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Influencia de la Dieta en los Biomarcadores de Inflamación
- AUTOR : Greer A
- TITULO ORIGINAL : An Anti-Inflammatory Diet: The Next Frontier in Preventive Medicine
- CITA : Journal of the American Academy of Physician Assistants (JAAPA) 25(2):38-46, Feb 2012
- MICRO : Determinados hábitos alimentarios, así como ciertos alimentos y nutrientes pueden tener impacto significativo en los marcadores de inflamación. En general, el hábito alimentario occidental promueve la inflamación, mientras que los alimentos que la descienden son los característicos de la dieta mediterránea.
Introducción
Diversos estudios recientes han encontrado que determinados hábitos alimentarios, así como ciertos alimentos y nutrientes pueden tener un impacto significativo en la salud de las personas. También existe evidencia de que los marcadores inflamatorios están relacionados con varias enfermedades, especialmente con la enfermedad coronaria y la diabetes mellitus, que se encuentran entre las 10 causas más frecuentes de mortalidad en los EE.UU. La aterosclerosis, junto con su complicación más frecuente, el infarto de miocardio, es principalmente una enfermedad de acumulación de lípidos e inflamación.
Los marcadores de inflamación pueden utilizarse para determinar la posibilidad de complicaciones cardíacas futuras. Uno de estos marcadores es la proteína C-reactiva (PCR), producida por el hígado en respuesta a la interleuquina-6 (IL-6) durante las infecciones agudas y la inflamación. La PCR también se encuentra en el endotelio de la placa aterosclerótica y es producida por el mismo tejido arterial. En una prueba de laboratorio básica, el nivel de PCR debe ser mayor de 10 mg/l para ser detectado, en tanto que para los niveles menores de 10 mg/l, tal como los producidos por las lesiones ateroscleróticas, se estima que las mediciones de la PCR de alta sensibilidad pueden predecir el riesgo de eventos cardíacos futuros. Existen otros marcadores de inflamación, como la E-selectina, la molécula de adhesión intercelular-1 (ICAM-1) y la molécula de adhesión celular vascular-1 (VCAM-1). El riesgo y la aparición de diabetes también están asociados con mayores niveles de PCR, independientemente de la obesidad, la presión arterial y el colesterol.
Se han llevado a cabo muchos estudios para evaluar el efecto de los hábitos alimentarios en la inflamación, que midieron específicamente los niveles plasmáticos de PCR, además de otros biomarcadores. Estos trabajos permiten obtener nueva información acerca de los hábitos alimentarios y determinados alimentos que pueden descender la inflamación y reducir el riesgo de enfermedades crónicas.
Hábitos alimentarios y su efecto en los biomarcadores de inflamación
En la evaluación de los hábitos alimentarios generalmente se utiliza como herramienta un cuestionario de frecuencia de consumo de alimentos mediante el cual las personas registran los alimentos consumidos y la cantidad de veces que éstos han sido consumidos en un período determinado.
Uno de los patrones que parece estar relacionado con un mayor nivel de marcadores inflamatorios es el hábito alimentario occidental, caracterizado por un alto contenido de carnes rojas y procesadas, dulces, postres, papas fritas y granos refinados. En un estudio transversal realizado en 732 mujeres se observó que aquellas que tenían un alto nivel de consumo del patrón occidental presentaron niveles más elevados de PCR, IL-6, E-selectina, ICAM-1 y VCAM-1, luego de realizar ajustes según la edad, el índice de masa corporal (IMC), la actividad física, el tabaquismo y el consumo de alcohol. Las participantes que tuvieron un IMC más alto, también mostraron una tendencia a fumar más y a practicar menos ejercicio físico. Además, ingerían mayor cantidad de grasas saturadas y trans y, en menor cantidad, fibras y folatos. Por el contrario, un hábito alimentario «prudente» se asoció con niveles más bajos de marcadores inflamatorios, específicamente, PCR y E-selectina. Este patrón está caracterizado por un alto consumo de frutas, vegetales, legumbres, pescado, aves y granos enteros. Las mujeres que seguían un hábito alimentario «prudente» eran físicamente activas y fumaban menos, ingerían menor cantidad de grasas saturadas y trans y, en mayor cantidad, grasas poliinsaturadas, folatos y fibras.
En otro estudio se identificó otro patrón alimentario correlacionado con el aumento en los marcadores inflamatorios, que está altamente relacionado con mayor riesgo de diabetes. Este patrón muestra un alto consumo de gaseosas azucaradas, granos refinados, carnes procesadas y un bajo consumo de vino, café y crucíferas.
Según el investigador, estos índices también pueden utilizarse para evaluar la calidad de la dieta y predecir el riesgo de enfermedades crónicas. Los índices que demostraron una asociación con los niveles bajos de biomarcadores de inflamación y disfunción endotelial son el Alternate Healthy Eating Index (AHEI) y el alternate Mediterranean Diet (aMED).
El AHEI fue desarrollado por el Department of Agriculture de los EE.UU. a partir de las Dietary Guidelines for Americans y la Food Guide Pyramid. El puntaje está basado en el consumo de vegetales, frutas, nueces, soja, cereales, fibras, grasas trans, la relación entre las carnes rojas y las blancas, la relación de las grasas saturadas y poliinsaturadas, el uso a largo plazo de multivitamínicos y la ingesta de alcohol. Los sujetos con los puntajes más altos tuvieron una concentración de IL-6 un 31% más baja y niveles de ICAM-1 e VCAM-1 8% más bajos que aquellos que obtuvieron los puntajes menores.
El aMED está basado en el consumo de vegetales (a excepción de la papa), legumbres, soja, frutas, nueces, granos enteros, carnes rojas/procesadas, pescados, la relación de grasas saturadas y monoinsaturadas y la ingesta de alcohol. Los sujetos con los puntajes más elevados tuvieron concentraciones de PCR un 24% más bajas que aquellos con puntajes menores, así como también con concentraciones menores de IL-6 y E-selectina. Los individuos con puntajes más altos en ambos índices resultaron ser físicamente más activos y fumaban menos. Estos patrones alimentarios son similares porque ambos tienen un alto contenido de frutas, vegetales, granos enteros, nueces, pescados e incluyen un consumo moderado de alcohol.
La dieta mediterránea ha sido estudiada en relación con los efectos que produce en los factores cardiovasculares de riesgo, específicamente, en la PCR y otros marcadores de inflamación. Esta dieta está caracterizada por un alto consumo de legumbres, granos, frutas y vegetales, consumo moderado a alto de pescados, ingesta moderada de alcohol (generalmente, vino tinto, junto con las comidas) y un consumo bajo a moderado de carnes y productos lácteos. Los ácidos grasos monoinsaturados son la fuente principal de grasas, en tanto que el aceite de oliva se utiliza para cocinar y condimentar las ensaladas. Las grasas representan el 40% de la ingesta calórica total.
En un estudio realizado en 2006 se comparó una dieta reducida en grasas con dos variantes de la dieta mediterránea: una suplementada con aceite de oliva virgen y la otra, con una mezcla de nueces. Este estudio demostró que la dieta mediterránea está asociada con niveles menores de marcadores inflamatorios, en comparación con la dieta reducida en grasas. Los sujetos que siguieron la dieta mediterránea no aumentaron de peso y tuvieron niveles más bajos de glucemia e insulinemia en ayunas, a pesar de los suplementos de grasas insaturadas.
Alimentos, nutrientes e inflamación
Además de los hábitos alimentarios, existen alimentos y nutrientes específicos que están relacionados con los niveles plasmáticos de los marcadores inflamatorios. Dos estudios han demostrado la relación inversa entre la ingesta dietética total de fibras y las concentraciones de PCR. Se ha observado que con una ingesta de 30 g de fibras por día y una distribución calórica con 50% de carbohidratos, 34% de grasas y 16% de proteínas, los niveles de PCR descendieron un 13.7% con una dieta naturalmente alta en fibras y un 18.1% con una dieta suplementada conpsyllium.
Los granos son una fuente importante de fibras de la dieta y los granos enteros son la opción más saludable. Se ha demostrado que el consumo de granos enteros logra un mayor descenso de la PCR en comparación con el consumo de granos refinados. Por otro lado, el consumo de flavonoides también ha sido asociado con niveles más bajos de PCR. Los alimentos ricos en flavonoides son las manzanas, los cítricos y los jugos, las bebidas frutales, el té, los vegetales, los chocolates y el vino. Los alimentos con altos niveles de vitamina C, vitamina E y carotenos tienen el mismo efecto.
Al estudiar el efecto del consumo de frutas y vegetales se observó que las personas que tienen un alto consumo de estos grupos de alimentos presentaron menores niveles de PCR y menor riesgo de presentar síndrome metabólico.
Conclusión
Existen muchas recomendaciones para considerar cuando se desea controlar la inflamación mediante la dieta, que pueden llevarse a cabo sin demasiada dificultad. En general, el hábito alimentario occidental promueve la inflamación. Este patrón incluye alimentos ricos en azúcares, granos refinados, carnes rojas y procesadas y comidas fritas. Los alimentos que descienden los marcadores de inflamación forman parte de la dieta mediterránea, que es rica en frutas, vegetales, legumbres, nueces, aceite de oliva y pescados. También es importante el consumo de granos enteros y fibras, preferentemente al menos 30 g/día. Además, se considera que el consumo moderado de alcohol puede reducir la inflamación. La mayoría de los estudios demostró que los sujetos que consumen gran cantidad de alimentos antiinflamatorios tienen un IMC menor, realizan mayor actividad física y muestran menor incidencia de tabaquismo. La evidencia sugiere que una dieta y un estilo de vida saludables contribuyen al descenso de la PCR y mejoran la salud y el bienestar.
Ref : NUTRI.
Especialidad: Bibliografía - Nutrición