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Asociación entre el Estado Reproductivo Femenino y la Preferencia por la Masculinidad
- AUTOR : Little A, Saxton T, Chenore T y colaboradores
- TITULO ORIGINAL : Women’s Preferences for Masculinity in Male Faces are Highest During Reproductive Age Range and Lower Around Puberty and Post-Menopause
- CITA : Psychoneuroendocrinology 35(6):912-920, Jul 2010
- MICRO : Las mujeres en edad reproductiva prefieren rostros con rasgos más masculinos en comparación con las niñas prepúberes y las mujeres posmenopáusicas. Esto se vincularía con la atención a rasgos relevantes desde el punto de vista biológico que reflejan la calidad del hombre con quien se reproducirá la mujer.
Preferencia de las mujeres por la masculinidad de los rostros de los hombres
Según los resultados de diferentes estudios, la preferencia de las mujeres por la masculinidad facial en hombres varía durante el ciclo menstrual. En este sentido, se demostró que dicha preferencia aumenta durante la fase folicular tardía, es decir, durante el momento de mayor fertilidad. También se propuso que dichos cambios son adaptativos, ya que favorecerían la salud de la descendencia mediante la elección de la pareja. Otros autores indicaron que las mujeres con pareja prefieren los rostros más masculinos en mayor medida que las mujeres sin pareja y que la preferencia por rostros más masculinos se asocia con la expectativa de una relación breve.
Los cambios de preferencia por la masculinidad de los hombres no sucederían entre las mujeres que no presentan ciclos menstruales naturales o son prepúberes o posmenopáusicas, es decir, entre las mujeres que no cursan una etapa fértil. En estos casos también puede observarse un cambio del nivel de atención a indicios que pueden beneficiar a la descendencia por medio de la herencia genética. Esto se vincularía con los cambios hormonales que sufren las mujeres durante dichas etapas. Concretamente, la pubertad es un período de transición hormonal y conductual juvenil hacia un estado adulto que afecta numerosos procesos psicológicos. Si bien esto influye sobre la preferencia por determinados rasgos faciales, dicha preferencia también podría tener lugar en otras etapas de la vida como la niñez. No obstante, los estudios que indican una concordancia entre los niños y los adultos en general no incluyen la evaluación de rasgos relevantes para la elección de una pareja.
De acuerdo con los resultados de un estudio publicado en 2009, la pubertad se caracteriza por la preferencia por diferentes rasgos faciales como la simetría y la femineidad. Al igual que en la pubertad, los cambios hormonales característicos de la menopausia influyen sobre la conducta, que ya no está destinada a la búsqueda de una pareja sino a la inversión y cooperación familiar y comunitaria. En un estudio se halló que las mujeres posmenopáusicas muestran una preferencia superior por la femineidad de los rostros de otras mujeres en comparación con las mujeres premenopáusicas. Asimismo, las mujeres premenopáusicas refirieron un nivel mayor de preferencia por la masculinidad de los rostros de hombres en comparación con las mujeres posmenopáusicas. Se sugiere que el disgusto por las mujeres atractivas disminuiría a medida que lo hace la fertilidad. En coincidencia, las mujeres más fértiles presentarían un nivel menor de preferencia por la femineidad de los rostros femeninos
En el presente artículo se evaluaron las preferencias por el dimorfismo sexual facial entre las mujeres que cursaban la pubertad, la posmenopausia o la edad reproductiva, mediante la realización de tres estudios. Los autores propusieron que la preferencia por la masculinidad sería superior entre las mujeres en edad reproductiva, momento en el cual es posible concretar un embarazo.
Estudio 1
Se compararon 92 niñas de 11 o 12 años frente a 99 mujeres de 19 a 28 años. La preferencia por el dimorfismo sexual se evaluó mediante pares de imágenes de rostros masculinos. Cada par incluyó una versión masculinizada y feminizada del mismo rostro. Las imágenes originales correspondieron a hombres y mujeres caucásicos. Ambos rostros se emplearon para crear una nueva imagen feminizada o masculinizada de un rostro masculino. Las participantes recibieron una hoja con la impresión de las dos versiones del rostro. Se les solicitó que indicaran si los rostros correspondían a un hombre o a una mujer y señalaran cuál era de su preferencia. El 58% y 42% de las mujeres adultas y de las niñas en edad peripuberal prefirieron los rostros masculinizados, respectivamente. Es decir, la preferencia por los rostros masculinizados fue más frecuente entre las mujeres adultas.
Estudio 2
Se evaluó un grupo de 163 mujeres premenopáusicas o posmenopáusicas de 45 a 60 años, heterosexuales y no embarazadas. Las participantes se dividieron en dos grupos según la presencia o ausencia de ciclos menstruales regulares. En este caso se emplearon 10 pares de rostros de hombres masculinizados o feminizados creados de un modo similar al empleado en el primer estudio. La presentación de los rostros fue aleatoria. Las participantes debían escoger el rostro que les pareciese más atractivo. Los resultados obtenidos indicaron que en general todas las mujeres prefirieron los rostros masculinizados. No obstante, las mujeres premenopáusicas mostraron una preferencia superior por la masculinidad en comparación con las mujeres posmenopáusicas. Las características de la menopausia en términos de presencia o ausencia de ciclos menstruales influyeron de manera significativa sobre los resultados.
Estudio 3
Participaron 8 635 mujeres que fueron divididas en grupos según la edad, de 11 a 14, 15 a 25, 26 a 35, 36 a 45 o mayor de 46 años. Todas las participantes eran heterosexuales y ninguna empleaba métodos hormonales de anticoncepción. Una vez más, se utilizaron tres pares de rostros de hombres masculinizados o feminizados y se solicitó a las participantes que eligieran el rostro más atractivo y que asignaran un puntaje de preferencia a cada uno. Los puntajes inferiores indicaban preferencia por los rasgos femeninos y los puntajes superiores indicaban lo contrario. Todos los grupos mostraron una preferencia significativa por los rostros masculinizados. No obstante, el grupo de 11 a 14 años presentó un nivel de preferencia significativamente menor en comparación con los grupos de 15 a 25, 26 a 35 y 36 a 45 años. El grupo de mujeres de 46 años en adelante presentó un nivel inferior de preferencia por la masculinidad en comparación con los grupos de 15 a 25, 25 a 35 y 35 a 45 años. No se observaron diferencias significativas entre los grupos de 25 a 35 y 36 a 45 años. La edad cronológica se relacionó de manera notoria con la preferencia por la masculinidad de los rostros.
Discusión
De acuerdo con los resultados obtenidos, el estado reproductivo femenino influye sobre la preferencia por la masculinidad de los rostros de los hombres. El estudio 1 indicó que las mujeres adultas prefieren la masculinidad de los rostros de los hombres en mayor medida que las niñas en edad peripuberal. La preferencia por la masculinidad también se observó entre las mujeres que presentaban ciclos menstruales regulares, incluidas en el estudio 2, en comparación con las mujeres menopáusicas que ya no presentaban ciclos. Finalmente, el estudio 3 permitió apreciar que las mujeres con mayores probabilidades de presentar un ciclo normal tienen una preferencia superior por la masculinidad en comparación con las mujeres peripuberales o posmenopáusicas. Puede sugerirse entonces que la preferencia por la masculinidad es superior entre las mujeres en edad reproductiva. Este resultado coincide con lo informado en otros estudios.
Dado que los hombres con rasgos más masculinos son considerados más sanos en comparación con los hombres con rasgos femeninos, la atracción por la masculinidad observada entre las mujeres capaces de reproducirse favorecería la transmisión de genes sanos a la descendencia. En cambio, durante las etapas no reproductivas, la importancia de las características relevantes para la descendencia disminuiría. Las preferencias mencionadas se vincularían con aspectos hormonales. Son necesarios estudios adicionales al respecto.
En algunos estudios se obtuvieron resultados diferentes a los observados en la presente investigación al analizar la preferencia por el atractivo facial entre los niños y los adultos. Dado que la interacción social es relevante durante toda la vida, es esperable que el nivel de atención sea superior ante un nivel mayor de atractivo, sin importar la edad del individuo. De todos modos, los resultados de los estudios en los que se analizaron rasgos más relevantes para la elección de una pareja coincidieron con los hallazgos obtenidos por los autores. Es decir, durante el período peripuberal la preferencia de las mujeres por la masculinidad es inferior en comparación con lo observado durante la adultez. En cuanto a las mujeres posmenopáusicas, los resultados obtenidos coinciden con lo informado en estudios anteriores. Como se mencionó con anterioridad, en este caso el interés se trasladaría a la vida familiar y comunitaria y la preferencia por la femineidad sería superior. La disminución de la disponibilidad de las parejas a medida que avanza la edad podría relacionarse con dicha preferencia.
La preferencia por la masculinidad de los rostros de los hombres podría relacionarse con aspectos diferentes a la edad de las mujeres evaluadas. Entre dichos aspectos se destaca la edad de los rostros, que osciló entre los 18 y 21 años, y podría ser inapropiada para que algunas mujeres consideren este tipo de rostro como representación de una posible pareja. Es decir, la disminución de la importancia del estímulo podría haber sido responsable de la reducción de la preferencia por la masculinidad entre las mujeres más jóvenes o de mayor edad. Otro factor a considerar es que las mujeres de edades extremas hayan escogido los rostros que representaban posibles amigos. Más aún, las mujeres posmenopáusicas podrían haber elegido los rostros más adecuados como representación de parejas de sus propios hijos. Son necesarios estudios adicionales en los que se incluyan rostros de diferentes edades. También es necesario efectuar otras investigaciones en las cuales se empleen parámetros más precisos de evaluación del estado reproductivo de las participantes y se considere la presencia de terapia de reemplazo hormonal, ya que esto podría afectar los resultados obtenidos.
Conclusión
De acuerdo con los hallazgos de los estudios llevados a cabo, la edad y el estado reproductivo de las mujeres influyen sobre la preferencia por la masculinidad de los rostros de los hombres. Concretamente, las mujeres en edad reproductiva prefieren rostros con rasgos más masculinos. Esto se vincularía con la atención a rasgos relevantes desde el punto de vista biológico que reflejan la calidad del hombre con quien se reproducirá la mujer. Entre los mecanismos potencialmente implicados en la preferencia por la masculinidad observada en mujeres en edad reproductiva se destacan los cambios hormonales.
Especialidad: Bibliografía - Psiquiatría