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Medicamentos que Pueden Prescribirse sin Riesgos en Mujeres Embarazadas

  • TITULO ORIGINAL : Medicamentos y Embarazo: Motivos de Consulta Frecuentes
  • CITA : Bifase 19(3):60-63, Sep 2006
  • MICRO : Las mujeres embarazadas pueden presentar numerosas enfermedades, algunas adquiridas después de la concepción y otras que ya las afectaban. El médico debe tratar los cuadros con determinadas precauciones debido a los posibles efectos adversos sobre el feto; no obstante, en muchas circunstancias, las drogas pueden evitarse y emplear otros recursos, por ejemplo la psicoterapia para episodios depresivos o inhalaciones de vapor de agua para la congestión nasal.

 

La presente es una revisión de los cuadros clínicos más frecuentes durante el embarazo que requieren tratamiento y de la medicación recomendada para evitar que los beneficios para la mujer puedan acompañarse de perjuicios para el feto.

En infecciones es preferible emplear penicilinas, cefalosporinas y eritromicina por no ser teratogénicos y evitar azitromicina y claritromicina, debido a que los datos sobre sus riesgos potenciales aún son insuficientes. Los aminoglucósidos producen ototoxicidad si se suministran en dosis altas, mientras que las tetraciclinas pueden generar decoloración y displasia dentaria e inhibición del crecimiento óseo del feto. También existe el riesgo de toxicidad hepática. En animales de experimentación se ha comprobado que las fluoroquinolonas son riesgosas para el cartílago articular y que causan retraso del crecimiento óseo del feto humano. La trimetoprima puede generar malformaciones fetales si se suministra durante el primer trimestre del embarazo.

Para el resfrío común, el paracetamol alivia los síntomas pero deben evitarse los descongestivos suministrados en forma sistémica y en su lugar conviene emplear preparados de acción tópica. El dextrometorfano en una droga segura pero debe evitarse el vehículo alcohólico. La codeína puede dar lugar a síndrome de abstinencia en neonatos si la madre recibió la droga en forma prolongada durante las últimas etapas del embarazo.

La bacteriuria tiene riesgo de complicarse con pielonefritis, parto prematuro y bajo peso al nacer. Debido a ello, cuando se la descubre en mujeres asintomáticas, debe tratarse con el antibiótico específico resultante del urocultivo. Cuando sea posible, se recomienda el empleo de amoxicilina/ácido clavulánico o cefalosporinas de primera generación durante 7 días. Conviene no tratar las vaginosis asintomáticas excepto los casos de embarazadas mujeres con alto riesgo de embarazo pretérmino. Cuando se considera necesaria la prescripción terapéutica, es recomendable el metronidazol o la clindamicina durante 7 días y evitar la medicación tópica durante el embarazo. En cambio, esta última vía es de indicación precisa ante la presencia de candidiasis vaginal, pero el medicamento recomendado en este caso es el clotrimazol. No existe experiencia con drogas por vía oral para esta afección.

Está contraindicada la vacunación con gérmenes vivos atenuados; por ejemplo, las preparaciones preventivas de sarampión, rubéola, parotiditis, varicela, tuberculosis, cólera y tifoidea. Si alguna de estas vacunas ya se hubiera suministrado, se recomienda evitar el embarazo durante los 3 meses siguientes. En las gestantes susceptibles, están indicadas las vacunas preventivas de tétanos y difteria.

Las embarazadas que padecen insomnio y ansiedad o sólo uno de esos trastornos, en lo posible deben abstenerse de recibir benzodiazepinas que, cuando se consideran imprescindibles, deben prescribirse en dosis bajas y durante períodos cortos. Están permitidos los antidepresivos inhibidores selectivos de la recaptación de serotonina sólo cuando la psicoterapia no ha demostrado ser suficiente. El empleo de benzodiazepinas durante el primer trimestre del embarazo puede producir labio leporino y fisura palatina. Al final de la gestación son causa de depresión respiratoria, hipotonía, somnolencia y síndrome de abstinencia en el recién nacido.

Las embarazadas epilépticas deben tratarse con una sola droga en las dosis más bajas posibles, porque la politerapia entraña el riesgo de malformaciones fetales. Se recomienda suplementar el tratamiento habitual con ácido fólico desde 1 mes antes de la concepción y hasta finalizar el primer trimestre. El suplemento de vitamina K es discutible.

Si la mujer embarazada requiriere un analgésico, es preferible indicar paracetamol. Los antiinflamatorios no esteroides, en especial el ibuprofeno y el diclofenac como alternativa, parecen ser seguros hasta la trigésima semana. Debido a que disminuyen la contractilidad uterina, no conviene su uso posterior a la fecha señalada, porque pueden producir prolongación del parto; además, pueden dar lugar al cierre prematuro del conducto arterioso. Si el dolor es por migraña y no responde a otro analgésico, se recomienda sumatriptán.

Para la urticaria y las reacciones alérgicas son útiles los corticoides tópicos de baja potencia. La dexclorfeniramina es un buen antihistamínico sedante, pero si se quiere evitar este último efecto es posible reemplazarla por loratadina o cetirizina. Ambas drogas son aplicables para tratar rinitis alérgicas, al igual que los corticoides intranasales cuya absorción sistémica es mínima. Si se requiere un descongestivo es preferible la oximetazolina tópica en lugar de drogas con esa misma acción farmacológica pero que se suministran por vía oral, debido a sus posibles efectos teratogénicos.

Las pacientes asmáticas pueden complicar su embarazo con aumento de la mortalidad perinatal, parto prematuro y bajo peso del niño al nacer. Para el tratamiento del broncoespasmo se recomienda el salbutamol y, si fuera necesario emplear corticoides, es preferible la budesonida. Como beta agonista de acción prolongada el más recomendable es el salmeterol. Si la respuesta a esta medicación es insuficiente y se presentan crisis asmáticas existe el riesgo de hipoxia fetal, por lo cual deben suministrarse corticoides sistémicos, aunque en algunos estudios se los asocie con labio leporino, bajo peso al nacer y parto prematuro. Cuando la crisis no responde a un solo beta- agonista, otra alternativa es el ipratropio.

Las embarazadas diabéticas deben ser controladas para disminuir la morbimortalidad perinatal. Desde luego se comienza con estricto control nutricional y, si no alcanza, debe suministrarse insulina humana, porque los análogos aún no han sido suficientemente evaluados. Si se detecta resistencia a la insulina puede emplearse metformina en su lugar.

Las mujeres con hipertensión cuyas mediciones se mantienen por debajo de 150-160/100-110 mm Hg pueden interrumpir el tratamiento que recibían hasta que se detectó el embarazo. Si la hipertensión no responde sólo a medidas higiénico-dietéticas debe reiniciarse el mismo tratamiento que se empleaba hasta entonces, excepto los inhibidores de la enzima convertidora de angiotensina y los antagonistas de los receptores de la angiotensina II, debido a la posibilidad de acción teratogénica y muerte fetal. En cambio, son seguros la metildopa, el labetalol y los los beta bloqueantes, si bien se sospecha que el atenolol es capaz de retrasar el crecimiento intrauterino. Los diuréticos también son seguros, como se ha comprobado en metaanálisis y estudios de cohortes.

Especialidad: Bibliografía - Ginecología

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