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Actualización sobre Antiepilépticos de Segunda Generación

  • AUTOR : Chung A, Eiland L
  • TITULO ORIGINAL : Use of Second-Generation Antiepileptic Drugs in the Pediatric Population
  • CITA : Pediatric Drugs 10(4):217-254, 2008
  • MICRO : En esta reseña se analizan los diferentes antiepilépticos de segunda generación en los niños.

 

Introducción

La epilepsia se observa con frecuencia en la población pediátrica y se estima que el 30% de los niños con convulsiones presentan su primer episodio antes de los 4 años. En la mayor parte de los casos, la epilepsia se controla con una sola droga; aunque en el 25 al 30% es refractaria a la monoterapia. Los antiepilépticos de segunda generación, 9 en total (felbamato, gabapentina, lamotrigina, topiramato, tiagabina, levetiracetam, oxcarbazepina, zonisamida y pregabalina), fueron aprobados en los EE.UU. desde 1993 y en la mayoría de los casos su mecanismo de acción es desconocido. Inicialmente, estas drogas se aprobaron como terapia adjunta, pero luego comenzaron a utilizarse como monoterapia tanto en los adultos como en los niños. Su uso en la población pediátrica está bastante extendido, a pesar de que para la mayoría de las drogas no se establecieron indicaciones precisas. Hay pocos datos publicados, especialmente en los niños, que permitan establecer si los antiepilépticos de segunda generación son más eficaces que los de primera generación, aunque parecen tener mejor tolerabilidad, con menos efectos adversos e interacciones farmacológicas.

En esta reseña se analizó la bibliografía publicada sobre el uso de los antiepilépticos de segunda generación en los niños, principalmente en los EE.UU., mediante una búsqueda en las bases de datos PubMed y OVID.

Felbamato

Fue el primer antiepiléptico de segunda generación aprobado en 1993 en los EE.UU. y está indicado como monoterapia o terapia adjunta para las convulsiones parciales con generalización secundaria o sin ella en los pacientes de 14 años o más y como tratamiento adjunto para el síndrome de Lennox-Gastaut en niños entre 2 y 14 años.

Su estructura química es similar al del hipnótico sedante meprobamato, aunque su mecanismo de acción es diferente, ya que posee menos propiedades sedantes y tranquilizantes. Se considera que el felbamato es un antagonista de los canales de sodio e inhibe los canales de calcio y los receptores de N-metil-D-aspartato (NMDA), junto con acciones débiles tipo barbitúricos sobre los receptores GABA.

La farmacocinética del felbamato es similar en los adultos y los niños, con una rápida absorción que no se ve afectada por los alimentos, baja unión a proteínas y metabolismo hepático, principalmente por el sistema enzimático citocromo P450 (CYP) 3A4 y, en menor grado, por el CYP2E1. La vida media de la droga en los niños se estimó en 15.3 horas y fue más corta que la informada en los adultos, de 20 a 23 horas. En los adultos y niños mayores de 14 años, la dosis del felbamato es de 1 200 mg/día como monoterapia o terapia adjunta en las convulsiones parciales. La dosis inicial en los niños con síndrome de Lennox-Gastaut es de 15 mg/kg/día hasta un máximo de 45 mg/kg/día o 3 600 mg/día. Se debe administrar 3 a 4 veces por día.

La mayoría de los estudios que analizaron el felbamato en pediatría se realizaron en pacientes con síndrome de Lennox-Gastaut y el más grande comprendió 73 sujetos entre 4 y 36 años, en el que se observó una disminución significativa del 34% en las convulsiones atónicas y del 19% en las crisis generalizadas en comparación con el placebo.

Los efectos adversos de la droga limitaron su uso, especialmente la anemia aplásica y la hepatotoxicidad, que no se relacionaron con la dosis y se observaron tanto en los adultos como en los niños. Otras reacciones adversas comunicadas en los niños fueron anorexia, somnolencia, insomnio, vómitos, pérdida de peso, náuseas, trastornos en la marcha y movimientos involuntarios como coreoatetosis.

El felbamato puede ser útil en las convulsiones refractarias como última opción, pero es necesario sopesar los riesgos y beneficios. También debe realizarse evaluación periódica con hemograma y hepatograma.

Gabapentín

Fue el segundo agente antiepiléptico aprobado en los EE.UU. para el tratamiento adjunto de las convulsiones parciales en niños entre 3 y 12 años y en los mayores de 12 años con convulsiones parciales complejas con generalización secundaria o sin ella. En diversos estudios se demostró la eficacia de esta droga en la población pediátrica, su escasa interacción con otros fármacos y su buena tolerabilidad; aunque su uso disminuyó frente a la eficacia de otros agentes más nuevos.

Se estima que el gabapentín se une a la proteína alfa2-gama-1, que es una subunidad de los canales de calcio dependientes del voltaje, lo que disminuye la liberación sináptica de neurotransmisores. La absorción del gabapentín es altamente variable, se ve levemente afectada por los alimentos y su biodisponibilidad disminuye con el aumento de las dosis. La vida media es de aproximadamente 4.4 horas, se elimina sin cambios por las heces y la orina y no sufre metabolismo hepático apreciable, por lo cual no presenta interacciones con drogas metabolizadas por las isoenzimas del CYP.

Los ensayos clínicos demostraron tanto la eficacia como la falta de eficacia en la población pediátrica para el control de las crisis parciales. Esta droga demostró ser eficaz como terapia adjunta en las crisis parciales, pero los resultados como monoterapia no fueron congruentes. Las crisis de ausencia y las convulsiones mioclónicas pueden exacerbarse por el gabapentín.

En general, el gabapentín tiene un perfil de seguridad favorable, pero el principal efecto adverso limitante en los niños son los problemas conductuales y neurocognitivos como labilidad emocional (tasa de incidencia del 6%) y agresividad y hostilidad (5.2%). Los cambios conductuales pueden producirse pocas semanas a meses luego del comienzo de la terapia con gabapentín. Debido al riesgo de aparición de alteraciones conductuales, esta droga se reserva como última opción para el tratamiento de los niños. Otros efectos adversos comunicados comprenden síntomas gastrointestinales como dispepsia, constipación o náuseas, que pueden aminorarse con la administración con las comidas; aumento de peso y, ocasionalmente, erupciones.

La dosis inicial recomendada en pacientes pediátricos es de 15 a 20 mg/kg/día en 3 dosis, que puede aumentarse hasta una dosis de mantenimiento de 40 mg/kg/día en niños entre 3 y 4 años y 25 a 35 mg/kg/día en los de 5 años o más; los mayores de 12 años pueden recibir las mismas dosis que los adultos. En las convulsiones refractarias se comunicaron dosis > 90 mg/kg/día.

Lamotrigina

Es un antiepiléptico de amplio espectro, aprobado en 1994 en los EE.UU. como terapia adyuvante para las convulsiones parciales y generalizadas asociadas con el síndrome de Lennox-Gastaut en niños de 2 años o más y como monoterapia en los de 16 años o más con convulsiones parciales simples y complejas.

Esta droga inhibe los canales de sodio dependientes del voltaje para disminuir la liberación de neurotransmisores excitatorios como el glutamato. La absorción es buena, con una biodisponibilidad por vía oral del 98% y su metabolismo es hepático por glucuronización a metabolitos inactivos que se eliminan por orina. La depuración de lamotrigina es un 35 a un 125% superior en los niños en comparación con los adultos y es afectada por los fármacos concomitantes. La interacción más importante de la lamotrigina es con el ácido valproico, que inhibe la glucoronización, disminuye la depuración y duplica la vida media de la lamotrigina. La depuración de lamotrigina también se ve afectada por los inductores enzimáticos como fenitoína, fenobarbital y carbamazepina.

La lamotrigina demostró ser eficaz como terapia adjunta en las convulsiones parciales, generalizadas y el síndrome de Lennox-Gastaut. En ensayos recientes se observaron efectos beneficiosos en los pacientes con crisis de ausencia típicas o como monoterapia en las convulsiones parciales o generalizadas. La droga demostró ser eficaz con el tratamiento a largo plazo cuando se evaluó por un período mínimo de 48 semanas y un máximo de 144 semanas.

El perfil de seguridad de la lamotrigina limita su uso. El principal efecto adverso de esta droga son las erupciones cutáneas de diversa índole (0.8% de incidencia de exantemas graves en pediatría en comparación con el 0.3% en los adultos). El exantema generalmente es maculopapuloso o eritematoso y aparece 2 a 8 semanas después del comienzo de la terapia y desaparece luego de su interrupción. Se comunicaron casos de síndrome de Stevens-Johnson, eritema multiforme, necrólisis epidérmica tóxica y muerte. El riesgo de aparición de toxidermias se incrementa con el ajuste rápido de las dosis, con el uso de dosis más altas que las recomendadas y la utilización concomitante de ácido valproico. Otros efectos adversos comprenden la somnolencia, los vómitos, las infecciones, el aumento de las convulsiones, cefaleas, diplopía, nerviosismo y aumento del apetito. Con el uso a largo plazo son frecuentes los mareos y las náuseas. La aparición de temblores es más común con el uso concomitante con ácido valproico. Se comunicaron casos de erupción cutánea, fiebre, disfunción multiorgánica y coagulación intravascular diseminada con la administración concomitante de este fármaco.

En pacientes menores de 12 años, la dosis inicial de lamotrigina es de 0.6 mg/kg/día en 2 dosis diarias, en tanto que las dosis de mantenimiento varían entre 5 y 15 mg/kg/día, con una dosis máxima de 400 mg/día. Cuando la lamotrigina se utiliza junto con ácido valproico en pacientes menores de 12 años, la dosis inicial recomendada es de 0.15 mg/kg/día en 2 dosis diarias hasta una dosis de mantenimiento de 1 a 5 mg/kg/día, con una dosis diaria máxima de 200 mg. En los pacientes de 12 años o más, las dosis de mantenimiento varían entre los 100 y 400 mg/día en 2 dosis diarias cuando la lamotrigina se usa junto con el ácido valproico y entre 300 a 500 mg/día cuando se utiliza sola.

Topiramato

El topiramato se aprobó en los EE.UU. en 1999 como terapia adjunta en niños mayores de 2 años con convulsiones parciales, parciales secundariamente tónico clónicas generalizadas y en el síndrome de Lennox-Gastaut, en tanto que en julio de 2005 se aprobó como monoterapia en adultos y niños mayores de 10 años con convulsiones parciales o parciales secundariamente tónico clónicas generalizadas. En diversos estudios se demostró su eficacia en las convulsiones mioclónicas, los espasmos infantiles y las convulsiones parciales refractarias.

Se desconoce el mecanismo de acción del topiramato pero su farmacocinética es lineal y similar en los niños y los adultos. Puede administrarse con alimentos o sin ellos, sufre un extenso metabolismo hepático y su depuración se incrementa a medida que disminuye la edad. La depuración se reduce en aproximadamente un 50% y la vida media se incrementa en el mismo porcentaje cuando se administra junto con inductores enzimáticos.

En general, el topiramato parece tener mayor eficacia en comparación con los otros antiepilépticos nuevos, tanto como monoterapia como tratamiento adjunto. Las tasas de respuesta comunicadas variaron entre el 20% y el 88% y las tasas de períodos libres de convulsiones, entre el 2% y el 63%. Se observaron tasas de respuesta mayores del 80% en los espasmos infantiles, el síndrome de West y el síndrome de Lennox-Gastaut.

A pesar de su eficacia, el uso de topiramato está limitado por su perfil de seguridad. Los efectos adversos más frecuentes son la somnolencia/fatiga, pérdida de peso/anorexia, nerviosismo, cefaleas, astenia/parestenia y alteraciones conductuales. Los efectos más preocupantes asociados con su uso son los observados sobre el sistema nervioso central y la pérdida de peso. Es necesario tener precaución cuando el topiramato se utiliza en los pacientes con alteraciones preexistentes en la conducta o en el aprendizaje. Las reacciones adversas aparecen al comienzo del tratamiento y están relacionadas con el rápido escalonamiento de las dosis, mientras que éstas son menores con el tratamiento a largo plazo.

Las dosis iniciales de topiramato varían entre 0.5 y 3 mg/kg/día y las de mantenimiento, entre 5 y 9 mg/kg/día, dos veces por día. En pacientes entre 2 y 16 años, la dosis máxima inicial recomendada es de 25 mg.

Tiagabina

Fue aprobada en 1997 para el tratamiento de las crisis parciales en adultos y niños mayores de 12 años. En los adultos, se ha demostrado su eficacia como terapia adjunta en la epilepsia refractaria, mientras que en los niños hay pocos estudios al respecto.

La tiagabina inhibe selectivamente la recaptación del GABA y aumenta sus concentraciones en la sinapsis de las neuronas y la glía, ya que se une específicamente a la proteína GAT-1 en dosis terapéuticas. Sin embargo, se observó una unión débil a los receptores de histamina y benzodiazepinas en concentraciones 20 veces más altas que los niveles terapéuticos.

En los adultos, la tigabina tiene buena absorción oral, con una biodisponibilidad del 89%, y en los niños debe administrarse con las comidas debido a la mayor tasa de absorción en este grupo etario. La unión a proteínas es elevada (> 95%) y el metabolismo es hepático, por las enzimas del CYP, específicamente por la familia del CYP3A; la depuración es por vía renal (aproximadamente 25%) y biliar o fecal (cerca del 63%). En los niños, la vida media de la tigabina varía entre las 2 y 7.8 horas cuando se administra junto con inductores enzimáticos. Existe potencial para interacciones farmacológicas debido a su alta unión a proteínas y el metabolismo hepático, con un aumento de su eliminación cuando se administra con inductores enzimáticos y disminución cuando se emplea con inhibidores enzimáticos.

No hay estudios aleatorizados, a doble ciego y controlados con el uso de tiagabina en los niños y los datos se limitan a ensayos no controlados, informes de casos y resúmenes. La droga parece ser eficaz, con buen perfil de seguridad. Debe determinarse la dosis exacta y el tipo de convulsiones para las cuales la droga es más eficaz. Actualmente, la tiagabina se utiliza como terapia adyuvante de segunda línea para las convulsiones refractarias.

En general, este agente es bien tolerado y los principales efectos adversos se producen sobre el sistema nervioso central (fatiga, nerviosismo, mareos y temblores). No obstante, se documentaron casos de estado epiléptico no convulsivo con tiagabina en dosis altas, que se resolvieron rápidamente después de la suspensión o disminución de la droga. La causalidad no se definió en todos los casos y algunos cuestionaron la exactitud del diagnóstico. El probable mecanismo del incremento en las convulsiones es el aumento en la actividad gabaérgica. Los ajustes de dosis deben realizarse lentamente, con evaluación estrecha y dosis de mantenimiento < 1 mg/kg/día para minimizar este efecto adverso. No hay una dosis estándar recomendada para la tiagabina en los niños, pero entre los 3 y 10 años se observó que la dosis de 0.1 mg/kg es segura y, entre los 12 y 18 años, la dosis inicial recomendada es de 4 mg una vez por día.

Levetiracetam

Fue aprobado en 1999 como tratamiento adjunto de las crisis parciales en los adultos y en junio de 2005 en los niños de 4 años o más. Recientemente, se amplió su indicación como terapia adyuvante para las convulsiones mioclónicas en los pacientes de 12 años o más.

Se desconoce el mecanismo exacto de acción del levetiracetam. Su absorción es excelente (100% de biodisponibilidad), la unión a proteínas es baja (10%), la farmacocinética es lineal, no sufre un metabolismo hepático notorio y la eliminación es principalmente por vía renal. El perfil farmacocinético en los niños parece ser similar a los adultos, aunque la vida media es más corta y su depuración, más alta, por lo cual se requieren dosis de mantenimiento más elevadas en la población pediátrica. El potencial para las interacciones farmacológicas es bajo.

La compañía farmacéutica realizó 2 estudios a doble ciego, aleatorizados y controlados con levetiracetam como terapia adjunta en pacientes pediátricos con convulsiones parciales no publicados en revistas, con revisores externos, mientras que la mayoría de los ensayos publicados son retrospectivos y de tipo abierto. La droga demostró ser excelente como terapia adjunta, con buen perfil de seguridad. No hay datos suficientes para determinar su eficacia y tolerabilidad como monoterapia, pero su futuro es promisorio.

En general, una de las ventajas del levetiracetam es su perfil favorable de efectos adversos, especialmente en comparación con los antiepilépticos de primera generación. Las reacciones adversas más frecuentes fueron la somnolencia, las lesiones accidentales, la hostilidad, el nerviosismo y la astenia y, con menos frecuencia, el dolor, la anorexia, la constipación, la equimosis, los mareos, la excitación, la rinitis y la tos. Los síntomas conductuales, como excitación, depresión, labilidad emocional, hostilidad, nerviosismo, confusión y trastornos de la personalidad, se comunicaron en el 37.6% de los casos en comparación con el 18.6% de los niños que recibieron placebo. Estos efectos se observaron con mayor frecuencia en la población pediátrica que en los adultos, con el tratamiento a largo plazo y especialmente en los casos con alteraciones conductuales o cognitivas preexistentes. También se informó un incremento en la frecuencia de convulsiones con el levetiracetam, que aparentemente se produce durante el inicio de la terapia con el ajuste de las dosis. Se recomiendan dosis iniciales bajas y ajustes lentos para evitar este efecto adverso.

La dosis inicial recomendada en adolescentes (> 16 años) y adultos es de 500 mg dos veces por día, hasta un máximo de 1 500 mg dos veces por día. Entre los 4 y 16 años, se recomiendan dosis de 10 a 20 mg/kg/día hasta la dosis de mantenimiento de 60 mg/kg/día. En 2006 se aprobó una formulación por vía intravenosa, por lo que el levetiracetam es el primer agente de segunda generación con esta forma de administración.

Oxcarbazepina

Es estructuralmente similar y tiene propiedades anticonvulsivas semejantes a la carbamazepina. En los EE.UU. fue aprobada como terapia adjunta en niños de 2 años o más y como monoterapia en los de 4 años o más con convulsiones parciales. Fue ampliamente evaluada en la población pediátrica en estudios aleatorizados y bien controlados.

La oxcarbazepina es un 10-ceto análogo de la carbamazepina. El mecanismo de acción no está completamente dilucidado, pero se estima que ejerce parte de su actividad mediante el bloqueo de los canales de sodio dependientes del voltaje, de modo similar a la carbamazepina, y también se observó la potenciación de la conductancia del potasio, la inhibición de los canales de calcio de alto voltaje y la inhibición de los receptores de NMDA.

La absorción de la oxcarbazepina es rápida y casi total, con una biodisponibilidad > 95% y no se ve afectada por la edad de los pacientes. Es metabolizada por las enzimas citosólicas a su derivado monohidróxido (MHD). La vida media de la oxcarbazepina y el MHD es de 7.2 a 9.3 horas y 4.8 a 6.7 horas, respectivamente. La depuración sistémica es un 30 a un 40% más alta en los niños entre 2 y 5 años en comparación con los de mayor edad y se requieren dosis más elevadas en este grupo para mantener concentraciones adecuadas de MHD. La oxcarbazepina y el MHD pueden inhibir levemente el CYP2C19 e inducir el CYP3A4.

La oxcarbazepina fue extensamente estudiada en pacientes a partir del mes de vida y se demostró su eficacia y tolerabilidad. De todos los antiepilépticos de segunda generación, sobre la oxcarbazepina existen más pruebas que avalan su uso como monoterapia en la población pediátrica. En comparación con la fenitoína y la carbamazepina, la oxcarbazepina mostró eficacia similar pero mejor tolerabilidad. El potencial para las interacciones fármacológicas y la toxicidad es bajo. Señalan los autores que están en ejecución estudios entre la oxcarbazepina y otros antiepilépticos de nueva generación pero, hasta contar con sus resultados, la oxcarbazepina debe considerarse el agente de elección para ser utilizado como monoterapia en las convulsiones parciales en los niños, especialmente en los menores de 2 años.

La tolerabilidad de la oxcarbazepina se evaluó extensamente tanto a corto como a largo plazo. Las reacciones adversas más graves fueron convulsiones (específicamente, mioclonías y crisis de ausencia) y estado epiléptico, según se comunicó en una base de datos con 377 pacientes, el 72% menores de 4 años y el 47% menores de 2 años, expuestos a la droga por más de 6 meses y el 60% por 3 meses o más. Las reacciones adversas más comunes fueron cefaleas, somnolencia, vómitos y mareos y, con menor frecuencia, náuseas, fatiga, ataxia y diplopía. La incidencia o el tipo de efectos adversos no parecen estar relacionados con los niveles de MHD. La oxcarbazepina tuvo mejor perfil de tolerabilidad en comparación con la fenitoína y parece no afectar el rendimiento cognitivo. Se comunicaron casos de hiponatremia leve y asintomática debido a que la droga tiene efectos sobre los canales de sodio.

Las dosis iniciales recomendadas en los pacientes entre 2 y 16 años son de 8 a 10 mg/kg/día en 2 dosis, sin superar los 600 mg/día, y en aquellos con un peso menor de 20 kg debe considerarse una dosis inicial de 16 a 20 mg/kg/día. En los adolescentes (> 16 años) y los adultos, las dosis recomendadas son de 300 mg dos veces por día, con una dosis de mantenimiento de 600 mg dos veces por día. 

Zonisamida

Fue aprobada en los EE.UU. en 2000 como terapia adjunta para las convulsiones parciales en los pacientes mayores de 16 años; actualmente no hay indicación en la población pediátrica en ese país. En Japón y Corea está aprobada como monoterapia y terapia adjunta para las convulsiones parciales y generalizadas en los adultos y los niños.

La zonisamida es un derivado de las sulfonamidas. Se estima que la droga inhibe los canales de calcio tipo T y de sodio y la transmisión sináptica de glutamato, mientras que facilita la transmisión de dopamina y serotonina.

La biodisponibilidad de la zonisamida es de aproximadamente el 85% y no se ve influenciada por las comidas. La unión a proteínas es del 40% y tiene alta afinidad por los glóbulos rojos. El metabolismo es hepático por acetilación, CYP3A4 y conjugación y la eliminación se produce principalmente por la orina. La vida media es prolongada (50 a 68 horas en los adultos), lo que permite su administración una vez por día, aunque su administración dos veces por día produce mayor estabilización de sus niveles séricos. Los inductores enzimáticos pueden disminuir los niveles de la droga.

La zonisamida demostró buena eficacia y tolerabilidad en Japón y otros países. Sobre la base de estos datos, debería considerarse uno de los agentes de elección como monoterapia o como terapia adjunta para las convulsiones generalizadas o parciales. En estudios retrospectivos se demostraron beneficios en todos los tipos de convulsiones.

El perfil de seguridad es favorable y fue bien tolerada, especialmente como monoterapia. Las reacciones adversas más comunes comprenden somnolencia y fatiga y, con menor frecuencia, anorexia, ataxia, disminución en la actividad, mareos y alteraciones cognitivas. Se comunicaron casos en Japón de trastornos conductuales y episodios psicóticos que desaparecieron al suspender la droga. También se informaron casos de oligohidrosis e hipertermia y, raramente, de síndrome de Stevens-Johnson y necrólisis epidérmica tóxica, por lo que se contraindica su uso en los pacientes con hipersensibilidad a las sulfonamidas.

La dosis inicial en adultos y adolescentes mayores de 16 años es de 100 mg una vez por día y las dosis de mantenimiento varían entre 100 a 600 mg/día. En la población pediátrica se recomienda una dosis inicial de 1 a 2 mg/kg/día, con una dosis de mantenimiento entre 5 y 8 mg/kg/día.

Vigabatrina, pregabalina y rufinamida

La vigabatrina no está disponible en los EE.UU. Esta droga es un inhibidor irreversible de la GABA-aminotransferasa, responsable del metabolismo del GABA en el sistema nervioso central. Su biodisponibilidad es excelente (> 90%), la unión a proteínas es insignificante y el metabolismo hepático, mínimo; la vida media en los niños y adultos varía entre las 5 y 8 horas. La vigabatrina demostró ser especialmente eficaz en el síndrome de West o espasmos infantiles (dosis entre 50 y 150 mg/kg), mientras que su uso en otras convulsiones no está bien establecido, aunque se demostró que es más eficaz que la carbamazepina en las convulsiones parciales complejas. El efecto adverso más preocupante es la alteración en el campo visual, que puede ser permanente. Otras reacciones adversas incluyen trastornos conductuales, aumento de peso, edema facial, cefaleas, somnolencia, insomnio, ataxia y estupor.

La pregabalina es el último antiepiléptico aprobado, indicado como terapia adjunta en los adultos con convulsiones parciales. La droga se une a la subunidad alfa2-gamma de los canales de calcio dependientes del voltaje y disminuye la transmisión sináptica de neurotransmisores. La biodisponibilidad es buena, no tiene unión a proteínas y se excreta sin cambios en la orina. Las reacciones adversas más frecuentes son mareos, somnolencia, ataxia y aumento de peso. En algunos pacientes se informaron efectos eufóricos. No hay estudios clínicos sobre su eficacia en la población pediátrica.

La rufinamida no está disponible en los EE.UU., pero actualmente se encuentra en evaluación en ese país y en Europa en niños de 4 años o más con síndrome de Lennox-Gastaut y de 12 años o más con convulsiones parciales con generalización secundaria o sin ella. La droga es un derivado triazólico, cuyas propiedades anticonvulsivas parecen derivar de la reducción de las corrientes de sodio, la prolongación de la recuperación de los canales de sodio neuronales y la estabilización de las membranas. La absorción es buena (85% o más), se metaboliza por hidrólisis a un metabolito inactivo, se elimina por vía renal y la vida media en los adultos es entre 6 y 10 horas. Los ensayos realizados hasta el momento demostraron una tasa de respuesta de la droga como terapia adjunta en el síndrome de Lennox-Gastaut del 42 al 48% y para las convulsiones parciales del 28%. La tolerancia es buena tanto en adultos como en niños. Los efectos adversos más frecuentes son somnolencia, vómitos, fiebre, cefaleas, mareos y diplopía. Las dosis iniciales de rufinamida utilizadas en el síndrome de Lennox-Gastaut son de 10 mg/kg/día hasta 45 mg/kg/día y en las convulsiones parciales, de 200 a 1 600 mg/día hasta 3 200 mg/día.

Especialidad: Bibliografía - Neurología

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