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Efectos Beneficiosos de las Hormonas Ováricas en el Traumatismo Craneoencefálico Grave

  • AUTOR : Shahrokhi N, Khaksari M, Nakhaee N y colaboradores
  • TITULO ORIGINAL : Effect of Sex Steroid Hormones on Brain Edema, Intracranial Pressure, and Neurologic Outcomes After Traumatic Brain Injury
  • CITA : Canadian Journal of Physiology and Pharmacology 88(4):414-421, Abr 2010
  • MICRO : En los pacientes con traumatismo craneoencefálico, las dosis terapéuticas de estrógenos y progesterona parecen una alternativa útil para elevar la presión intracraneal y reducir la presión de perfusión cerebral.

Introducción

En todo el mundo se informan millones de casos anuales de traumatismo craneoencefálico (TEC) grave, en especial en niños y adolescentes, que se asocian con muerte y discapacidad permanente. La mayor parte de estos episodios se atribuye a los accidentes viales, y se estima que la incidencia se elevará debido al mayor uso de vehículos en Asia y Africa. La contusión cerebral es una de las complicaciones del TEC. En este contexto, el edema provoca la expansión del volumen cerebral con repercusiones sobre la morbimortalidad.

Se ha señalado que las hormonas esteroides sexuales producidas por el ovario se vinculan con efectos tróficos y protectores sobre el tejido nervioso en las lesiones cerebrales. Parte del daño secundario en los pacientes con TEC grave se verifica en etapas posteriores a la lesión aguda. La mayor parte de estas complicaciones es consecuencia del edema cerebral vasogénico, seguido del aumento de la presión intracraneal (PI), con disminución de la presión de perfusión cerebral (PPC) e inducción de isquemia. La preservación de la PPC constituye un factor de especial importancia para evitar lesiones cerebrales secundarias. Por ello, tanto la PI como la PPC se determinan de rutina y en forma repetida en los sujetos con TEC grave y lesiones secundarias.

Debido a que los esteroides sexuales se vinculan con una disminución del edema cerebral, los investigadores se propusieron verificar los efectos de estas hormonas sobre la PPC y la PI en ratas hembra sometidas a traumatismo de cráneo.

Materiales y métodos

Se seleccionaron 50 ratas hembras de 200 g a 250 g que se criaron a temperatura ambiente, con ciclos de luz y sombra de 12 horas y libre acceso al agua y los alimentos. Los ejemplares fueron divididos en 5 cohortes de 10 integrantes: un grupo control (GC), un grupo en el que se efectuó una ooforectomía 2 semanas antes de la experiencia, con un falso traumatismo de cráneo bajo anestesia y sin administración de hormonas (grupo quirúrgico de referencia [GQR]); una tercera cohorte, en la que se realizó la ooforectomía y se indicó un vehículo intraperitoneal sin hormonas (grupo vehículo [GV]); un cuarto grupo, en el que se efectuaron la ooforectomía y el traumatismo de cráneo, además de la administración de un vehículo con una dosis terapéutica de estrógenos; y un quinto grupo similar, en el que la terapia se llevó a cabo con una dosis terapéutica de progesterona.

El TEC se provocó mediante un dispositivo estandarizado de daño cerebral inducido. El edema cerebral se cuantificó mediante la determinación del contenido hídrico del cerebro y el valor del peso seco del tejido cerebral. Por otra parte, se calculó la PI mediante la inserción de un catéter de medición con un transductor a nivel de la columna lumbar. La PPC se estimó sobre la base de la presión arterial media determinada en la cola de los ejemplares y el nivel de PI.

Los resultados se evaluaron por medio de la escala veterinaria de coma, en la que se incluyen parámetros de la función motora, ocular y respiratoria. Los datos reunidos se procesaron mediante análisis de la varianza y se definió como significativo un valor de p < 0.05.

Resultados

De acuerdo con los autores, el contenido cerebral de agua de los roedores del GC, el GQR y el GV se calculó en 76.75 ± 0.23%, 76.6 ± 0.43% y 79.8 ± 0.23%, en orden respectivo. Las diferencias entre el GV y las otras dos cohortes se consideraron significativas (p < 0.001). La administración de estrógenos o progesterona se asoció con la reducción significativa del contenido hídrico cerebral de los ejemplares en comparación con el GV, con valores de 77.07 ± 0.2% y 77.26 ± 0.15%, en el mismo orden.

Por otra parte, se destaca que la PI calculada una hora después del traumatismo craneal fue significativamente más elevada en el GC y en el GQR en comparación con los ejemplares restantes (5.8 ± 0.34 mm Hg y 6.35 ± 0.29 mm Hg; p < 0.001). No se reconocieron diferencias entre las otras tres cohortes en esa medición. Sin embargo, cuando se determinó la PI a las 4 horas de producido el traumatismo, se identificó la reducción significativa de este parámetro en los animales que habían recibido estrógenos (11.21 ± 0.61 mm Hg; p < 0.05) o progesterona (9.5 ± 0.52 mm Hg; p < 0.001). En el control realizado a las 24 horas del traumatismo, se observó que la PI de los animales tratados con estrógenos y progesterona fue menor que la de los ejemplares que sólo habían recibido el vehículo (p < 0.001), sin diferencias significativas entre ambas formas de tratamiento.

De la misma manera, los investigadores señalan que la PPC se incrementó de manera estadísticamente significativa en la evaluación efectuada a las 4 horas del traumatismo en las ratas que habían recibido vehículo, estrógenos o progesterona (p < 0.01). A las 24 horas de producido el TEC, el uso de progesterona y estrógenos se asoció con mayor incremento de la PPC en comparación con el vehículo (95.7 ± 1.9 mm Hg, 99.5 ± 1.7 mm Hg y 83.5 ± 1.8 mm Hg, en orden respectivo; p < 0.001 para ambas comparaciones).

Tanto en la primera hora como a las 4 horas del traumatismo, los puntajes de la escala veterinaria de coma mejoraron de modo significativo en los animales que recibieron vehículo, estrógenos o progesterona. Asimismo, esta puntuación fue significativamente mayor entre los animales tratados con estrógenos cuando se los comparó con aquellos en los que se administró sólo el vehículo (14.28 ± 0.28 y 13.14 ± 0.26, en el mismo orden; p < 0.001).

Discusión

El incremento de la PI se describe en sujetos con hemorragia cerebral, edema asociado con infartos y, de manera acentuada, en pacientes con lesiones cerebrales graves. En estos casos, se recomienda el control habitual de la PI. Si bien se postula que las hormonas ováricas se asocian con efectos protectores en estos individuos, no se conocen con exactitud los mecanismos involucrados.

En este análisis, los expertos señalan que la PI se elevó en las ratas ooforectomizadas inmediatamente después del TEC. Este incremento se inició en la primera hora posterior al traumatismo y persistió durante 24 horas en los animales de experimentación. Esta elevación de la PI puede atribuirse al incremento del volumen cerebral, con contracción de las meninges, hipoxia, reducción del flujo circulatorio y aumento de la tasa metabólica. Sin embargo, la administración de estrógenos y progesterona se vinculó con el descenso de estos niveles elevados de PI, en comparación con el uso de un vehículo sin hormonas, tanto en las 4 como en las 24 horas posteriores al TEC. Dado que los procedimientos terapéuticos indicados en los sujetos con traumatismos tienen por objetivo la preservación de una PPC adecuada, los autores llevaron a cabo el cálculo de este parámetro. Agregan que la PPC se elevó en los animales tratados con hormonas ováricas a las 24 horas del TEC, en comparación con aquellos ejemplares que sólo recibieron el vehículo. Sin embargo, tanto los estrógenos como la progesterona se vincularon también con un incremento de la presión arterial media. En consecuencia, la optimización de la PPC podría atribuirse a la disminución de la PI o al aumento de la presión media.

Los autores señalan que los estrógenos se asocian con un posible incremento del flujo circulatorio cerebral y podrían evitar la elevación de la PI al atenuar la reducción del suministro de oxígeno. En cambio, la progesterona no presenta efectos sobre el flujo circulatorio cerebral. De este modo, los autores postulan que los mecanismos relacionados con las repercusiones de las hormonas ováricas sobre la PI, el flujo circulatorio cerebral y la PPC incluyen la inhibición de la producción de especies reactivas de oxígeno, los efectos antioxidantes propios de estas hormonas, la modulación de la producción de óxido nítrico, una reducción de la síntesis de citoquinas proinflamatorias y prostaglandinas y la posibilidad de evitar la degradación de la barrera hematoencefálica y sus acciones directas sobre la pared vascular. Como corolario, se considera que el efecto terapéutico principal de las hormonas ováricas es la disminución del edema en el contexto del TEC, con reducción de la PI y una elevación de la PPC.

En función de los puntajes descritos en la escala veterinaria de coma, se presume que estas hormonas, con especial énfasis en los estrógenos, constituyen un recurso eficaz en la recuperación neurológica a partir de la primera hora posterior al TEC. Se destaca que los síntomas que se cuantifican en esta escala (función motora, ocular y respiratoria) se correlacionan de modo directo con la PI.

Conclusiones

En los pacientes con TEC, las dosis terapéuticas de estrógenos y progesterona podrían representar una alternativa útil para el tratamiento de la elevación de la PI y el descenso de la PPC, así como para provocar una disminución del edema cerebral y una optimización de los resultados neurológicos. Los autores manifiestan la necesidad de estudios moleculares y bioquímicos para profundizar el conocimiento de los mecanismos de acción de estas hormonas y considerar su posible inclusión entre las opciones terapéuticas de las lesiones cerebrales.

Especialidad: Bibliografía - Neurología

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