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Manejo de la Pérdida de Peso no Intencional en Individuos Ancianos

  • AUTOR : Alibhai SM, Greenwood C y Payette H
  • TITULO ORIGINAL : An Approach to the Management of Unintentional Weight Loss in Elderly People
  • CITA : Canadian Medical Association Journal 172(6):773-780, Mar 2005
  • MICRO : La pérdida no intencional de peso es común en los ancianos y se asocia con aumento de la mortalidad y de la incapacidad; es prioritario identificar y tratar las causas subyacentes; la clave para su manejo es la implementación de medidas no farmacológicas.

Introducción

La pérdida no intencional de peso consiste en la disminución involuntaria del peso corporal total a lo largo del tiempo. En la práctica clínica se observa hasta en un 8% de los pacientes adultos ambulatorios y en un 27% de los mayores de 65 años. Se trata de un importante factor de riesgo para los pacientes ancianos que está asociado con aumento de la mortalidad, el cual puede variar entre un 9% y 38%. La pérdida de peso se asocia con mayor riesgo de padecer complicaciones durante la internación, con reducción de las actividades diarias y del desempeño físico.

¿Cuándo es importante la pérdida de peso?

La pérdida de peso no intencional puede reflejar la gravedad de una determinada patología o una enfermedad subyacente no diagnosticada. Una disminución de peso del 4% al 5% o más en 1 año, o del 10% o más en 5 a 10 años se asocia con aumento de la morbilidad y mortalidad. En la población de ancianos que presentan mal estado general, incluso una pequeña pérdida de peso, por ejemplo, del 3% del peso corporal- puede ser significativa. La pérdida de peso voluntaria en los pacientes ancianos también se asocia con mayor riesgo de muerte y fractura de cadera, lo que destaca la importancia del mantenimiento del peso en el envejecimiento.

¿Es frecuente la pérdida de peso?

Entre el 15% y el 20% de los ancianos presenta pérdida de peso, definida en este caso como la pérdida de 5 kg o más o el 5% del peso corporal habitual del paciente en 5 a 10 años. Estas estimaciones aumentan a un 27% en las poblaciones de alto riesgo. Las personas con discapacidad, enfermedad médica coexistente, admisión hospitalaria previa, bajo nivel de educación, trastornos cognitivos, hábito de fumar, que perdieron su cónyuge y bajo peso tienen mayor riesgo de presentar pérdida de peso involuntaria. La proporción de ancianos que experimentan un rápido descenso de peso (dentro de los 6 meses), grave (> al 7.5% del peso habitual) y de origen desconocido es sólo del 0.45%. La incidencia de pérdida de peso involuntaria en estudios clínicos en pacientes que solicitan asistencia médica varía entre un 1.3% y 8%, según la definición de «pérdida de peso» que se tenga en cuenta.

Causas y mecanismos

Las causas de pérdida de peso pueden ser clasificadas en orgánicas (neoplásicas, no neoplásicas y relacionadas con cambios correspondientes a la edad), psicológicas (depresión, demencia, trastornos de ansiedad) y no médicas (condiciones socioeconómicas). En general, una combinación de factores es lo que conduce a la pérdida de peso. Ciertas patologías, como la demencia o los trastornos psicóticos, pueden provocar que los pacientes dejen de comer; esto también puede ocurrir en patologías comunes, como la litiasis vesicular, dada la presencia de náuseas crónicas y disminución del apetito. Los cambios fisiológicos relacionados con el envejecimiento, entre ellos la disminución de la función quimiosensorial, el deterioro de la función de la masticación, el aumento del tiempo de vaciado gástrico y alteraciones en el eje neuroendocrino, predisponen a la pérdida de peso; en este contexto, también es importante el efecto de los medicamentos para patologías crónicas que suelen consumir los ancianos, los cuales pueden producir anorexia, sequedad de boca, disgeusia, disosmia, disfagia, náuseas y vómitos, afectando así la nutrición de los pacientes. La pérdida de peso exacerba la pérdida de masa libre de grasa asociada con la edad, lo que provoca declinación funcional y mayor propensión a sufrir fracturas. Estos ancianos también pueden presentar malnutrición y caquexia. Esta última se asocia con una respuesta inflamatoria sistémica, concentraciones aumentadas de citoquinas e inmunidad alterada, lo que contribuiría al pronóstico desfavorable, que involucra la posibilidad de muerte prematura.

Manejo clínico adecuado de la pérdida de peso

Es importante identificar la pérdida de peso, dado que los individuos pueden no reconocerla como un problema y no informarla; realizar un análisis detallado de los antecedentes del paciente; y buscar la presencia de demencia y depresión; a su vez, en el examen físico es necesario buscar signos de caquexia, linfadenopatías o masas palpables. Los métodos diagnósticos no invasivos más útiles son: hemograma completo, hepatograma, medición de los niveles de láctico deshidrogenasa y radiografía de tórax. En los pacientes con anemia ferropénica, síntomas originados en el tracto digestivo o incremento de enzimas hepáticas deberían recibir una evaluación detallada del tracto intestinal. En general, los ancianos se encuentran en riesgo de malnutrición debido a una alimentación inadecuada, más relacionada con la cantidad que con la calidad. Hay diversas herramientas de pesquisa para la detección de los ancianos en riesgo de malnutrición, las cuales consisten en cuestionarios y evaluaciones del estado nutricional.

Cómo debería manejarse la pérdida de peso

La prioridad es identificar y tratar las causas subyacentes. En general, el tratamiento requiere facilitar el acceso a una nutrición adecuada, implementando ciertas estrategias no relacionadas con la farmacología. La intervención y las recomendaciones a realizar están vinculadas con el mejoramiento de factores entre los que se encuentran la salud dental de los pacientes, su capacidad de masticar y tragar, la audición o visión, la artritis, el estrés y la pobreza. Los pacientes deben agregar a su dieta habitual los suplementos de vitaminas y minerales indicados, dado que el aumento de peso se logra con el incremento del consumo de energía. Estos suplementos deben ser ingeridos entre las comidas, y no junto con ellas, para disminuir sus efectos en la supresión del apetito. Si bien en un importante número de estudios el uso de suplementos se asoció con aumento del peso a corto plazo y con mejoras en los parámetros antropométricos, bioquímicos y de calidad de vida, aún no hay evidencias de beneficios a largo plazo en la salud, desempeño y supervivencia en los ancianos desnutridos. En una revisión sistemática se demostró una disminución de la mortalidad en los pacientes ancianos que recibieron suplementos energéticos y proteicos, independientemente de si presentaban pérdida de peso.

Tratamiento farmacológico para revertir la pérdida de peso

La evidencia que respalda el tratamiento farmacológico de la pérdida de peso es escasa y de mala calidad; en general, se informa un pequeño aumento del peso, sin evidencia de disminución de la morbilidad y mortalidad, o de un mejor desempeño o calidad de vida. La mayoría de los agentes utilizados tienen importantes efectos adversos, lo que limita su utilidad. Se han utilizado diversos estimulantes del apetito y fármacos anabólicos, pero sólo 4 fueron evaluados en estudios aleatorizados: el acetato de megestrol, la ornitina, la hormona de crecimiento humana y el drobabinol.

Conclusión

La pérdida de peso no intencional es común en los ancianos y se asocia con una perspectiva clínica adversa, lo que implica aumento de la mortalidad y de la incapacidad. El amplio espectro de diagnósticos diferenciales va desde la reducción de la ingesta alimentaria hasta causas orgánicas o trastornos psicológicos. La medicación recibida y factores socioeconómicos también pueden contribuir a la pérdida de peso. Uno de cada 4 ancianos con pérdida de peso no intencional no presenta causa médica aparente; en otros casos, una investigación basada en los síntomas puede revelar los motivos subyacentes. Es amplia la variedad de intervenciones no farmacológicas que pueden aumentar el consumo de energía y producir aumento de peso, en tanto que el papel del tratamiento farmacológico aún es limitado.

Especialidad: Bibliografía - Clínica Médica

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