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El Bajo Nivel Educativo es un Factor de Riesgo de Síndrome Metabólico en Hombres y Mujeres de la Argentina

  • AUTOR : Coniglio R, Nellem J, Torres M
  • TITULO ORIGINAL : Síndrome Metabólico en Empleados en la Argentina
  • CITA : Medicina-Buenos Aires 69(2):246-252, 2009
  • MICRO : En las mujeres, el bajo nivel educativo predice la presencia de cuatro componentes del síndrome metabólico: obesidad central, baja concentración de colesterol asociado a lipoproteínas de alta densidad, hiperglucemia e hipertrigliceridemia, mientras que en los varones predice sólo esta última.

Introducción

El síndrome metabólico (SM) es un importante factor de riesgo de diabetes y de eventos cardiovasculares. Esta afección se diagnostica en presencia de diversos trastornos metabólicos: intolerancia a la glucosa, resistencia a la insulina, obesidad central, dislipidemia aterogénica, hipertensión arterial, inflamación vascular y estado protrombótico. Para implementar medidas adecuadas de prevención, señalan los expertos, es necesario conocer la prevalencia del SM en cada región.

Actualmente se utilizan tres definiciones de SM. Según los criterios National Cholesterol Education Program Adult Treatment Panel III (NCEP-ATP III), la prevalencia de SM en los sujetos de más de 20 años en los EE.UU. es cercana a 0.24. Esta definición, que incluye la hiperglucemia en ayunas (concentración de 110 a 125 mg/dl), ha sido utilizada en múltiples trabajos. Otras organizaciones modificaron levemente los criterios mencionados y consideran para la hiperglucemia en ayunas un umbral de 100 mg/dl, más apropiado para valorar la frecuencia del SM en todo el mundo.

La diabetes y otras enfermedades se asocian con índices más elevados de morbilidad y de mortalidad en las personas de escasos recursos económicos. Asimismo, se ha sugerido que entre las mujeres con bajo nivel educativo, la frecuencia de SM es mayor.

Este estudio tuvo por objetivos determinar la prevalencia de SM entre empleados argentinos de 40 a 65 años según tres definiciones diferentes y analizar la relación entre las diferentes variables que definen el síndrome, el nivel educativo y el sexo.

Materiales y métodos

La investigación, con un diseño de observación, transversal y multicéntrica, abarcó trabajadores de diferentes regiones geográficas de la Argentina. Los 54 centros de la Fundación de la Asociación de Laboratorios de Alta Complejidad (ALAC), ubicados en distintas partes del país, fueron invitados a participar en el estudio. Los empleados se reclutaron en el contexto de los exámenes periódicos ocupacionales. Entre abril de 2004 y diciembre de 2005 se incluyeron 1 603 varones y 1 203 mujeres distribuidos del siguiente modo: región centro, n = 1 726; noroeste, n = 318; noreste, n = 223; Cuyo, n = 180 y Patagonia, n = 359.

Fueron excluidos del estudio los sujetos con infarto de miocardio, cirugía de derivación coronaria, enfermedad cerebrovascular, aterosclerosis periférica, enfermedades renales o hipotiroidismo y los tratados con anticonceptivos orales, corticoides o agentes hipolipidémicos.

Se tuvieron en cuenta la ocupación, el nivel educativo, el peso, la talla, la circunferencia de la cintura, el estado menopáusico, el antecedente familiar de enfermedad cardiovascular, el antecedente personal y familiar de diabetes, la actividad física, el tabaquismo en el último año, la presión arterial y el tratamiento antihipertensivo. Se calculó el índice de masa corporal (IMC, kg/m2).

El SM se diagnosticó según tres definiciones: 1) la del NCEP-ATP III, que considera la presencia de por lo menos tres de las siguientes alteraciones: obesidad abdominal (circunferencia de la cintura > 102 cm en los varones y > 88 cm en las mujeres), triglicéridos > 150 mg/dl, colesterol asociado a lipoproteínas de alta densidad (HDLc) < 40 mg/dl en los hombres y < 50 mg/dl en las mujeres, presión arterial sistólica > 130 mm Hg o presión arterial diastólica > 85 mm Hg y glucemia en ayunas > 110 mg/dl; 2) la de la American Heart Association (AHA)/National Heart, Lung and Blood Institute (NHLBI), con los mismos criterios pero con un umbral para la hiperglucemia de 100 mg/dl o más; y 3) la de la International Diabetes Federation (IDF), que considera la obesidad central en presencia de una circunferencia de la cintura > 94 cm en los hombres y > 80 cm en las mujeres, en combinación con dos de los siguientes trastornos: triglicéridos > 150 mg/dl, HDLc < 40 mg/dl en los hombres y < 50 mg/dl en las mujeres, presión arterial sistólica o diastólica > 130 o a > 85 mm Hg, respectivamente, y glucemia en ayunas > 100 mg/dl.

La glucosa, el colesterol y los triglicéridos se determinaron con métodos enzimáticos con colorimetría final según Trinder, mientras que el HDLc se valoró con un método directo homogéneo en el 63% de los laboratorios y por precipitación con ácido fosfotúngstico-cloruro de magnesio en los centros restantes. Todos los laboratorios eran integrantes de la red nacional de ALAC de la Argentina.

La comparación de las proporciones entre las variables discretas se efectuó con la prueba de χ2 de Pearson, mientras que los valores promedios de las variables continuas se compararon con la prueba de la t de Student. El valor predictivo de las variables independientes se determinó con un modelo de regresión logística.

Resultados

En la investigación participaron 35 laboratorios (65% del total de la red ALAC). El IMC > 30 kg/m2 fue más común en los varones, en tanto que la obesidad central (según la definición del NCEP-ATP III) fue más frecuente en las mujeres. La presión arterial sistólica > 130 mm Hg y la presión arterial diastólica > 85 mm Hg o el tratamiento antihipertensivo fueron más comunes en los varones, al igual que los triglicéridos > 150 mg/dl y la glucemia > 100 mg/dl. La concentración baja del HDLc fue, en cambio, más frecuente en las mujeres.

Cualquiera sea la definición aplicada para diagnosticar el SM, el trastorno fue más prevalente en los hombres (p = 0.0000). En comparación con los criterios del NCEP-ATP III, la prevalencia aumentó en un 20.7% cuando se consideraron los criterios de la IDF y en un 17.2% cuando se aplicaron los de la AHA/NHLBI. Se encontró un aumento significativo de la frecuencia de SM en relación con la edad al considerar las definiciones del NCEP-ATP III y de la AHA/NHLBI; en cambio, cuando se utilizó la definición de la IDF, el incremento fue poco marcado y sólo se constató en los grupos de 40 a 49 años y de 50 a 59 años (p = 0.0167). Al utilizar las definiciones del NCEP-ATP III y de la AHA/NHLBI se encontraron pocas diferencias entre los varones de 40 a 49 años y los de 50 a 59 años; cuando se aplicaron los criterios de la IDF no se registraron variaciones.

En las mujeres, sin embargo, se observó un cambio significativo según la edad con las dos primeras definiciones; al aplicar los criterios de la IDF, sólo se observó un cambio significativo al comparar las mujeres de 40 a 49 años con las de 60 a 65 años. La prevalencia del SM en los individuos de 60 a 65 años no varió según el sexo.

Se registró una concordancia estadística k entre la definición de la IDF y aquella de la AHA/NHLBI de 0.716 (p = 0.000); entre la definición de la IDF y la del NCEP-ATP III, este valor fue de 0.710 (p = 0.000) y entre la definición de la AHA/NHLBI y la del NCEP-ATP III, éste fue de 0.891 (p = 0.000).

La edad, el sexo, la actividad física, la historia familiar de diabetes, el estado menopáusico y el nivel educativo fueron factores predictivos de SM en el modelo de variables múltiples; sin embargo, el valor predictivo de la edad se redujo al considerar el resto de los parámetros.

Los varones tuvieron casi el doble de riesgo de SM respecto de las mujeres con cualquiera de las tres definiciones. En comparación con los sujetos con estudios de 12 años o más, el bajo nivel educativo elevó el riesgo de SM en un 56%, 59% y 51% al aplicar la definición de la IDF, de la AHA/NHLBI y del NCEP-ATP III, respectivamente. No obstante, el valor predictivo del bajo nivel educativo fue diferente en los hombres y las mujeres, después de considerar la edad, la actividad física, la menopausia y el antecedente familiar de diabetes. Las mujeres con menos de 12 años de educación tuvieron un riesgo entre 81% y 96% más alto de presentar SM en comparación con las participantes con un nivel educativo más alto. En cambio, los varones con menos de 12 años de educación tuvieron un riesgo entre 36% y 40% mayor comparado con el de los hombres con más años de educación, independientemente de los criterios diagnósticos aplicados.

En los hombres, el nivel educativo bajo fue un factor predictivo de hipertrigliceridemia (odds ratio [OR] 1.46), mientras que en las mujeres predijo el HDLc bajo (OR 1.43), la hiperglucemia en ayunas (OR 1.54), la hipertrigliceridemia (OR 1.32) y la obesidad central, con cualquiera de los criterios considerados.

Discusión

En este estudio, la tercera parte de los varones y alrededor del 25% de las mujeres presentaron SM. La frecuencia de obesidad central según los criterios de la IDF fue alta, del 64.2%, un fenómeno que pone de manifiesto la necesidad de implementar controles adecuados y de asesorar a la población.

La prevalencia de SM según la definición del NCEP-ATP III fue similar a la que se encontró en los EE.UU. en los hombres de 50 a 59 años, pero más baja en al caso de las mujeres. Si bien el SM fue más común en los hombres que en las mujeres, cuando se consideró el grupo de 60 a 65 años no se encontraron diferencias entre los sexos. De hecho, señalan los expertos, se ha sugerido que en las mujeres, el estado posmenopáusico y el envejecimiento inducirían cambios en el metabolismo de los lípidos.

Los autores destacan que se constató una concordancia importante entre las tres definiciones. Aunque no se encontraron diferencias significativas al considerar los criterios de la IDF y de la AHA/NHLBI, las cifras en ambos casos fueron superiores a las que se registraron al aplicar los criterios del NCEP-ATP III, porque se utilizaron valores límites más bajos para la glucemia y para la circunferencia de la cintura. En tal sentido, los autores añaden que, en otro estudio, la prevalencia del SM aumentó en un 20% cuando se aplicó un umbral inferior de glucemia. Esta modificación incrementó la sensibilidad y no redujo la especificidad de los criterios de definición.

El nivel educativo de los participantes de la presente investigación fue similar, y el bajo nivel educativo fue un fuerte factor predictivo de SM en todos los participantes. No obstante, fue un factor predictivo de mayor magnitud en las mujeres, en quienes se asoció con un número más alto de componentes del SM, aun después de considerar las diversas variables de confusión y los distintos criterios de definición.

En conclusión, afirman los especialistas, los resultados de la presente investigación son muy importantes para implementar medidas preventivas y educativas destinadas a controlar los factores de riesgo modificables y alentar hábitos saludables de vida, con el objetivo de reducir la morbilidad y la mortalidad asociadas con la diabetes y con la enfermedad cardiovascular.

Especialidad: Bibliografía - Clínica Médica - Nutrición

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