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En un Futuro se Podrán Reemplazar los Experimentos en Animales con Modelos Matemáticos en Computadoras

  • AUTOR : Watts G
  • TITULO ORIGINAL : Animal Testing: Is it Worth it?
  • CITA : BMJ 334(7586):182-184, Ene 2007
  • MICRO : Las experiencias en animales son resistidas debido a razones éticas por entidades que representan a una parte de la sociedad. Sin embargo, aún se consideran necesarias para validar tanto los efectos terapéuticos como la potencial toxicidad de las drogas. Se propende a reemplazarlas en un futuro con microdosificación y modelos matemáticos en computadoras.

Con respecto al empleo de animales para realizar experimentos destinados a probar tratamientos en seres humanos, el autor relata que existe una entidad en Gran Bretaña, que él visitó en la década del 70, la cual clamaba entonces como lo hace en la actualidad en contra de su utilización con el mencionado objetivo. Esta organización en lugar de estimular al público a apoyar dicha campaña mostrándole conejos y gatos mutilados, optó por apelar a la razón. El argumento se sustentaba en que la mayoría de los conocimientos podrían ser adquiridos de otra manera, si bien aceptaba que los experimentos no podían abandonarse de la noche a la mañana. Al cabo de 30 años, Fund for the Replacement of Animals in Medical Experiments (FRAME) recaudó ingentes sumas de dinero y hasta mantiene su propio laboratorio en los predios de una prestigiosa universidad.

Lo concreto es que existe una corriente que propende al reemplazo de los experimentos con seres vivos no obstante las demandas regulatorias de organismos oficiales que los exigen y cuyas autoridades, en opinión del autor de este artículo, suelen ser reacias a cambiar de mentalidad. Refiere que se realizó un simposio organizado por la Federation of European Laboratory Animal Science Associations, cuya principal conclusión con respecto al tema fue señaló que el valor de los resultados de los experimentos es limitado e incluso en algunos casos sólo se los lleva a cabo debido a las exigencias, ya que por sí mismos carecen de utilidad práctica. Esta opinión apoya la campaña de los antiviviseccionistas que sostienen que «es un mito que los animales son indispensables para la investigación en medicina».

Los recursos tecnológicos que permitirían reemplazar por el momento una parte de los experimentos con animales ya están disponibles, y algunos de ellos se venden confeccionados. Por ejemplo, los sistemas epidérmicos consisten en una delgada lámina de células cutáneas que crecen en un medio de cultivo alojado en su correspondiente recipiente. Si sobre ese cultivo se aplican un producto, la viabilidad de las células indica la toxicidad de la sustancia en contacto.

Otro ejemplo es el de los modelos matemáticos y simulación por computadora. Si se conocen la forma y el tamaño, entre otras características, de las moléculas de una sustancia química, también se podría conocer su comportamiento biológico y su potencial toxicidad. Si así fuera en verdad, no sería necesario sacrificar un animal de experimentación para llegar a iguales conclusiones.

Un reciente método de microdosificación permite que los estudios se lleven a cabo en organismos de seres humanos voluntarios, ya que se emplean drogas en dosis demasiado pequeñas como para producir un efecto farmacológico o una reacción adversa. Ello ha sido posible merced a la aplicación de métodos analíticos capaces de detectar sustancias en la sangre y el plasma en concentraciones del orden de los pg/ml. En la práctica se utiliza cromatografía asociada con espectrometría de masa y, más recientemente, espectrometría de masa con aceleradores, lo que permite detectar moléculas individuales marcadas con el radioisótopo 14C. Reducida a una expresión comprensible, una detección tan fina equivale a detectar un compuesto líquido incluso si se disolviera en el agua de todos los océanos del mundo. Si bien existe una tendencia a establecer la microdosificación como el método de referencia, se reconoce que el perfil farmacocinético o la dosificación terapéutica podrían ser diferentes de las que se observan a nivel de en las microdosis, en parte debido a las diferencias en la solubilidad de los compuestos en ambos casos. Nuevamente las autoridades insisten en que mientras se suministran microdosis a seres humanos voluntarios, deberían ensayarse macrodosis en animales, es decir que estos últimos siguen siendo aún son necesarios para validar la eficacia y los riesgos de un medicamento.

En verdad, ya en la década del 70 se percibió una declinación en el empleo de animales de experimentación. Esa tendencia hubiera continuado si no hubiera sido por el advenimiento de la secuenciación del genoma y por la consiguiente demanda de animales genéticamente modificados.

El conocimiento del número y la ubicación de los genes en un organismo no es particularmente útil por sí mismo, lo que importa es qué hacen realmente esos genes. Esa es la razón que justifica la creación de animales «knock-out», especialmente ratones, sometidaos a ingeniería genética de tal suerte que les falte una copia de un gen particular. De esta forma, los biólogos pueden saber cuál es la proteína que codifica cada gen y finalmente determinar cuaál es su función. Este tipo de animales son es útiles para evaluar tratamientos destinados a actuar sobre sujetos con genes ausentes o aberrantes. En la última década, el empleo de estos animales se decuplicó, razón por la cual se invirtió la tendencia antes mencionada.

Hay quien opina que podrían cambiar los valores éticos de la sociedad; sería posible abandonar la experimentación con seres vivos puesto que el hombre ya es capaz de mover los átomos en una molécula con un haz de rayos láser. Las campañas en contra de la experimentación con seres vivos han adquirido tal fuerza que se comenta con ironía el hecho de que es muchas veces más fácil lograr autorización para llevar a cabo un ensayo clínico que un estudio en animales, concluye el autor.

Especialidad: Bibliografía - Farmacología

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