aprecia erosión del epitelio olfatorio con metaplasia escamosa, salpicado de células caliciformes e infiltrado por eosinófilos, y también disminución del número de neuronas sensoriales. La conjunción del daño directo a la mucosa, la calidad de la mucosa nasal y el grado de obstrucción de la vía aérea contribuyen a las alteraciones del olfato en estos pacientes.

Tratamiento

Las opciones de tratamiento son limitadas. Casi no hay recursos terapéuticos para los trastornos congénitos y los de los ancianos, y los casos de disfunciones olfatorias tóxicas pueden mejorar espontáneamente. Los cuadros secundarios a traumatismos encefalocraneales tienen escasa respuesta, incluso, al tratamiento con corticosteroides sistémicos. Se encuentra en fase temprana la investigación sobre trasplante de epitelio olfatorio.

En el caso de la rinosinusitis crónica, se puede recurrir a la cirugía sinusal endoscópica para la eliminación de pólipos, aunque mejoran más los síntomas de la enfermedad que la función olfatoria. También se puede instalar un tratamiento con corticosteroides por vía oral y continuarlo en forma tópica, con lo que se consigue una mejoría significativa de los síntomas. Los corticosteroides, pese a su limitada eficacia, son el tratamiento médico más eficaz para la disfunción olfatoria asociada con la rinosinusitis crónica. Por último, se han empleado aisladamente antileucotrienos, pero no hay datos para evaluar su eficacia.

Especialidad: Bibliografía - Otorrinolaringología

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