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Estudian las Correlaciones entre los Depósitos Intrahepáticos e Intratorácicos de Grasa y la Enfermedad Cardiovascular Subclínica en Mujeres de Mediana Edad

  • AUTOR : Huang G, Wuang D, Wildman R y colaboradores
  • TITULO ORIGINAL : Intra-Thoracic Fat, Cardiometabolic Risk Factors, and Subclinical Cardiovascular Disease in Healthy, Recentl Menopausal Women Screened for the Kronos Early Estrogen Prevention Study (KEEPS)
  • CITA : Atherosclerosis 221(1):198-205, Mar 2012
  • MICRO : El tejido adiposo intrahepático se asocia con la inflamación y el metabolismo de la glucosa en tanto que los depósitos ectópicos de grasa en el corazón se vinculan con la arteriosclerosis subclínica, reflejada en el puntaje de calcificación en las arterias coronarias.

Introducción

Desde hace tiempo la obesidad representa un problema importante de salud pública en los Estados Unidos y, en la actualidad, lo está siendo en todo el mundo. El aumento del riesgo cardiovascular en los enfermos con sobrepeso no sólo está determinado por el índice de masa corporal (IMC); de hecho, al menos tres estudios mostraron diferencias importantes en el perfil de riesgo cardiovascular, entre sujetos con igual IMC. Los depósitos ectópicos de grasa – acumulación de triglicéridos en tejidos magros tales como el hígado, los músculos, el páncreas y los riñones – y el exceso de grasa en los espacios epicárdico y pericárdico serían algunos de los factores que explicarían las diferencias mencionadas. Por ejemplo, se comprobó que el depósito hepático de triglicéridos aumenta en hasta 4 veces el riesgo de enfermedad cardiovascular; asimismo, en el Framingham Heart Study se encontró una correlación entre la grasa cardiaca y el riesgo cardiovascular. Sin embargo, advierten los autores, los participantes del estudio Framingham tenían 60 años en promedio al momento de la valoración de la grasa cardiaca en tanto que en otras investigaciones sólo se evaluaron pacientes de edad avanzada o con mayor riesgo cardiovascular basal asociado con hipertensión arterial o intolerancia a la glucosa. Por lo tanto todavía se desconocen las consecuencias del depósito ectópico cardiaco de grasa en los sujetos de mediana edad, sin otros factores de riesgo.

En el presente trabajo, los autores evaluaron la asociación entre la grasa intrahepática y cardiaca (torácica total, epicárdica y pericárdica), los marcadores convencionales de riesgo cardiovascular y la arteriosclerosis subclínica, independientemente de la adiposidad abdominal, en mujeres sanas de mediana edad. Los expertos trabajaron bajo la hipótesis de que la grasa intrahepática se correlacionaría más fuertemente con la inflamación, los niveles de los triglicéridos y la homeostasis de la glucosa en tanto que la grasa ectópica cardiaca se vincularía especialmente con la arteriosclerosis subclínica y en particular con la calcificación de las arterias coronarias (CAC).

Pacientes y métodos

La presente investigación se realizó en el contexto del Kronos Early Estrogen Prevention Study (KEEPS), un estudio prospectivo aleatorizado y controlado con placebo que evaluó los efectos de la terapia hormonal de reemplazo sobre la arteriosclerosis subclínica en mujeres con menopausia reciente. En el KEEPS participaron 9 centros de los Estados Unidos; el reclutamiento tuvo lugar entre 2005 y 2008. Se incluyeron pacientes de 42 a 58 años con amenorrea de 6 meses a 36 meses de duración, con la última menstruación espontánea después de los 40 años y con valores de FSH igual o superiores a 35 ng/ml o de estradiol por debajo de 35 pg/ml. Se excluyeron las mujeres con antecedentes de enfermedad cardiovascular, las fuertes fumadoras al momento del reclutamiento y las pacientes con un IMC ≥ 35 kg/m2, con concentración de colesterol asociado con las lipoproteínas de baja densidad (LDLc) > 190 mg/dl o de triglicéridos > 400 mg/dl, diabetes, hipertensión arterial no controlada y enfermedad cardiovascular subclínica moderada (puntaje de Agatston de CAC ≥ 50 unidades). Las participantes fueron aleatoriamente asignadas al tratamiento con estrógenos conjugados de origen equino por vía oral (0.45 mg por día), a 17 beta-estradiol por vía transdérmica (50 µg por día) o a placebo. Para 650 participantes se dispuso de tomografías computarizadas (TC) adecuadas para evaluar el contenido hepático y cardiaco de grasa (muestra para el presente trabajo).

Se tuvieron en cuenta los niveles de la proteína C reactiva (PCR), el nivel educativo, el consumo de alcohol, la raza, el nivel de actividad física (en equivalentes metabólicos [MET]), el IMC, la circunferencia de la cintura y la presión arterial.

Las mediciones de la grasa cardiaca e intrahepática se realizaron con TC sin contraste, utilizando los valores de atenuación hepática y esplénica en las regiones de interés. Tal como se sugirió en una investigación anterior, el tejido adiposo epicárdico (TAE) se definió como el tejido graso en el saco pericárdico en tanto que el tejido adiposo pericárdico (TAP) fue aquel que se localizó por fuera del pericardio. El tejido adiposo torácico total (TATT) fue la combinación de las dos mediciones previas.

Las enfermas fueron sometidas a ultrasonido de modo B para la determinación del espesor de la capa íntima y media de las arterias carótidas (EIMC). La CAC en la TC se definió en presencia de placas en al menos 3 píxeles contiguos (1.02 mm2) con una densidad > 130 unidades Hounsfield (UH). El puntaje total de CAC fue la sumatoria de las puntuaciones individuales de Agatston en 4 localizaciones anatómicas (coronaria principal izquierda, descendente anterior izquierda, circunfleja y coronaria derecha).

Se aplicaron coeficientes de correlación de Spearman y modelos de regresión de variables múltiples para conocer la asociación entre los factores cardiometabólicos, el EIM de las carótidas y la CAC.

Resultados

La edad promedio de las participantes fue de 52.9 años; el 3% tenía indicios de enfermedad hepática grasa no alcohólica, a juzgar por el valor de atenuación hepática < 40 UH. En la medida que el cuartilo de la atenuación hepática se redujo (indicador de mayor contenido de grasa) y los cuartilos del TATT aumentaron, el perfil de riesgo cardiometabólico (con excepción de los niveles del LDLc) fue más desfavorable. Las mujeres con niveles más altos de TATT fueron de más edad, habitualmente de raza blanca, tuvieron menor nivel educativo y fueron físicamente menos activas.

El EIMC en la totalidad de la cohorte fue de 0.73 (± 0.09) mm; 111 participantes (17.1%) tuvieron un puntaje de CAC > 0. Los valores del EIMC no difirieron significativamente según los cuartilos de la atenuación hepática o el TATT como así tampoco según las categorías del TAE y del TAP. Sin embargo, la prevalencia de CAC se incrementó progresivamente en relación con los cuartilos del tejido adiposo cardiaco.

En los modelos que consideraron la edad, la raza, el nivel educativo, el tabaquismo, el consumo de alcohol y el nivel de actividad física, entre otros factores, la menor atenuación hepática se mantuvo asociada con un perfil más adverso de riesgo cardiometabólico. En los modelos que incluyeron el IMC o la circunferencia de la cintura, las asociaciones siguieron siendo de intensidad moderada a fuerte, con excepción de la presión arterial sistólica y los niveles plasmáticos de los triglicéridos y la glucosa. La asociación entre la atenuación hepática y el EIMC fue de r = 0.02 a 0.04 según los factores de ajuste (en todos los casos con p > 0.05). Tampoco se observaron correlaciones entre la atenuación hepática y el CAC.

Se encontraron asociaciones fuertes a moderadas entre el mayor TAE y TATT y los marcadores cardiometabólicos, con excepción de la presión arterial sistólica. Los hallazgos fueron similares para el TAP aunque las correlaciones con los niveles del LDLc y de la glucemia fueron más débiles respecto de las correspondientes para el TAE y TAT. El ajuste adicional según el IMC atenuó pero no eliminó las correlaciones entre los marcadores de grasa cardiaca y los factores de riesgo cardiometabólico. Las vinculaciones fueron más fuertes en los modelos que consideraron la circunferencia de la cintura en vez del IMC.

En los modelos de variables múltiples no se observaron asociaciones importantes entre las mediciones de grasa cardiaca y el EIMC (r = -0.02, -0.03 y 0.02 para el TATT, el TAE y el TAP, respectivamente). Cuando también se consideraron el IMC y la circunferencia de la cintura, los resultados fueron los mismos. En los modelos de regresión logística, el CAC tendió a ser > 0 en relación con los cuartilos más altos de grasa cardiaca, después de considerar la edad, la raza, el nivel educativo, el tabaquismo, el consumo de alcohol y el nivel de actividad física. Empero, la relación para el TAP no fue significativa. Las asociaciones persistieron, aunque fueron de menor magnitud, luego del ajuste según el IMC o la circunferencia de la cintura.

En modelos posteriores en los cuales también se realizó el ajuste según los niveles del colesterol asociado con las lipoproteínas de alta densidad (HDLc), los triglicéridos, la glucemia y la insulinemia, los Odds Ratio (OR) para la CAC fueron de 0.5, 1.3 y 1.8 en el segundo, tercero y cuarto cuartilos del TATT, respectivamente, respecto de los valores en el primer cuartilo (p = 0.031); igualmente, los OR para el TAE fueron de 0.6, 1.1 y 1.8 en el mismo orden (p = 0.050).

Las correlaciones entre el IMC o la circunferencia de la cintura con los marcadores cardiometabólicos fueron similares, aunque más fuertes, que las que se registraron entre los índices de grasa ectópica y los factores de riesgo. Al igual que con las mediciones de tejido adiposo ectópico no se observaron asociaciones entre el IMC, la circunferencia de la cintura y el EIMC (r = 0.05 y r = 0.06, respectivamente; p > 0.05 en ambos casos). El riesgo de CAC > 0 no se incrementó en relación con los cuartilos más altos del IMC o de la circunferencia de la cintura.

Discusión

En el presente estudio en mujeres sanas de mediana edad, la grasa intrahepática se asoció con niveles más altos de insulina y de PCR en tanto que el TATT se vinculó con el perfil adverso de lípidos, los marcadores de la homeostasis de la glucosa y la CAC. Por lo tanto, los hallazgos confirman las hipótesis de los autores.

La PCR es sintetizada por el hígado y la resistencia a la insulina participa en la acumulación hepática de grasa; en el estudio, sin embargo, no se encontraron asociaciones entre la grasa intrahepática y el EIMC en esta cohorte de mujeres con baja prevalencia de factores de riesgo cardiometabólico y de enfermedad hepática grasa no alcohólica, un trastorno asociado con aumento de los niveles de la PCR y con resistencia a la insulina.

El TATT (TAE más el TAP) estuvo relacionado con los marcadores de riesgo cardiovascular y con la CAC; la asociación, sin embargo, fue más fuerte con el TAE. En un estudio previo en 111 pacientes, el TAE se relacionó más fuertemente con la presencia y gravedad de la CAC en comparación con el TATT y el TAP.

Por el contrario, en el Framingham Offspring Study, el TATT se asoció mejor con los marcadores de riesgo cardiovascular que el TAE; este último, en cambio, se vinculó más con la CAC y los eventos coronarios y muchas de las interacciones fueron más fuertes aún en las mujeres. El TAE aumentó el riesgo de CAC incluso después de considerar los factores tradicionales de riesgo cardiovascular, la grasa visceral abdominal, el IMC y la circunferencia de la cintura. En el Early Identification of Subclinical Atherosclerosis using Noninvasive Imaging Research (EISNER) que incluyó hombres de 45 a 54 años y mujeres de 55 a 64 años y al menos un factor de riesgo cardiovascular, el TAE, no así el TATT, mejoró la predicción de eventos cardiovasculares en los modelos que consideraron la CAC. Las discrepancias entre estas investigaciones y el presente trabajo podrían obedecer a que en esta ocasión se evaluaron sólo mujeres; aunque la información es limitada, todo indica que los hombres tienen más TAP que TAE y que en las mujeres ocurre el patrón inverso.

El TAE es un tejido metabólicamente activo que secreta gran cantidad de citoquinas y adipoquinas proinflamatorias; en un trabajo se demostró la difusión de dichos marcadores desde las células del TAE hacia el lecho vascular coronario. Además, el TAE se caracteriza por mayor síntesis de ácidos grasos libres y lipogénesis dependiente de la insulina, factores que indudablemente participan en la asociación entre el TAE, la inflamación vascular y la aterosclerosis coronaria.

Debido al diseño transversal de la investigación, los resultados no reflejan causalidad; tampoco son generalizables a otras poblaciones.

Conclusiones

Los resultados del presente estudio en mujeres sanas de mediana edad sugieren que la grasa intrahepática se asocia más fuertemente con los marcadores de inflamación y con los niveles de la insulina en tanto que la grasa cardiaca se vincula especialmente con la CAC. El IMC y la circunferencia de la cintura, como indicadores de la adiposidad general, se asociaron más fuertemente con los factores de riesgo cardiometabólico en comparación con cualquier medición de grasa ectópica pero no se encontró ninguna asociación con el EIMC y la CAC. En opinión de los autores, los hallazgos del presente estudio parecen indicar que la grasa cardiaca podría reflejar el riesgo cardiovascular, independientemente de las mediciones convencionales de adiposidad que incluyen el IMC y la circunferencia de la cintura.

Ref : CARDIO.

Especialidad: Bibliografía - Cardiología

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