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Asociación Negativa entre el Empleo de Estatinas y la Presencia de Depresión

  • AUTOR:Feng L, Tan C, Merchant R, Ng T
  • TITULO ORIGINAL:Association between Depressive Symptoms and Use of HMG-CoA Reductase Inhibitors (Statins), Corticosteroids and Histamine H2 Receptor Antagonists in Community-Dwelling Older Persons: Cross-Sectional Analysis of a Population-Based Cohort
  • CITA:Drugs & Aging 25(9):795-805, 2008
  • MICRO: Existe una asociación entre la presencia de depresión y el empleo de determinadas drogas como los antagonistas de los receptores H2 y los corticosteroides. En cambio, el uso de estatinas se relacionaría de manera inversa con la presencia de sintomatología depresiva.

Introducción y objetivos

La depresión es una entidad frecuente entre los pacientes que reciben tratamiento farmacológico debido a enfermedades médicas. En consecuencia, resulta importante evaluar la influencia de dicho tratamiento sobre la aparición de depresión. Según lo informado en estudios anteriores, las estatinas son agentes hipolipemiantes que pueden aumentar el riesgo de depresión y suicidio. Esto se debería a la disminución del nivel sérico de colesterol. No obstante, los resultados de los estudios al respecto son heterogéneos. Más aún, en trabajos recientes se informó de la falta de asociación entre la aparición de depresión y el tratamiento con estatinas.

Los corticoesteroides son drogas con un perfil de efectos adversos psiquiátricos conocido. Sin embargo, los estudios al respecto son pocos y los resultados de los trabajos efectuados hasta el momento son heterogéneos. En cuanto a los antagonistas del receptor histaminérgico H2, la asociación entre su administración y la aparición de depresión no fue estudiada en profundidad. La información disponible sobre este tema proviene de casos aislados y de estudios observacionales que arrojaron resultados desiguales. Además, los fundamentos biológicos de la supuesta asociación entre el tratamiento con inhibidores del receptor H2 y el estado de ánimo son insuficientes. Respecto de las drogas antihipertensivas, se informó que la reserpina puede provocar o empeorar el cuadro depresivo debido a la depleción de aminas biógenas en el sistema nervioso central. Sin embargo, la fiabilidad de dichos resultados fue cuestionada. No existen datos que permitan indicar la relación entre el tratamiento con otros antihipertensivos y la aparición de síntomas depresivos.

Por otra parte, el avance de la edad se asocia con una modificación de los procesos farmacocinéticos y farmacodinámicos. Es probable que dichos cambios también se vinculen con una modificación de la relación entre el tratamiento con diferentes drogas y la aparición de depresión. No obstante, hasta el momento no se efectuaron estudios al respecto.

El objetivo del presente ensayo poblacional fue evaluar la existencia de una asociación específica entre el empleo de diferentes clases de drogas y la presencia de sintomatología depresiva. Además, se evaluó la variación de dicha relación según la edad de los pacientes.

Pacientes y métodos

En esta investigación se emplearon los datos correspondientes a los 2 804 participantes del Singapore Longitudinal Aging Study (SLAS), todos ellos adultos mayores residentes en la comunidad, de 55 años en adelante. La presencia de sintomatología depresiva se evaluó mediante la 15-item Geriatric Depression Scale (GDS). Se recabó información sobre todas las drogas empleadas por los participantes durante el último año. Los fármacos identificados fueron clasificados en 10 categorías por especialistas en farmacología.

La incapacidad funcional se valoró según lo referido por los individuos respecto de las actividades cotidianas tanto instrumentales como básicas. El deterioro cognitivo se evaluó mediante la Mini-Mental State Examination (MMSE). También se valoró la presencia de enfermedades crónicas, según lo referido por los pacientes, y las medicaciones utilizadas. Luego, se clasificó a los participantes en tres grupos de acuerdo con la cantidad de comorbilidades que tuviesen. Según lo informado en estudios anteriores, la presencia de éstas constituye un factor de riesgo para la aparición de depresión y otros cuadros.

La salud física se evaluó de acuerdo con lo referido por los participantes y se clasificó como excelente, muy buena, buena, normal o mala. Además, se calculó el índice de masa corporal (IMC) y se valoró el perfil lipídico. El apoyo social y emocional fue investigado mediante preguntas destinadas a establecer el estado civil, las comodidades de vida, el contacto con allegados, el nivel económico y otros parámetros. Por último, se recabó información sobre otras variables como la edad, el sexo, el nivel educativo, el tipo de asistencia médica empleada y la frecuencia de consultas con el mismo profesional durante el último año.

Resultados

De acuerdo con los resultados del presente estudio, la prevalencia de depresión fue del 13.1%. Los pacientes con depresión tenían una edad mayor, un menor nivel educativo, vivían en departamentos más pequeños y tenían menos apoyo social que los individuos sin depresión. Además, las personas depresivas refirieron un estado de salud más desfavorable, presentaron más comorbilidades médicas, un deterioro cognitivo más elevado y una utilización más frecuente de los servicios públicos de salud en comparación con los pacientes sin depresión. No se hallaron diferencias significativas entre ambos grupos respecto del sexo, el origen étnico, la frecuencia de consultas con el mismo profesional, el IMC y los parámetros de laboratorio.

El empleo de inhibidores de la enzima convertidora de angiotensina, antiparkinsonianos, corticoesteroides, antagonistas del receptor H2, agentes tranquilizantes, hipnóticos y sedativos se asoció con la presencia de depresión. No se verificó lo mismo en el caso de los betabloqueantes, antagonistas de los canales de calcio, diuréticos, estatinas y antiinflamatorios no esteroides. Se observó una asociación significativa negativa entre la depresión y el uso de estatinas. También se encontró una relación importante entre el empleo de corticoesteroides y la presencia de síntomas depresivos en pacientes de 65 años en adelante. El uso de antagonistas del receptor H2 se vinculó de manera sustancial y positiva con la presencia de depresión, únicamente en los pacientes menores de 65 años. Por último, el nivel de colesterol y el IMC no se relacionaron con la existencia de sintomatología depresiva.

Discusión

De acuerdo con los resultados obtenidos, existe una asociación entre la presencia de depresión y el empleo de antagonistas del receptor H2 y corticoesteroides. Resulta interesante destacar, mencionan los autores, la relación inversa observada entre el uso de estatinas y la sintomatología depresiva, que fue independiente del nivel de colesterol y del IMC. Estos hallazgos coinciden con los resultados de algunos estudios que indicaron que el empleo de estatinas no aumenta la probabilidad de presentar sintomatología depresiva sino que, por el contrario, la disminuye.

Según los resultados de diferentes investigaciones, existe una asociación entre las enfermedades cardiovasculares (ECV) y la presencia de sintomatología depresiva. Posiblemente, la disminución del nivel de lípidos provocada por las estatinas reduzca el riesgo de depresión. A esto debe sumarse su efecto preventivo a largo plazo ante la aparición de ECV. No obstante, la relación inversa entre el uso de estatinas y la presencia de depresión se corroboró en ausencia de ECV y accidente cerebrovascular. En consecuencia, no es posible atribuir la asociación entre el empleo de estatinas y la ausencia de depresión únicamente a la existencia de ECV.

Se ha sugerido que la vulnerabilidad ante la aparición de depresión tiene lugar durante el primer mes de tratamiento hipolipemiante. Esto se debería al aumento de la actividad del transportador de serotonina durante los primeros meses de terapia hipolipemiante, que retorna a la normalidad luego de transcurrido un año de tratamiento. En coincidencia, los participantes habían comenzado la terapia con estatinas tres meses antes de iniciar el presente estudio y no se observó relación positiva alguna entre el nivel de colesterol y la presencia de depresión. Se propuso que las primeras tienen un efecto antidepresivo debido a que provocan mejoría de la perfusión cerebral. También es posible que los pacientes en tratamiento hipolipemiante crónico tengan una percepción más favorable de su estado de salud y, en consecuencia, una disminución del nivel de sintomatología depresiva.

El empleo de antagonistas del receptor H2 se asoció con la aparición de depresión entre los pacientes menores de 65 años. Los resultados de estudios anteriores al respecto fueron heterogéneos. Existe, por otra parte, una asociación entre la presencia de dispepsia y síndrome de colon irritable y depresión. Además, los antagonistas del receptor H2 son drogas accesibles y de venta libre. En consecuencia, es probable que el aumento de la frecuencia de depresión entre los pacientes tratados con este tipo de fármacos se relacione con dichas entidades. Sin embargo, aún no queda claro por qué la relación entre la utilización de antagonistas H2 y la depresión sólo se verificó en los pacientes menores de 65 años. Son necesarios estudios adicionales al respecto para arribar a conclusiones valederas.

En coincidencia con lo informado en investigaciones anteriores, se halló una asociación entre el empleo de corticoesteroides sistémicos y el aumento del nivel de síntomas depresivos entre los pacientes de mayor edad. Es posible que los cambios farmacocinéticos y farmacodinámicos relacionados con la edad se vinculen con los hallazgos mencionados. Por otra parte, no se encontró una asociación positiva entre la presencia de síntomas depresivos y el uso de otros tipos de drogas.

Entre las limitaciones del presente estudio, los autores destacan que la identificación de síntomas depresivos mediante la GDS no equivale al diagnóstico de depresión. Los síntomas somáticos son habituales durante la vejez y pueden constituir un factor de confusión a la hora de diagnosticar depresión. Además, no se buscó información respecto de la dosis de las drogas utilizadas, el cumplimiento del tratamiento y la gravedad de la enfermedad.

Ante la presunción de depresión inducida por drogas, deben considerarse los agentes empleados por los pacientes y la interrupción eventual del tratamiento. Resulta complicado evaluar el fármaco responsable de la aparición de depresión, especialmente debido a la escasez de información disponible. Los hallazgos obtenidos permiten indicar que el uso de determinadas sustancias se asocia con la aparición de síntomas depresivos.

Conclusión

Existiría una asociación inversa entre el empleo de estatinas y la presencia de síntomas depresivos. El uso de corticoesteroides se vincularía con la existencia de sintomatología depresiva en pacientes de 65 años en adelante. Asimismo, el empleo de antagonistas del receptor H2 se relacionaría con un aumento de los síntomas depresivos en individuos menores de 65 años. Esto se debería a la relación entre los síndromes dispépticos y la depresión.

Especialidad: Bibliografía - Cardiología

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