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Confirman una Relación Recíproca entre la Depresión y la Obesidad
- AUTOR : Luppino F, de Wit L, Zitman F y colaboradores
- TITULO ORIGINAL : Overweight, Obesity, and Depression: A Systematic Review and Meta-Analysis of Longitudinal Studies
- CITA : Archives of General Psychiatry 67(3):220-229, Mar 2010
- MICRO : Se estima que las personas obesas tienen un riesgo 55% mayor de sufrir depresión a lo largo del tiempo, mientras que las personas deprimidas tienen un 58% de aumento del riesgo de volverse obesos.
Introducción
La posible asociación entre la depresión y la obesidad es un tema de creciente interés. Estas entidades tienen una alta prevalencia y ambas conllevan un aumento del riesgo cardiovascular, con importantes repercusiones en la salud pública.
Un metanálisis reciente de 17 estudios de corte transversal realizados en la comunidad demostró que la depresión se asocia con un 18% de aumento en el riesgo de obesidad.
Aunque los resultados de los estudios transversales suministran datos de valor informativo, estos no logran explicar con precisión los mecanismos que conectan la depresión y la obesidad, destacan los expertos. En este contexto, podría proponerse que la obesidad lleva a la depresión por sus consecuencias somáticas o sus efectos negativos sobre la propia imagen, aunque también es probable que las personas deprimidas, mediante estilos de vida poco saludables o a causa de la desregulación de los sistemas de estrés, vayan generando obesidad a lo largo del tiempo También es importante diferenciar entre sobrepeso y obesidad, señalan los especialistas, ya que la segunda condición es más grave y está más relacionada con problemas de salud.
Los estudios longitudinales son esenciales para proporcionar más información acerca de la dirección de esta asociación, la cual serviría de base para mejorar las estrategias de prevención y abordaje de estas afecciones.
El presente metanálisis resume los datos provistos por un conjunto de estudios de cohortes prospectivos que analizaron esta termática. Sobre esa base, analiza si la presencia de depresión puede predecir la aparición de sobrepeso y de obesidad y viceversa, es decir, si la presencia de sobrepeso y de obesidad predicen la aparición de depresión.
Métodos
Se realizó una búsqueda sistemática computarizada de la bibliografía existente en las bases de datos PubMed, EMBASE y PsychINFO. Se recopilaron todos los estudios publicados en inglés hasta marzo de 2008 sobre la base de ciertas palabras claves y se descartaron luego los estudios de menos de un año de duración, los que no expresaban el peso como índice de masa corporal (IMC) y los que no especificaban de qué manera se evaluó la depresión, entre otros criterios de exclusión. Los estudios que incluyeron pacientes con diagnóstico de depresión clínica se analizaron por un lado, los que se ocupaban de pacientes con síntomas depresivos por otro. Los estudios seleccionados
se clasificaron por su calidad mediante un sistema de puntuación que toma en cuenta diferentes ítems. Aquellos que lograron un puntaje > 60% del total posible se consideraron «de alta calidad»; los que no alcanzaron esa puntuación se consideraron «de baja calidad».
La información disponible se dividió en 2 direcciones. Por un lado se efectuó un análisis que consideró a las categorías de índice de masa corporal (IMC) como predictores de depresión durante el seguimiento. Por otro lado, se evaluó si la depresión en el punto de partida era un predictor de las categorías de IMC durante el seguimiento. El primer análisis incluyó información sobre pacientes que inicialmente no estaban deprimidos, estos pacientes fueron seguidos y en ellos se rastreó la aparición de depresión. El segundo análisis incluyó sólo información sobre individuos de peso normal a quienes se siguió a causa de depresión. Los análisis se llevaron a cabo separadamente para las categorías de obesidad (IMC > 30 kg/m2) y sobrepeso (IMC 25 a 29,99 kg/m2), para ver si había diferencias en cuanto a la magnitud de su efecto.
Se realizaron estimaciones de sensibilidad para calcular el efecto de ciertas variables como el sexo, la edad promedio en el punto de partida, la duración del seguimiento, la modalidad del diagnóstico de depresión, la calidad del artículo y el lugar de residencia de los individuos evaluados (Estados Unidos o Europa).
Resultados
Inicialmente se encontraron 2 937 artículos en las bases de datos. Se seleccionaron solamente los que se adaptaban a los criterios de búsqueda y contaban con todos los datos necesarios, de modo que finalmente quedaron 15 artículos para este metanálisis.
El total de pacientes en quienes se estudió la relación entre la presencia de obesidad o sobrepeso y el posterior desarrollo de un cuadro de depresión fue de 55 387. La relación inversa se investigó en 7 196 pacientes. Todos los estudios acerca del IMC basal como predictor de depresión excluían individuos deprimidos en el punto de partida. Asimismo, todos los estudios acerca de la depresión como un factor predictor de modificaciones del IMC examinaron pacientes con un peso inicial normal.
La obesidad y el sobrepeso como predictores de depresión
El odds ratio (OR) combinado para los 8 ensayos que investigaban la obesidad como un factor predictor de depresión fue de 1.55, con un valor de p < 0.001. El OR combinado ajustado fue muy similar. La heterogeneidad entre los estudios no fue significativa. El análisis por subgrupos mostró una asociación significativamente más fuerte en los pacientes estadounidenses que en los europeos. También se encontraron diferencias significativas entre los OR para la depresión como diagnóstico clínico o como un conjunto de síntomas depresivos, lo cual indica que el efecto de la asociación global es mayor cuando la depresión se diagnostica clínicamente que cuando se evalúa mediante un listado de síntomas confeccionado por el paciente.
Los cálculos para el sobrepeso como un predictor de depresión arrojaron un OR combinado de 1.27, siendo p < 0.01. Las comparaciones de subgrupos mostraron que esta asociación se daba en pacientes mayores de 20 años, pero no en personas más jóvenes.
La depresión como factor predictor de obesidad y sobrepeso
El OR combinado de los 9 estudios que describían el efecto de la depresión sobre la obesidad fue de 1.58, con un valor de p < 0.001. El OR combinado ajustado fue ligeramente inferior, con una heterogeneidad de cero. Las comparaciones entre subgrupos no mostraron diferencias significativas.
El OR combinado para la relación entre la presencia de depresión y la aparición de sobrepeso fue de 1.20. En los análisis de subgrupos, se detectó que esta asociación se daba cuando los sujetos padecían depresión por un tiempo prolongado (por ejemplo, durante más de 10 años).
Comentario
Los autores manifiestan que este es el primer metanálisis que evalúa longitudinalmente si el sobrepeso aumenta el riesgo de padecer depresión y si la depresión incrementa el riesgo de adquirir sobrepeso. Las asociaciones encontradas son las siguientes: las personas obesas muestran un riesgo 55% mayor de tener depresión a lo largo del tiempo, mientras que las personas deprimidas tienen un 58% de aumento del riesgo de volverse obesos. La asociación entre depresión y obesidad fue más fuerte que entre depresión y sobrepeso, lo cual refleja un gradiente dependiente de la dosis.
Si bien esta asociación ya había sido determinada por estudios transversales previos, los resultados longitudinales proporcionaron nuevas explicaciones, señalan los expertos. Por un lado, probablemente el tiempo juega un papel fundamental en la asociación entre la obesidad y la depresión. Por otro lado, si bien se pensaba que esta relación se daba solo en mujeres, este análisis confirma que se da tanto en mujeres como en hombres.
Es importante destacar las líneas de razonamiento más corrientes que justifican una asociación biológica entre estas dos condiciones, agregan los autores. La obesidad puede entenderse como un estado inflamatorio, y a su vez, la inflamación se asocia con la depresión. Ya que la inflamación participa tanto de la obesidad como de la depresión, ésta podría ser el mediador de tal asociación. Por otra parte, el eje hipotálamo-hipófiso-suprarrenal (HHS) podría estar involucrado, ya que la obesidad puede implicar una desregulación de dicho eje, y es sabido que esta desregulación está presente en la depresión. Es decir que mediante la desregulación del eje HHS, la obesidad podría causar depresión. Un tercer argumento es que la obesidad conlleva una elevación de la resistencia a la insulina y del riesgo de diabetes mellitus. Esto podría inducir alteraciones cerebrales y aumentar el riesgo de depresión.
Además de los mecanismos biológicos, hay que mencionar las posibles vías psicológicas, puntualizan los especialistas. La percepción del sobrepeso y el sobrepeso per se aumentan el malestar psicológico. Tanto en Europa como en los Estados Unidos, la delgadez es considerada un ideal de belleza, y por esta razón, la obesidad podría hacer disminuir la satisfacción con el propio cuerpo y la autoestima. Además, los trastornos alimentarios así como el dolor físico que surge como consecuencia directa de la obesidad son factores conocidos de riesgo de depresión.
En el subanálisis teniendo en cuenta la zona de residencia de los pacientes se halló que la obesidad como factor predisponente de depresión fue más notable en los estudios realizados en los Estados Unidos. Los autores comentan que esto podría atribuirse a diferentes pautas socioculturales. Esta asociación también fue más fuerte en los sujetos cuyo diagnóstico de depresión se basó en la evaluación clínica en comparación con aquellos en los que el diagnóstico surgió de un cuestionario completado por los propios pacientes. Esto podría deberse a la mayor precisión diagnóstica de los psiquiatras comparada con el simple registro de los síntomas depresivos, que pueden estar sesgados por factores de confusión. También indica con claridad que la obesidad realmente puede tener consecuencias psiquiátricas graves y clínicamente relevantes.
Otro mecanismo que se debe tener en cuenta en las personas que sufren depresión, acotan los especialistas, es la adopción de un estilo de vida poco saludable, con insuficiente ejercicio físico o una dieta inadecuada, lo que puede llevar a la obesidad. Finalmente, se sabe que el consumo de antidepresivos puede favorecer la ganancia de peso.
Los autores reconocen algunas limitaciones en este metanálisis. En primer lugar, no se tuvieron en cuenta publicaciones escritas en otro idioma que no fuera inglés. En segundo lugar, tampoco se tuvieron en cuenta los estudios que no figuran en las bases de datos. Una tercera limitación sería que el número de artículos que finalmente se incluyeron fue relativamente pequeño, si bien la cantidad de pacientes estudiados fue importante.
Más allá de estas limitaciones, los expertos consideran que la información disponible es más que suficiente para afirmar que la obesidad y la depresión interactúan en forma recíproca. Los resultados fueron altamente significativos y la heterogeneidad fue baja. Asimismo, manifiestan que la asociación longitudinal bidireccional entre la depresión y la obesidad que revela este estudio es de gran importancia para la práctica clínica. Ya que el aumento de peso parece ser una consecuencia a largo plazo de la depresión, los profesionales de la salud a cargo de pacientes deprimidos deberían monitorear su peso. Del mismo modo, se debería controlar el temperamento de los pacientes con sobrepeso u obesidad. Los expertos opinan que este conocimiento puede contribuir a generar mejores estrategias de prevención, de detección precoz y de tratamiento conjunto en los pacientes en riesgo, lo que reducirá la carga socioeconómica de estas dos enfermedades.
Especialidad: Bibliografía - Nutrición