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Analizan el Efecto del Acetato de Glatiramer sobre la Espasticidad en los Enfermos con Esclerosis Múltiple

  • AUTOR : Meca-Lallana J, Mingo-Casado P, Fernández Barreiro A y colaboradores
  • TITULO ORIGINAL : Effects of Glatiramer Acetate on Spasticity in Previously Interferon-Beta-Treated and Treatment-Naive Patients with Relapsing-Remitting Multiple Sclerosis: A Prospective, Nonrandomized, Open-Label, Uncontrolled, Observational Pilot Study
  • CITA : Clinical Therapeutics 32(6):1061-1066, Jun 2010
  • MICRO : En los enfermos con esclerosis múltiple en recaída y remisión, el acetato de glatiramer no agrava la espasticidad. Más aún, el fármaco podría reducir este síntoma, especialmente en los pacientes que han recibido tratamiento con interferón beta.

Introducción

La espasticidad, uno de los síntomas más incapacitantes en los enfermos con esclerosis múltiple (EM), varía según la progresión de la enfermedad; inicialmente, los pacientes refieren calambres dolorosos y clonus transitorio (espasticidad fásica); en etapas más avanzadas presentan espasticidad tónica. El trastorno ocasiona un deterioro importante de la calidad de vida y dificulta las actividades cotidianas. La espasticidad puede agravarse en respuesta a distintos estímulos, por ejemplo, infecciones, daño físico, temperatura, ejercicio y fármacos utilizados para el tratamiento de la EM. Por ejemplo, el interferón (IFN) beta agrava la espasticidad en alrededor del 15% de los enfermos. El acetato de glatiramer (AG), por el contrario, no parece exacerbar los síntomas pero la información al respecto es limitada. En el presente trabajo, los autores comunican los resultados obtenidos en un grupo de pacientes con EM tratados con AG.

Pacientes y métodos

La investigación tuvo un diseño prospectivo, abierto, no aleatorizado, no controlado y de observación; se llevó a cabo en 3 hospitales de España. Fueron evaluados pacientes con EM en remisión y recaída y espasticidad que comenzarían el tratamiento con 20 mg diarios de AG. Los enfermos se clasificaron en dos cohortes: la primera de ellas (cohorte 1) incluyó sujetos que pasaban del tratamiento con IFN-beta al AG por eventos adversos o por ineficacia, mientras que en la segunda cohorte (cohorte 2) se incluyeron los pacientes que no habían recibido IFN-beta con anterioridad. Los sujetos de las cohortes 1 y 2 fueron observados durante 18 y 12 meses, respectivamente.

Los participantes fueron evaluados al inicio y al final del estudio con la Modified Ashworth Scale (MAS) de tono muscular; el número de espasmos musculares en las 24 horas previas se determinó con la Penn Spasm Frequency Scale (PSFS). Otras escalas de evaluación fueron el Global Pain Score (GPS), la Adductor Tone Rating Scale (ATRS) y la Expanded Disability Status Scale (EDSS) que permite cuantificar la incapacidad en 8 áreas funcionales (piramidal, cerebelosa, encefálica, sensitiva, intestinal y vesical, visual, cerebral y otras). La espasticidad también se valoró con diversas pruebas neurológicas, entre ellas con la de la latencia y la amplitud del reflejo de Hoffmann (reflejo H) en el sóleo y con el cociente entre el reflejo H máximo y la respuesta motora máxima (H/M) en las extremidades inferiores. Se registraron los eventos adversos según su intensidad -leves, moderados y graves- y según su asociación con el tratamiento -no relacionados, relación improbable, posiblemente o probablemente relacionados con la terapia. En el análisis estadístico se aplicaron pruebas no paramétricas de Kruskall-Wallis.

Resultados

Fueron estudiados 13 pacientes en la cohorte 1 y 15 enfermos en la cohorte 2. En igual orden, la EM llevaba 7.39 años y 3.57 años, en promedio, desde el momento del diagnóstico hasta la visita inicial.

En los pacientes de la cohorte 1 se registraron disminuciones significativas desde el inicio hasta el final del estudio en el puntaje de la MAS en el lado derecho del cuerpo y en el lado izquierdo (de 1.85 a 1.18 puntos; p = 0.002 y de 1.86 a 1.27; p = 0.045, respectivamente), en la PSFS (de 2.0 a 0.36; p = 0.002) y en el GPS (de 47.69 a 24.09 mm; p = 0.002). En cambio, no se verificaron modificaciones significativas en la ATRS, en la EDSS, en la latencia del reflejo H en el lado derecho o en el lado izquierdo, en la amplitud del reflejo H en ambos lados del cuerpo o en el H/M en las extremidades inferiores del lado derecho y del lado izquierdo.

En los enfermos de la cohorte 2 se observaron reducciones significativas desde el inicio hasta el final del estudio en la latencia del reflejo H del lado izquierdo del cuerpo (de 30.31 a 28.75; p = 0.005) y en el cociente H/M en el lado derecho (de 0.45 a 0.35; p = 0.025). Por el contrario, no se registraron diferencias significativas en la MAS del lado derecho o del lado izquierdo, en la PSFS, en el GPS, en la ATRS, en la EDSS, en la latencia del reflejo H del lado derecho, en la amplitud del reflejo H del lado derecho y del lado izquierdo y en el cociente H/M del lado izquierdo.

Un total de 16 pacientes presentaron 28 efectos adversos; se registraron dos efectos adversos graves (un caso de pielonefritis y un paciente con pirexia), ninguno de los cuales se consideró asociado con la terapia. Siete manifestaciones se atribuyeron al tratamiento con AG: reacciones locales en el sitio de la aplicación (3 enfermos), cefaleas/migrañas, ansiedad y reacciones cutáneas (1 paciente en cada caso) y reacciones adversas no especificadas en un enfermo; todos ellos fueron de intensidad leve.

Discusión

Este estudio piloto sugiere que el AG no incrementa la espasticidad en los enfermos con EM; más aún, en los individuos que han sido tratados con IFN-beta con anterioridad el AG podría asociarse con una mejoría del síntoma. Estos pacientes presentaron una reducción significativa de los puntajes de la MAS en ambos lados del cuerpo.

Los autores recuerdan que la mejoría de la espasticidad es particularmente importante en los sujetos con EM, ya que el síntoma reduce en forma sustancial la independencia. Las disminuciones en la frecuencia de los espasmos y en el dolor que se registraron en los pacientes de la cohorte 1 sugerirían un retraso en la progresión de la enfermedad, un efecto que podría mejorar sustancialmente la calidad de vida.

Conclusiones

El AG podría mejorar la espasticidad en los enfermos con EM que han sido tratados previamente con IFN-beta. En cambio, el beneficio sería menos notorio en los enfermos que no han recibido inmunomoduladores con anterioridad. Aún así, el AG no agravó la espasticidad en caso alguno. Es de esperar que los estudios futuros aleatorizados y controlados confirmen los resultados alentadores que se obtuvieron en la presente investigación, concluyen los autores.

Especialidad: Bibliografía - Neurología

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