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Analizan si las Situaciones Adversas de la Infancia se Asocian con la Aparición de Enfermedades Cardiovasculares en la Vida Adulta

  • AUTOR : Korkeila J, Vahtera J, Koskenvuo M y colaboradores
  • TITULO ORIGINAL : Childhood Adversities as Predictors of Incident Coronary Heart Disease and Cerebrocascular Disease
  • CITA : Heart 96(4):298-303, Feb 2010
  • MICRO : El riesgo de enfermedad coronaria y de eventos cerebrovasculares parece ser mayor en las personas expuestas a situaciones adversas en la infancia, sobre todo en las mujeres.

Introducción

Las situaciones adversas en la infancia (SAI) podrían ser factores determinantes de distintas enfermedades y problemas de salud que tienen lugar en la vida adulta. La mayoría de los estudios realizados en relación con este tema se centraron en el abuso sexual, el abuso físico y la negligencia grave en la infancia, y muchos de ellos demostraron que los resultados desfavorables en la salud fueron más graves cuanto mayor fue el número y la gravedad de las SAI.

También se sugirió que las condiciones socioeconómicas precarias en la infancia determinan, en gran medida, la aparición posterior de enfermedad cardiovascular, aunque hasta el momento se desconoce la influencia que podrían tener otras SAI.

Esta investigación se llevó a cabo en una muestra representativa de la población finlandesa para determinar si las SAI aumentan el riesgo de enfermedad coronaria (EC) y de enfermedad cerebrovascular (ECV) en la vida adulta.

Materiales y métodos

Los datos fueron recolectados del Health and Social Support Study (HeSSup), un ensayo longitudinal realizado en 1998 sobre una muestra representativa de la población finlandesa perteneciente a los siguientes grupos etarios: 20 a 24 años, 30 a 34 años, 40 a 44 años y 50 a 54 años; se excluyeron todos los individuos que al inicio de la investigación presentaron antecedentes de EC, ECV o diabetes, y todos los casos en los que faltó información referente a las SAI.

Los datos de las encuestas, que fueron completadas por 23 916 participantes (41% hombres, 59% mujeres), se cruzaron con los casos de EC y ECV de los registros nacionales de salud que tuvieron lugar durante un período de 8 años.

Mediante las encuestas se investigaron las siguientes SAI: divorcio de los padres, presencia de dificultades financieras por períodos prolongados, conflictos familiares graves, enfermedades graves o alcoholismo en alguno de los miembros de la familia. También se interrogó acerca del miedo hacia alguno de los integrantes del grupo familiar. Además, se recopiló información referente a los factores de riesgo relacionados con la conducta, como el tabaquismo, el consumo de alcohol, el índice de masa corporal y la práctica de ejercicios físicos, que sirvió para determinar el estilo de vida sedentario. También se evaluaron los síntomas de depresión.

Los números de identificación de cada participante (que tiene asignado cada ciudadano finlandés) se emplearon para obtener información de las internaciones a partir del National Hospital Discharge Register y de la mortalidad a partir del Statistics Finland Register. Para el seguimiento de los participantes se analizaron las fechas y las causas de internaciones y muertes que tuvieron lugar entre el 1 de enero de 1999 y el 31 de diciembre de 2005. El criterio principal de valoración, que se estableció sobre la base del diagnóstico, fue la enfermedad cardíaca isquémica y la ECV, mientras que los criterios de valoración secundarios fueron la isquemia cardíaca aguda, el infarto cerebral y todas las causas de muerte.

Los datos de las mujeres y los hombres se analizaron por separado, debido a que los factores de riesgo de isquemia cardíaca y de ECV se diferencian según el sexo. La edad se incluyó como factor de confusión. El nivel de educación, las conductas de riesgo, la depresión, la hipertensión y la diabetes se analizaron como mediadores o variables que podrían explicar la relación entre las SAI y las enfermedades en la vida adulta.

La prueba de χ2 se usó para examinar las diferencias de las SAI en función de las características de la muestra. Para estudiar las asociaciones entre las SAI y los criterios de valoración se empleó el modelo de riesgo de probabilidad de Cox, y tanto en los hombres como en las mujeres se informaron los riesgos relativos (RR) y los intervalos de confianza del 95%. Los modelos de riesgo proporcional se ajustaron según el grupo etario y los mediadores potenciales de enfermedad (nivel de educación, conductas de riesgo, hipertensión, diabetes o depresión).

Se construyó un puntaje de adversidad acumulativa a partir de la suma de las situaciones adversas específicas que se asociaron con el criterio principal de valoración. También se analizó la tendencia lineal y este puntaje se consideró una variable continua.

Resultados

El 61% de los participantes que completaron las encuestas refirieron haber experimentado al menos una SAI. La exposición a éstas fue más frecuente en los pacientes que presentaron depresión y niveles más bajos de educación. Asimismo, estas situaciones se asociaron con las otras covariables analizadas (tabaquismo, consumo de alcohol, índice de masa corporal, hipertensión o diabetes), excepto con el estilo de vida sedentario.

Durante el período de seguimiento de 6.9 años, en los hombres se registraron 198 casos de isquemia miocárdica o eventos cerebrovasculares y en las mujeres, 91. En el grupo de mujeres que informaron haber estado expuestas a problemas financieros, conflictos interpersonales o enfermedad prolongada de algún familiar en la infancia, el riesgo de EC y ECV (criterios principales de valoración) ajustado por edad fue 2 veces mayor que en las mujeres que no lo estuvieron. El riesgo más alto se observó en aquellas que experimentaron las tres situaciones y fue 3 veces mayor que en quienes no estuvieron expuestas a ninguna. En el grupo de hombres, el riesgo fue 1.4 vez mayor sólo en los que manifestaron haber estado expuestos a la enfermedad prolongada de algún familiar.

En las mujeres expuestas, las curvas de supervivencia de los criterios principales de valoración mostraron diferencias significativas respecto de las curvas de las mujeres no expuestas. En cambio, en los hombres se detectaron diferencias significativas sólo en las curvas de los participantes que sufrieron mayor exposición a las SAI con respecto a los que no estuvieron expuestos.

Al examinar la asociación de las SAI con la aparición de angina de pecho inestable, infarto de miocardio o infarto cerebral, se constató que el RR de eventos agudos ajustado por edad en las mujeres expuestas a dificultades financieras en la niñez fue de 2.02, el de las que experimentaron conflictos interpersonales fue de 1.76 y el de las que presentaron algún familiar enfermo, de 1.51, en comparación con las que no vivieron esas situaciones. Al comparar a las mujeres expuestas con las no expuestas se observó que el RR en las que refirieron una situación adversa fue de 2.29, en las que manifestaron dos fue de 1.29 y en las que refirieron tres, de 2.38. En los hombres no se detectaron asociaciones estadísticamente significativas.

Durante el período de seguimiento murieron 183 hombres y 102 mujeres. En los individuos de ambos sexos que refirieron haber sentido miedo hacia alguno de los miembros de la familia, el riesgo de mortalidad ajustado por edad fue más alto. En los varones, el aumento del riesgo de mortalidad se asoció con el divorcio de los padres, los conflictos interpersonales en la niñez y la presencia de una enfermedad prolongada o problemas relacionados con el alcohol en algún integrante de la familia. Esta asociación disminuyó cuando se realizó el ajuste estadístico de los mediadores potenciales de enfermedad (por ejemplo, diabetes, hipertensión, nivel de educación, conductas de riesgo, depresión) y las dos primeras perdieron significación estadística.

Discusión

Los hallazgos de esta investigación sugieren que las SAI aumentan el riesgo de EC y ECV en la vida adulta. En las mujeres se observó que el riesgo fue más alto cuando mayor fue el número de situaciones adversas. Asimismo, el número de SAI fue mayor en el sexo femenino que en el masculino, aunque la frecuencia de eventos relacionados con la EC y ECV fue mayor en los hombres.

El análisis transversal del estudio HeSSup demostró que el riesgo de depresión, retiro por discapacidad y EC fue mayor en las mujeres y los hombres que estuvieron expuestos a SAI. Además, se constató que las mujeres fueron más propensas a los síndromes psiquiátricos relacionados con el estrés, como la depresión o los trastornos de ansiedad. Luego del ajuste estadístico de la depresión al inicio del estudio y de las conductas relacionadas con la salud, el riesgo de EC y ECV no disminuyó, lo que denotaría la participación de otras variables en la relación entre las SAI y las enfermedades cardiovasculares (EC y ECV) en las mujeres.

En ambos sexos, las diferencias en la incidencia de las enfermedades podrían ser consecuencia de factores congénitos, sociales y adquiridos. Una de las explicaciones posibles sería la diferencia en el funcionamiento del eje hipotálamo-hipófiso-suprarrenal en ambos sexos y las respuestas de éste frente al estrés. En las mujeres, el estrés aumenta la activación del eje y las hormonas sexuales modulan su funcionamiento. Algunos datos recientes indican que los estrógenos disminuyen el feedback negativo que ejercen los glucocorticoides sobre el eje hipotálamo-hipófiso-suprarrenal. Por lo tanto, las diferencias en el riesgo de enfermar podrían responder a que, en los hombres y las mujeres, las respuestas al estrés y el tiempo de recuperación no son iguales.

Según los autores, es importante explorar por qué el riesgo de enfermar fue mayor en las mujeres. La frecuencia de EC en las mujeres premenopáusicas es menor que en los hombres de la misma edad, aunque la incidencia aumenta luego de la menopausia. Si bien en esta investigación la población estudiada fue relativamente joven, la asociación entre las SAI y el riesgo de EC se mantuvo luego del ajuste estadístico de la edad, por lo que es poco probable que esta relación sea consecuencia de los cambios hormonales que se producen en las mujeres.

Conclusión

Esta investigación, que incluyó una amplia muestra de la población económicamente activa, demostró la asociación entre las SAI y el riesgo de enfermedades cardiovasculares (EC y ECV) en la vida adulta, sobre todo en las mujeres. Aunque hacen falta nuevas investigaciones para confirmar estos hallazgos, la información podría ser útil para la prevención de estas enfermedades, así como para la identificación y el tratamiento de los grupos vulnerables.

Especialidad: Bibliografía - Cardiología - Psiquiatría

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