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Describen la Asociación entre las Infecciones Crónicas y la Obesidad

  • AUTOR : Thjodleifsson B, Olafsson I, Janson C
  • TITULO ORIGINAL : Infections and Obesity: A Multinational Epidemiological Study
  • CITA : Scandinavian Journal of Infectious Diseases 40(5):381-386, 2008
  • MICRO : Las infecciones por Chlamydia pneumoniae y Helicobacter pylori se relacionan de manera significativa y sinérgica con el sobrepeso. Esta asociación no parece mediada por los marcadores sistémicos de inflamación, como la proteína C reactiva.

Introducción

De acuerdo con los resultados de algunos modelos de experimentación con animales, se presume que las infecciones pueden relacionarse con la etiología de la obesidad. En los seres humanos, se ha descrito una asociación entre el índice de masa corporal (IMC) y los valores de anticuerpos de tipo IgG contra Chlamydia pneumoniae, por un lado, y la seropositividad cruzada para C. pneumoniae y Helicobacter pylori, por el otro.

Existen ejemplos de infecciones crónicas vinculadas con la aparición de ciertas afecciones en una pequeña proporción de sus hospederos, como el linfoma de Burkitt y la infección por el virus de Epstein-Barr (VEB), la úlcera péptica y H. pylori o el cáncer de cuello uterino y el virus del papiloma humano. Se especula que la infección por múltiples gérmenes causales puede desencadenar mecanismos inmunitarios e inflamatorios asociados con las enfermedades relacionadas. Del mismo modo, es probable que las infecciones crónicas induzcan ciertas afecciones, pero pueden tener efectos protectores sobre otras dolencias.

En función de estos datos, los autores se propusieron analizar la relación entre la obesidad y las infecciones por medio del análisis de las muestras de suero de los pacientes que participaron del ensayo European Community Respiratory Health Survey I (ECRHS I) en Islandia, Suecia y Estonia.

Métodos

El estudio ECRHS I fue diseñado para la evaluación de las diferencias geográficas en la prevalencia y la incidencia de asma y alergia y de sus factores de riesgo en los adultos jóvenes. Se incluyeron en el trabajo original pacientes de entre 20 y 44 años de 22 naciones asistidos entre 1990 y 1994.

En el presente ensayo, los investigadores seleccionaron un subgrupo de individuos que habían sido invitados a la siguiente fase del ECRHS entre 1999 y 2001 en las ciudades de Reykiavik (Islandia), Uppsala (Suecia) y Tartu (Estonia). En todos ellos se calculó el IMC y se definió como sobrepeso la presencia de un IMC > 25 kg/m2.

En las muestras de suero se determinó la concentración de proteína C reactiva (PCR) y los niveles de anticuerpos de tipo IgG para H. pylori y su proteína cagA, Toxoplasmosa gondii, C. pneumoniae, virus de la hepatitis A (VHA), VEB, virus del Herpes simple tipo 1 (VHS) y citomegalovirus (CMV).

Resultados

Formaron parte del estudio 985 sujetos elegidos de modo aleatorio entre los pacientes de Reykiavik (n = 427), Uppsala (n = 351) y Tartu (n = 207), con una media de edad de 42 + 7 años y un IMC promedio de 25.5 + 4.2 kg/m2.

Los autores demostraron una asociación significativa entre el sobrepeso y la infección por C. pneumoniae y H. pylori (p < 0.0001), mientras que la serología positiva para VHA se relacionó con un IMC normal (p = 0.09). Entre los pacientes seropositivos para H. pylori, la correlación con el sobrepeso fue más importante para aquellos con anticuerpos positivos para la proteína cagA. Sobre la base de los resultados para H. pylori y C. pneumoniae, los participantes fueron subdivididos en 4 grupos. Las personas con resultados positivos para ambos gérmenes tenían tanto una mayor prevalencia de sobrepeso como valores estadísticamente más elevados de IMC, aún después del ajuste relacionado con variables como la edad, el sexo, la actividad física, el tabaquismo, la situación socioeconómica, el nivel de PCR y el centro participante. De todos modos, los autores destacan que la PCR se asoció positivamente con el IMC.

Discusión

Los autores señalan que los anticuerpos de tipo IgG contra C. pneumoniae y H. pylori, en especial las cepas que expresan la proteína cagA, se asocian de manera estadísticamente positiva con el IMC, y que la serología reactiva para CMV tiene una tendencia similar. Por el contrario, los anticuerpos contra VHA y VEB se relacionan de manera negativa con el IMC, pero sin alcanzar relevancia estadística. No parece existir un vínculo entre el sobrepeso y la presencia de anticuerpos contra T. gondii y VHS-1. Por otra parte, los resultados positivos para C. pneumoniae y H. pylori son sinérgicos, con una prevalencia combinada del 67.7% en los pacientes con sobrepeso. Esta relación estadísticamente significativa no se modificó luego del ajuste por otras variables demográficas de confusión, pese a que la población estudiada procedía de áreas con diferentes niveles socioeconómicos. De esta manera, la asociación entre los anticuerpos contra C. pneumoniae y H. pylori y el IMC fue similar en todos los centros y, de acuerdo con los investigadores, no parece explicarse por la presencia de sesgos.

A tal fin, se cita un estudio efectuado en Estados Unidos en 2005, en el cual el odds ratio (OR) para la relación entre la infección por las cepas cagA positivas de H. pylori y el sobrepeso fue de 1.60, pero después del ajuste estadístico por variables demográficas y del estilo de vida, la asociación se redujo a niveles no significativos (OR = 1.17). En cambio, en el presente trabajo se obtuvo un OR = 1.86 después del mismo proceso estadístico, si bien los autores admiten que no es posible eliminar todas las variables de confusión en un estudio epidemiológico de diseño transversal.

Recuerdan que la infección por H. pylori persiste a lo largo de la vida y provoca gastritis crónica, en especial en el caso de cepas que expresan la proteína cagA. La infección por C. pneumoniae se comporta de manera crónica, con reactivaciones o reinfecciones. Del mismo modo, las infecciones por CMV, T. gondii y VHS-1 son persistentes, a diferencia de la provocada por VHA, la cual se limita aunque los niveles de IgG permanecen detectables durante toda la vida.

Se sugiere que la obesidad es una condición que predispone a las infecciones. Sin embargo, C. pneumoniae y H. pylori se adquieren generalmente en la niñez. Debido a que la prevalencia de obesidad en los sujetos de 18 años es del 10% en Suecia y Estonia, se calcula que la incidencia de esta afección se acerca al 5% en el momento en que la mayor parte de los pacientes se infectan por C. pneumoniae y H. pylori. Por lo tanto, parece improbable que la obesidad represente un factor importante en estas infecciones en la población estudiada.

Otra hipótesis propuesta por los investigadores es la que considera que las infecciones predisponen a la obesidad, además de los conocidos factores metabólicos, genéticos, conductuales, sociales, alimentarios y culturales. Si bien el hipotálamo regula el apetito por medio de la secreción de neuropéptidos, el tubo digestivo y el tejido adiposo desempeñan un papel importante en la regulación alimentaria con la secreción de hormonas específicas. De este modo, se considera que, si las infecciones crónicas son un cofactor etiológico de la obesidad, pueden actuar de manera periférica sobre la diferenciación y la capacidad de reserva de los adipocitos, por un lado, o bien de manera central sobre el consumo de energía y la regulación del apetito, por el otro. En modelos con animales, la inoculación del adenovirus 36 provoca un aumento del tejido adiposo visceral y modificaciones en los lípidos séricos. Estos resultados coinciden con las experiencias in vitro en las cuales este virus altera la expresión y la secreción de leptina. Otros adenovirus se han asociado con alteraciones del peso corporal y el metabolismo de los lípidos en trabajos con animales de laboratorio. Se conjetura que C. pneumoniae y H. pylori se relacionan con la obesidad por medio de la interacción con las hormonas intestinales o con los péptidos sintetizados por los adipocitos. Además, se cree que la microflora intestinal constituye otro factor adicional para la fisiopatología de la obesidad, que parece vincularse con la abundancia relativa de bacterias de los tipos Bacteroidetes y Firmicutes y su capacidad incrementada para obtener energía de la dieta.

Por otra parte, los autores señalan que la PCR se relacionó con el IMC, pero sin asociaciones significativas entre este marcador de inflamación y los niveles de anticuerpos contra C. pneumoniae y H. pylori.

Conclusiones

La obesidad, una afección de etiología multifactorial, se disemina a lo largo del mundo con características epidemiológicas que se asemejan a las de una infección. Los cambios socioeconómicos, de higiene y habitacionales de los países desarrollados han modificado el riesgo de algunas infecciones y las interacciones con los gérmenes causales. Los expertos concluyen señalando que las infecciones por C. pneumoniae y H. pylori pueden representar un marcador de las alteraciones en el equilibrio microbiano que se asocian de modo directo con la etiología de la obesidad.

Especialidad: Bibliografía - Infectología

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