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Investigan el Trasfondo de los Subinformes de las Calorías Ingeridas en los Pacientes Ancianos no Institucionalizados
- AUTOR : Yannakoulia M, Tyrovolas S, Panagiotakos D y colaboradores
- TITULO ORIGINAL : Correlates of Low Dietary Energy Reporting in Free-Living Elderly: The MEDIS Study
- CITA : Maturitas 69(1):63-68, May 2011
- MICRO : Entre los pacientes ancianos es más frecuente que los varones informen un menor consumo calórico que el real.
Introducción
Cuando un paciente dice haber consumido menos alimentos de lo que en realidad comió se habla de un subinforme de las calorías ingeridas (SICI). Las personas con mayor tendencia a no reconocer la verdadera cantidad de alimentos consumidos son las mujeres y los sujetos con sobrepeso. Las personas ancianas también pueden ser más propensas a no informar la cantidad de calorías consumida debido a una menor motivación, alteraciones cognitivas, problemas de salud o limitaciones sociales y físicas. Si bien es sabido que los SICI aumentan con la edad o son más prevalentes en los pacientes ancianos, pocos estudios han investigado este aspecto en la población mencionada. La mayoría de los trabajos sobre el tema se realizaron en poblaciones con estilos occidentales de vida, de ahí el interés por evaluar la prevalencia de SICI en las poblaciones que conservan, al menos en parte, sus hábitos tradicionales de vida. Los individuos ancianos de las islas de Grecia y Chipre representan una población idónea para este fin. De hecho, un estudio realizado en esa área en la década del 60 reveló el papel protector de la dieta mediterránea sobre las enfermedades cardiovasculares.
El objetivo de este ensayo fue estimar la prevalencia de SICI en una muestra de sujetos ancianos de Grecia y Chipre y su relación con ciertos parámetros dietarios, clínicos, psicológicos y del estilo de vida.
Materiales y métodos
Los investigadores reunieron al azar 1 190 voluntarios mayores de 65 años (553 varones con una edad promedio de 76 años y 637 mujeres con una edad promedio de 74 años) que vivían en la República de Chipre y en 7 islas griegas. El 39% de los participantes habitaba en áreas rurales. Se determinó el peso y la talla de cada participante, datos que se utilizaron para calcular el índice de masa corporal (IMC). Se consideró sobrepeso un IMC de entre 25 y 29.9 kg/m2 y obesidad, un IMC > 30 kg/m2. También se determinó el perímetro abdominal y de cadera y se calculó el radio de cintura-cadera (se definió obesidad central ante un radio de cintura-cadera > 0.95 para los varones y > 0.80 para las mujeres). Además, se registró la presencia de diabetes mellitus, hipertensión e hipercolesterolemia. Se recolectaron datos demográficos como la edad, el sexo, los ingresos anuales y los factores del estilo de vida. Con respecto al tabaquismo, los participantes fueron clasificados como «fumadores», «antiguos fumadores» (los que habían fumado por última vez hacía más de 12 meses) o «no fumadores» (si nunca habían fumado). Luego se agrupó a los antiguos fumadores y a los no fumadores para formar sólo dos grupos: «actualmente no fumadores» o «fumadores».
Los participantes informaron sus hábitos dietarios mediante un cuestionario. Las preguntas se refirieron a la frecuencia con la que consumían porciones preespecificadas de alimentos o grupos de alimentos, además de cuantificar el tamaño de la porción. Uno de los objetivos del cuestionario fue estimar la adhesión a la dieta mediterránea. Los alimentos evaluados fueron la carne y los productos relacionados, el pescado y los mariscos, la leche y otros lácteos, las frutas, verduras y ensaladas, las legumbres, los cereales, el café, el té y las gaseosas. La frecuencia de consumo podía ser diaria, semanal o mensual. También se indagó acerca del consumo de bebidas alcohólicas (vasos de vino ajustados de acuerdo con la ingesta de alcohol).
Para calcular los SICI, se estimó la ingesta de calorías (IC) y la tasa metabólica basal (TMB) de cada participante y se calculó su cociente (IC/TMB). Se consideró que los valores de IC/TMB entre 1.14 y 2.4, inclusive, constituían informes adecuados sobre el consumo calórico. Los valores menores de 1.14 se consideraron SICI y los mayores de 2.4, excesivos sobre el consumo calórico.
Se estimó el grado de actividad física por medio de la versión resumida del International Physical Activity Questionnaire. Los datos de relevancia fueron la frecuencia (veces por semana), la duración (minutos por mes) y la intensidad de la actividad física que realizaban los pacientes, ya sea mediante deportes, actividades en su tiempo libre u ocupación.
Por último, se registraron los síntomas de depresión que habían manifestado los pacientes durante el último mes por medio de la Geriatric Depression Scale (GDS). Para aumentar la precisión de los datos sobre los síntomas psicológicos o psiquiátricos, se solicitó que el mismo cuestionario fuera completado por un amigo cercano, un hermano o la pareja del participante. Si los datos diferían de lo expuesto por el paciente, se descartaban del análisis psicológico (esto ocurrió con 4 participantes).
Resultados
El 47.7% de los participantes incurrió en SICI. Los informes excesivos sobre el consumo calórico correspondieron al 1.2% de la muestra, por lo cual se tuvieron en cuenta para el análisis. No se detectaron diferencias significativas entre los participantes que vivían en zonas rurales y los que residían en zonas urbanas. Tampoco se encontraron diferencias en cuanto a la prevalencia de obesidad, obesidad central, hipercolesterolemia e hipertensión entre los participantes que informaron SICI y los que no lo hicieron. La prevalencia de SICI fue mayor en los varones (56% contra 41%, p < 0.001). Al restringir el análisis a los participantes más ancianos, la prevalencia fue cercana al 80% y similar para ambos sexos. Otra diferencia importante se observó en cuanto al puntaje de la escala GDS (8.8 para los pacientes que informaron SICI y 7.68 para aquellos que no lo hicieron; p = 0.002). Además, los que no refirieron SICI tuvieron niveles mayores del consumo de calorías y de IC/TMB.
Los SICI de hombres y mujeres tuvieron menores contribuciones de hidratos de carbono y mayores aportes de lípidos al consumo calórico total que los que no informaron SICI. Además, tuvieron menor adhesión a la dieta mediterránea y menor consumo de todos los grupos de alimentos.
Los menores valores de IC/TMB se asociaron con la edad mayor, el sexo masculino y un mayor IMC. En cambio, los valores mayores tuvieron conexión con una mayor adhesión a la dieta mediterránea y con el tabaquismo al momento del estudio. Al clasificar los resultados de acuerdo con el sexo, en las mujeres, los valores menores de IC/TMB tuvieron relación con la presencia de hipercolesterolemia, mayor edad y mayor IMC, mientras que en los hombres no se comprobó relación significativa con ninguna de estas variables.
Discusión
La alta prevalencia de SICI detectada en este trabajo podría deberse a un efecto más relacionado con la edad de los participantes que con factores étnicos o geográficos.
La subestimación de las calorías consumidas puede obedecer a una o varias razones conscientes (por ejemplo, en respuesta a los estándares sociales o por temor a sentirse ofendido por consumir de más o por tener sobrepeso) o inconscientes (por ejemplo, trastornos de la memoria o alteraciones de la representación del tamaño de las porciones consumidas) o a razones relacionadas con el entrevistador. En este trabajo, los investigadores fueron entrenados para reducir los errores sistemáticos, por lo que los autores consideran que la subestimación proviene de los participantes.
Las razones conscientes podrían estar en relación con los criterios de obesidad. De acuerdo con esta teoría, los expertos notaron que, en especial en las mujeres, el IC/TMB tenía una asociación negativa con el IMC y la presencia de hipercolesterolemia. Estos resultados específicos del sexo femenino podrían deberse a las expectativas sociales: las mujeres parecen tener una tendencia a declarar una ingesta menor de alimentos que la real para tratar de evitar ser descubiertas realizando acciones socialmente no deseables (en este caso, comer de más). Por otra parte, las razones inconscientes podrían estar en relación con la edad, ya que las funciones cognitivas disminuyen con los años. En este trabajo no se incluyeron elementos que evaluaran las funciones intelectuales, lo que podría constituir una de las limitaciones del estudio. Otra limitación importante es haber utilizado las declaraciones de los participantes como única fuente de datos acerca de la cantidad consumida de calorías. Sin embargo, una fortaleza de este trabajo reside en el uso de una muestra relativamente grande de individuos ancianos saludables, no institucionalizados, habitantes de las islas mediterráneas y alejados del estilo occidental de vida.
Los autores señalan que cerca de la mitad de los participantes incurrió en SICI. Los valores menores de IC/TMB se asociaron con la edad mayor, el sexo masculino, un mayor IMC, menor adhesión a la dieta mediterránea y el hecho de no fumar. Al desglosar estos datos en cuanto al sexo, el IC/TMB de las mujeres tuvo relación con diversos parámetros clínicos y del estilo de vida; por ejemplo, la edad mayor, un mayor IMC, la presencia de hipercolesterolemia, la adhesión a la dieta mediterránea y el tabaquismo al momento del estudio. Por el contrario, en los hombres, los únicos aspectos que se relacionaron con el IC/TMB fueron la adhesión a la dieta mediterránea y no ser fumador. Estos datos son útiles para los profesionales de la nutrición, a fin de detectar o sospechar la subestimación en los informes de la ingesta calórica en la población anciana.
Especialidad: Bibliografía - Nutrición