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Las Estrategias para Prevenir la Obesidad Infantil Deben Tener en Cuenta los Factores Causales
- AUTOR: Lob Corzilius T
- TITULO ORIGINAL: Overweight and Obesity in Childhood – A Special Challenge for Public Health
- CITA: International Journal of Hygiene and Environmental Health 210(5):585-589, Oct 2007
- MICRO: Prevenir el incremento de la obesidad infantil requiere de estrategias que involucren a toda la familia para lograr los cambios de hábitos necesarios para poder combatir la enfermedad.
En los últimos 30 años, la prevalencia de obesidad y sobrepeso en niños y adolescentes aumentó a nivel mundial. Según datos epidemiológicos recientes, aproximadamente el 15% de los niños y adolescentes alemanes presentan sobrepeso y cerca del 6.3%, obesidad. Si se tiene en cuenta que un niño obeso será, muy probablemente, un adulto obeso, es esperable que las sociedades futuras tengan mucha mayor incidencia de alteraciones de la salud relacionadas con el sobrepeso, como síndrome metabólico, diabetes tipo 2 (no dependiente de insulina), hipertensión arterial, dislipidemias, dificultades respiratorias, alteraciones ortopédicas y mayor riesgo de infarto de miocardio. De continuar esta tendencia, se estima que en 2025, en Gran Bretaña, la expectativa de vida para la población masculina se reducirá en 5 años. A su vez, se espera un aumento en los gastos generados por el sector salud. Una estrategia adecuada para la prevención parece ser la única manera de mejorar la situación de la denominada «epidemia del siglo XXI». Para evitar el fracaso de esta estrategia se deben analizar muy bien las causas de la obesidad, la conducta alimentaria, la actividad física, los factores ambientales, las condiciones concernientes al tránsito automotor, la residencia rural o urbana y los aspectos sociopolíticos. Este artículo se centra principalmente en estos aspectos.
Definición de sobrepeso y obesidad
Para la definición de sobrepeso y obesidad, la Organización Mundial de la Salud introdujo el concepto de índice de masa corporal (IMC), que se calcula dividiendo el peso sobre la estatura elevada al cuadrado. Se considera sobrepeso a un IMC mayor de 25 y menor de 30 kg/m2. La obesidad puede ser subdividida en: primer grado, IMC > 30 < 35 kg/m2; segundo grado, IMC > 35 < 40 kg/m2 y tercer grado, IMC > 40 kg/m2. Esta definición no diferencia entre masa muscular y tejido adiposo.
Los niños se encuentran en período de crecimiento constante y esta manera de definir obesidad y sobrepeso puede no ser la que mejor se ajuste a la realidad. Para evitar caer en el error, es muy importante que, al realizar encuestas, se agrupe a los niños según su edad. Luego se construyen curvas de percentilos con los datos obtenidos de IMC según edad y sexo. Para Europa, la obesidad se define como el IMC que supera el percentilo 97, mientras que para los EE.UU. el IMC más allá del percentilo 95, ya es considerado obesidad.
Epidemiología
En EE.UU., durante el período comprendido entre 1980 y 2000, el porcentaje de niños con un IMC mayor de 95 se incrementó de un 6% a 15% y esta tendencia se repite en Europa. En Holanda, el porcentaje de obesidad infantil es de 12%, mientras que en Alemania es de 15%. En este último país, los datos muestran un incremento del 50% en los niveles de sobrepeso infantil y del triple para la obesidad.
Las causas en discusión
Este aumento en el IMC de la población se podría explicar mediante una predisposición genética. A esto se sumarían los factores individuales, conformados por la dieta, el nivel de actividad física y las condiciones sociales. El factor genético puede influir de manera directa o indirecta, en tanto que el comportamiento determinaría el consumo de energía, así como su desgaste. La capacidad de acumular energía en forma de grasa permitió que el ser humano sobreviviera durante las épocas de escasez de alimentos. Sin embargo, esto no parece ser muy adecuado para la vida moderna, en donde los alimentos abundan.
Cuando se evalúa la prevalencia de obesidad en los niños, se detecta que en los hijos de madres que presentan obesidad, el porcentaje asciende de 9.5% en la edad preescolar a 22% durante la adolescencia. Cuanto más bajo es el nivel socioeconómico de los niños, mayor es el porcentaje de aumento de la obesidad.
Los cambios producidos en la dieta y los patrones de actividad física tienen mucho que ver con estos cambios. La alimentación actual contiene una gran proporción de grasas y proteínas, a lo que se suma el alto consumo de bebidas azucaradas y la escasa ingesta de fibras. El resultado es una comida con elevada densidad calórica y poco poder de otorgar saciedad. Sin embargo, este tipo de dieta resulta más económica que otras, por lo que muchas veces es la opción obligada de las familias de escasos recursos, llegando a ser casi el menú obligado en los establecimientos educativos.
Otros factores tienen que ver con la salida de las madres fuera de la casa, al insertarse en el mercado laboral, con la consecuente disminución en la cantidad de comida que se elabora en la casa. También influyen los diferentes horarios para comer de los integrantes de la familia, que provocan que sea cada vez más frecuente comer en soledad.
Con respecto a la actividad física, los cambios también han sido muy importantes. El acceso a la tecnología en el hogar y el gran incremento del parque automotor han provocado una disminución importante en la práctica de cualquier tipo de actividad física y, en definitiva, del gasto energético. Tener televisor, computadora, consola de juegos electrónicos en el dormitorio de niños y adolescentes produce que las actividades que ellos realizan sean cada vez más pasivas.
Con la urbanización se perdieron espacios verdes para que los niños puedan jugar. Las grandes avenidas han desplazado a los niños corriendo, jugando o, simplemente, paseando en bicicleta. Como consecuencia, para que los niños puedan practicar algún deporte, dependen de que sus padres los puedan movilizar hacia espacios más abiertos en algún vehículo (particular o público), contribuye al aumento del tránsito.
En 1960, en Alemania, existían más niños que automotores. Sin embargo, en 1990, los automotores superaban en 4 veces a la cantidad de niños en el territorio del país. Cuanto más seguros sean los espacios verdes para los niños, mayor será el tiempo que éstos puedan disfrutar del aire libre, bajo la supervisión de sus padres.
En 2005 se llevó a cabo, en 8 ciudades de Europa, un estudio para evaluar los efectos del medio ambiente en la prevalencia de la obesidad. Los resultados mostraron que, los niveles de obesidad más bajos, se relacionaban con los barrios con más espacios verdes, parques y limpieza, ya que estos factores predisponían para la práctica de actividades físicas.
Otro factor a tener en cuenta es la población inmigrante. Según un artículo de 2006, los datos antropométricos de 1 786 niños inmigrantes en Australia mostraron el aumento en la prevalencia de sobrepeso en esta población, en especial en las niñas provenientes de Turquía y la ex Yugoslavia. Un hallazgo similar se detectó en el mismo año, en Alemania, con niños del jardín de infantes.
Consecuencias de la prevención. El estudio Cochrane
En 2005 se publicó una revisión sistemática que utilizó la base de datos Cochrane para evaluar los resultados de diferentes programas de prevención de la obesidad infantil. Los hallazgos más relevantes señalaron que ningún programa de prevención ha tenido influencia positiva para evitar la aparición de sobrepeso y obesidad en niños y adolescentes. En los niños en los que ya se había diagnosticado algún grado de obesidad, estos programas no tuvieron influencia en cuanto a la evolución a futuro de la enfermedad. Estos niños requieren una educación especial, junto a toda su familia, tendiente a cambiar los hábitos alimentarios y los patrones de actividad física.
Los resultados sugieren que una estrategia eficaz se relacionaría con la escuela. Al involucrar, no sólo a la escuela sino a las familias y a toda la comunidad regional, los logros son mayores. Otro de los datos observados en la revisión indicó que la prevalencia de obesidad fue menor en los niveles socioeconómicos más elevados y que la remisión del sobrepeso fue mayor en los niños cuyas madres tenían un peso adecuado para la estatura y la edad. Una buena estrategia de intervención para disminuir los niveles de obesidad infantil no debe tener en cuenta sólo los aspectos conductuales sino que debe abarcar también aspectos estructurales.
Por otra parte, se debe tener en cuenta que los diversos programas locales y regionales se coordinen mutuamente y que tengan el apoyo necesario de las partes interesadas, tanto nacionales como internacionales.
Sobre la base de estos resultados, Alemania lanzó una campaña que involucra a diferentes sectores de la sociedad para prevenir la obesidad. Se incluirá un programa especial para familias inmigrantes y para las de niveles socioeconómicos más bajos.
En conclusión, se necesita gran apoyo para las iniciativas existentes, así como nuevos proyectos para ampliar las medidas de prevención primaria para el sobrepeso y la obesidad en niños y adolescentes.
Especialidad: Bibliografía - Pediatría