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Estudian el Efecto de los Probióticos en Niños con Dermatitis Atópica
- AUTOR : Gerasimov S, Vasjuta V, Bondarchuk L y colaboradores
- TITULO ORIGINAL : Probiotic Supplement Reduces Atopic Dermatitis in Preschool Children: A Randomized, Double Blind, Placebo-Controlled, Clinical Trial
- CITA : American Journal of Clinical Dermatology 11(5):351-361, 2010
- MICRO : La administración de una mezcla de Lactobacillus acidophilus DDS-1, Bifidobacterium lactis UABLA-12 y fructooligosacáridos durante ocho semanas se asocia con un beneficio clínicamente significativo en niños de uno a tres años con dermatitis atópica. Los pacientes del grupo activo presentaron una reducción significativa del índice SCORAD, que indica la extensión y gravedad de la enfermedad cutánea, y una mejoría sustancial de la calidad de vida.
Introducción
Se estima que la dermatitis atópica (DA) tiene una prevalencia del 15.6% en Europa y del 17.2% en los Estados Unidos; además, la frecuencia de esta enfermedad crónica de la piel parece estar en aumento. La DA suele aparecer en los primeros años de vida y, en el 60% de los enfermos, persiste hasta la edad adulta. Este trastorno ocasiona un deterioro sustancial de la calidad de vida; los enfermos deben cuidar permanentemente su piel con hidratación y emolientes, deben evitar la exposición a alérgenos e irritantes y deben utilizar corticoides u otros fármacos durante las exacerbaciones. Sin embargo, aunque las diversas modalidades de terapia por lo general alivian los síntomas, en ocasiones no inducen la remisión total de las lesiones cutáneas. Sin duda, se requieren otras opciones terapéuticas y preventivas, especialmente para los enfermos con DA moderada o grave.
Desde que surgió la «hipótesis de la higiene», el interés por los probióticos (PB) en las enfermedades alérgicas se renovó. De hecho, diversos trabajos han sugerido que la exposición temprana a antígenos bacterianos podría inducir la maduración del sistema inmunitario hacia un fenotipo antialérgico. Más aun, diversos trabajos mostraron diferencias en la microflora intestinal entre los niños atópicos y no atópicos.
Algunas investigaciones revelaron una mejoría variable de la DA después del tratamiento con PB; en cambio, según los resultados de otros estudios, los PB sólo podrían ser de cierta utilidad en ciertos pacientes. Por su parte, las revisiones sistemáticas más recientes apuntan a que el efecto de los PB es escaso o nulo.
Sin embargo, existen fuertes indicios de que los PB ejercen efectos importantes sobre el sistema inmunitario; en los estudios en animales y en algunos trabajos clínicos, los PB se asociaron con cambios en las subpoblaciones linfocitarias. Por ejemplo, los pacientes con DA activa presentaron una disminución del porcentaje de los linfocitos CD3+ y CD8+, y un aumento de las células CD4+ y CD25+ en sangre periférica; el recuento de los linfocitos CD16+ y CD22+, en cambio, no se modificó. En teoría, la recuperación de la DA en asociación con el uso de PB debería acompañarse de la normalización del recuento de los linfocitos CD3+, CD4+, CD8+ y CD25+. En la presente investigación, los autores analizan los cambios clínicos e inmunitarios en pacientes con DA tratados con PB.
Materiales y métodos
Se incluyeron infantes de 12 a 36 meses de edad asistidos en el Lviv City Children Hospital entre 2007 y 2008. Los pacientes presentaban DA según los criterios de Hanifin y Rajka, de moderada a grave. No se estudiaron pacientes con DA leve, con infecciones bacterianas cutáneas o con alergia a alimentos. Tampoco se estudiaron pacientes tratados con corticoides por vía sistémica o con otras patologías que requirieran el tratamiento con inmunosupresores o antihistamínicos.
Los participantes fueron aleatoriamente asignados a placebo o a PB: mezcla de Lactobacillus acidophilus DDS-1 y Bifidobacterium lactis UABLA-12 con fructooligosacáridos (FOS). Los autores señalan que una dosis de 1 g de la preparación tiene cinco mil millones de unidades formadoras de colonias de L. acidophilus DDS-1 y B. lactis UABLA-12, y 50 mg de FOS. La mezcla, reconstituida en agua, jugo o en la comida habitual del niño, se administró dos veces por día (diez mil millones de unidades formadoras de colonias por día) durante ocho semanas. Los pacientes continuaron el tratamiento habitual de la DA según las recomendaciones PRACTALL. En todos los participantes, se permitió el uso de hidrocortisona al 1% o de mometasona al 0.1% durante las exacerbaciones.
Los autores recuerdan que los alérgenos alimentarios tienen un papel crucial en la DA; por lo tanto, se tuvo especial cuidado de no incluir pacientes con alergia a alimentos (con excepción de los enfermos con alergia exclusiva a la leche de vaca o al huevo). Los diagnósticos finales de alergia a alimentos se establecieron con pruebas de provocación orales controladas, entre dos y tres meses antes del inicio del estudio. Cuando se documentó una reacción cutánea, el paciente fue sometido a un dieta libre de huevo o de leche, la cual se mantuvo desde al menos dos meses antes del estudio y durante su transcurso. Los enfermos con otras alergias alimentarias fueron excluidos de la investigación.
La DA se evaluó clínicamente en las semanas 0, 2, 4 y 8 con diversos instrumentos: el índice de dermatitis atópica (Scoring of Atopic Dermatitis [SCORAD]), el cuestionario de calidad de vida (Infant Dermatitis Quality of Life [IDQOL]) y el interrogatorio sobre las consecuencias de la DA sobre la familia (Dermatitis Family Impact [DFI]).
El SCORAD permite valorar la extensión y la gravedad del prurito, del eccema y de los trastornos del sueño. La DA se consideró moderada a grave en los pacientes con puntuaciones finales en el SCORAD de 25 a 50 unidades o de más de 50 unidades, respectivamente. El IDQOL y el DFI incluyen preguntas específicas sobre las actividades del niño y de la familia en la última semana (un puntaje máximo de 30 puntos significa una calidad de vida más desfavorable).
Se tomaron muestras de sangre para la determinación de la inmunoglobulina E (IgE) total, para el recuento de los eosinófilos y para el estudio de las subpoblaciones linfocitarias con citometría de flujo, con los anticuerpos monoclonales correspondientes en las semanas 0 y 8.
El parámetro principal de análisis fue la modificación en el índice SCORAD desde el inicio hasta la octava semana. Los cambios en el IDQOL y en el DFI en las semanas 2, 4 y 8, el uso de corticoides (frecuencia y cantidad) y el recuento de las subpoblaciones linfocitarias fueron parámetros secundarios de análisis. En el análisis estadístico, se aplicaron pruebas t, de chi al cuadrado, de Mann-Whitney U y ANOVA.
Resultados
La muestra de estudio estuvo integrada por 43 niños asignados a los PB y 47, al placebo. La mediana del número de dosis administradas fue de 107 en el grupo de PB y de 104 en el grupo de placebo (p = 0.505). El 95% y el 92% de los pacientes, respectivamente, cumplieron con el tratamiento (más del 90% de la dosis).
En las visitas de control, se constató una reducción progresiva de los índices SCORAD; en los dos grupos, se observó una diferencia significativa en la cuarta semana, en relación con los registros basales. Sin embargo, los niños asignados a los PB tuvieron una declinación más rápida en la puntuación promedio del SCORAD, en las semanas 2, 4 y 8: -4.7; -8.7 y -14.2 puntos, respectivamente, en comparación con -2.5; -5.1 y -7.8 puntos en el grupo que recibió placebo.
En la visita final, el porcentaje de cambio en el SCORAD fue del 33.7% en el grupo con PB y del 19.4% en el grupo con placebo (p = 0.001). El efecto fue significativo después de considerar el puntaje basal, el nivel de la IgE total en suero o ambos parámetros en forma conjunta. Un análisis posterior reveló un descenso del 19% en el puntaje SCORAD en la semana 3.9 en el grupo activo mientras que, en el grupo de supervisión, este fenómeno se observó recién en la semana 7.9. El 23.3% de los pacientes del grupo activo en comparación con el 10.6% de los niños del grupo de supervisión logró una mejoría superior al 25% en la segunda semana (p = 0.110); en la octava semana, los porcentajes fueron del 67.4% y del 36.2%, en igual orden (p = 0.004).
La evaluación de los componentes individuales del SCORAD también mostró una tendencia hacia la mejoría en los dos grupos de tratamiento. El área de piel comprometida se redujo hacia la semana cuatro en el grupo con PB y en la octava semana en el grupo con placebo. La intensidad de las lesiones cutáneas disminuyó en la cuarta semana en el grupo con PB y en la octava semana en el grupo con placebo. Se registraron diferencias significativas entre los grupos, en términos del prurito y de los trastornos del sueño al final del estudio.
Durante la investigación, la DA mejoró en el 44.2% de los pacientes asignados a los PB y en el 21.3% de los niños del grupo de supervisión (p = 0.019). La DA pasó de ser grave a moderada en el 27.9% y en el 17% de los enfermos, respectivamente (p = 0.199) y se agravó en el 11.6% y en el 14.9% de los niños, en igual orden (p = 0.550). Los pacientes con DA grave presentaron mejoría más notoria del SCORAD, en ambos grupos; no obstante, los cambios fueron más marcados en el grupo activo.
Las puntuaciones del IDQOL y del DFI disminuyeron significativamente en comparación con los registros basales, en un 33% y en un 35.2% en el grupo con PB y en un 19% y en un 23.8% en el grupo con placebo (p = 0.013 y p = 0.010, respectivamente).
La frecuencia de utilización de corticoides tópicos se redujo de 1.9 a 0.8 por semana al final del estudio en el grupo asignado a los PB (p < 0.001) y de 1.7 a 1.2 en el grupo con placebo (p < 0.089); sin diferencias significativas entre los grupos hacia la octava semana (p = 0.130). Sin embargo, al considerar la cantidad total de corticoides en el estudio completo, se comprobó una diferencia significativa entre los grupos: en la octava semana, los pacientes del grupo de PB utilizaron una mediana de 25.6 g, mientras que los niños del grupo con placebo requirieron una mediana de 33.3 g (p = 0.006). En otras palabras, los enfermos asignados a los PB necesitaron 7.7 g menos de corticoides en las ocho semanas del estudio (p = 0.006).
Al inicio del estudio, las subpoblaciones linfocitarias fueron semejantes en los dos grupos. A la octava semana, el recuento de linfocitos CD3+, CD16+ y CD22+ no se modificó; en cambio, el porcentaje y la cantidad absoluta de linfocitos CD4+ y CD25+ se redujeron, y el porcentaje de las células CD8+ aumentó. En la octava semana, en el grupo asignado a los PB, se comprobó una correlación significativa entre el porcentaje de células CD4+, los linfocitos CD25+, el número absoluto de linfocitos CD25+ y los valores del índice SCORAD (r = 0.642, r = 0.746 y r = 0.733, respectivamente; p < 0.05).
La frecuencia de efectos adversos fue similar en el grupo de PB y en el grupo de placebo. Se comprobaron infecciones del tracto respiratorio superior en el 25.6% de los enfermos del grupo con PB y en el 21.3% de los pacientes asignados al placebo; infecciones del tracto respiratorio inferior en el 9.3% y en el 10.6% de los casos; estomatitis herpética en el 16.3% y en el 10.6%; diarrea en el 7% y en el 4.3%; constipación en el 14% y en el 12.8% ; y cólicos abdominales en el 11.6% y en el 8.5% de los pacientes, respectivamente. Dos y tres pacientes, en igual orden, tuvieron efectos adversos graves, ninguno de ellos se relacionó con la terapia.
Discusión
Los hallazgos de la presente investigación sugieren que ciertas bacterias probióticas podrían ejercer efectos beneficiosos sobre la DA en los niños. El análisis por subgrupos reveló que los pacientes con niveles elevados de IgE y de eosinófilos fueron los que más probabilidades tuvieron de beneficiarse con los probióticos, en coincidencia con estudios anteriores que sugirieron que los niños con atopía son particularmente sensibles a la administración de estos productos.
Los resultados dispares obtenidos en la literatura podrían obedecer, al menos en parte, a diferencias en el procesamiento de los productos. De hecho, añaden los autores, los preparados con Lactobacillus habitualmente se cultivan en medios con leche y, en el producto final, pueden quedar trazas de los alérgenos de la leche, muy perjudiciales en los pacientes con alergia a este alimento. En cambio, la mezcla de probióticos que se utilizó en la investigación actual carece de alérgenos de la leche y del huevo, un hecho particularmente importante si se tiene en cuenta que el 20% de los niños estudiados fue alérgico a alguno de estos alimentos.
Las diferencias también podrían obedecer al tipo de bacterias utilizadas como probióticos. Lactobacillus GG parece ser clínicamente eficaz cuando se lo utiliza en simultáneo con B. lactis; en cambio, ha sido igual al placebo cuando se lo usó en forma aislada. En esta ocasión, se utilizó la cepa DDS-1 de L. acidophilus en combinación con B. lactis UABLA-12 y con FOS, un carbohidrato que podría proteger contra las infecciones en el curso de la DA. Sin embargo, debido a que el producto incluyó L. acidophilus DDS-1; B. lactis UABLA-12 y FOS, es muy difícil saber cuál de ellos fue responsable de la mejoría. También es difícil realizar comparaciones con los resultados de otros estudios.
Muchos grupos sostienen que el índice SCORAD no es sensible para detectar cambios a corto plazo, asociados con diversas intervenciones. Sin embargo, en la presente investigación, la administración de probióticos durante ocho semanas permitió encontrar diferencias en varios componentes del índice, por ejemplo, en el eccema (otros grupos han referido mejoría incluso en períodos más cortos).
Las modificaciones en las subpoblaciones de linfocitos CD4+, CD8+ y CD25+ sugieren que los probióticos cumplen una función en la regulación inmunitaria, en la que participa activamente el tejido linfoide asociado con la mucosa intestinal, en estrecho contacto con las bacterias. Los resultados obtenidos en la investigación sugieren que los efectos beneficiosos de los probióticos podrían estar relacionados con el descenso del porcentaje o del número absoluto de los linfocitos CD4+ y CD25+ y con el aumento de las células CD8+.
Conclusión
La administración de una mezcla de probióticos con L. acidophilus DDS-1, B. lactis UABLA-12 y FOS se asoció con un beneficio clínicamente significativo y con cambios sustanciales en las subpoblaciones linfocitarias en los niños con DA; en los estudios futuros, se deberá evaluar la eficacia de este preparado en los adultos con DA, concluyen los expertos.
Especialidad: Bibliografía