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La Dieta Equilibrada es un Componente Esencial en Cualquier Programa Destinado a Reducir el Riesgo Cardiovascular y la Osteoporosis

  • AUTOR : Volpe R, Sotis G, Modena M y colaboradores
  • TITULO ORIGINAL : Healthy Diet to Prevent Cardiovascular Diseases and Osteoporosis: The Experience of the «ProSa» Project
  • CITA : High Blood Pressure & Cardiovascular Prevention 19(2):65-71, 2012
  • MICRO : Si bien la ingesta de baja cantidad de grasas puede asociarse con menor incorporación de calcio y vitamina D, las dietas equilibradas evitan la necesidad de suplementos adicionales. La actividad física regular es otro aspecto esencial por sus efectos beneficiosos para la salud cardiovascular y ósea.

El proyecto ProSa

El proyecto PROmozione e tutela della SAlute (ProSa) fue iniciado en 2000 por el Prevention and Safety Department del National Research Council of Italy con la finalidad de promover la salud general de sus miembros, quienes participaron en forma voluntaria. En el presente artículo, los autores resumieron los datos obtenidos en 789 trabajadores de ambos sexos en relación con la enfermedad cardíaca isquémica y la información de 245 mujeres que participaron en la parte de osteoporosis (OP) del programa.

La primera fase de la investigación consistió en la distribución de cuestionarios que permitieron conocer las percepciones de los participantes en términos de la prevención y la salud cardiovascular, los antecedentes familiares y personales de enfermedad cardiovascular, el hábito de fumar, la actividad física y las características dietéticas. En un segundo paso se evaluaron los principales factores de riesgo cardiovascular, tales como los niveles del colesterol total, colesterol asociado a lipoproteínas de alta (HDLc) y de baja densidad (LDLc), el cociente entre el colesterol total y el HDLc, los triglicéridos, la glucemia y el ácido úrico. También se determinó la presión arterial sistólica y diastólica, el peso y la talla para el cálculo del índice de masa corporal y se obtuvo un registro electrocardiográfico en reposo.

El riesgo cardiovascular general a los 10 años se calculó con el Coronary Heart Disease Risk Calculator como el porcentaje de probabilidad de presentar eventos coronarios en los próximos 10 años. El riesgo cardiovascular se clasificó en bajo (< 5%), leve (5% a 10%), moderado (10% a 20%), alto (20% a 40%) y muy alto (> 40%). Los sujetos con riesgo muy alto fueron invitados a participar en un programa especial. Este último abarcó una fase de intervención no farmacológica que incluyó la interrupción del hábito de fumar, la actividad física regular y una dieta saludable.

La dieta saludable incluyó la ingesta de poca cantidad de grasas en los pacientes con hipercolesterolemia, la ingesta de alimentos con poca cantidad de grasas y carbohidratos en los individuos con hipercolesterolemia e hipertrigliceridemia, la restricción calórica en los sujetos con obesidad, una dieta reducida en carbohidratos y grasas en los pacientes con diabetes, el consumo de pocas cantidades de grasas y sal en el caso de aquellos con hipertensión arterial y la incorporación de pocas grasas y purinas en los sujetos con hiperuricemia o gota. En los pacientes con hipertensión arterial, diabetes, hipercolesterolemia, niveles bajos de HDLc, hipertrigliceridemia o hiperuricemia, que no respondieron en la forma esperada a las intervenciones no farmacológicas, se indicaron los tratamientos farmacológicos necesarios.

El estudio de OP incluyó 245 mujeres de más de 50 años o con menopausia prematura, sometidas a ultrasonido del calcáneo. Según los resultados de los T-score y Z-score, el 20.4% y 9.1% de las participantes tenían osteopenia u OP, respectivamente. A estas participantes se les recomendó la ingesta de alimentos ricos en calcio; en aquellas que también presentaban hipercolesterolemia o hipertrigliceridemia se recomendó el consumo de alimentos con escasa cantidad de grasas. En ambos estudios, los pacientes fueron derivados al especialista según necesidad.

Intervención nutricional

La relación entre la dieta y el riesgo cardiovascular se conoce desde hace tiempo; las dietas ricas en calorías y grasas, especialmente grasas saturadas de origen animal, se asocian con hipercolesterolemia, hipertrigliceridemia, hiperglucemia y obesidad; todos estos trastornos participan en la enfermedad aterosclerótica y, por lo tanto, en la aparición de angina de pecho, infarto agudo de miocardio y accidente cerebrovascular. En el caso de los carbohidratos, se hizo especial hincapié en optar por panes (no sus sustitutos), pastas sin relleno y arroz. De ser posible, las comidas más importantes debían ser ingeridas al mediodía y no a la noche. En términos de la reducción de la ingesta de lípidos se prestó atención a tres aspectos básicos: modificar la frecuencia de las ingestas, moderar la cantidad de alimentos ingeridos y mejorar los métodos de consumo. Se recomendó sustituir las grasas de origen animal por grasas de origen vegetal y, en especial, por aceite de oliva, asociado con la reducción de los niveles del LDLc y con efectos antioxidantes. De esta forma, se atenúa la oxidación de las LDL y la formación de las placas de ateroma en las paredes de los vasos. También se alentó el consumo de carnes blancas y de carnes rojas magras o sin exceso de grasa, además de limitar la ingesta de embutidos. En cambio, se alentó el consumo de cantidades importantes de pescados, ricos en grasas monoinsaturadas y poliinsaturadas, por ejemplo, ácidos grasos omega-3, asociados con efectos cardioprotectores.

Lípidos y calcio

En la preparación del material educativo se prestó especial atención a los lípidos y el calcio, ya que los productos lácteos representan una fuente importante de este elemento. El calcio debe mantenerse en niveles adecuados de modo tal de evitar la secreción alterada de la hormona paratiroidea, el mayor recambio óseo y la pérdida de masa ósea. Los suplementos de calcio en la dieta se correlacionan con la masa ósea y el riesgo de fracturas. Los requerimientos diarios de calcio varían en el transcurso de la vida pero alcanzan sus valores máximos, de 1 200 mg por día, en las mujeres en edad fértil y de 1 500 mg diarios en las mujeres posmenopáusicas. La ingesta, sin embargo, suele ser inferior a la recomendada, a juzgar por los resultados de diversos estudios, algunos de ellos realizados en Italia.

Si bien la demanda de calcio aumenta en las mujeres posmenopáusicas, en esta etapa de la vida también se incrementa el riesgo de enfermedades cardiovasculares. El Framingham Heart Study reveló que, en este grupo de edad, el riesgo de enfermedad coronaria es 4 veces más alto en comparación con el correspondiente a las mujeres premenopáusicas; además, es particularmente alto en las pacientes con antecedentes de menopausia prematura. Diversos trabajos mostraron que la declinación de la función ovárica se asocia con cambios desfavorables en el perfil de lípidos (aumento de los niveles de los triglicéridos y del LDLc y descenso de la concentración del HDLc). Por estos motivos, las dietas con bajo contenido de grasas están especialmente indicadas en las mujeres posmenopáusicas.

La prevención de la OP no sólo se relaciona con la incorporación de calcio. Si bien el 80% a 90% del contenido mineral óseo está formado por calcio y fósforo, las proteínas, otros minerales –tales como el magnesio, el cinc, el cobre, el hierro y el flúor– y las vitaminas D, A, C y K también son necesarias para mantener la salud ósea. Por ende, la dieta debe ser equilibrada, con una ingesta moderada de proteínas (1 g/kg/día) y cantidades adecuadas de grasas y carbohidratos (55% a 60% del total de calorías). El consumo moderado de proteínas de origen animal es necesario para el mantenimiento del metabolismo óseo y para no comprometer el recambio de hueso y la excreción urinaria de calcio. La incorporación adecuada de alimentos alcalinos (esencialmente, frutas y verduras) también es importante para inhibir la movilización del calcio de los huesos. La dieta mediterránea, con una ingesta adecuada de calcio, representa un excelente ejemplo de dieta saludable.

La leche de vaca y la leche parcialmente descremada, la leche de soja, el yogurt, los quesos blandos descremados, la ricota, ciertos pescados, los mariscos y algunos vegetales aportan cantidades apropiadas de calcio (> 100 mg por 100 g de producto). Además, el calcio presente en estos productos es bien absorbido. El agua mineral también representa una fuente importante de calcio (150 a 200 mg/l). Las dietas con estas características, con contenido bajo de grasas y calorías, también son favorables para bajar de peso. Los autores señalan que la obesidad y la acumulación de grasa con patrón androide no confieren protección contra las fracturas por OP.

Aproximadamente el 8% a 23% del calcio se absorbe por difusión; la absorción se relaciona fuertemente con los niveles de la vitamina D. De hecho, esta vitamina se asocia con mayor absorción intestinal de calcio y con menor eliminación renal. Se observa deficiencia de vitamina D en las personas de edad avanzada, en los sujetos que reciben una dieta reducida en esta vitamina y en los individuos que no se exponen al sol. La obesidad, el sedentarismo y el tabaquismo también predisponen a la deficiencia vitamínica y al mayor riesgo de fracturas. La deficiencia de la vitamina D se asocia con dislipidemia, diabetes, hipertensión arterial, infarto agudo de miocardio y accidente cerebrovascular.

La vitamina D se sintetiza en la piel expuesta a los rayos UVA; por lo tanto, su síntesis es mayor en verano y en la personas que pasan muchas horas al aire libre. Los productos lácteos descremados, algunos pescados y los huevos también representan una fuente importante de vitamina D. Los ácidos grasos omega-3, presentes en los pescados, también reducen la síntesis de citoquinas proinflamatorias y evitan la activación de los osteoclastos y la resorción ósea.

Los individuos que practican ejercicio en forma regular tienen innumerables ventajas en comparación con los individuos sedentarios. Por ejemplo, los primeros tienen cifras más bajas de presión arterial, niveles más bajos de triglicéridos y glucemia, menor peso corporal, concentración más alta del HDLc y densidad mineral ósea también mayor. En un estudio, la actividad física evitó las caídas en las personas de edad avanzada. El ejercicio aeróbico, al menos 30 minutos por día, como mínimo cinco veces por semana, es particularmente beneficioso en este contexto.

Conclusiones

La nutrición es un aspecto importante a tener en cuenta en términos de la prevención del riesgo cardiovascular. Las dietas equilibradas, la exposición al sol y la actividad física regular mejoran el perfil metabólico, reducen el peso corporal y disminuyen el riesgo de osteopenia y osteoporosis. Sin embargo, la educación integral es esencial para evitar interpretaciones erróneas y resultados no óptimos, concluyen los expertos.

Ref : NUTRI, CARDIO, CLMED, GINECO, ENDO.

Especialidad: Bibliografía - Cardiología - Clínica Médica - Endocrinología - Ginecología - Nutrición

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