Laboratorios Bagó > Bibliografías > Analizan la Funcionalidad de Diversas Regiones Cerebrales en los Trastornos de la Conducta Alimentaria
Analizan la Funcionalidad de Diversas Regiones Cerebrales en los Trastornos de la Conducta Alimentaria
- AUTOR : de Anta Tejado L, Molina Ruiz R, Diaz-Marsá M, Carrasco Perera J y colaboradores
- TITULO ORIGINAL : Estudios de Resonancia Magnética Funcional en los Trastornos de la Conducta Alimentaria
- CITA : Actas Españolas de Psiquiatría 38(3):183-188, May 2010
- MICRO : Los resultados de los estudios funcionales de imágenes sugieren que la distorsión de la imagen corporal es una anormalidad común en los pacientes con trastornos de la conducta alimentaria.
Introducción
Diversos mecanismos biológicos y psicosociales participarían en la etiología de los trastornos de la conducta alimentaria (TCA). Los TCA por lo general aparecen en la adolescencia y son más frecuentes entre las mujeres.
Los pacientes con TCA desean mantener un peso excesivamente bajo y tienen una distorsión de la percepción corporal. La personalidad de estos enfermos es característica y las alteraciones del estado de ánimo son muy frecuentes. La anorexia nerviosa (AN) y la bulimia nerviosa (BN) son los TCA más comunes. Aunque ambos trastornos comparten numerosos aspectos, la conducta de los enfermos suele diferir; por ejemplo, señalan los expertos, los pacientes con AN habitualmente presentan un comportamiento obsesivo-compulsivo. Los TCA tienen una duración promedio de 6 años; si bien la mayoría de los pacientes se recupera, en el 10% al 20%, la enfermedad se torna crónica.
Se han identificado numerosas anormalidades en los mecanismos neurales que explicarían la aparición de los TCA, especialmente en los enfermos con AN. Por ejemplo, diversos estudios revelaron una disminución del volumen cerebral, trastornos en los niveles de los neurotransmisores, anormalidades en el flujo y en el metabolismo del cerebro y deterioro cognitivo. Sin embargo, para la mayoría de ellos es imposible determinar si la anormalidad es causa o consecuencia del TCA. De hecho, no debe olvidarse que la desnutrición crónica asociada puede inducir cambios importantes en la funcionalidad neuroendocrina.
Estudios por imágenes
La mayoría de los trabajos reveló una pérdida de sustancia gris y de sustancia blanca y un aumento de los volúmenes ventriculares. Dichas anormalidades parecen revertir, al menos en parte, cuando los pacientes se recuperan.
Los estudios con resonancia magnética con imagen espectroscópica revelaron una disminución de los niveles de mioinositol y de otros compuestos lipídicos en la sustancia blanca frontal y en la sustancia gris occipital; también se observó un aumento de ciertos metabolitos en el cerebelo. No obstante, la deficiencia nutricional podría tener una importancia decisiva en estos hallazgos.
Las investigaciones con tomografía computarizada con emisión de positrones (PET, por sus siglas en inglés) sugirieron trastornos en la neurotransmisión mediada por serotonina y dopamina y en algunos neuropéptidos; algunas de estas anormalidades parecen persistir aun después de la recuperación del TCA.
Mediante la utilización de radionucleidos específicos se comprobaron trastornos sustanciales en la neurotransmisión serotoninérgica que involucra los receptores 5HT1A y 5HT2A y el transportador de la serotonina; las modificaciones que se observaron en los receptores, en los pacientes con AN, no parecen mejorar cuando los enfermos mejoran. La PET y la tomografía por emisión de fotón único (SPECT) también revelaron hallazgos interesantes en términos de la perfusión cerebral en áreas específicas del cerebro. No obstante, todavía no existen conclusiones definitivas en relación con la persistencia o la desaparición de dichos trastornos una vez que la enfermedad se cura.
Por ejemplo, un grupo que utilizó PET con 99Tc encontró una disminución del flujo sanguíneo cerebral en los lóbulos anteriores, incluso en la corteza cingulada anterior y en el lóbulo parietal derecho; con excepción del cíngulo, el flujo se normalizó en todas las regiones cuando el TCA mejoró.
Resonancia magnética funcional
La resonancia magnética funcional (fMRI) es una técnica que posibilita relacionar la actividad neuronal con el metabolismo y con el flujo sanguíneo. El procedimiento puede detectar cambios hemodinámicos en el cerebro en asociación con la activación neuronal mediante el llamado fenómeno de contraste BOLD: blood oxigenation level dependent (cambios en el nivel de oxígeno y en la concentración de la desoxihemoglobina, que actúa como un agente de contraste intrínseco). La mayor actividad neuronal local se asocia con un incremento del flujo sanguíneo; estas modificaciones se reflejan en una menor concentración de la desoxihemoglobina en el lado venoso del lecho capilar y un aumento de la intensidad de la señal que se detecta con la fMRI. La falta de necesidad de utilización de sustancias de contraste y la ausencia de radiación representan las principales ventajas de esta metodología. La técnica no es costosa y se asocia con una mejor resolución espacial y temporal.
Mediante la fRMI es posible evaluar la función de diversas regiones involucradas en la funcionalidad sensorial, en la actividad motora, en la función cognitiva y en los procesos afectivos. La fRMI reveló diferencias en el procesamiento cerebral en los pacientes con TCA estimulados con figuras corporales. Cabe destacar que la distorsión de la imagen corporal es el principal síntoma en los enfermos con TCA. Los pacientes con TCA sobrestiman su tamaño corporal y presentan una falta de satisfacción cognitiva con la apariencia de su cuerpo. Es posible, entonces, que los sujetos con TCA presenten anormalidades funcionales en los sistemas cerebrales que participan en el procesamiento de la imagen corporal.
Un trabajo reveló que en las personas normales, el procesamiento de las imágenes corporales propias y no propias se asocia con la activación de las regiones occipitales y temporales, incluso de la corteza visual secundaria, de la corteza prefrontal dorsolateral y del cerebelo, un fenómeno que refleja el procesamiento cognitivo. En los sujetos normales también se comprobó activación del hipocampo y de la circunvolución fusiforme, regiones involucradas en el procesamiento de las emociones. En los pacientes con AN, el procesamiento de imágenes ajenas fue similar al registrado en los controles. Sin embargo, ante la observación de imágenes propias no se detectó la activación neuronal esperable, probablemente como consecuencia de la supresión del procesamiento cognitivo, de percepción y emocional de la propia imagen corporal. Asimismo, en los controles se comprobó una fuerte activación de la ínsula (una región primordial en la representación del esquema corporal), un fenómeno que no se observó en los pacientes con AN y que explicaría la distorsión de la imagen corporal que presentan estos enfermos.
En un trabajo, la estimulación con imágenes distorsionadas de la propia imagen corporal se asoció con ansiedad. En los pacientes con AN, la presentación de imágenes distorsionadas de su propio cuerpo se acompañó de la activación de la parte derecha de la amígdala, algo que no ocurrió en los controles. Sin embargo, añaden los expertos, los resultados todavía no son concluyentes.
En otro estudio de percepción de la imagen corporal se utilizaron tres tipos distintos de imágenes, sobrepeso, peso normal y peso por debajo del normal, con el propósito de identificar la correlación cerebral de la percepción del tamaño corporal y la evaluación afectiva en los individuos con AN, con BN y en los controles.
En comparación con los controles, en los pacientes se comprobó una menor activación de la circunvolución fusiforme, en respuesta a la estimulación con imágenes con sobrepeso (estímulos aversivos) o con peso normal, pero no ante la exposición a imágenes de bajo peso.
Otras pruebas comunes en el contexto de los estudios funcionales de imágenes consisten en la exposición a alimentos. Por ejemplo, en un estudio, los pacientes con TCA, no así los controles, presentaron activación de la corteza cingular anterior y prefrontal medial en respuesta a las imágenes de alimentos. En un trabajo posterior, el mismo grupo repitió los experimentos en enfermas totalmente recuperadas del TCA, expuestas a estímulos emocionales y a fotografías de alimentos. También se evaluó un grupo de pacientes con TCA crónicos y un grupo control. Los resultados en conjunto sugieren que la activación de la corteza cingular anterior (involucrada en la valoración de la propia imagen corporal) y de la corteza prefrontal medial (que participa en la codificación del valor emocional y en su influencia en el comportamiento) están presentes en los enfermos con TCA crónicos, así como en las pacientes recuperadas, en respuesta a estímulos alimentarios.
Diversos estudios posteriores confirmaron estas observaciones y revelaron que tanto en la AN como en la BN hay una menor activación del lóbulo parietal inferior y de la corteza occipital en respuesta a la estimulación visual con alimentos. Los hallazgos sugieren que los pacientes con TCA tienen una menor actividad del lóbulo parietal inferior. Esta menor activación explicaría la facilidad para el ayuno.
Las investigaciones que aplicaron los estudios por imágenes funcionales al análisis de otras anormalidades, por ejemplo atracones y obesidad, mostraron que las pacientes con sobrepeso tienen una mayor activación de las áreas frontales y prefrontales. En los sujetos con obesidad se confirmó la mayor activación cerebral, especialmente en respuesta a los alimentos típicos de los atracones.
Cuando se evaluó la función del hipotálamo, un trabajo encontró una disminución de la actividad en dos regiones específicas (núcleo ventromedial y paraventricular) cuando los individuos recibieron glucosa, 10 minutos antes del registro. Estas observaciones parecen indicar que los alimentos inhiben directamente la actividad del hipotálamo, mayor en el estado de hambre. Otra investigación confirmó que la saciedad se asocia con una disminución de la actividad del hipocampo; la reducción, sin embargo, es más importante en los sujetos con obesidad en comparación con los controles.
Conclusiones
Los estudios funcionales por imágenes sugieren que la distorsión de la imagen corporal es una anormalidad común en los pacientes con TCA. El trastorno obedecería a una diferencia en el procesamiento cerebral perceptual y emocional. A nivel neuronal, la anormalidad se refleja en una menor actividad en ciertas regiones específicas: la ínsula (representación del esquema corporal); la región prefrontal dorso-lateral y el cerebelo (involucradas en el procesamiento cognitivo) y las circunvoluciones del parahipocampo y fusiforme (que participan en el procesamiento de las emociones).
Según los autores, la disminución del procesamiento perceptual podría explicar la distorsión de la imagen corporal, mientras que la menor actividad de la ínsula explicaría la imposibilidad para corregir la anormalidad. En respuesta a estímulos aversivos, la actividad de la amígdala aumenta. En los pacientes con TCA, las anormalidades mencionadas se relacionan con los alimentos de alto contenido calórico y con la propia imagen corporal. Las observaciones señaladas son muy interesantes y justifican ampliamente la realización de más estudios para establecer conclusiones definitivas, señalan los autores.
Especialidad: Bibliografía - Neurología