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Evalúan la Eficacia del Aripiprazol en el Tratamiento del Trastorno Depresivo y de Ansiedad
- AUTOR: Pae C, Serretti A, Patkar A, Masand P
- TITULO ORIGINAL:Aripiprazole in the Treatment of Depressive and Anxiety Disorders: A Review of Current Evidence
- CITA: CNS Drugs 22(5):367-388, 2008
- MICRO: Se demostró la eficacia y adecuada tolerancia del aripiprazol como fármaco adyuvante en el tratamiento del trastorno depresivo y el trastorno de ansiedad.
Introducción
Se estima que con el tratamiento habitual, sólo un 25% a un 35% de los pacientes con trastorno depresivo mayor (TDM) y menos del 50% de aquellos con depresión bipolar logran la remisión sintomática. En el caso de los individuos que padecen trastornos de ansiedad, la tasa de éxito también es limitada y muchos sujetos no logran completar el tratamiento o responden parcialmente. A partir de estas observaciones, se ha considerado que algunos pacientes podrían mejorar la respuesta con el agregado de un antipsicótico, aunque los efectos adversos de estos fármacos (sedación, síntomas extrapiramidales, trastornos metabólicos e hipercolesterolemia) limitan su uso.
El aripiprazol es una droga con un mecanismo de acción y perfil de efectos adversos diferente de otros antipsicóticos: es agonista parcial de los receptores 5-HT1A, antagonista 5-HT2A, tiene mínima actividad sobre los receptores muscarínicos e histamínicos, no modifica el peso corporal ni los niveles de triglicéridos y prolactina, y no es sedativo.
Su tasa de efectos extrapiramidales es similar a la de otros antipsicóticos atípicos y no modifica significativamente el intervalo QT corregido (QTc).
En este artículo se analizó el posible papel del aripiprazol en el tratamiento del trastorno depresivo y de ansiedad a partir de la información disponible basada en ensayos preclínicos.
Farmacología del aripiprazol en el trastorno depresivo y el trastorno de ansiedad
El aripiprazol tiene alta afinidad por los receptores D2, D3, 5-HT1A y 5-HT2A, moderada por los receptores D4, 5-HT2C, 5-HT2B, 5-HT6 y 5-HT7, leve por los receptores alfa1 y H1, y prácticamente nula por los receptores muscarínicos. Su afinidad por el sitio de recaptación de serotonina es moderada (constante de inhibición [Ki]: 98 nmol/l; Ki de fluoxetina: 1.3 nmol/l); es agonista parcial de los receptores D2, D3, D4, 5-HT1A, 5-HT2C y 5-HT7, antagonista de 5-HT2A y 5-HT6 y agonista inverso de 5-HT2B. Su mecanismo de acción para el tratamiento del TDM y de ansiedad estaría relacionado con la modulación del sistema serotoninérgico y con la acción de la dopamina y la noradrenalina.
El 5-HT1A se localiza principalmente en la corteza frontal, núcleos subtalámicos, núcleo entopeduncular y núcleo del rafe dorsomedial. El efecto antidepresivo y ansiolítico mediado por este receptor estaría relacionado con la actividad intrínseca de sus agonistas y podría depender de la localización de los receptores presinápticos, principalmente ubicados en el núcleo del rafe, donde inhiben la frecuencia de descarga de las neuronas serotoninérgicas, y postsinápticos, localizados sobre todo en regiones límbicas y corticales, donde también atenúan la frecuencia de descarga. Se cree que el efecto antidepresivo de los agonistas 5-HT1A estaría predominantemente mediado por receptores postsinápticos y el efecto ansiolítico, por presinápticos.
Al administrar un agonista 5HT1A, se observa a corto plazo una reducción de la neurotransmisión serotoninérgica, y a largo plazo, una estimulación serotoninérgica; esto se debe a que la desensibilización no ocurre en todas las áreas del cerebro. La estimulación sería el resultado de la acción postsináptica de agonistas 5HT1A luego de la desensibilización del receptor presináptico, lo que se demuestra por la reducción de la densidad de receptores 5-HT2. Por otro lado, a través de la estimulación del receptor 5-HT1A, el aripiprazol aumenta la liberación de dopamina en el hipocampo y la corteza prefrontal medial, lo que estaría indirectamente relacionado con el efecto antidepresivo del fármaco. Si un agonista 5-HT1A se combinara con un inhibidor selectivo de la recaptación de serotonina (ISRS), los niveles de dopamina aumentarían aún más, lo que determinaría una mejoría de mayor magnitud de los síntomas depresivos. Se ha observado que algunos antipsicóticos atípicos que presentan agonismo parcial por el receptor 5-HT1A (ziprasidona, olanzapina y quetiapina) tendrían efectos antidepresivos, y la buspirona, mediante su agonismo parcial por el 5-HT1A, tendría efecto ansiolítico.
En suma, el agonismo parcial del aripiprazol sobre los receptores 5-HT1A podría determinar un efecto antidepresivo y ansiolítico a partir de la modulación de la neurotransmisión serotoninérgica y dopaminérgica en la corteza prefrontal y otras regiones del cerebro (como el hipocampo y el núcleo dorsal del rafe).
Por otro lado, la actividad de los receptores 5-HT2C también estaría relacionada con efectos ansiolíticos y antidepresivos. Se cree que algunos antidepresivos tricíclicos y la fluoxetina interactuarían directamente con estos receptores y que la paroxetina, a largo plazo, provocaría la desensibilización de los receptores 5-HT2C. En un estudio en el que participaron pacientes con antecedentes de intento de suicidio y TDM, se observó que la fluoxetina revirtió la reducción de la actividad de los 5-HT2C en la corteza prefrontal. Por otro lado, el aumento de la actividad inhibitoria sobre el 5-HT2C en el núcleo accumbens, podría reducir la liberación de dopamina inducida por la serotonina, lo que determinaría la aparición de anhedonia, uno de los principales síntomas del TDM. Además, en estudios realizados con animales se observó que la actividad de este receptor se asoció con un incremento del despertar tranquilo y reducción del sueño REM, lo que resulta equivalente al efecto de algunos antidepresivos. En otro estudio, la actividad de los 5-HT2C se relacionó con una reducción de la anhedonia y la sintomatología inducida por ataques de pánico. En modelos con animales, la actividad agonista de los 5-HT2C redujo las conductas compulsivas, mejoró el patrón de sueño-vigilia y revirtió la prueba de evitación pasiva, lo que demuestra los beneficios del agonismo 5-HT2C del aripiprazol para el tratamiento de los trastornos depresivos y de ansiedad.
Los receptores 5-HT2A se localizan en mayor proporción en las neuronas piramidales glutamatérgicas del hipocampo y de la corteza, y también en las interneuronas GABAérgicas. La desensibilización de estos receptores mediada por los inhibidores selectivos de la recaptación de serotonina (ISRS) es un mecanismo fundamental para el efecto antidepresivo; éste también se observó con antipsicóticos atípicos con antagonismo sobre los receptores 5-HT2A y con agonistas 5-HT1A.
Se ha observado que el bloqueo de los receptores 5-HT2A y del transportador 5-HT determina un efecto antidepresivo y ansiolítico mayor que el bloqueo de sólo uno de los sitios, y además, genera un incremento de la disponibilidad sináptica de noradrenalina y serotonina, lo que mejora aún más su efecto sobre la sintomatología. También, el bloqueo del receptor 5-HT2A estimularía la vía dopaminérgica mesocortical y, en consecuencia, podría mejorar la sintomatología depresiva y negativa de los pacientes esquizofrénicos; por otro lado, se observó que el agonismo parcial del aripiprazol sobre el 5-HT1A se relaciona con una desensibilización de los receptores 5-HT2A, lo que colaboraría con el efecto antidepresivo y, posiblemente, antiobsesivo.
Con respecto a la actividad sobre otros receptores, se observa que el antagonismo de los receptores 5-HT2B inhibe la activación de neuronas aferentes sensoriales del sistema trigeminovascular, lo que permitiría considerar al aripiprazol en el tratamiento de las cefaleas y otros síntomas somáticos asociados con la depresión y la ansiedad. Otras propiedades del fármaco que potenciarían su efecto antidepresivo y ansiolítico estarían relacionadas con el antagonismo por los receptores 5-HT6 y el débil agonismo parcial por el receptor 5-HT7.
El agonismo funcional del aripiprazol determina que los pacientes con esquizofrenia que reciben el fármaco no presenten hiperprolactinemia y que mejoren su sintomatología depresiva y negativa, así como el cuadro de deterioro cognitivo. Sin embargo, aunque la selectividad funcional del aripiprazol por distintas vías dopaminérgicas permitiría su efecto antidepresivo, no se ha podido establecer con certeza el efecto del fármaco sobre la liberación de dopamina en la corteza prefrontal.
Otras características del aripiprazol observadas fueron la eficacia para el tratamiento de la manía aguda y el mantenimiento de pacientes con trastorno bipolar y, al igual que otros antipsicóticos atípicos, no indujo la aparición de síntomas maníacos como consecuencia del bloqueo dopaminérgico. Además, tendría afinidad por los receptores alfa1 y alfa2 adrenérgicos, aunque menor que por los receptores dopaminérgicos y serotoninérgicos, lo que podría colaborar con el efecto antidepresivo a partir del aumento de la liberación de epinefrina en la corteza prefrontal. Otro posible mecanismo de acción del aripiprazol se relaciona con la suposición de que el trastorno depresivo y el de ansiedad son causados por un deterioro del proceso de neuroprotección, y que podría evitarse a través de la activación de los receptores 5-HT1A.
Datos clínicos sobre el aripiprazol en el tratamiento del trastorno depresivo y el trastorno de ansiedad
La quetiapina es el único antipsicótico atípico aprobado como monoterapia o terapia adyuvante para el tratamiento de la depresión bipolar. Por otro lado, el aripiprazol fue aprobado para su utilización en el tratamiento agudo y de mantenimiento de la manía bipolar y de pacientes con episodios mixtos. Este fármaco mostró beneficios para el tratamiento de síntomas depresivos del trastorno bipolar, la esquizofrenia y los trastornos esquizoafectivos.
Un estudio evaluó el uso de aripiprazol para el tratamiento de la depresión bipolar resistente; en éste se utilizó como medida principal de resultado el cambio en el puntaje de la escala Clinical Global Impression-Severity (CGI-S) y, secundariamente, la tasa de respuesta (mejoría de al menos 2 puntos en la CGI-S) y remisión (puntaje final en la CGI-S de 2 o menos), el cambio en la escala Global Assessment of Functioning (GAF) y la sintomatología afectiva depresiva e ideación suicida según el Clinical Monitoring Form (CMF). El aripiprazol se utilizó a una dosis inicial de 6.1 mg/día (5 a10 mg/día) y una dosis final de 15.3 mg/día (2.5 a 40 mg/día) durante aproximadamente 84 días. Con este tratamiento se logró una mejoría significativa según el puntaje CGI-S (cambio promedio = -0.6, -13.6%; p = 0.009), el puntaje GAF (cambio promedio = 5.3, 10.1%; p = 0.004), la sintomatología depresiva (cambio promedio = -0.43, -44.4%; p = 0.007) y la ideación suicida (cambio promedio = -0.04, -10.8%; p = 0.005) según el CMF. Además, entre los 22 pacientes que no respondieron, la tasa de individuos con ideación suicida se redujo un 36.1% (p = 0.03).
Otro estudio que incluyó 12 pacientes con depresión bipolar resistente mostró que 4 de ellos respondieron al tratamiento (determinado por la reducción del 50% en el puntaje de la Montgomery-Ǻsberg Depression Rating Scale (MADRS) luego de 8 semanas del agregado del aripiprazol. Sin embargo, 5 pacientes tuvieron acatisia por primera vez. Ese efecto adverso apareció de modo súbito y grave en 2 sujetos que recibieron dosis iniciales de 10 mg/día y 7.5 mg/día, lo que indica que pueden ser necesarias dosis aún menores (de 2.5 mg/día a 5 mg/día) con el fin de minimizar el riesgo de aparición de efectos adversos extrapiramidales.
Un estudio evaluó el tratamiento de la depresión resistente con aripiprazol (n = 30), en pacientes que no respondieron a tratamientos previos con otros antipsicóticos (risperidona, n = 12; olanzapina, n = 6; quetiapina, n = 9 o ziprasidona, n = 3). En 14 pacientes se observó respuesta luego del agregado de aripiprazol, con mejoría en la escala CGI-I (Clinical Global Impression-Improvement ) a la semana 6. El puntaje GAF aumentó un 10.3% comparado con el puntaje inicial.
En un estudio abierto posterior de 8 semanas de duración se analizaron los efectos del agregado de aripiprazol (2.5 mg/día a 10 mg/día) en un grupo de pacientes (n = 15) con depresión resistente, y se observó una reducción significativa en el puntaje de la HAM-D (Hamilton Depression Rating Scale), se consideró que el 93.3% (n = 14) de ellos respondieron al tratamiento (reducción ≥ 50% en el puntaje de la HAM-D); el 46.7% lo había hecho a la semana y el 66.7% a las dos semanas. Asimismo, se observó que aquellos que recibieron 10 mg/día mostraron una mayor tasa de respuesta en la semana 1 y 2 que aquellos tratados con 2.5 mg/día. Sin embargo, los que comenzaron con 10 mg/día tuvieron una mayor tasa de abandono que aquellos con 2.5 mg/día. Además, el porcentaje de pacientes que abandonaron el tratamiento a causa de acatisia fue el doble en ese grupo.
En otro ensayo donde se evaluó durante 6 semanas el efecto del agregado de aripiprazol (10 mg/día a 30 mg/día, promedio 13.2 mg/día) en el tratamiento de la depresión resistente, se observó un cambio en el puntaje de la escala HAM-D de -14.9 (-64.8%; p < 0.001). De los 10 pacientes evaluados, 7 respondieron con una reducción ≥ 50% en el puntaje en la escala HAM-D y en el 3% hubo remisión (puntaje HAM-D ≤ 7). Además, un paciente respondió en la semana 1 y otros 7 en la semana 2. Estos resultados concuerdan con los de un estudio previo que mostró que la mayoría de pacientes respondían en la semana 2, luego de aumentar la dosis de 10 mg/día a 15 mg/día. Esto indica que puede ser necesario ajustar la dosis de aripiprazol para el tratamiento de la depresión resistente, hasta dosis equivalentes a las utilizadas para el tratamiento del trastorno bipolar o la esquizofrenia.
En un estudio que llevaron a cabo los autores de esta revisión, 13 pacientes con diagnóstico de depresión resistente recibieron 5 mg/día a 30 mg/día de aripiprazol (población con intención de tratar = 11) durante 6 semanas. Los puntajes HAM-D y CGI-S se redujeron significativamente (53.8% y 56%, respectivamente). Siete pacientes mostraron una reducción ≥50% en el puntaje de la escala HAM-D al final del tratamiento y 3 (27.3%) cumplieron criterios de remisión al final de la terapia. Se utilizó una dosis diaria de 10.8 ± 2.4 mg y una dosis final de 10.0 ± 3.8 mg/día.
De forma similar a ese estudio, un ensayo abierto mostró que el 58.3% de los pacientes que recibieron aripiprazol para el tratamiento de depresión resistente respondieron (reducción de 50% en el puntaje HAM-D) y 58.8% lograron una mejoría en la calificación CGI. Un estudio reciente demostró la eficacia y tolerabilidad del aripiprazol como droga adyuvante en el tratamiento del TDM, en pacientes con respuesta parcial a ISRS o inhibidores de la recaptación serotoninérgica-noradrenérgica (n = 362); el estudio incluyó una etapa de tamizaje, una fase terapéutica prospectiva y otra de aleatorización. Durante el tratamiento prospectivo, se administró un antidepresivo (escitalopram, fluoxetina, paroxetina de liberación controlada, sertralina o venlafaxina de liberación prolongada) durante 8 semanas, y aquellos con respuesta incompleta fueron aleatorizados a placebo (n = 178) o aripiprazol 2 mg/día a 20mg/día (n = 184), durante 6 semanas. La principal variable considerada como criterio de eficacia fue el cambio en el puntaje de la MADRS desde el final del tratamiento prospectivo hasta el final del aleatorizado (semana 14, última observación). Los pacientes que recibieron aripiprazol mostraron cambios significativamente mayores en ese puntaje (-8.8 frente a -5.8 con placebo; p < 0.001) y un mayor porcentaje de remisión (definida como un puntaje en la MADRS ≤10 y una reducción del puntaje de esa escala ≥50%: 26.0% frente a 15.7%) y de respuesta (definida como la reducción ≥50% del puntaje en la MADRS: 33.7% frente a 23.8%). En las semanas 1 (p < 0.05) y 3 (p < 0.001) se observaron diferencias significativas en la tasa de remisión y respuesta; estas diferencias fueron sustanciales hasta finalizado el estudio. Durante la última semana del tratamiento, la dosis promedio de aripiprazol fue de 11.8 mg/día; en los pacientes que además recibían fluoxetina y paroxetina de liberación controlada la dosis de aripiprazol, en promedio, fue de 14.1 mg/día y 10.3 mg/día, en tanto que para aquellos que recibían escitalopram, sertralina y venlafaxina de liberación prolongada, la dosis fue de 29.9 mg/día, 20.1 mg/día y 25.5 mg/día, respectivamente. Esto demuestra la necesidad de ajustar la dosis en los pacientes que reciben un antidepresivo con efecto inhibitorio sobre el sistema enzimático citocromo CYP 2D6.
Los efectos adversos observados fueron acatisia (4.5% en el grupo con placebo frente a 23.1% con aripiprazol), cefalea (10.8% frente a 6.0%) e inquietud (3.4% frente a 14.3%). La incidencia de efectos adversos que llevaron a interrumpir el estudio fue baja (1.7% con placebo frente al 2.2% con aripiprazol); sólo un paciente (0.5%) que recibió aripiprazol abandonó el ensayo a causa de acatisia. En total, en el 27.5% de los pacientes con aripiprazol y en el 9.7% de los individuos con placebo, aparecieron efectos adversos extrapiramidales y se observaron diferencias parcialmente significativas con respecto al cambio en el puntaje de la Simpson-Angus Scale (p = 0.137), la Abnormal Involuntary Movement Scale (p = 0.56) y la Barnes Akathisia Rating Scale (0.24 con aripiprazol frente a 0.02 con placebo; p < 0.001). En algunos pacientes se observó un aumento de peso ≥ 7%. (1.2% con placebo frente a 7.1% con aripiprazol, respectivamente).
La eficacia y seguridad del tratamiento adyuvante con aripiprazol en pacientes con TDM se evaluó de manera post hoc en sujetos con trastorno crónicos o sin ellos; se clasificó como trastorno crónico el de pacientes cuyo episodio tenía una duración ≥ 24 meses (el promedio de duración de los episodios fue de 21.5 meses). En total, 171 pacientes (47.0%) tenían trastorno crónico frente a 191 (53.0%) cuya enfermedad tenía menor tiempo de evolución. En ambos casos, el cambio del puntaje en la MADRS fue significativamente mayor en los individuos asignados a aripiprazol que a placebo (-3.0; 95% CI -5.50, -058 y -2.9; 95% CI -5.1, -0.64, respectivamente); la diferencia entre grupos pudo observarse a partir de la semana 2. Estos resultados demuestran que los pacientes con diagnóstico de TDM y respuesta incompleta al tratamiento habitual responderían de forma eficaz luego del agregado de aripiprazol a su plan farmacológico, aun si se trata de un episodio crónico.
Diversos estudios demostraron la efectividad de aripiprazol en el tratamiento de los trastornos de ansiedad y de personalidad. En un ensayo abierto, un grupo de pacientes conformado por sujetos con diagnóstico de trastorno por pánico (n = 2), trastorno por ansiedad generalizada (n = 4), trastorno de ansiedad social (n = 2), trastorno por estrés postraumático (n = 2) y trastorno obsesivo-compulsivo (TOC, n = 1) y respuesta incompleta a varios ISRS, recibió aripiprazol (7.5 mg/día a 30 mg/día) durante 12 semanas. Se observó una reducción significativa (29.6%) en el puntaje de la CGI-S (promedio de cambio = -1.6, p < 0.001), y en el 58.8%, una mejoría de los síntomas de depresión y ansiedad según la CGI-I. Otro estudio abierto evaluó a 8 pacientes con TOC que recibieron aripiprazol como monoterapia durante 8 semanas (10 mg/día a 30 mg/día). Se evaluó la eficacia según la Yale-Brown Obsessive Compulsive Scale (YBOCS) y el puntaje de la CGI-I. El puntaje en la YBOCS se redujo 26.4% (promedio = -6.3; p = 0.06), se observó una mejoría de los síntomas compulsivos de mayor magnitud (promedio = -3.5, p < 0.05) que la registrada para los síntomas obsesivos (promedio de cambio = -2.9, p = 0.09); tres personas cumplieron criterios de respuesta (reducción ≥ 30% en el puntaje de la YBOCS). Ese estudio mostró que el aripiprazol podría ser efectivo como monoterapia para el tratamiento del TOC.
En un ensayo abierto de 9 semanas que evaluó en 10 pacientes con trastorno mixto depresivo y de ansiedad resistente al tratamiento, el uso de aripiprazol en dosis de 5 mg/día a 20 mg/día permitió comprobar una reducción significativa en los puntajes de la MADRS, Hamilton Anxiety Rating Scale (HAM-A), Sheehan Disability Scale (SDS) y Hospital Anxiety and Depression Scale (77.5%, 80.2%, 63.6% y 59.2%, respectivamente). En la segunda semana, 8 pacientes mostraron una reducción ≥5 0% en la HAM-A y la MADRS, con una remisión más temprana de los síntomas (hacia la tercera o cuarta semana).
En otro ensayo en el que participaron pacientes con diagnóstico de trastorno límite de la personalidad y trastorno de ansiedad comórbido (n = 26), se comparó la eficacia de 15 mg/día de aripiprazol con placebo durante 8 semanas y se observó una mejoría significativa en el grupo asignado al fármaco según todas las escalas de la Symptom Checklist-90-Revised (SCL-90-R), principalmente en las escalas de síntomas obsesivo-compulsivos, inseguridad social, depresión, ansiedad, agresividad/hostilidad, ansiedad fóbica, pensamiento paranoide y psicoticismo. Además, el aripiprazol mostró mejores resultados que el placebo según el puntaje de la HAM-A (p = 0.007) y la HAM-D (p = 0.002).
En conclusión, la información disponible indica que aripiprazol tendría eficacia similar a la de otros antipsicóticos atípicos para el tratamiento del trastorno de ansiedad y TOC.
En general, el aripiprazol es bien tolerado. Sus efectos adversos más frecuentes, como las náuseas, las cefaleas, la agitación y la acatisia, fueron observados en estudios sobre esquizofrenia, trastorno esquizoafectivo y trastorno bipolar. A diferencia de otros antipsicóticos atípicos, se lo considera un fármaco relativamente neutro con respecto al aumento de peso, la hiperprolactinemia, la modificación de parámetros metabólicos y la sedación. La aparición de alguno de estos rasgos condiciona la adhesión al tratamiento, que es otro factor que se debe tener en cuenta al analizar los riesgos y los beneficios del uso de esta droga.
En algunos estudios sobre el uso de aripiprazol para el tratamiento del trastorno depresivo y de ansiedad, se observó que ciertos pacientes abandonaban a causa de la aparición de efectos adversos, por ejemplo acatisia; la reducción de la dosis de inicio del tratamiento se asoció con una disminución de la incidencia de estos eventos.
Debido a que aripiprazol no es metabolizado por el sistema enzimático citocromo CYP1A1, CYP1A2, CYP2A6, CYP2B6, CYP2C8, CYP2C9, CYP2C19 o CYP2E1, tiene bajo riesgo de interacción con los inhibidores de esos complejos enzimáticos; sin embargo, sí se metaboliza por el sistema enzimático citocromo CYP3A4 y CYP2D6. En consecuencia, aquellas drogas que son sustrato de esos complejos (por ejemplo la carbamazepina, que induce el CYP3A4; la fluoxetina, la sertralina y la paroxetina, que inhiben el CYP2D6; y algunos antidepresivos más modernos, como la nefazodona, que inhibe el CYP2D6), pueden alterar las concentraciones plasmáticas de aripiprazol. Así, la combinación de aripiprazol con una de esas medicaciones puede requerir el ajuste de la dosis del fármaco. El síndrome serotoninérgico se caracteriza por la presencia de un estado mental alterado, anormalidades neuromusculares y disfunción autonómica, y puede ocurrir cuando se combinan dos drogas con efecto sobre la serotonina, por lo que se debe tener precaución al utilizar aripiprazol simultáneamente con otro fármaco con acción sobre la serotonina.
Por último, se debe destacar que los antipsicóticos atípicos se asociaron con un incremento de la mortalidad de ancianos con psicosis y demencia, y en particular el aripiprazol, con un aumento del riesgo de aparición de degeneración retiniana, litiasis biliar y toxicidad fetal.
Las dosis de aripiprazol que se debe utilizar en el tratamiento de la depresión bipolar, el TDM y el trastorno de ansiedad sería menor que para el tratamiento de la esquizofrenia, el trastorno esquizoafectivo y la manía bipolar; en los pacientes con respuesta parcial al tratamiento previo, una dosis inicial de 2.5 mg/día a 5 mg/día de aripiprazol y un aumento gradual hasta 10 mg/día a 20 mg/día fue bien tolerado.
Conclusiones
Se demostró la eficacia y seguridad de aripiprazol como fármaco adyuvante del tratamiento del trastorno depresivo y de ansiedad. Sin embargo, el uso de este fármaco se asoció con un posible incremento del riesgo de aparición de varios efectos adversos, como el síndrome neuroléptico maligno y la prolongación del intervalo QTc. La aparición de disquinesias, que limitarían el uso de aripiprazol, resultó infrecuente. Se debe tener en cuenta que, debido a la farmacocinética del aripiprazol, la combinación de esa droga con inductores o inhibidores de los sistemas enzimáticos CYP3A4 y CYP2D6 podría requerir un ajuste de la dosis según corresponda.
Deberán realizarse más estudios controlados y adecuadamente diseñados que permitan establecer con mayor certeza la eficacia del aripiprazol como adyuvante para el tratamiento del trastorno depresivo y de ansiedad.
Especialidad: Bibliografía - Psiquiatría