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Beneficios de la Rufinamida en Pacientes con Epilepsia Refractaria al Tratamiento

  • TITULO : Beneficios de la Rufinamida en Pacientes con Epilepsia Refractaria al Tratamiento
  • AUTOR : Biton V, Krauss G, Narurkar M y colaboradores
  • TITULO ORIGINAL : A Randomized, Double-Blind, Placebo-Controlled, Parallel-Group Study of Rufinamide as Adjunctive Therapy for Refractory Partial-Onset Seizures
  • CITA : Epilepsia 52(2): 234-242 2011
  • MICRO : La rufinamida es una droga antiepiléptica nueva cuyo mecanismo de acción consiste en la limitación de los potenciales de acción dependientes del sodio y en la estabilización de las membranas neuronales. Su empleo puede ser de utilidad en pacientes con crisis de inicio parciales refractarias.

Introducción y objetivos

Se estima que aproximadamente un tercio de los pacientes epilépticos con crisis de inicio parcial no responde al tratamiento con las drogas antiepilépticas (DAE) disponibles. Además, la terapia puede verse limitada por cuestiones de tolerabilidad. En consecuencia, es necesario contar con DAE adicionales que resulten eficaces y bien toleradas.

La rufinamida es una DAE nueva, cuyo mecanismo de acción consiste en la limitación de los potenciales de acción dependientes del sodio y en la estabilización de las membranas neuronales. Al momento del presente estudio (2011), su uso está aprobado para el tratamiento de los pacientes con crisis epilépticas asociadas con el síndrome de Lennox-Gastaut en niños de 4 años o más. De acuerdo con los datos disponibles, la droga es eficaz y bien tolerada y no ejerce efectos adversos cognitivos graves.

El presente estudio se llevó a cabo con el objetivo de evaluar la eficacia y la seguridad del tratamiento con rufinamida como complemento de otras DAE en pacientes con crisis parciales refractarias.

Métodos

El estudio fue aleatorizado, a doble ciego, controlado con placebo y de grupos paralelos. Se llevó a cabo en pacientes de 12 a 80 años, con crisis parciales simples o complejas, con generalización secundaria o sin ella, no controladas con la administración de hasta tres DAE. Luego de una etapa inicial de detección sistemática, se seleccionaron pacientes con una frecuencia de crisis mayor o igual a 6, durante 56 días, sin períodos libres de crisis de 21 días de duración. A continuación, tuvo lugar una etapa de titulación de 12 días, durante la cual los pacientes recibieron rufinamida o placebo. Finalmente, los pacientes recibieron la dosis diaria final, por vía oral, dividida en dos tomas de 1 600 mg. No obstante, se permitió la disminución de la dosis por cuestiones de tolerabilidad. Durante el período de seguimiento se evaluaron el uso de otras DAE, la aparición de eventos adversos y los resultados de los análisis de laboratorio.

Los pacientes fueron evaluados desde el punto de vista físico y neurológico. Además de la realización de un electrocardiograma, se analizó el nivel plasmático de las DAE. Durante la fase de mantenimiento se continuó el tratamiento con la dosis final de rufinamida por 12 semanas y se efectuaron evaluaciones adicionales. Las evaluaciones incluyeron la aplicación de la escala Clinical Global Impression of Change (GIC) para valorar la frecuencia y la gravedad de las crisis y la evaluación de la aparición de eventos adversos y del funcionamiento general del paciente. También se aplicó la escala Patient GIC.

El parámetro principal de evaluación de la eficacia fue el cambio de la frecuencia de las crisis parciales durante 28 días de tratamiento a doble ciego en comparación con lo observado al inicio del estudio. En segundo lugar, se evaluó la respuesta al tratamiento, es decir, la disminución de la frecuencia de las crisis en al menos 50%. También se valoró el cambio de la frecuencia de cada tipo de crisis, de la cantidad de días libres de crisis, el índice de respuesta y la seguridad del tratamiento.

Resultados

Participaron 357 pacientes que fueron distribuidos para recibir rufinamida (n = 176) o placebo (n = 181). El estudio lo completaron 139 y 156 pacientes, respectivamente. Ciento veinte pacientes recibieron 3 200 mg/día de rufinamida, en tanto que 41 sujetos fueron tratadas con 2 400 mg/día de la droga. El 79% y 85% de los pacientes tratados con rufinamida o placebo recibieron al menos 12 semanas de tratamiento, respectivamente. No se observaron diferencias significativas entre ambos grupos en cuanto a las características evaluadas al inicio del estudio. Las crisis más frecuentes fueron las parciales complejas, observadas en el 86.2% de los casos, en tanto que las crisis parciales complejas con generalización secundaria tuvieron lugar en el 72.5% de los casos. Las DAE que recibían los pacientes con mayor frecuencia fueron levetiracetam, lamotrigina, topiramato y carbamazepina.

El tratamiento con rufinamida se asoció con una disminución del 23.3% de la frecuencia de las crisis. Dicha disminución fue del 9.8% en el grupo placebo. Los resultados mencionados no se asociaron con la frecuencia inicial de las crisis, la edad, el sexo o el origen étnico de los pacientes. La disminución de al menos el 50% de la frecuencia de las crisis fue significativamente superior entre los pacientes tratados con rufinamida (32.5%) en comparación con lo observado en el grupo tratado conplacebo (14.3%). Dicho resultado no se relacionó con las características de los pacientes. La mediana de disminución de la frecuencia de las crisis ante la administración de rufinamida o placebo fue 13.2% y 5.2%, respectivamente, con una diferencia entre ambos grupos estadísticamente significativa. La frecuencia media de las crisis parciales disminuyó sin importar el tipo de crisis; sólo fue significativa ante la administración de rufinamida en pacientes con crisis parciales complejas. La cantidad de días libres de crisis fue significativamente superior en el grupo tratado con rufinamida en comparación con el grupo placebo. Los resultados de las escalas Clinical GIC y Patient GIC indicaron la superioridad de la rufinamida en comparación con el placebo.

El 80.1% y 71.1% de los pacientes que recibieron rufinamida y placebo, respectivamente, presentaron eventos adversos durante el tratamiento. Los más frecuentemente observados ante la administración de rufinamida incluyeron los mareos, las cefaleas, la fatiga, las náuseas y la somnolencia. Los trastornos oculares y gastrointestinales fueron más frecuentes ante la administración de rufinamida en comparación con lo observado en pacientes que recibieron placebo. La mayoría de los eventos adversos fue leve o moderada, en tanto que los cuadros graves fueron más frecuentes ante la administración de placebo. Los mareos, las náuseas y el nistagmo aparecieron en forma más temprana en el grupo tratado con rufinamida. Si bien los eventos adversos relacionados con el sistema nervioso central fueron los más frecuentes, no se observó una modificación significativa de dicha frecuencia ante el agregado de rufinamida al tratamiento con otras DAE. El 15.3% de los pacientes tratados con rufinamida y el 6.1% de los sujetos que recibieron placebo discontinuaron el tratamiento debido a la aparición de eventos adversos. No se observaron cambios significativos de los resultados de los parámetros de laboratorio, los signos vitales y los resultados de la evaluación electrocardiográfica durante el tratamiento.

Discusión y conclusión

El tratamiento con rufinamida provocó una disminución estadísticamente significativa de la frecuencia de las crisis parciales en comparación con la administración de placebo. La droga fue sustancialmente superior en comparación con el placebo en presencia de crisis parciales complejas, en tanto que también presentó superioridad en pacientes con crisis parciales simples o con generalización secundaria. El aumento de la frecuencia de las crisis tuvo lugar en una proporción similar de pacientes de ambos grupos. En consecuencia, el agregado de rufinamida al tratamiento preexistente con DAE no parece generar un aumento superior de la frecuencia de las crisis en comparación con la administración de placebo. Los resultados obtenidos coinciden con lo informado en otros estudios.

El abandono del tratamiento vinculado con la aparición de eventos adversos fue más frecuente en el grupo tratado con rufinamida. Además, los mareos, la fatiga, las náuseas, la somnolencia y la diplopía aparecieron con mayor frecuencia entre los pacientes que recibieron la droga en comparación con los asignados a placebo. No se observaron diferencias significativas entre ambos grupos al evaluar la aparición de eventos adversos graves.

Es posible concluir que la rufinamida, señalan los autores, es un fármaco eficaz como complemento del tratamiento con otras DAE en pacientes con crisis parciales refractarias. La administración de este agente se asoció con la disminución de la frecuencia de las crisis y con un buen perfil de seguridad y tolerabilidad.

Especialidad: Bibliografía - Neurología

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