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Interacción entre la Afectación del Sueño y las Emociones

  • AUTOR : Baglioni C, Spiegelhalder K, Lombardo C, Riemann D
  • TITULO ORIGINAL : Sleep and Emotions: A Focus on Insomnia
  • CITA : Sleep Medicine Reviews 14(4):227-238, Ago 2010
  • MICRO : El insomnio representa un problema para muchos pacientes con trastornos psiquiátricos. La hiperactivación emocional generada por la internalización de conflictos emocionales incrementaría la actividad autonómica y la probabilidad de insomnio.

Introducción

El insomnio representa un problema para muchos pacientes con trastornos psiquiátricos y puede definirse como la dificultad para iniciar o mantener el sueño o la presencia de un sueño no reparador acompañado de la afectación del funcionamiento diurno. Dicho cuadro debe estar presente durante al menos 4 semanas. El objetivo de esta revisión sistemática fue evaluar el papel de la reactividad emocional y de las emociones negativas y positivas respecto de la presencia de insomnio. Asimismo, se evaluó la relación entre el insomnio y la depresión o la ansiedad.

Las emociones pueden definirse como una respuesta ante diferentes estímulos que presenta una connotación determinada e involucra modificaciones subjetivas, conductuales, interpersonales y fisiológicas. La función del proceso emocional es facilitar la respuesta al entorno a fin de alcanzar objetivos de manera eficaz. La reactividad emocional se define como el umbral, la intensidad y el tiempo requerido para responder ante un estímulo emocional. La dificultad para regular las emociones y la consiguiente afectación de la reactividad emocional pueden estar presentes en la mayoría de los trastornos psiquiátricos.

Las emociones pueden conceptualizarse como entidades diferenciadas o definirse de acuerdo con las dimensiones motivacionales o de la personalidad subyacentes. En el primer caso se considera la existencia de una cantidad limitada de emociones básicas. En cambio, la concepción dimensional se vincula a la activación de sistemas motivacionales relacionados con el apetito y la defensa que son inhibidos de manera recíproca y dirigen la conducta hacia el estímulo deseado. El componente subjetivo de las emociones puede valorarse mediante escalas autoaplicadas, como la Positive and Negative Affective Schedule (PANAS9). La psicofisiología de las emociones suele vincularse a factores autonómicos. No obstante, ciertos índices autonómicos captan la dimensión vinculada a la valencia emocional, mientras que otros miden la valencia de las emociones. También se destaca el papel de las neuroimágenes para evaluar el correlato neurobiológico de las emociones.

De acuerdo con los resultados de un estudio efectuado mediante el Minnesota Multiphasic Personality Inventory (MMPI), los pacientes con insomnio presentan puntajes elevados correspondientes a la depresión, la psicastenia y la histeria de conversión. Por lo tanto, la personalidad de los pacientes con insomnio primario incluye problemas de internalización más que problemas de externalización. De acuerdo con el modelo propuesto por Kales y colaboradores, los pacientes con insomnio primario tienen una predisposición a internalizar conflictos que afecta la capacidad para dormir al aumentar el nivel de activación. Dicha activación es autonómica, cognitiva, cortical y emocional. Otros autores consideran que la desregulación afectiva media el efecto de la hiperactivación cognitiva y autonómica sobre el sueño. También se propuso que el insomnio resulta de factores genéticos y estresores precipitantes que afectan el sueño y el funcionamiento emocional y cognitivo.

Métodos

Se llevó a cabo una selección de estudios mediante una búsqueda en bases de datos como PUBMED y MEDLINE. Los artículos seleccionados fueron agrupados en las siguientes categorías: insomnio y reactividad emocional, perspectiva evolutiva, predicción de estados afectivos mediante el sueño y predicción de la calidad del sueño según los estados afectivos.

Resultados

Insomnio y reactividad emocional: relación con otros trastornos y consecuencias terapéuticas

Existe una relación entre la disminución de las horas de sueño y la presencia de características de la personalidad que predisponen a la aparición de trastornos psiquiátricos. Por ejemplo, los pacientes con insomnio presentan un nivel elevado de ansiedad y preocupación. También se observó una asociación negativa entre la duración del sueño y la presencia de neuroticismo y autocrítica. Se sugiere que la disminución de la cantidad de sueño se asocia con una dificultad para afrontar situaciones de estrés, aunque son necesarios más estudios para obtener conclusiones definitivas.

El insomnio puede presentarse en forma aislada o en comorbilidad con otras entidades, como la depresión. Según lo hallado en diferentes estudios, es un indicador de riesgo de depresión. También se informó una asociación entre el insomnio y el riesgo de ansiedad. A su vez, otros autores señalaron que la ansiedad es un factor de riesgo para la aparición posterior de insomnio. Si bien los resultados de los estudios fueron heterogéneos, es posible indicar que el insomnio predice la aparición de depresión, especialmente en la población femenina, aunque se desconoce si dicha relación es unidireccional. La asociación entre la ansiedad y el insomnio sería bidireccional. De acuerdo con los resultados de un estudio, los síntomas diurnos vinculados al insomnio se relacionan con la ansiedad y la depresión en mayor medida que los síntomas nocturnos. Asimismo, el nivel elevado de emociones negativas y el nivel bajo de emociones positivas constituirían el mecanismo psicológico mediante el cual el insomnio actúa como factor de riesgo de depresión.

La terapia cognitivoconductual (TCC) es una estrategia eficaz en caso de insomnio, aun en presencia de otros trastornos psiquiátricos. Su aplicación permite mejorar los parámetros vinculados al sueño y el estado general de los pacientes. Por lo tanto, el tratamiento del insomnio puede prevenir la aparición de otros trastornos. Entre las estrategias de TCC destinadas a mejorar el insomnio se destaca la intervención de Pennebaker, que consiste en la expresión escrita de las emociones, las preocupaciones y los pensamientos. Según lo informado, dicha estrategia es de utilidad para disminuir la latencia del sueño y el nivel de alerta antes de dormir. El control cognitivo es otra estrategia que influye sobre el sistema emocional y permite procesar las preocupaciones antes de conciliar el sueño.

Perspectiva evolutiva

Los trastornos del sueño observados durante la infancia se relacionan en forma bidireccional con la afectación emocional y conductual. La aplicación de estrategias terapéuticas eficaces en los niños con insomnio puede ser útil para evitar la aparición de trastornos graves y duraderos durante la vida adulta. La afectación del sueño se vincula principalmente a los trastornos de internalización. Al igual que en los adultos, la relación entre el insomnio y las alteraciones emocionales en los niños estaría regulada por una disfunción emocional. En coincidencia, se observó que los niños que duermen menos horas presentan un nivel superior de inestabilidad emocional. También se informó una asociación entre la intensidad emocional elevada, la disminución de la cantidad de sueño y el aumento de la actividad nocturna.

Predicción de los estados afectivos mediante el sueño

La privación de sueño afectaría la conducta dirigida a objetivos mediante un efecto sobre la corteza prefrontal (CPF). Como consecuencia, se observa una disminución de la regulación de las emociones y de los impulsos. También se propuso que la afectación del sueño disminuye la energía cognitiva disponible para afrontar obstáculos y aprovechar las oportunidades. En presencia de recursos cognitivos suficientes para alcanzar un objetivo se facilita la emergencia de emociones positivas. De lo contrario, emergen las emociones negativas. Según los resultados de un estudio, la privación de sueño durante la segunda mitad de la noche aumenta la respuesta emocional negativa. Además, se informó una correlación positiva entre el aumento de la respuesta a los estímulos negativos y el nivel de somnolencia referido por los pacientes sometidos a privación de sueño. En un estudio realizado mediante resonancia magnética funcional (RMNf) se observó un aumento de la actividad amigdalina y una disminución de la conectividad funcional entre la amígdala y la CPF en presencia de privación del sueño. Esto se interpretó como un aumento de la respuesta neurobiológica a los estímulos emocionales y una disminución de la inhibición de la reactividad emocional por parte de la CPF.

Las siestas breves tendrían un efecto positivo sobre el estado de ánimo. También se observó que el aumento de la eficiencia y del tiempo total de sueño se asocia con la presencia de afectos positivos. En cambio, el aumento del tiempo de vigilia luego de despertar una vez conciliado el sueño se asoció con un nivel superior de afectos negativos. Estos hallazgos no pudieron corroborarse en un estudio en el que se emplearon parámetros de evaluación objetiva. En otro estudio se informó que la asociación entre la calidad adecuada del sueño y las emociones positivas es independiente de la edad, el sexo, el nivel de ingresos, la situación laboral y el estado de salud. Además, el insomnio se vincula a un nivel elevado de variabilidad del estado de ánimo y un aumento de las emociones negativas en horario vespertino. En la mayoría de los estudios se evaluó la actividad electrodérmica como índice fisiológico de reactividad emocional. Los resultados indicaron una asociación entre el aumento de la actividad electrodérmica y la afectación del sueño. También se observó una asociación entre el insomnio y la lentitud de habituación a estímulos nuevos. Esto sería un indicador de aumento del alerta diurna.

En general, el insomnio se acompaña de la aparición de pensamientos intrusivos que interfieren en la conciliación del sueño y son considerados preocupantes y negativos por los pacientes. De hecho, se observó una relación entre el tiempo requerido para conciliar el sueño y la aparición de pensamientos negativos. Entre las cogniciones típicas de los pacientes con insomnio se destaca la resolución de problemas y los pensamientos sobre las consecuencias de la disminución de la cantidad del sueño. Otros autores notaron que los pacientes con insomnio tienen una predisposición hacia la cavilación sobre temas relacionados con los síntomas que presentan. Por último, los pacientes con insomnio que refieren un nivel elevado de preocupación tienen pensamientos heterogéneos sobre el sueño y otros temas, en tanto que los pacientes con insomnio y bajo nivel de preocupación refieren pensamientos relacionados con el sueño y las consecuencias de su afectación.

Predicción de la calidad del sueño según los estados afectivos

Los resultados de un estudio permiten indicar que los individuos que experimentan sentimientos de soledad presentan una disminución de la eficiencia del sueño y un aumento del tiempo de vigilia después de despertar una vez conciliado el sueño en comparación con los individuos que no refieren un nivel elevado de soledad. La comorbilidad entre el duelo complicado y la depresión también se asoció con la afectación del sueño determinada polisomnográficamente. Otros autores informaron una asociación entre el pesar vinculado a la pérdida de un ser querido y la cantidad de despertares nocturnos. La hostilidad se vincularía a un aumento de las emociones negativas y la consiguiente afectación del sueño. Además, se verificó una asociación entre la impulsividad destinada a aliviar las emociones negativas y la gravedad del insomnio. Por último, en un estudio realizado en adolescentes los individuos que refirieron estar enamorados presentaron un nivel inferior de somnolencia diurna y un mejor nivel de concentración, actividad física, estado de ánimo y relajación. Según los autores, este estado es comparable con la hipomanía. Se requieren otros estudios para obtener conclusiones definitivas.

Discusión

Si bien se considera que el aumento de la reactividad emocional es un factor de mantenimiento del insomnio, los mecanismos implicados en dicha asociación no se conocen en su totalidad. Es posible que la hiperactivación emocional generada por la internalización de conflictos incremente la actividad autonómica y la probabilidad de insomnio. Es notorio que tanto en los niños como en los adolescentes se observó una asociación entre el insomnio y los trastornos de externalización (hostilidad). No obstante, el insomnio se vincularía principalmente a problemas de internalización, como la depresión y la ansiedad.

En cuanto a la etiología del insomnio, se propuso su relación con la afectación de la reactividad emocional. En cambio, el mantenimiento del insomnio se relacionaría con la interacción entre procesos cognitivos y autonómicos mediada por un aumento de las emociones. Desde una perspectiva neurobiológica, se halló que las emociones afectan la homeostasis del sueño. Esto involucra regiones vinculadas al afecto como la corteza infralímbica o el núcleo central de la amígdala y regiones vinculadas al sueño y la vigilia, como el núcleo preóptico ventrolateral. Desde el punto de vista psicológico existe una asociación entre el insomnio y los trastornos psicológicos mediada por la dificultad para regular las emociones y el aumento de las emociones negativas. Finalmente, desde una perspectiva evolutiva, la afectación del sueño se vincula a la desregulación emocional.

Los resultados obtenidos en estudios de privación del sueño señalan la importancia del sueño para mantener una reactividad y regulación emocional adaptativa. También el sueño adecuado es importante para alcanzar un estado emocional que permita lograr objetivos. Las emociones negativas se vincularían a la afectación del sueño, aunque la información sobre el efecto de las emociones positivas es limitada. Tampoco queda clara la relación entre el sueño y la valencia emocional. Por ejemplo, si bien se sabe que el aumento de las emociones negativas y la disminución de las emociones positivas se asocian con la afectación del sueño, la disminución de las emociones negativas no sería un requisito para mejorarlo. Son necesarios más estudios para obtener conclusiones definitivas al respecto.

Entre las limitaciones de la presente revisión se destaca que en muchos de los estudios se incluyó una cantidad reducida de participantes. Además, los resultados obtenidos en determinadas poblaciones no serían generalizables. Finalmente, existe confusión respecto de los constructos del estado de ánimo, las emociones y los afectos considerados. Aún no es posible afirmar el efecto específico del sueño sobre los afectos.

Conclusión

Los autores concluyen que el nivel elevado de activación emocional media la interacción entre la hiperactividad cognitiva y fisiológica que perpetúa el insomnio. En segundo lugar, existe una relación bidireccional entre el insomnio y la ansiedad. Además, los síntomas vinculados al insomnio predicen la aparición de depresión. Dichas asociaciones se relacionarían con el aumento de las emociones negativas y con la disminución de las emociones positivas. A su vez, la privación del sueño potencia la aparición de emociones negativas; mientras que el aumento en la calidad del sueño se asocia con un incremento de las emociones positivas, independientemente de la intensidad de las emociones de tinte negativo. Son necesarios otros estudios para dilucidar esos aspectos.

Especialidad: Bibliografía - Neurología

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