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Analizan la Correlación entre los Hábitos del Estilo de Vida y la Enfermedad Cardiovascular en los Enfermos Hipertensos

  • AUTOR : Giudice R, Izzo R, Trimarco V y colaboradores
  • TITULO ORIGINAL : Lifestyle-Related Risk Factors, Smoking Status and Cardiovascular Disease
  • CITA : High Blood Pressure & Cardiovascular Prevention 19(2):85-92, 2012
  • MICRO : En los pacientes con hipertensión controlada con tratamiento farmacológico óptimo, el tabaquismo predice en forma fuerte e independiente el espesor de las capas íntima y media de la carótida. El espesor de la pared carotídea se vincula a la cantidad total de cigarrillos fumados y a la edad en el momento de iniciar el hábito.

Introducción

La información en conjunto sugiere una cierta correlación entre algunos factores fisiológicos (edad y sexo), determinadas patologías y el riesgo de enfermedad cardiovascular, una de las principales causas de morbimortalidad en los países desarrollados. Se observó que algunos factores (hipertensión arterial, niveles del colesterol asociado con las lipoproteínas de baja densidad, diabetes, tabaquismo e inactividad física) se relacionan con un mayor riesgo de enfermedad coronaria. Si bien cada factor ha sido ampliamente analizado en forma individual, poco se sabe acerca de la influencia de su combinación sobre el riesgo de eventos cardiovasculares. En este sentido se comprobó que el tabaquismo representa un factor primario de riesgo de enfermedad coronaria y de accidente cerebrovascular (ACV); asimismo, en los sujetos hipertensos, el hábito de fumar incrementa la probabilidad de formación de placas de ateroma. Aunque el consumo moderado de alcohol (5 g diarios en promedio) parece reducir el riesgo de enfermedad coronaria y de ACV isquémico, incrementaría la posibilidad de ACV hemorrágico. Por el contrario, la actividad física (30 minutos de caminata de intensidad moderada por día) y el índice de masa corporal (IMC) por debajo de 25 kg/m2 (el umbral que define al sobrepeso) reducen considerablemente el riesgo de enfermedad coronaria y de ACV. La dieta pobre en grasas saturadas, con una carga glucémica baja y rica en fibras, ácidos grasos omega-3 y folato, y con un cociente alto entre las grasas poliinsaturadas y saturadas se asocia con un efecto protector. El objetivo de la presente investigación fue determinar el efecto de una combinación de hábitos de vida (HV) sobre la aparición y progresión de la enfermedad cardiovascular, en pacientes hipertensos en tratamiento.

Pacientes y métodos

Los participantes se seleccionaron de 12 000 pacientes hipertensos ambulatorios incluidos en la base de datos de la Campania Salute Network y derivados a la Hypertension Clinic de la Federico II University of Naples, en 2008.

Los hombres y mujeres reclutados tenían entre 30 y 65 años (53.1 años en promedio), no eran diabéticos y presentaban hipertensión arterial esencial, controlada con tratamiento farmacológico. Se excluyeron los sujetos con enfermedad cardiovascular o hepática, los pacientes con antecedentes de cáncer y los individuos que habían realizado cambios en la dieta o en los HV en los 12 meses previos al estudio. La enfermedad cardiovascular se estableció en los pacientes con historia de infarto de miocardio o angina de pecho, sometidos a procedimientos de revascularización coronaria, con ACV o ataque isquémico transitorio, insuficiencia cardíaca congestiva o enfermedad renal crónica superior al grado 3 (índice de filtrado glomerular, valorado con la fórmula Modification of Diet in Renal Disease < 30 ml/min/1.73 m2). Así, la muestra para el análisis estuvo integrada por 617 enfermos hipertensos, no diabéticos, de 30 a 65 años (44.9% mujeres no embarazadas y 55.1% hombres).

En la primera visita, todos los participantes completaron un cuestionario detallado que permitió conocer los HV, las costumbres nutricionales y la condición en relación con el hábito de fumar (no fumadores y sujetos que fumaban en forma moderada, intermedia o intensa [10 cigarrillos o menos por día; entre 10 y 20 cigarrillos por día y 20 o más cigarrillos por día, respectivamente]). No se incluyeron los individuos con antecedentes de tabaquismo que habían dejado de fumar porque no se dispuso de información acerca del intervalo libre de tabaquismo. Se tuvieron en cuenta la presión arterial sistólica y diastólica, los hallazgos clínicos, bioquímicos y ecográficos, y los resultados de otros estudios diagnósticos.

El diagnóstico y la estratificación de la hipertensión arterial esencial se basaron en las Guidelines for the Management of Arterial Hypertension de la European Society of Hypertension y la European Society of Cardiology. La hipertrofia del ventrículo izquierdo se estableció en los enfermos con un índice de masa del ventrículo izquierdo superior a 125 g/m2 en los hombres y por encima de 110 g/m2 en las mujeres, a partir de los datos de la ecocardiografía bidimensional y con la fórmula de Devereux y Reichek. La arteriosclerosis de las arterias carótidas se valoró con el espesor de la capa íntima-media (EIM) mediante ecografía de modo B. Los valores de 0.9 a 1.3 mm indicaron «engrosamiento» de la pared, en tanto que el EIM > 1.3 mm fue marcador de la presencia de placas de ateroma.

Los cuestionarios incluyeron 3 secciones específicas: factores no dietéticos, factores nutricionales (mediante el uso del cuestionario semicuantitativo de frecuencia alimentaria) y tabaquismo. También se tuvo en cuenta la frecuencia de actividad física (en horas por semana) y la exposición pasiva al humo del tabaco. Los efectos combinados de los factores predictivos del EIM máximo se analizaron con modelos de regresión lineal. Para cada factor se estimaron los coeficientes beta con sus intervalos de confianza del 95%. Las comparaciones entre los grupos se realizaron con pruebas de la t.

Resultados

Fueron evaluados 288 sujetos fumadores y 329 individuos no fumadores. Al inicio del estudio, el sobrepeso fue menos frecuente en los fumadores (IMC basal de 27.54 kg/m2 en comparación con 28.28 k/m2 en los no fumadores; p < 0.029). La terapia antihipertensiva, en cuanto a los fármacos utilizados y del número promedio de ellos, fue similar en los sujetos fumadores y los no fumadores. Los valores de la presión arterial también fueron semejantes en todos los participantes.

Los fumadores presentaron niveles más bajos de colesterol asociado con lipoproteínas de alta densidad (HDLc) en comparación con quienes no fumaban (48.14 mg/dl y 51.39 mg/dl; p < 0.006). En los primeros, la arteriosclerosis de la carótida fue más frecuente a juzgar por el EIM máximo superior a 0.9 (93.9% de los participantes fumadores y 86.1% de los no fumadores; p < 0.002). No se encontraron diferencias importantes en los restantes parámetros clínicos o bioquímicos entre ambos grupos.

La cantidad de comidas y refrigerios por día fue el único factor dietético que se correlacionó con la presencia de arteriosclerosis carotídea; la enfermedad de la arteria carótida fue particularmente prevalente en los individuos que consumían menos de 2 comidas por día respecto de los que referían un mayor número de ingestas diarias (96.6% en comparación con 85.7%; p < 0.001). Por el contrario, no se observaron diferencias importantes entre los grupos en la incorporación de nutrientes específicos, la ingesta diaria de alcohol y café, y la frecuencia semanal de actividad física. La cantidad total de cigarrillos fumados (atados/año) fue más alta en los pacientes con enfermedad arteriosclerótica de la arteria carótida, en comparación con los sujetos sin arteriosclerosis carotídea (39.14 y 20.81, respectivamente; p < 0.0001). Entre los fumadores, la edad al inicio del hábito se asoció inversamente con la incidencia de enfermedad de las carótidas: los pacientes que comenzaron a fumar a menor edad tuvieron con mayor frecuencia arteriosclerosis de la carótida (21.53 años en los pacientes sin aterosclerosis en comparación con 17.58 años en los individuos con enfermedad arteriosclerótica; p < 0.018).

En los modelos binarios de regresión logística, con ajuste según todas las variables vinculadas a mayor EIM máximo (IMC, HDLc, tabaquismo y número de ingestas diarias), sólo el hábito de fumar permaneció fuertemente asociado con las lesiones de la arteria carótida (p < 0.025), en tanto que los otros parámetros dejaron de ser significativos. La exposición pasiva al humo del tabaco y los diferentes tipos de tabaco no ejercieron influencias importantes.

Discusión

Los hallazgos del presente trabajo indican que en los pacientes hipertensos, el hábito de fumar se asoció con mayor EIM de la arteria carótida, un marcador precoz de enfermedad arteriosclerótica. De hecho, los estudios poblacionales realizados con anterioridad revelaron que el engrosamiento de la pared carotídea predice, independientemente de la presencia de otros factores de riesgo cardiovascular, la probabilidad de infarto de miocardio o ACV en el futuro. Por su parte, en un estudio, los pacientes hipertensos presentaron mayor EIM en comparación con los sujetos normotensos y se sabe que la presión arterial ejerce efectos directos sobre el inicio y la progresión de la arteriosclerosis. Los resultados obtenidos en esta ocasión sugieren que en los enfermos de más riesgo, asociado con la hipertensión arterial, el tabaquismo contribuye aún más a la evolución clínica adversa. Cuando se analizaron otros determinantes del daño aterosclerótico se comprobó que el IMC y el nivel de HDLc fueron sustancialmente más altos en los no fumadores. El hecho de que el EIM fuese mayor en los fumadores sugeriría que los efectos negativos del tabaquismo sobre el perfil de lípidos son independientes de los otros parámetros. En un estudio previo, los niveles del HDLc aumentaron cuando los pacientes dejaron de fumar; asimismo, los sujetos que fuman tienen menor capacidad lipolítica. Aun así, destacan los autores, se requieren más investigaciones para determinar con precisión la conexión entre las modificaciones en el perfil de lípidos y el tabaquismo, ya que en el presente trabajo no se encontraron correlaciones importantes.

Los resultados señalan también una relación con la cantidad de cigarrillos fumados y con la edad a la cual se inició el hábito, independientemente de otros factores de riesgo, como la edad, el sexo, la duración de la hipertensión arterial y las cifras tensionales. Al analizar los factores dietéticos se comprobó que sólo la frecuencia de ingestas diarias se vinculó con la arteriosclerosis carotídea. De hecho, la prevalencia de enfermedad carotídea fue mayor en los sujetos que consumían menos de 2 comidas por día, en comparación con los que realizaban un mayor número de ingestas. En coincidencia, los hallazgos de una investigación anterior sugirieron una relación inversa entre la frecuencia de ingestas por día y la prevalencia de sobrepeso u obesidad, posiblemente como consecuencia de los efectos sobre el metabolismo de la insulina. En este contexto, el aumento del número de comidas por día podría representar una medida sencilla para evitar la enfermedad arteriosclerótica. Sin embargo, se requieren estudios prospectivos para establecer recomendaciones definitivas.

Conclusiones

En los pacientes hipertensos tratados en forma óptima, el tabaquismo se asocia de manera independiente con un mayor EIM máximo; asimismo, la cantidad de ingestas diarias debería considerarse un factor importante respecto de la aparición de la arteriosclerosis, concluyen los autores.

Especialidad: Bibliografía - Cardiología

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