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Importancia del Diagnóstico Adecuado de los Pacientes con Trastorno de Ansiedad Social
- AUTOR: Rosenthal J, Jacobs L, Marcus M, Katzman MA
- TITULO ORIGINAL: Beyond Shy: When to Suspect Social Anxiety Disorder
- CITA: Journal of Family Practice 56(6):369-374, Jun 2007
- MICRO: El trastorno de ansiedad social puede comenzar en la infancia, aunque suele describirse a edades más avanzadas. Es frecuente malinterpretarlo como timidez excesiva y que el paciente quede sin tratamiento.
Introducción
La ansiedad social o fobia social es el trastorno de ansiedad más frecuente. Asimismo, es la tercera enfermedad psiquiátrica más común después de la depresión y el alcoholismo. Su prevalencia estimada es del 6.8%, aunque los porcentajes varían entre los estudios. El trastorno se caracteriza por un temor persistente y debilitante ante la interacción social y la evaluación negativa por parte de los demás. Como resultado, se observan dificultades para construir y mantener las relaciones sociales, lo cual puede conducir a un estilo de vida solitario y depresivo.
Existen 2 tipos de ansiedad social. La ansiedad social generalizada es más grave y discapacitante y se observa en la mayoría de los pacientes con ansiedad social. Es significativamente más prevalente en los familiares de los pacientes en comparación con el subtipo no generalizado. En cambio, la ansiedad social no generalizada es menos frecuente y se caracteriza por la presencia de temor ante una o algunas situaciones específicas. No obstante, puede afectar profundamente el desempeño académico o laboral.
La timidez en la infancia pasa casi siempre inadvertida
El trastorno de ansiedad social puede comenzar en la infancia, aunque se lo suele describir desde los 13 años. A esta edad es frecuente que se lo malinterprete como timidez excesiva y el paciente no sea tratado. Esto es muy problemático, ya que la evitación de situaciones puede acarrear la pérdida de oportunidades para adquirir las habilidades sociales necesarias para transitar desde la adolescencia hacia la adultez. Además, la disminución de esas habilidades facilita la aparición de la disfunción social característica de la enfermedad. Con el paso del tiempo, los pacientes adaptarán su estilo de vida a su padecimiento.
La ansiedad social puede representar un obstáculo académico o laboral. Por lo genera, los pacientes presentan dependencia financiera y malas relaciones interpersonales. Asimismo, las comorbilidades, como la depresión y el abuso de sustancias, pueden ser habituales. De hecho, el diagnóstico erróneo de depresión es frecuente. De acuerdo con los resultados de un estudio anterior, el 8.8% de los sujetos que padecen abuso de sustancias presentan un trastorno de ansiedad social comórbido.
Evaluación del paciente
El indicador principal de ansiedad es el temor intenso ante situaciones de interacción social. Los pacientes refieren temor por sentir humillación al confrontarse con circunstancias no familiares. Además, la evaluación negativa por parte de los demás también es temida. Mientras que algunos pacientes son conscientes del grado exagerado de sus temores, otros no lo son. Los síntomas físicos característicos son taquicardia, temblor, falta de aire, sudoración y dolor abdominal. Los síntomas cognitivos son pensamientos y creencias erróneas sobre situaciones sociales que aumentan la ansiedad. También puede observarse la evitación fóbica de la situación temida. Entre las herramientas disponibles para evaluar a los pacientes con ansiedad social se incluye la Liebowitz Social Phobia Scale, el Social Phobia Inventory (SPIN), la Fear of Negative Evaluation Scale y la Social Avoidance and Distress Scale. El ‘mini SPIN’ es una herramienta de evaluación sistemática más práctica, pero menos exhaustiva. Según lo informado en un estudio anterior, permite diagnosticar el trastorno en el 89% de los pacientes. La evaluación consta de oraciones que el paciente debe puntuar en una escala de 0 a 4. Las oraciones son: 1) evito hacer cosas o hablar con gente por temor a pasar vergüenza; 2) evito realizar actividades en las cuales soy el centro de atención y 3) uno de mis peores miedos es sentir vergüenza o parecer tonto. Si el puntaje es 6 o mayor será necesaria una evaluación más exhaustiva mediante otra de las herramientas mencionadas.
Tratamiento de elección: terapia cognitivo-conductual y farmacológica
El trastorno de ansiedad social es crónico, pero su tratamiento puede ayudar a los pacientes a resolver los miedos y mejorar su desempeño cotidiano. La mejor estrategia es la combinada. La terapia cognitivo-conductual (TCC) es de utilidad, ya que permite mejorar el funcionamiento y disminuir la sintomatología. Asimismo, los pacientes refieren mejorías de su calidad de vida. Los componentes de la TCC incluyen el refuerzo o el condicionamiento y la reestructuración cognitiva. Entre los elementos básicos de la TCC se encuentran las habilidades para el manejo de la ansiedad, el entrenamiento en habilidades sociales y la exposición gradual a las situaciones temidas.
En cuanto al tratamiento farmacológico, se recomienda iniciar con un inhibidor selectivo de la recaptación de serotonina, como la paroxetina, la sertralina o la fluvoxamina, o un inhibidor de la recaptación de serotonina y noradrenalina, como la venlafaxina. Como opción de segunda línea se incluye los inhibidores de la monoaminooxidasa, como la fenelzina o la moclobemida. Además, las benzodiazepinas, como el clonazepam y los anticonvulsivantes, como la pregabalina, también pueden resultar eficaces ante el fracaso de las opciones anteriores. Siempre es necesario educar al paciente sobre los efectos adversos más frecuentes del tratamiento y las precauciones por tomar según la medicación administrada. El abuso de sustancias empeora la respuesta al tratamiento, hecho que debe tenerse en cuenta al definir las expectativas de éste. El tratamiento adecuado le permitirá al paciente con trastorno de ansiedad social mejorar su situación y sentirse realizado. La clave está en el diagnóstico temprano.
Especialidad: Bibliografía - Psiquiatría