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Evaluación del Rastreo Prenatal o Neonatal de la Toxoplasmosis en Términos de Costo y Eficacia

  • AUTOR : Gilbert R, Tan H, Cliffe S y colaboradores
  • TITULO ORIGINAL : Symptomatic Toxoplasma Infection due to Congenital and Postnatally Acquired Infection
  • CITA : Archives of Disease in Childhood 91(6):495-498, Jun 2006
  • MICRO : En el Reino Unido, la baja incidencia de toxoplasmosis congénita sintomática y la falta de tratamientos verdaderamente eficaces y seguros no avalan el rastreo rutinario prenatal o neonatal de la infección.

Introducción

La infección por Toxoplasma gondii se adquiere por la ingesta de carnes poco cocidas o por aguas contaminadas. Cuando la primoinfección sucede durante la gestación, el parásito puede pasar al feto y ser causa de muerte u originar complicaciones graves en un porcentaje considerable de niños. La retinocoroiditis (RC) es la enfermedad más común asociada con la toxoplasmosis congénita, puede aparecer a cualquier edad pero se estima que, hacia los 12 años, el 35% de los niños que adquirieron la infección durante la vida intrauterina presenta RC. No obstante, muchas lesiones son asintomáticas y sólo se evidencian mediante un examen oftalmoscópico.

Para establecer los beneficios del rastreo rutinario debe conocerse con precisión la prevalencia de la infección congénita sintomática. En algunos países de Europa, la existencia de la infección se estudia obligadamente en el período prenatal; en el Reino Unido, en cambio, no se adopta esta conducta en forma sistemática y los sistemas de política sanitaria aún requieren más información en términos de frecuencia de infección y de gravedad de la enfermedad para establecer recomendaciones específicas al respecto. Como consecuencia, los autores efectuaron un estudio nacional de vigilancia para determinar la incidencia de toxoplasmosis sintomática en niños con sospecha de infección congénita.

Métodos

Se solicitó a profesionales pediatras, oftalmólogos y neurólogos y a laboratorios de referencia de toxoplasmosis a derivar cualquier niño de menos de 16 años o cualquier recién nacido sin vida con sospecha de infección por Toxoplasma gondii durante un período de 2 años, a partir de 2002. Se incluyeron pacientes con retinitis sin causa aparente, hidrocefalia, calcificaciones intracraneales, microcefalia o microftalmia, niños con hepatoesplenomegalia y linfadenopatías inexplicadas y cualquier paciente de menos de 2 años con inmunoglobulinas (Ig) G, IgM o IgA específicas contra toxoplasma (después de esta edad, señalan los autores, la presencia de anticuerpos sugiere más una infección adquirida). El Departamento de Salud de Inglaterra y Gales ofreció el número de abortos terapéuticos efectuados por toxoplasmosis en el período en cuestión. Los pacientes se clasificaron según presentaran o no toxoplasmosis congénita probable (más del 50% de posibilidades de acuerdo con hallazgos serológicos y clínicos) o definitiva o RC según los criterios establecidos por Lebech y colaboradores, con algunas modificaciones. Se excluyeron los individuos con compromiso inmunológico.

La incidencia acumulada de infección sintomática por Toxoplasma gondii se calculó a partir de los niños nacidos en Inglaterra y Gales entre 1987 y 2004 con toxoplasmosis congénita probable o definitiva, toxoplasmosis ocular o abortos terapéuticos que pudieran atribuirse a la infección.

Resultados

Durante los 24 meses de estudio se notificaron 181 casos sospechosos; 122 completaron y devolvieron los cuestionarios solicitados, correspondientes a 105 niños. Sólo 62 casos reunieron los criterios de definición establecidos: 38 se consideraron infecciones congénitas probables o definidas, RC o ambas. Los restantes 24 fueron casos posibles o poco probables de toxoplasmosis.

La mayoría de los niños presentaba hallazgos oftalmológicos (31 de 38) pero la mitad (16 de 31) se consideró casos de toxoplasmosis adquirida luego del nacimiento. En conjunto, sólo el 58% (22 de 38) se clasificó como infección congénita (entre ellos, 7 pacientes sin manifestaciones oftálmicas); todos los casos se presentaron durante la infancia. El total de pacientes con infección posnatal presentó RC después de los 4 años y el 88% tuvo esta complicación a los 10 años o más. El 41% de los niños con toxoplasmosis congénita falleció en el útero o mostró alteraciones neurológicas y 2 pacientes presentaron compromiso visual bilateral. Sólo la mitad de los niños en los cuales se había efectuado el diagnóstico de infección congénita había recibido tratamiento antiparasitario. La incidencia acumulada para Inglaterra y Gales fue de 3.4 por 100 000 nacidos vivos; el 32% de los nacidos vivos tuvo alteraciones intracraneales o retraso madurativo y el 45% presentó RC sin otras anomalías. Se consideró que otro 42% de los niños se infectó después del nacimiento; todos tuvieron RC.

Discusión

Las consecuencias que pueden atribuirse a infección congénita sintomática por Toxoplasma gondii fueron bajas. La mayor parte de los pacientes tuvo manifestaciones oculares y menos de la mitad presentó complicaciones neurológicas graves o falleció en el útero. La mitad de las manifestaciones oftalmológicas que se observaron en niños se atribuyeron a infección luego del nacimiento.

En opinión de los autores, los resultados tienen consecuencias importantes en términos de política sanitaria. La baja frecuencia de enfermedad asociada con complicaciones neurológicas o visuales, el costo elevado y la falta de indicios firmes que avalen la eficacia del tratamiento en la madre para evitar la transmisión al niño o sobre las manifestaciones clínicas durante la infancia no parecen justificar el rastreo rutinario. Además, la pesquisa se asocia con la posibilidad de tratamiento antiparasitario durante la gestación y en la primera infancia, no exento de complicaciones sustanciales. Asimismo, el diagnóstico incorrecto puede motivar la interrupción prematura de la gestación, la terapia innecesaria y un elevado nivel de ansiedad hasta muchos años después del nacimiento. Es decir, concluyen los expertos, el «rastreo rutinario de infección por T. gondii durante la gestación parece ocasionar más daño que beneficio». Entonces, el objetivo sanitario principal debería centralizarse en la prevención primaria de la infección durante la niñez.

Especialidad: Bibliografía - Infectología

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