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Estudian la Asociación entre Vitamina D, Dieta y Trastornos Metabólicos en Adultos Estadounidenses
- AUTOR : Beydoun M, Boueiz A, Zonderman A y colaboradores
- TITULO ORIGINAL : Associations Among 25-Hydroxyvitamin D, Diet Quality, and Metabolic Disturbance Differ by Adiposity in Adults in the United States
- CITA : Journal of Clinical Endocrinology and Metabolism 95(8):3814-3827, Ago 2010
- MICRO : La vitamina D tiene un efecto protector en relación con los trastornos metabólicos. Altos niveles de vitamina D plasmática están asociados a una dieta de mejor calidad, menor porcentaje de grasa corporal y menor número de trastornos metabólicos. Estas asociaciones son significativamente más importantes en quienes presentan obesidad central.
Introducción
El estudio de la deficiencia de vitamina D se ha centrado hasta el momento en su relación con los trastornos esqueléticos como el raquitismo, la osteomalacia y la osteoporosis, cuyo riesgo puede modificarse si se aumenta la ingesta de alimentos enriquecidos con vitamina D. Sin embargo, datos más recientes indican que los niveles de vitamina D, principalmente los plasmáticos, también podrían tener un efecto protector para el riesgo de enfermedad cardiovascular, neoplasias e infecciones.
Recientes estudios demostraron que niveles altos de 25-hidroxivitamina D [25(OH)D] en plasma se asocian con menor adiposidad (principalmente evaluada por medidas antropométricas) y menor número de trastornos metabólicos. Es más, se demostró que la obesidad y sus trastornos asociados tienen una relación inversa con respecto a la calidad de la dieta, específicamente respecto del componente lácteo de la dieta, que es una fuente rica en vitamina D. Sin embargo, aún no se llevaron a cabo estudios con muestras representativas que intenten definir si los efectos de la 25(OH)D sobre el porcentaje de grasa corporal y sobre los trastornos metabólicos asociados a la obesidad varían significativamente entre personas que tienen obesidad central (OC) en comparación con aquellas que no la tienen.
Por otra parte, una interacción entre factores genéticos y ambientales podría causar un efecto significativo sobre el grupo de individuos que es propenso a padecer trastornos metabólicos. No está claro el papel que desempeña la calidad de la dieta (que es un factor ambiental) en estas interacciones. Los niveles elevados de proteína C-reactiva (PCR) y la hiperuricemia, que con frecuencia acompañan a la obesidad y el síndrome metabólico y que han sido asociadas a una mala calidad de la dieta, no han sido estudiados en relación con los niveles de 25(OH)D en la población general de Estados Unidos.
El objetivo de este estudio fue examinar la relación entre calidad de la dieta, 25(OH)D, porcentaje de grasa corporal y trastornos metabólicos, clasificando las muestras en estudio según el grado de OC.
Materiales y métodos
En Estados Unidos, desde la década del ’70 se realiza una serie de encuestas anuales aleatorias y representativas de la población civil que permiten registrar información nutricional y sanitaria a nivel nacional. La metodología para la realización de estas encuestas se basa, por un lado, en entrevistas a domicilio en las que se recogen datos sociodemográficos básicos, y por el otro, en exámenes de salud que se llevan a cabo en centros móviles y que incluyen medidas antropométricas, presión arterial y exámenes de laboratorio.
Para este estudio se utilizó la información derivada de dichas encuestas en adultos de 20 a 85 años en los períodos de 2001 a 2002 y de 2003 a 2004. De una muestra original de 9 050 personas en condiciones de ser evaluadas, no todas contaban con la totalidad de datos necesarios (información de la dieta, niveles de 25(OH)D, evaluación de la circunferencia abdominal, etc.). Sólo 1 943 individuos contaban con la información completa para evaluar trastornos metabólicos combinados y demás variables de interés.
El porcentaje de grasa corporal se evaluó mediante absorciometría dual de rayos X. La presión arterial se obtuvo como promedio de tres determinaciones, y se calculó también la presión arterial media. Se realizaron los siguientes exámenes de laboratorio: glucemia en ayunas, triglicéridos, colesterol asociado a lipoproteínas de alta densidad (HDLc), niveles séricos de insulina en ayunas, ácido úrico y PCR de alta sensibilidad. Muchos de estos datos fueron combinados y evaluados según los criterios que se utilizan para definir el síndrome metabólico.
Por otra parte, también se midió la 25(OH)D sérica y la calidad de la dieta mediante una evaluación de la ingesta de cada participante en un lapso de 24 horas. Se tuvieron en cuenta factores sociodemográficos, como edad, sexo, origen étnico, educación e ingresos familiares, así como la actividad física. La OC fue definida como una circunferencia de cintura mayor de 102 cm en los hombres y mayor de 88 cm en las mujeres.
Resultados
Los niveles séricos más altos de 25(OH)D se asociaron con una dieta de mejor calidad, menor porcentaje de grasa corporal y menor número de trastornos metabólicos. La relación inversa entre 25(OH)D y porcentaje de grasa corporal y entre 25(OH)D y trastornos metabólicos fue significativamente más importante en el grupo de participantes que presentaban OC en comparación con el grupo que no la presentaba.
Comparando a los sujetos del grupo con OC con los del grupo sin OC, todos los índices metabólicos indicaron mayores alteraciones en el primero. En varios de los modelos analizados, los niveles de 25(OH)D tuvieron una relación inversa con respecto al porcentaje de grasa corporal, la presión arterial media, la glucemia en ayunas, la resistencia a la insulina, los niveles de triglicéridos, ácido úrico y PCR. El consumo de lácteos se asoció positivamente con los niveles de 25(OH)D en el grupo sin OC, pero no se observó un efecto directo sobre el porcentaje de grasa corporal o sobre el número de trastornos metabólicos. En el grupo que presentaba OC el consumo de lácteos tuvo una asociación positiva con los niveles séricos de 25(OH)D y tuvo una relación inversa con el número de trastornos metabólicos pero no con el porcentaje de grasa corporal.
Discusión
Los autores señalan que este estudio es el primero que examina la compleja relación entre la 25(OH)D, la calidad de la dieta, el porcentaje de grasa corporal y el número de trastornos metabólicos en una muestra representativa a nivel nacional de adultos estadounidenses y estratificada según el grado de obesidad central.
De acuerdo con los investigadores, este estudio resultó en varios hallazgos importantes. En primer lugar, se halló una fuerte asociación inversa entre los niveles de 25(OH)D y los trastornos metabólicos en el grupo que presentaba OC. En segundo lugar, los niveles de la 25(OH)D se asociaron positivamente con la calidad de la dieta, específicamente con el componente lácteo de la misma, tanto en el grupo con OC como en el otro grupo. Los adultos estadounidenses con OC tienen menores niveles séricos de 25(OH)D, mayor porcentaje de grasa corporal y mayor número de trastornos metabólicos.
Los hallazgos de numerosos estudios epidemiológicos previos indicaron un efecto protector de la 25(OH)D en relación con diversos trastornos metabólicos y con el síndrome metabólico. Varios estudios informaron que la 25(OH)D tenía una relación inversa con el porcentaje de grasa corporal, la presión arterial elevada, la hiperglucemia y los niveles altos de triglicéridos, y estaba asociada positivamente con los niveles de HDLc. Ya se había demostrado que la calidad de la dieta y la ingesta de lácteos son factores dietarios independientes que se asocian inversamente con la presencia de adiposidad y diferentes trastornos metabólicos, así como con el síndrome metabólico. Un estudio previo aleatorizado y controlado encontró que el suplemento de vitamina D no afecta la presencia de adiposidad pero tiene un efecto significativo sobre otros trastornos metabólicos. Sin embargo, también se asocia, entre otras cosas, con un aumento de las lipoproteínas de baja densidad, por lo que se necesitarían más estudios para determinar los beneficios reales del suplemento de vitamina D. De todos modos, todos estos hallazgos se correlacionan con los que surgen del presente estudio.
El mecanismo por el cual la vitamina D tiene influencia sobre el síndrome metabólico no se conoce por completo. Sin embargo, hay suficiente información al respecto que sugiere que la disminución de los niveles de vitamina D estaría asociada a resistencia a la insulina, que es una característica específica del síndrome metabólico en general y de la obesidad central en particular.
Tal como surge de este estudio, el efecto protector de la vitamina D sobre varios trastornos metabólicos sería más importante en aquellas personas que presentan obesidad central en comparación con quienes no la presentan, diferencia que podría atribuirse a un polimorfismo en el gen VDR, que debería ser explorada en futuros estudios.
Por último, los autores señalaron fortalezas y reconocieron limitaciones del presente estudio. Entre las primeras se menciona que la muestra es representativa a nivel nacional, que se utilizó un método específico para estimar el porcentaje de grasa corporal y que el método empleado para determinar los niveles de 25(OH)D es muy preciso y tiene un coeficiente de variación menor del 10%. En cuanto a las limitaciones, destacan que se trata de un estudio transversal, por lo que no puede establecerse causalidad. Por otra parte, la ingesta de la dieta fue determinada utilizando una sola evaluación de 24 horas, la cual puede no ser un buen reflejo de la ingesta usual. Además, la ingesta de vitamina D no fue un dato fácilmente accesible y el consumo de lácteos no se midió con exactitud. Como otra limitación se señala que el momento en que se recolectó la muestra de sangre y las diferencias de latitud pudieron haber afectado la distribución de la 25(OH)D sérica, y que no se tomó en cuenta la variación estacional en la evaluación de los niveles de dicha vitamina.
Conclusiones
En conclusión, en adultos estadounidenses, un mayor nivel de 25(OH)D se asoció con mejor calidad de la dieta, menor porcentaje de grasa corporal y menor número de trastornos metabólicos. Además, las asociaciones entre 25(OH)D y porcentaje de grasa corporal y entre 25(OH)D y trastornos metabólicos fueron más fuertes en aquellas personas que presentaban obesidad central. Finalmente, la vinculación entre la dieta, fundamentalmente el consumo de lácteos, y los trastornos metabólicos, en relación con la 25(OH)D y el porcentaje de grasa corporal, varía significativamente según el grado de OC.
Con los datos aportados no puede concluirse que una mejora en los niveles de vitamina D disminuiría los síntomas de los trastornos metabólicos en los pacientes del grupo con OC. Mientras no se lleven a cabo más estudios aleatorizados y controlados, el cambio en el estilo de vida sigue siendo la recomendación más importante para los pacientes con síndrome metabólico. De todos modos, los hallazgos de este estudio sugieren la necesidad de alentar a las personas para que realicen cambios de conducta que ayuden a mejorar sus niveles de vitamina D.
Especialidad: Bibliografía - Nutrición