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Hallazgos Histológicos en el Sistema Vascular del Osteoma Osteoide
- AUTOR: de Chadarévian JP, Katsetos CD, Herman MJ y colaboradores
- TITULO ORIGINAL: Histological Study of Osteoid Osteoma’s Blood Supply
- CITA:Pediatric and Developmental Pathology 10(5):358-368, Sep 2007
- MICRO: Las teorías más recientes sostienen que el osteoma osteoide representa un proceso posinfeccioso/posinflamatorio, reparador o de restos embrionarios similares a las enostosis, conocidas también como islotes óseos.
Introducción
El osteoma osteoide (OO) es una lesión ósea que puede afectar cualquier hueso, aunque en general se encuentra en el fémur y la tibia de pacientes jóvenes. Diversos aspectos de su patogénesis permanecen poco claros y la naturaleza neoplásica de la lesión aún es motivo de debate; tampoco ha sido aclarada del todo la base fisiopatológica del rasgo clínico más característico de esta enfermedad: el dolor que se exacerba frecuentemente por las noches y que responde al tratamiento con salicilatos. Actualmente, la irrigación del OO es motivo de investigación.
El objetivo de los autores del presente estudio fue realizar una evaluación crítica de las características morfológicas y de las modificaciones de los vasos sanguíneos en 16 casos de OO.
Material y métodos
Se reunieron casos de OO diagnosticados entre 1990 y 2006 en el Departamento de Patología del Hospital de Niños St. Christopher, Filadelfia, EE.UU., y se analizaron las muestras de biopsias teñidas con hematoxilina y eosina para determinar sus características diagnósticas y adecuar el muestreo. Los investigadores excluyeron 5 de los 21 casos hallados, debido a que los preparados histológicos no servían para el diagnóstico o a que la muestra de tejido resultaba insuficiente para el propósito del análisis. Se utilizaron varias técnicas para evaluar los cortes histológicos y también se realizaron técnicas de inmunohistoquímica. Asimismo, se empleó un anticuerpo monoclonal (clon SMI-31) que reconocía los epitopes fosforilados de las subunidades de alto y mediano peso molecular de las proteínas de los neurofilamentos, diluido a una proporción de 1:2 000.
Resultados
Datos clínicos
Este estudio incluyó 10 hombres y 6 mujeres. Las edades de los pacientes variaron entre los 20 meses y los 15 años. La tibia se encontraba comprometida en 7 de los 16 casos y en 5 sujetos la lesión involucraba una vértebra lumbar o sacra. Dos pacientes presentaban 2 lesiones localizadas en la tibia.
El caso 16 se trató de un joven de 14 años, con dolor de espalda de 4 meses de evolución, sin síntomas radiculares ni cambios en la función intestinal ni vesical. El dolor era constante, con una intensidad de 7 a 9 (sobre una escala de 10), y mejoraba parcialmente en posición supina. Si bien el tratamiento con antiinflamatorios no esteroides proporcionaba cierto alivio, el paciente se vio limitado en sus actividades habituales. En el examen físico mostró una limitación importante de la movilidad lumbosacra, escoliosis lumbar derecha moderada, sensibilidad paravertebral y tumefacción palpable atribuida a espasmos musculares o posible neoplasia. El examen neurológico resultó normal. Se realizó una tomografía axial computarizada y una resonancia magnética nuclear. La tomografía reveló una imagen densa de menos de 2 cm en el pedículo izquierdo y en la lámina, mientras que la resonancia mostró una señal hiperintensa en T2 que afectaba la lámina izquierda y los tejidos blandos adyacentes. Se llevó a cabo una evaluación intraoperatoria de los tejidos blandos que no mostró signos de malignidad. El paciente fue sometido a una laminectomía izquierda de L3 completa y a una faciectomía parcial de L3-L4, con resección parcial del pedículo izquierdo de L3. El examen histológico de la muestra obtenida confirmó el diagnóstico de OO. El paciente se recuperó, el dolor cedió y no había reaparecido hasta las 3 semanas posteriores a la cirugía.
Características histológicas
A continuación los autores describen los hallazgos comunes a los 16 casos. Se diferenciaron 5 zonas. Los cortes histológicos de la zona 1 incluían el músculo esquelético y el tejido fibroadiposo del sector adyacente a la porción de hueso afectado. En esta zona se observó vasculatura anormal, constituida por arterias y arteriolas musculares pequeñas, rodeadas por músculo esquelético atrófico y tejido graso. La mayoría de los vasos eran arterias, aunque también se identificaron algunas venas. Las arterias más grandes presentaban una lámina interna y externa bien desarrollada. Su calibre se reducía al aproximarse e infiltrarse en el hueso comprometido. Estos vasos se introducían entre los espacios de la médula ósea, que constituyeron la zona 2. La zona 3 estaba formada por tejido conectivo altamente vascularizado, en contacto estrecho con una capa externa de hueso fibroso (zona 4), que se encontraba alrededor del nido (zona 5). Se hallaron numerosas arteriolas únicas o agrupadas, cuyos diámetros no superaban los 0.3 mm. En diversos cortes se pudo observar la interfase entre las zonas 3 y 2, en donde se originaban los vasos. Las arteriolas de la zona 3 progresaban en forma centrípeta para introducirse en la zona 4. Una vez dentro del nido, los vasos reducían significativamente su calibre, perdían su musculatura y, eventualmente, desaparecían para confluir dentro de la densa red capilar que irrigaba los espacios que separaban las espículas osteoides que conformaban el nido. En algunas ocasiones, los vasos estaban acompañados por fibras nerviosas delgadas. La zona 5 o nido estaba formada por pequeñas islas de osteoide calcificado, rodeadas por osteoblastos y osteoclastos. Cerca de la periferia del nido, las espículas osteoides confluían dentro de la trabécula del hueso fibroso que formaba la capa externa de la lesión.
No se encontraron elementos arteriolares dentro de los nidos en ninguna de las muestras. Los vasos presentaron algunas alteraciones estructurales que comprometían la lámina elástica interna, en especial en las arteriolas próximas al nido. La capa muscular mostró una hiperplasia marcada que en algunos segmentos producía un importante estrechamiento de la luz.
Discusión
Este estudio acerca de la vasculatura de 16 casos de OO describe el sistema de irrigación de esta lesión y sus características histopatológicas. Los nidos contienen capilares y, en raras ocasiones, fibras nerviosas periféricas. En el tejido blando circundante se hallaron arteriolas musculares que pasaban por la capa externa de hueso fibroso de la lesión e ingresaban al nido a través de múltiples puntos.
En los casos evaluados no se encontró proliferación de fibras nerviosas en los nidos. Más en la periferia, en el tejido blando y muscular, se encontraron elementos arteriales y musculares. En algunas ocasiones se observó atrofia del músculo esquelético y tejido graso libre de infiltrados inflamatorios, que pudo deberse a la gran cantidad de vasos existentes en el área. Los vasos presentaron alteraciones estructurales focales en la capa elástica y en la muscular.
La naturaleza del OO ha sido objeto de múltiples debates. Algunos autores sostienen que se trata de una neoplasia o específicamente de un tumor óseo benigno derivado del tejido conectivo osteoblástico, mientras que otros investigadores postulan que el crecimiento limitado de esta lesión no es característico de una neoplasia. Las teorías más recientes sostienen que el OO representa un proceso posinfeccioso/posinflamatorio, reparador o de restos embrionarios similares a las enostosis, conocidos también como islotes óseos. Algunos estudios intentaron descifrar las bases fisiopatológicas de esta lesión mediante la evaluación de su inervación y de su actividad metabólica, en tanto que otros investigadores sugirieron la existencia de fibras nerviosas alrededor o dentro del nido y cerca de los vasos, lo que explicaría el dolor característico asociado con esta enfermedad.
Con el objeto de evaluar la respuesta sintomática del dolor a los salicilatos se realizó un análisis inmunohistoquímico de las prostaglandinas localizadas en la lesión. En los casos de OO, las concentraciones de prostaglandina E2 y de prostaciclina alcanzaron niveles significativamente más altos que en los tejidos sanos y su concentración disminuyó con la resección de la lesión. Los resultados de otros estudios recientes indicaron que la ciclooxigenasa-2, expresada en los osteoblastos del nido, fue el mediador responsable de la alta producción de prostaglandinas. Si bien se han alcanzado importantes progresos en la comprensión de los distintos aspectos del OO, los autores reconocen que el componente vascular no ha sido lo suficientemente investigado.
Por su parte, los radiólogos informaron la utilización de diversas técnicas que destacan el incremento del flujo sanguíneo dentro y alrededor del OO, lo que permite su diferenciación de otras lesiones óseas. En los casos analizados, las alteraciones observadas en las imágenes del tejido blando y del músculo se atribuyeron principalmente a la infiltración de la vasculatura. En 2 de los 16 casos evaluados se detectó una reacción inflamatoria limitada, que consistió en linfocitos perivasculares en las zonas externas de los tejidos blandos y del músculo esquelético, fuera del OO. También se encontró que el sistema vascular observado fuera de la lesión era anormal, estaba constituido por arterias y era independiente. Este tipo de organización no coincidió con la teoría que proponía que los vasos surgían en respuesta a un proceso inflamatorio.
Al parecer, algunos hallazgos apoyan la interpretación de que el OO es una reacción secundaria del tejido osteoblástico debida a una estimulación vascular anormal de los osteoblastos. Esta estimulación podría inducir la formación de hueso nuevo y producir las prostaglandinas responsables del dolor. Además, la limitada capacidad de crecimiento y el incremento en la producción de prostaglandinas ponen en duda que se trate de una verdadera neoplasia. Sin embargo, se han detectado alteraciones cromosómicas en células obtenidas del nido, lo cual sugeriría la existencia de un proceso neoplásico. De todas formas, se debe tener en cuenta que las anomalías cromosómicas están habitualmente controladas por mecanismos fisiológicos de defensa del organismo y pueden encontrarse en diversas enfermedades no neoplásicas como hamartomas vasculares, bocio, ginecomastia y gastritis. Por último, los autores esperan que este estudio observacional genere nuevas investigaciones acerca de la vascularización del OO.
Especialidad: Bibliografía - Oncología