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Descubrimientos Recientes. Suicidio en Ancianos

  • AUTOR : O’Connell H, Chin A, Cunningham C y Lawlor BA
  • TITULO ORIGINAL : Recent Developments: Suicide in Older People
  • CITA : BMJ 329(7471):895-899, Oct 2004
  • MICRO : Los ancianos presentan mayor riesgo de suicidio en comparación con cualquier otro grupo etario.

Introducción

Los ancianos presentan mayor riesgo de cometer suicidio que cualquier otro grupo etario. A pesar de ello, el tema recibe escasa atención, las medidas preventivas, las investigaciones médicas y el interés de los medios de comunicación se orientan hacia grupos más jóvenes. En la presente exposición, los autores describen la epidemiología y los factores asociados con la conducta suicida en los ancianos y resumen las medidas actuales para la prevención y tratamiento de este fenómeno desatendido. Para ello, efectuaron la búsqueda de investigaciones originales y revisiones sobre el tema en Medline y la base de datos Cochrane.

Desaparición de los mitos

Desde tiempos inmemoriales, los sentimientos suicidas y la desesperanza han sido considerados parte del envejecimiento y comprendidos en el contexto de la ancianidad y de experimentar discapacidades físicas. Los griegos toleraban esta actitud y les daban a los ancianos la opción del suicidio asistido si podían demostrar que carecían de un papel útil en la sociedad. Tales prácticas se basaban en la suposición de que una vez que el individuo llega a cierta edad ya no tiene un propósito importante en la vida, por lo que se consideraba que era mejor que muriera. La carga del suicidio con frecuencia es calculada en términos económicos y, específicamente, en pérdida de productividad. Sin embargo, las consecuencias del suicidio no deben medirse únicamente en estos términos reduccionistas. El envejecimiento de la población implica que la cantidad de suicidios en los ancianos tiende a aumentar.

Epidemiología de las conductas suicidas

Un modelo del proceso suicida se basa en que la acción suicida existe a lo largo de un continuo: sentimientos de desesperanza, pensamientos de que la vida no tiene sentido, deseo pasivo de morir, pensamiento suicida, planes suicidas, intentos de suicidio, suicidio. Siguiendo este modelo, la epidemiología de la conducta suicida en los ancianos puede describirse bajo los términos de idea suicida, intento de suicidio y suicidio. La prevalencia de desesperanza o de pensamiento suicida en los ancianos varía desde 0.7%-1.2% hasta el 17%. Un hallazgo universal comprende la estrecha asociación con la patología psiquiátrica, particularmente la depresión. La prevalencia de pensamientos suicidas en los ancianos con enfermedades mentales asciende al 4%.

Estos hallazgos contradicen la presunción de que la desesperanza y la tendencia suicida son consecuencias naturales del proceso de envejecimiento. Las tasas de suicidio en los ancianos varían entre las culturas, aunque información de la Organización Mundial de la Salud revela el aumento de la prevalencia con la edad. En el caso de los hombres, la tasa aumenta de 19.2 por 100 000 entre los 15 y 24 años a 55.7 por 100 000 en mayores de 75 años. En las mujeres, los valores correspondientes ascienden a 5.6 por 100 000 y a 18.9 por 100 000.

Los suicidios en las personas mayores representan la punta de un iceberg de los problemas psicológicos, físicos y sociales de este grupo. La evidencia indica que entre 71% y 95% de los ancianos que se suicidan sufren alguna patología psiquiátrica, comúnmente depresión (83%). La prevalencia de suicidio es relativamente baja en los ancianos con patologías psicóticas primarias, trastornos de personalidad, trastornos de ansiedad y toxicomanías.

La información respecto de las conductas suicidas sugiere que en jóvenes y ancianos están involucrados diferentes fenómenos. La relación entre intentos de suicidio y suicidios en los ancianos es inferior que entre los más jóvenes y la población (200:1 en adolescentes, 8:1 a 33:1 en la población general y 4:1 en los ancianos). La conducta suicida en los últimos se caracteriza por un mayor grado de intentos.

Factores asociados con el suicidio en ancianos

Los factores asociados con el suicidio en los ancianos pueden describirse como psicológicos, físicos y sociales, algunos de ellos modificables. La depresión es el diagnóstico más común e importante. Un estudio reveló que en los individuos con los puntajes más bajos en la clasificación de los síntomas depresivos fue 23 veces superior la probabilidad de cometer suicidio. El alcoholismo y más de 9 horas de sueño nocturno también son factores importantes. En un estudio reciente, el 35% de ancianos y el 18% de ancianas suicidas presentaron antecedentes de dependencia alcohólica, mientras que las tasas en los controles alcanzaron 2% y 1%. Una revisión evidenció que cualquier trastorno psiquiátrico del eje I se asocia con mayor riesgo de suicidio, con índices de riesgo relativo de 27.4 a 113.1. Los trastornos de ansiedad, los trastornos psicóticos y las toxicomanías también constituyen factores de riesgo, aunque no alcanzan la importancia de la depresión.

Los estudios sobre demencia no revelaron diferencias importantes entre casos y controles. Generalmente se consideraba que el aumento del riesgo de suicidio posterior al ictus se debía a la depresión y al deterioro funcional. Sin embargo, ciertos infartos que afectan el circuito frontal y subcortical podrían estar asociados con depresión e impulsividad. Por otra parte, en ancianos suicidas se encontraron menores concentraciones de ácido 5-hidroxiindolacético y de ácido homovanílico en el líquido cefalorraquídeo. La experiencia clínica sugiere que los efectos del envejecimiento en el cerebro, los problemas físicos y eventos como el duelo pueden acentuar los rasgos de personalidad de mala adaptación en ciertos ancianos, lo que los llevaría a pensamientos o a conductas suicidas.

Los ancianos que se suicidan presentan mayores niveles de neurosis y menores puntajes en lo que respecta a la apertura a experiencias, con un rango de intereses restringidos. Estudios recientes identificaron el antecedente de intento de suicidio como factor de riesgo de suicidio en esta población, hallazgos que destacan la importancia de la prevención secundaria. En otro orden, si bien los problemas físicos y el nivel de funcionamiento son importantes en la conducta suicida, la evidencia sugiere que sus efectos suelen estar mediados por factores mentales, principalmente por la depresión. En una experiencia, el hecho de sufrir tres enfermedades físicas y el antecedente de úlcera péptica en mayores de 85 años fueron pronósticos de mayores sentimientos suicidas. Sobre la base de la revisión de 235 estudios, los trastornos físicos asociados con mayor riesgo de suicidio comprenden infección por HIV, sida, enfermedad de Huntington, esclerosis múltiple, ulcera péptica, enfermedad renal, lesión medular y lupus eritematoso sistémico.

Un grupo de investigación observó que los hombres parecen ser más vulnerables a los efectos de las enfermedades físicas. En otro orden, al igual que en otros grupos etarios, los ancianos también parecen experimentar un exceso de eventos estresantes en las semanas previas al suicidio. La falta de apoyo social y el aislamiento social generalmente están asociados con la aparición de sentimientos suicidas. La religiosidad y la satisfacción con la vida son factores protectores contra los pensamientos suicidas en ancianos afroamericanos. En general, los sujetos solteros, viudos o divorciados presentan mayor riesgo de suicidio, por lo que la vida en pareja resulta ser protectora. El proceso de duelo también está asociado con los intentos suicidas y con el suicidio, los hombres son más vulnerables a la pérdida del cónyuge.

Detección

A pesar del mayor riesgo de suicidio en los ancianos en comparación con sujetos más jóvenes, la baja tasa de prevalencia absoluta no justifica la pesquisa de toda la población de mayores. El rastreo del pensamiento suicida es oportuno en personas con patologías depresivas, intentos suicidas previos, con enfermedades físicas o socialmente aislados. Los mayores no suelen referir sus pensamientos suicidas e incluso pueden estar presentes en individuos con escasos síntomas depresivos. Por lo tanto, los profesionales de la salud deben estar entrenados para detectarlos. La presencia de sentimientos suicidas en pacientes con depresión es un indicador de menor respuesta al tratamiento.

Tratamiento

El nivel de detección y tratamiento de la depresión a cualquier edad es bajo y sólo 52% de los casos responden al tratamiento. Por lo tanto, si bien la detección de la depresión es vital en la prevención del suicidio en ancianos, las medidas preventivas a nivel individual y poblacional también son esenciales. El mejoramiento de la salud física y mental, el ejercicio y la modificación del estilo de vida promueven un mejor envejecimiento y disminuyen la incidencia de pensamientos suicidas. A nivel poblacional, las intervenciones que mejoran el contacto social, el apoyo y la integración en la comunidad también son medidas eficaces. El acceso limitado a fármacos de venta libre y la reducción de las probabilidades de completar el suicidio mediante el empleo de conversores catalíticos para reducir la mortalidad de las emanaciones de los autos también afectan las tasas de suicidio. También puede ser útil la pesquisa de los sentimientos de desesperanza y suicidas en ancianos que consultan al médico clínico.

Conclusiones

El suicidio en el anciano es un fenómeno complejo y multifactorial. Los programas de pesquisa, prevención y tratamiento deben centrarse en esta población debido al mayor riesgo inherente de suicidio. Más específicamente, existe la necesidad de la detección y terapia de la depresión y de los sentimientos suicidas, especialmente en quienes presentan factores de riesgo adicionales, finalizan los autores.

Especialidad: Bibliografía - Geriatría

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