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Estudian la Relación entre Peso Corporal, Actividad Física y Enfermedades Alérgicas en Adultos Jóvenes

  • AUTOR : Kilpeläinen M, Terho E, Helenius H, Koskenvuo M
  • TITULO ORIGINAL : Body Mass Index and Physical Activity in Relation to Asthma and Atopic Diseases in Young Adults
  • CITA :  Respiratory Medicine 100(9):1518-1525, Sep 2006
  • MICRO : La escasa actividad física no parece explicar el mayor riesgo de asma en hombres y mujeres con obesidad. En cambio, la asociación casi lineal entre el índice de masa corporal y la rinoconjuntivitis alérgica sugiere un efecto independiente de la grasa corporal sobre las manifestaciones atópicas.

Introducción

Los estudios transversos han mostrado una asociación entre el mayor índice de masa corporal (IMC) y la obesidad en la niñez y el asma en la edad adulta; la relación parece más fuerte aún en mujeres. Por su parte, algunas investigaciones realizadas en China y en los EE.UU. mostraron que la asociación entre el IMC y el asma tiene forma de U: el mayor riesgo aparece en individuos desnutridos y en aquellos con obesidad. Los estudios longitudinales también revelaron mayor riesgo de asma de inicio en la edad adulta entre mujeres que aumentan de peso; por el contrario, la reducción del peso parecería mejorar los síntomas asmáticos y la función respiratoria.

Diversos factores estarían asociados con la obesidad, entre ellos, la actividad física; a su vez, este último podría modular la relación entre el peso y la aparición de asma. Sin embargo, en este contexto, los resultados de los estudios no fueron homogéneos. En esta oportunidad, los autores determinaron la asociación entre el IMC en la edad adulta y la presencia de asma, diagnosticada por el profesional, o de sibilancias en adultos jóvenes de los 2 sexos con IMC relativamente bajo, después del ajuste según diversos factores de confusión, en una población finlandesa.

Métodos

Entre 1995 y 1996, 10 667 estudiantes universitarios de Finlandia de menos de 25 años respondieron un cuestionario sobre asma, enfermedades alérgicas y posibles factores de riesgo. El 39% era de sexo masculino. Se analizó la frecuencia en el transcurso de la vida de asma diagnosticada por el médico y de rinitis o conjuntivitis alérgica; también se tuvo en cuenta la presencia de episodios de sibilancias con falta de aire aunque sin el diagnóstico de asma.

El IMC permitió clasificar a los pacientes en 5 categorías (IMC por debajo de 20; entre 20.0 y 22.4; entre 22.5 y 24.9; entre 25.0 y 27.4 y de 27.5 o más alto). Los pacientes de las 2 últimas categorías se consideraron con sobrepeso. Se analizaron los factores de riesgo posiblemente relacionados con el IMC y con el asma o con trastornos atópicos, entre ellos, sexo, peso al nacer (por debajo o por encima de 2 500 g) asma o enfermedades atópicas en los padres y nivel educativo de los progenitores. También se consideró el antecedente de tabaquismo materno durante la gestación y el hábito de fumar en la actualidad, el número de hermanos mayores y la residencia en un ambiente de granja entre los 0 a 6 años.

En una escala de 1 a 4 se valoró la actividad física recreativa en el año previo según la frecuencia, la duración y la intensidad. Luego se calculó el producto de las 3 subescalas y, así, se estableció el nivel de actividad física total en 3 categorías: leve (1 a 8 puntos), moderada (9 a 23 puntos) e intensa (24 puntos o más).

Resultados

El 33.8% de las mujeres de 18 a 25 años tenía un IMC por debajo de 20; el 42.4% entre 20.0 y 22.4; el 16.7% de 22.5 a 24.9; el 4.8% de 25 a 27.4 y el 2.4% de 27.5 o más alto. En los varones, los porcentajes correspondientes fueron del 11.5%, 41.6%, 34.2%, 9.2% y 3.5%.

Se observó una asociación significativa entre el IMC en los primeros años de la edad adulta y el sexo, el peso al nacer, el tabaquismo pasivo entre los 0 y 2 años, el tabaquismo actual, la educación de los padres, la residencia durante la niñez (en un ambiente de granja en comparación con uno que no lo era) y el tiempo de actividad física recreativa en el último año. En general, el tabaquismo pasivo entre los 0 y 2 años y el tabaquismo actual se relacionaron con IMC más alto, al igual que la residencia en un ambiente de granja entre los 0 y 6 años. En los pacientes con IMC por debajo de 20 se verificó un porcentaje parecido de individuos con actividad física moderada o intensa; en cambio, la mitad de los sujetos con un IMC de 27.5 o más alto perteneció a la categoría de escasa actividad física; sólo el 20.4% refirió actividad física intensa. El IMC en la edad adulta no se relacionó con el tabaquismo materno durante la gestación, con el asma o las enfermedades atópicas en los padres o con el número de hermanos mayores.

En los hombres, el incremento del IMC se asoció de manera positiva con el asma pero no con sibilancias, rinoconjuntivitis alérgica o dermatitis. En este grupo, el riesgo de asma fue casi 2 veces más alto en las categorías de IMC de 20.0 a 22.4 y de 22.5 a 24.9; en pacientes con IMC de 27.5 o mayor, el riesgo se elevó 3.5 veces. En mujeres con sobrepeso y obesidad (IMC de 25 a 27.5 y de 27.5 o mayor), el riesgo de asma fue de aproximadamente 2 veces superior. Asimismo, se detectó una asociación positiva entre el sobrepeso y la obesidad y las sibilancias y la rinitis o conjuntivitis alérgica. La relación entre el mayor IMC y la dermatitis atópica no fue lineal pero alcanzó significado estadístico en las categorías de IMC de 20.0 a 22.4 (odds ratio [OR] de 1.21) y de 25.0 a 27.4 (OR de 1.41). No hubo interacción entre la obesidad y el sexo sobre la presencia de asma. En todos los modelos de regresión logística, el ajuste según la actividad física recreativa en el último mes no modificó las asociaciones entre enfermedad e IMC. En general, la prevalencia de asma fue más alta en hombres y en mujeres con obesidad, independientemente del nivel de actividad física.

La presencia de sibilancias aumentó casi linealmente en mujeres, en relación con el mayor IMC, en todas las categorías de ejercicio. En los modelos ajustados, el riesgo de asma fue más bajo en hombres que realizaban actividad física moderada (efecto significativo) o intensa; en mujeres, en cambio, el ejercicio moderado no tuvo un efecto protector sobre la aparición de asma. Después del control por IMC y por otros factores de confusión, las sibilancias (sin asma) no se relacionaron sustancialmente con el ejercicio en pacientes de ningún sexo.

Discusión

Los hallazgos del presente estudio revelan que en adultos jóvenes con IMC relativamente bajo, el riesgo de asma se eleva en mujeres obesas y con sobrepeso y en hombres con peso normal y con obesidad, en comparación con sujetos con IMC por debajo de 20. Se observó mayor riesgo de sibilancias en mujeres con sobrepeso y obesas (un fenómeno que no apareció en los hombres), posiblemente en relación con el subdiagnóstico de asma en niñas adolescentes. No se detectó una interacción entre el sexo y el IMC sobre el asma.

La obesidad, señalan los autores, puede afectar al asma por efectos mecánicos; también es posible que facilite la percepción de ciertos síntomas, como la disnea y las sibilancias. El aumento del IMC también se relaciona con volúmenes pulmonares más bajos y con estrechamiento de la vía aérea, al menos en los hombres. En este estudio, la actividad física moderada se asoció con menor riesgo de asma en varones y la prevalencia de dificultad para respirar (sin el diagnóstico de asma) se incrementó simultáneamente con el mayor IMC, independientemente del nivel de actividad física.

Debe destacarse que se encontró una asociación lineal entre el aumento del IMC y la rinitis o conjuntivitis alérgica, esencialmente en mujeres; en cambio, la relación con dermatitis no fue tan notoria. Sin embargo, el riesgo de eccema atópico fue sustancialmente más alto en mujeres con peso normal o elevado. Estos diagnósticos fueron muy específicos, con comprobación mediante pruebas cutáneas o determinación de inmunoglobulina E específica hacia aeroalergenos.

El IMC, como indicador de la grasa corporal, depende de la edad, el sexo y el origen étnico. La grasa puede influir en el asma y en las enfermedades alérgicas al incrementar la respuesta inmunitaria. La leptina, una hormona de la saciedad producida por las células adiposas, aumenta en personas obesas y en mujeres respecto de hombres. Además, se asocia con un patrón de citoquinas de linfocitos colaboradores (Th) 1, pero la resistencia en personas obesas podría asociarse con mayor producción de citoquinas Th2. Además, la leptina se asocia con mayor secreción de mediadores proinflamatorios, como el factor de necrosis tumoral alfa e interleuquina (IL)-6 por parte de macrófagos que, a su vez, aumentan la liberación de IL-4 e IL-5 luego de la exposición antigénica. Cuanto mayor es la concentración de leptina, mayor resulta la respuesta IgE y superior la hiperreactividad bronquial. Asimismo, en mujeres, los estrógenos podrían afectar la respuesta inmunológica al aumentar el perfil Th2.

Los resultados de esta investigación muestran una asociación lineal entre el aumento del IMC y la rinoconjuntivitis alérgica en mujeres, tal vez por alguna interacción entre la leptina y los estrógenos sobre la reactividad inflamatoria. En cambio, la relación entre obesidad y asma es mucho más compleja e intervienen factores hormonales, genéticos y mecánicos; por ello no se observa una asociación lineal entre la enfermedad y la grasa corporal. De hecho, en hombres se detectó mayor riesgo de asma pero no de sibilancias en relación con el aumento del IMC, mientras que en mujeres obesas, la probabilidad de asma y de sibilancias se duplicó. La actividad física moderada redujo el riesgo de asma en hombres pero no en mujeres, concluyen los expertos.

Especialidad: Alergia - Bibliografía - Neumonología

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