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Eficacia de los Acidos Grasos Omega 3 en la Prevención de la Enfermedad Cardiovascular

  • AUTOR : Versari D, Daghini E, Salvetti G, Salvetti A
  • TITULO ORIGINAL : Omega 3. Where Do We Stand?
  • CITA : High Blood Pressure & Cardiovascular Prevention 15(4):225-230, 2008
  • MICRO : En este estudio se analiza la información disponible acerca del efecto de los omega 3 sobre el sistema cardiovascular y su eficacia en la prevención primaria y secundaria de complicaciones cardiovasculares.

Introducción

Los ácidos grasos esenciales son fundamentales en la estructura y el funcionamiento de la membrana plasmática. Los principales ácidos grasos omega 3 son el ácido icosapentaenoico y el ácido docosahexaenoico. Estos no pueden ser producidos en cantidades suficientes por el organismo y, por lo tanto, deben ser incorporados ya sea con la dieta o mediante preparados farmacológicos.

Estos ácidos grasos inhibirían la síntesis de sustancias vasoconstrictoras, agregantes y proinflamatorias y, además, modularían la expresión de genes relacionados con la inflamación y la formación de placas de ateroma. Por todos estos motivos, tendrían un importante efecto protector frente a la aparición de complicaciones cardiovasculares.

En este artículo se describen los efectos benéficos sobre el sistema cardiovascular de los ácidos grasos omega 3.

Efecto antiarrítmico

Los ácidos grasos omega 3 modificarían las propiedades de las células de músculo cardíaco mediante la inhibición de los canales de sodio dependientes del voltaje y de los canales de calcio, con el aumento del umbral de acción y el período refractario. Además, reducirían la frecuencia cardíaca y aumentaría su variabilidad. Por estos mecanismos se explicaría la reducción del riesgo de arritmias ventriculares, especialmente en presencia de isquemia, y de arritmias supraventriculares. Este efecto se ha observado con dosis bajas de omega 3 y no sería dependiente de la dosis. Sin embargo, el efecto beneficioso en la prevención de arritmias sólo se ha demostrado en un estudio clínico, mientras que en otros, los resultados son contradictorios.

Efecto inhibidor de la agregación plaquetaria

Los omega 3 reducirían la síntesis de tromboxano A2 y, por lo tanto, reducirían la agregabilidad de las plaquetas. Sin embargo, este efecto es leve e insuficiente para reemplazar a los antiagregantes.

Efecto inhibidor de la formación de la placa de ateroma

Los resultados de los estudios en los que se evaluó el efecto inhibidor de la formación de placas de ateroma o su progresión en las carótidas y coronarias no son concluyentes y, si bien en un ensayo clínico se demostró que los omega 3 se asociarían con una menor tasa de estenosis del by pass aorto-coronario, en los estudios en los que se evaluó su impacto sobre la estenosis luego de una angioplastia no se observaron beneficios.

Estos ácidos grasos podrían estabilizar la placa de ateroma y tener un efecto benéfico en la prevención de complicaciones coronarias no fatales.

Efecto sobre la función vascular

Los ácidos grasos omega 3 mejorarían la función del endotelio, reducirían la respuesta vasoconstrictora y mejorarían la distensibilidad arterial.

Efecto sobre la presión arterial

Por su efecto vasodilatador y optimizador de la distensibilidad arterial, los omega 3 reducirían la presión arterial, aunque el efecto es modesto y se observa con la ingesta de dosis mayores de 4 g/día. Esta dosis no suele ser bien tolerada por lo que estos fármacos no están indicados actualmente como antihipertensivos.

Efecto sobre el perfil lipídico

El tratamiento con omega 3 se asocia con la disminución de la concentración plasmática de triglicéridos (aproximadamente del 20% al 33%) y con un ligero aumento del colesterol asociado a lipoproteínas de alta densidad (HDLc) de entre el 1% y el 3%, y del colesterol asociado a lipoproteínas de baja densidad (LDLc) de entre el 3% y el 8%.

El efecto sobre los triglicéridos es proporcional a la concentración inicial de estos lípidos, es dependiente de la dosis y se observa con dosis de aproximadamente 4 g/día. El tratamiento de la hipertrigliceridemia es actualmente la única indicación aprobada por la Food and Drug Administration (FDA) para el uso de preparados farmacológicos con omega 3.

Estudios de prevención primaria

En un metanálisis se demostró que el consumo de pescado una vez por semana se asocia con la reducción del 15% del riesgo de muerte por enfermedad coronaria comparada con la ingesta menos frecuente o la no ingesta. Este efecto beneficioso aumenta si el consumo de este alimento es más frecuente, y se ha observado una reducción del riesgo de muerte de aproximadamente el 23% en los individuos que lo consumen entre 2 y 4 veces por semana y de alrededor del 38% en los que lo consumen más de 5 veces por semana.

En estudios en los que se evaluó el efecto de los omega 3 en la prevención primaria de infarto agudo de miocardio (IAM) o de accidente cerebrovascular (ACV), la tendencia fue similar aunque los resultados fueron menos consistentes: sólo se demostró una reducción del riesgo de IAM no fatal cuando el consumo de pescado era mayor de 5 veces a la semana y, con respecto al ACV, el consumo periódico de pescado se asociaría con una reducción del 15% de riesgo, la que resulta significativa sólo para el ACV isquémico.

La mayoría de los trabajos incluidos en estos metanálisis eran de observación directa y, por lo tanto, el nivel de evidencia es limitado. Sin embargo, los resultados apoyarían la recomendación del consumo de pescado una o dos veces por semana.

En un estudio japonés publicado recientemente, el Japan EPA Lipid Study (JELIS), en el que 18 645 individuos con hipercolesterolemia fueron asignados al azar a recibir tratamiento con una estatina o con la combinación de estatina y tres dosis diarias de 600 mg de ácido icosapentaenoico se observó que el tratamiento combinado se asociaba con una disminución significativa del riesgo de complicaciones coronarias graves (reducción del 19%), atribuible principalmente a la disminución significativa, de aproximadamente el 24%, de la angina inestable y de la reducción no significativa, de aproximadamente el 24%, de IAM no fatal y de la tasa de cirugía de revascularización miocárdica (CRM). Sin embargo, no se observaron diferencias en cuanto a la mortalidad por causa coronaria, la mortalidad total y la incidencia de ACV isquémico.

Cuando se analizaron por separado los pacientes sin enfermedad coronaria y los individuos con enfermedad coronaria demostrada, se observó que la disminución de los eventos coronarios se produjo sólo en los pacientes con antecedentes coronarios, probablemente en relación con la elevada tasa de complicaciones en este grupo. Por lo tanto, los resultados de este estudio no aseguran que los omega 3 tengan un efecto beneficioso en el contexto de la prevención primaria de la enfermedad coronaria y el ACV isquémico.

Sin embargo, se postula que la eficacia de los omega 3 dependería de la magnitud de la ingesta de pescado; así, la ingesta moderada, de aproximadamente 20 g/día o una o dos porciones de pescados grasos por semana, se asociaría con la disminución del riesgo de muerte por causa coronaria; la ingesta elevada, de aproximadamente 180 g/día o más de una porción de pescados grasos por día, sería útil para la prevención de eventos coronarios no fatales. Sin embargo, estas hipótesis deberían ser confirmadas en estudios controlados.

Estudios de prevención secundaria

En un estudio abierto, el Diet and Reinfarction Trial 1 (DART 1) se valoró la eficacia del consumo de 2 porciones de aceite de pescado por semana (o sus derivados en individuos que no toleraban el aceite) en pacientes con antecedente de IAM en las 4 a 6 semanas anteriores al inicio del estudio. En el DART 2 se incluyeron hombres con angina estable que fueron clasificados según si consumían pescado o sus derivados. De estos dos ensayos clínicos se obtuvieron resultados contradictorios. Mientras que en el primero el consumo de pescado se asoció con la reducción del 29% de la mortalidad total a los dos años, principalmente por la disminución del 33% de la mortalidad por causa coronaria, en el segundo, con un seguimiento a 10 años, se observó que el consumo de omega 3 se vinculó con el aumento significativo de la mortalidad por causa cardíaca, especialmente la muerte súbita (incremento del 54% aproximadamente), si bien este efecto se demostró en los individuos que habían recibido cápsulas de aceite de pescado. Este último estudio fue muy criticado y su inclusión o exclusión en los metanálisis modifica sustancialmente los resultados.

Se han realizado también algunos ensayos aleatorizados en los que se valoró el efecto de distintas formulaciones de ácido icosapentaenoico solo o combinado con ácido docosahexaenoico, algunos controlados con placebo y otros no. En tres de estas investigaciones se demostró que el tratamiento con omega 3 se asociaba con la disminución no significativa de la aparición de complicaciones cardiovasculares. En otro, en el que se incluyeron pacientes que habían presentado un IAM en las 24 horas anteriores, se demostró una disminución del 30% de la morbilidad y la mortalidad por causa coronaria respecto del placebo, aunque la calidad del diseño fue muy criticada.

En el estudio aleatorizado Gruppo Italiano per lo Studio Della Soppravivenza nell´Infarto Miocardico-Prevenzione (GISSI) se incluyeron 11 324 individuos con antecedente de IAM en los tres meses anteriores, que fueron divididos en cuatro grupos: uno que recibió 0.85 g/día de ácido icosapentaenoico y ácido docosahexaenoico, otro que recibió vitamina E, otro la combinación de ambos y otro la medicación habitual. Luego de 3.5 años de seguimiento se observó que el tratamiento con omega 3 se asoció con la disminución del 20% de la mortalidad total y del 30% de la mortalidad por causa cardiovascular, principalmente como consecuencia de la reducción de la incidencia de muerte súbita; no se verificaron diferencias significativas sobre el riesgo de IAM y el consumo de omega 3 se vinculó con el incremento de aproximadamente el 30% de riesgo de ACV.

El efecto sobre la mortalidad, al igual que en el estudio DART 1, fue notorio rápidamente luego del inicio del tratamiento y el efecto sobre la muerte súbita se verificó principalmente en pacientes con disfunción sistólica.

Entre las limitaciones del estudio GISSI se menciona que fue de tipo abierto y no controlado con placebo y, además, que menos del 40% de los pacientes recibían beta bloqueantes e inhibidores de la enzima convertidora de angiotensina.

En otro ensayo clínico realizado en Noruega no se demostró efecto alguno de los omega 3 sobre la mortalidad y la morbilidad por causa cardíaca en pacientes con IAM reciente; los resultados fueron explicados por el elevado consumo de pescado en esa población.

Finalmente, mencionan nuevamente los resultados del estudio JELIS en el que el consumo de ácido icosapentaenoico se asoció con la disminución significativa de angina inestable y no significativa de IAM.

Por todo lo mencionado, si bien aún no se ha demostrado que el tratamiento con omega 3 sea beneficioso en pacientes con antecedentes de enfermedad coronaria en cuanto a la reducción de la mortalidad y la aparición de nuevos eventos, estos ácidos grasos podrían reducir la mortalidad por causa cardíaca, especialmente la muerte súbita, en pacientes con antecedente de IAM reciente; al mismo tiempo, podrían ser útiles en la prevención secundaria de complicaciones cardiovasculares en individuos que consumen dietas ricas en pescados.

Conclusiones

Si bien los omega 3 tendrían propiedades beneficiosas para la prevención y el tratamiento de la enfermedad vascular, hasta el momento no hay información que permita determinar su papel en la prevención primaria y secundaria de la enfermedad cardiovascular. Por este motivo, si bien podría ser adecuada la recomendación de consumir pescados grasos una o dos veces por semana, no hay datos que sustenten la indicación de suplementos con omega 3.

Especialidad: Bibliografía - Cardiología - Clínica Médica

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