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Los Efectos Adversos de las Drogas Antiepilépticas sobre el Sistema Nervioso Central

  • AUTOR : Kennedy G, Lhatoo S
  • TITULO ORIGINAL : CNS Adverse Events Associated with Antiepileptic Drugs 
  • CITA : CNS Drugs 22(9):739-760, 2008
  • MICRO : La introducción al mercado de las nuevas drogas antiepilépticas produjo un cambio significativo en la terapéutica de esta afección. Se ha efectuado una revisión de los principales efectos adversos asociados con el tratamiento con las drogas antiepilépticas de uso corriente.

Introducción

La terapéutica de la epilepsia ha experimentado un cambio rotundo con la introducción al mercado de las nuevas drogas antiepilépticas en reemplazo de los fármacos convencionales. No obstante, se continúa con la búsqueda de una sustancia ideal que minimice la aparición de convulsiones y de efectos adversos (EA). La revisión presente tuvo por objetivo describir los EA sobre el sistema nervioso central (SNC) de los nuevos fármacos dirigidos a tratar la epilepsia, sin tener en cuenta la eficacia de cada droga.

Comparación entre las drogas antiepilépticas tradicionales y aquellas más nuevas

En primera instancia, se analizan brevemente los resultados obtenidos del estudio UK Standard And New Antiepileptic Drugs (SANAD), destinado a comparar la eficacia y tolerabilidad de los pacientes a las drogas antiepilépticas (DAE) tanto convencionales como nuevas. Dicho estudio, recientemente finalizado, consistió en un ensayo clínico aleatorizado y controlado. Por un lado, se analizó el uso de la carbamazepina, el gabapentín, la lamotrigina y la oxcarbamazepina en las crisis parciales (grupo A) y por el otro, se evaluó al ácido valproico, la lamotrigina y el topiramato como terapéutica de las crisis generalizadas y de la epilepsia inclasificable (grupo B). Para el grupo A se reclutaron 1 721 pacientes, en tanto que para el grupo B, 716 individuos.

A pesar de que el ensayo clínico se orientó al análisis de la efectividad de la terapéutica implementada en la epilepsia, tangencialmente se observó el fracaso del tratamiento en relación con su duración. Cuando la deserción ocurre en etapas tempranas del tratamiento, generalmente se debe a los EA del producto, mientras que si se produce de forma tardía puede relacionarse con la poca eficacia del fármaco. Dentro del grupo A, la mediana de días en que los pacientes suspendían la droga por EA inaceptables fue de 84 y, dentro de este grupo, la carbamazepina y el topiramato constituyeron los fármacos más relevantes. Por otra parte, a los 313 días (percentilo 25 a 75), interrumpieron el uso del producto debido al control inadecuado de las convulsiones y, llamativamente, la carbamazepina y el topiramato se asociaron con mejores resultados sobre el control de las crisis convulsivas. Por lo tanto, se puede inferir que dichas drogas son más eficaces en el tratamiento de las epilepsias con crisis parciales que la lamotrigina y el gabapentín. Sin embargo, cuando se consideró como razón para suspender el tratamiento la presencia de EA inaceptables en conjunto con el control inadecuado de las crisis, se verificó que en el grupo de pacientes que consumían topiramato, gabapentín o lamotrigina hubo un mayor abandono que con carbamazepina u oxcarbamazepina. Se pone de manifiesto entonces, que los enfermos privilegian la eficacia de las drogas sobre los EA asociados con ellas. Por su parte, se ha visto que los EA de la carbamazepina constituyeron la principal causa de interrupción del tratamiento con dicho fármaco y que la sustancia con menor tasa de fracasos terapéuticos relacionados con EA fue el gabapentín. No obstante, estos resultados se encuentran sesgados y no deben ser considerados como absolutos. Finalmente, el grupo tratado con lamotrigina presentó el número más bajo de EA mientras que se observó lo contrario en quienes recibieron topiramato.

A continuación, los autores describen los EA principales asociados con las drogas en estudio y sus porcentajes de incidencia. Respecto de la carbamazepina, los principales EA fueron cansancio/somnolencia/fatiga/letargo (36%), en segundo lugar, las erupciones alérgicas (32%) y por último, problemas de la memoria (12%). En relación con el gabapentín, también el cansancio/somnolencia/fatiga/letargo fueron los EA más frecuentes (34%), le siguieron problemas de la memoria (19%), cefaleas, mareos y vértigos (15%). Por su parte, con la lamotrigina -a pesar de haber tenido una menor incidencia- el cansancio/somnolencia/fatiga/letargo (17%) igualmente fueron los EA más importantes, seguidos por las erupciones cutáneas de naturaleza alérgica (15%). En cuanto a la oxcarbamazepina, compartieron el primer lugar el cansancio/somnolencia/fatiga/letargo y los exantemas alérgicos (16%) y siguieron la presencia de mareos y vértigos (12%). Finalmente, los EA primordiales del topiramato fueron cansancio/somnolencia/fatiga/letargo (33%), seguidos de otros EA psiquiátricos (31%), pérdida de peso (27%) y disestesias (24%).

Respecto del grupo B, que incluyó pacientes con epilepsia generalizada e inclasificable, se observó que la mediana de días en que suspendían el uso de la droga por EA intolerables fue de 90, y a los 234 días a causa del control inadecuado de las convulsiones. En este conjunto, la lamotrigina fue el fármaco que produjo menos deserción por EA, mientras que el topiramato tuvo la mayor incidencia de abandono. Además, un 45% de los pacientes refirió EA por topiramato, contra el 36% que manifestó el grupo tratado con ácido valproico.

Los principales EA asociados con las drogas utilizadas fueron los que se describen a continuación. Con respecto a la lamotrigina, las erupciones alérgicas (12%) ocuparon el primer lugar seguidas de cansancio/somnolencia/fatiga/letargo (9%). Respecto del topiramato, estos últimos fueron los principales EA con un 20 % de incidencia, seguidos por cambios en la conducta o en la personalidad o episodios de agresividad (18%) y otros EA en la esfera psiquiátrica (15%). Por último, el grupo tratado con ácido valproico presentó aumento de peso (16%) y cansancio/somnolencia/fatiga/letargo (12%). A modo de conclusión, los EA referidos al SNC fueron los principales determinantes de abandono de la terapéutica, a excepción de la lamotrigina, en cuyo caso la aparición de exantemas tóxico-alérgicos fue la razón principal.

Drogas antiepilépticas tradicionales

Dentro de este grupo se encuentran la carbamazepina, el ácido valproico, la fenitoína, el fenobarbital, la primidona, la etosuximida y las benzodiazepinas (clobazam y clonazepam).

En relación con las benzodiazepinas (BDZ), se usan principalmente en el tratamiento del estado epiléptico debido a su acción rápida y eficacia comprobada. Dentro de los principales EA del diazepam se encuentra la sedación. Con el fin de subsanarlos, se creó el clobazam hace más de 30 años. Dicha sustancia mantuvo los efectos ansiolíticos del diazepam, ya que interactúa con el sitio de unión a BDZ presente en los receptores GABAA, y sus EA más relevantes son los mareos y vértigos. Sin embargo, debido a la aparición de taquifilaxia se recomienda su uso a modo de rescate temporal de los accesos convulsivos. El clonazepam tiene mayores efectos sobre las funciones cognitivas que el clobazam. Además, se ha asociado con la aparición de convulsiones al suspender su uso y de estado epiléptico en el comienzo o interrupción del tratamiento en pacientes con síndrome de Lennox-Gastaut. Se han informado otros EA relacionados con la suspensión de la terapéutica tales como insomnio, confusión, ansiedad, inquietud y catatonía. Respecto del clobazam y clonazepam, la fatiga, mareos y vértigos, ataxia, irritabilidad y psicosis son los EA que comparten ambos fármacos.

Por otro lado, la carbamazepina es un antagonista de los canales de sodio útil en el tratamiento de las crisis parciales que presentan o no generalización secundaria. Debido a que es un inductor enzimático a nivel hepático, se debe tener especial cuidado al administrarla junto con drogas liposolubles ya que puede aumentar su depuración. A pesar de provocar una gran cantidad de EA a nivel del SNC, el escalonamiento de las dosis favorece una menor incidencia de dichos efectos, al igual que la administración de comprimidos de liberación controlada del fármaco. Los EA más relevantes de la carbamazepina son los mareos y vértigos, náuseas, cefaleas, diplopia, ataxia, discinesia orofacial, asterixis y crisis oculogiras. También se puede presentar psicosis asociada con polidipsia, con la consecuente hiponatremia, manía y exacerbación de las ausencias o crisis mioclónicas en pacientes con epilepsia primaria generalizada o en niños con epilepsias parciales complejas. En comparación con los barbitúricos y la fenitoína, la carbamazepina tiene menor toxicidad y mejor perfil de EA cognitivos y se asume que la estructura tricíclica de esta droga estaría asociada con su menor incidencia de depresión. En relación con la etosuximida, su uso está reservado casi exclusivamente para las crisis de ausencia. Su mecanismo de acción consiste en disminuir la conductancia de los canales de calcio dependientes del voltaje de las neuronas talámicas. Los EA más comunes son los gastrointestinales y, en segundo lugar, los referidos al SNC. Los que más frecuentemente aparecen son náuseas y vómitos, mareos, astenia, pérdida del apetito y vértigo. Otros EA relacionados son inquietud, letargo, pérdida de la memoria y cefaleas. También se han comunicado síntomas de parkinsonismo luego del tratamiento a largo plazo. En contraste, esta droga también puede tener efectos estimulantes que dan como resultado cambios en el estado de ánimo e insomnio, especialmente en pacientes con dificultades en el aprendizaje. Se detectaron crisis relacionadas con la abstinencia del fármaco y, raramente, exacerbación de las crisis mioclónicas o de las ausencias.

En lo que respecta al fenobarbital, se utiliza principalmente en el tratamiento de las crisis parciales y las generalizadas. El mecanismo de acción se asume que consiste en unirse a los canales de cloro presentes en los receptores GABAA y favorecer la prolongación de los potenciales inhibitorios postsinápticos. Sin embargo, en países desarrollados su uso es limitado debido a los EA cognitivos y conductuales que trae aparejados; en tanto, en países en vías de desarrollo, constituye un antiepiléptico muy utilizado a pesar de que tales EA provocan una tasa elevada de suspensión de la droga. Los EA más corrientes en adultos son fatiga, letargo, astenia, depresión y agresividad, mientras que la irritabilidad, insomnio paradojal e hipercinesia son los más representativos en niños. En dicho grupo etario se comprobó la persistencia en el tiempo de los efectos sobre la memoria, la concentración y la inteligencia. Es preciso aclarar que la sedación es muy frecuente en las etapas tempranas del tratamiento y, con el fin de evitarla, se sugiere comenzar con dosis bajas. Otro aspecto a considerar es la toxicidad, que puede derivar en incremento de las crisis (especialmente en niños con epilepsia rolándica benigna atípica o epilepsia mioclonal), coma o, incluso, la muerte. El tratamiento consiste en alcalinizar la orina para forzar la diuresis y mantener la función de los órganos vitales.

En cuanto a la farmacocinética y farmacodinamia, la fenitoína se encuentra relacionada estructuralmente con los barbitúricos y ejerce su acción mediante el antagonismo de los canales de sodio. Además, se metaboliza en el hígado por medio del sistema microsomal y, por lo tanto, tiene interacciones con otras drogas que utilizan la misma vía tales como la carbamazepina, el ácido valproico, la etosuximida, los corticosteroides y la warfarina. Debido a la cinética de orden cero que presenta, una vez superada la ventana terapéutica, se pueden alcanzar niveles plasmáticos supraterapéuticos ante aumentos pequeños en la dosis. Respecto de la toxicidad, los signos y síntomas referidos son nistagmo y ataxia que pueden progresar a letargo, mareos y confusión seguidos de coma, en casos extremos. También se constató aumento en la actividad comicial, movimientos involuntarios, oftalmoplejia o neuropatía periférica y disminución en la discriminación de los colores. Una de las primeras medidas que debe efectuarse para reducir estos síntomas es disminuir la dosis. Los principales EA son nistagmo, ataxia, náuseas, depresión, vértigos, cefalea, convulsiones paradojales y episodios de agresividad. Se ha efectuado una revisión sistemática de la eficacia y tolerancia de la monoterapia con fenitoína respecto del ácido valproico, y se ha visto que la primera presentó mayores tasas de recidiva luego de 12 meses de tratamiento, mientras que el ácido valproico fue mejor tolerado. Por otro lado, un ensayo realizado entre la carbamazepina y la fenitoína no mostró diferencias en la eficacia y tolerabilidad a ambas drogas.

Por su parte, la primidona ha entrado en desuso en los últimos años, pero puede ser de utilidad en el tratamiento de la epilepsia refractaria, especialmente en clínicas especializadas. Constituye una prodroga del fenobarbital y el perfil de EA es similar. Se sugiere la existencia de tolerancia cruzada, ya que los pacientes que se encontraban bajo tratamiento con fenobarbital presentaron menor incidencia de EA al cambiar a primidona. Sin embargo, los adultos mayores presentan menor tolerancia a esta última. Los EA más relevantes son fatiga, letargo, cansancio, depresión, psicosis, nistagmo, ataxia y náuseas en adultos, mientras que en niños se observa irritabilidad e hipercinesia.

Finalmente, el ácido valproico (o valproato) es un antiepiléptico de amplio espectro y se asume que tiene múltiples mecanismos de acción tales como antagonizar canales de sodio dependientes del voltaje, reducir las corrientes de calcio por medio de los canales T y potenciar la transmisión GABA. Respecto de su metabolismo, inhibe la función hepática y comparte la vía metabólica con la carbamazepina, la fenitoína, el fenobarbital y la lamotrigina; además, el uso junto con el ácido acetilsalicílico (AAS) potencia el efecto del valproato. Los EA más comunes son temblores, náuseas y mareos, incoordinación, ataxia, nistagmo, agresividad, hiperamoninemia, parkinsonismo y, a dosis muy elevadas, sedación. El temblor es un efecto que aparece relacionado con la dosis y raramente trae aparejada la suspensión de la droga. La hiperamoninemia puede estar relacionada con la encefalopatía inducida por el valproato ya que el aumento de amonio interfiere con la recaptación de glutamato en el SNC, con un incremento en los niveles de glutamina y la consecuente lesión y edema cerebrales. En algunos pacientes que se encontraban bajo los efectos del valproato, se observó estupor y encefalopatía probablemente debida al déficit de carnitina. No obstante, también se han registrado casos de encefalopatía y convulsiones paroxísticas con niveles plasmáticos de amonio normales. Por otra parte, en un ensayo clínico en el que se comparó los efectos cognitivos de la terapia antiepiléptica conjunta de carbamazepina y ácido valproico con carbamazepina y topiramato, se demostró que el ácido valproico parece afectar levemente la cognición. Asimismo, los hijos de madres epilépticas bajo tratamiento con valproato durante el embarazo, tienen un coeficiente intelectual menor.

Drogas antiepilépticas nuevas

La introducción de lamotrigina y vigabatrín dio lugar a una nueva etapa en el tratamiento de la epilepsia, especialmente de la variante parcial refractaria. A medida que aumentó la experiencia con dichos fármacos, comenzaron a formar parte de la terapéutica como drogas de primera línea para la epilepsia de diagnóstico reciente. A continuación se detallan los principales fármacos nuevos y sus EA más destacados.

El felbamato es una sustancia que actúa mediante la modulación de los canales de sodio y de los receptores NMDA; originalmente fue propuesta como monoterapia o terapia adyuvante de las convulsiones parciales y generalizadas en adultos y para la terapéutica adyuvante en niños con síndrome de Lennox-Gastaut. Sin embargo, debido a sus EA graves, actualmente sólo se utiliza en los casos de epilepsia grave tales como el síndrome de Lennox-Gastaut refractario. Entre los EA se describen náuseas y vómitos, mareos, insomnio, diplopia, somnolencia y cefaleas, anorexia, anemia aplásica e insuficiencia hepática; por lo tanto, debido a estos últimos EA, es necesario efectuar controles sanguíneos de forma regular durante el tratamiento con esta droga.

Respecto del gabapentín, se asume que tiene varios sitios de acción, como por ejemplo a nivel de los canales de sodio y calcio dependientes del voltaje y produce el aumento de la concentración de GABA. Su uso primordial es como tratamiento de segunda línea para las convulsiones parciales refractarias que presentan o no generalización secundaria. Los EA más destacados son mareos, diplopia, vértigos, ataxia, cefaleas, parestesias, amnesia, convulsiones y somnolencia. Se han realizado varios estudios que analizaron los efectos del gabapentín en pacientes con dificultades en el aprendizaje y se observó que el principal EA fueron las alteraciones del estado de ánimo. Por otro lado, en quienes presentan algún tipo de compromiso cognitivo, se verificó agresividad como EA. En los niños bajo tratamiento por epilepsia parcial se observó mioclono.

Por su parte, se cree que la lamotrigina modula la actividad de los canales de sodio y bloquea la liberación de glutamato, por lo que constituye un antiepiléptico de amplio espectro. Debido a que presenta un menor poder teratogénico que el ácido valproico, se recomienda como terapéutica en mujeres en edad fértil. No obstante, este EA es dependiente de la dosis y a niveles plasmáticos 200 mg/día la teratogenicidad es comparable con la de dosis bajas de valproato (< 600 mg/día). Los EA más importantes son diplopia, ataxia, vértigos, mareos, insomnio, cefaleas, temblores, episodios de agresividad, náuseas y vómitos. En casos de epilepsia mioclónica juvenil, se ha informado en raras ocasiones su empeoramiento. Por su parte, se han realizado estudios que mostraron una tasa baja de psicosis y depresión en pacientes bajo tratamiento con la droga. Respecto de los efectos cognitivos, en un estudio en el que se administraron de forma aleatoria lamotrigina, ácido valproico y placebo se observó que la primera mejoró la cognición y el estado de alerta.

El levetiracetam es considerado un antiepiléptico de amplio espectro, por lo que puede ser utilizado como monoterapia o terapia adyuvante. Se asume que su acción es mediada por la unión a la proteína SV2A de las vesículas sinápticas. Los EA de esta sustancia son los menos graves y, dentro de ellos, los vértigos, la ataxia, la somnolencia, la irritabilidad y los cambios conductuales son los más destacados. En un estudio multicéntrico se demostró que el tratamiento de las epilepsias parciales refractarias con levetiracetam no produjo EA significativos respecto del placebo. Asimismo, los EA más relevantes fueron cefaleas, cansancio, convulsiones y somnolencia para la administración de la droga tanto por vía oral como intravenosa. Se ha visto que en los pacientes que presentan algún tipo de trastornos de conducta, el tratamiento con dicho fármaco provoca efectos de estas características. Finalmente, se ha estudiado su uso en niños y se observó que aquellos que presentaban el antecedente de convulsiones febriles y estado epiléptico tuvieron mayor tendencia a la psicosis, que cesó al interrumpir el uso del levetiracetam. Los principales EA en niños tratados por convulsiones parciales fueron letargo, mareos, enlentecimiento de las funciones cognitivas, ataxia, temblores y cambios en el apetito.

La oxcarbamazepina, análogo de la carbamazepina, está indicada como monoterapia o terapia adyuvante en pacientes con convulsiones parciales o secundariamente generalizadas. No se recomienda como tratamiento para la epilepsia idiopática generalizada, ya que parece exacerbar las ausencias y las convulsiones mioclónicas en dichos enfermos. En relación con los EA, la incidencia de exantemas es menor que con la carbamazepina mientras que los efectos sobre el SNC más frecuentemente asociados son fatiga, mareos, vértigos, diplopia, ataxia, nistagmo, temblores, náuseas, hiponatremia dilucional (por presentar, al igual que la carbamazepina, un efecto similar al de la hormona antidiurética). Debido a que no utiliza la vía metabólica del citocromo P450, la oxcarbamazepina tiene menos interacciones que su análogo. Por su parte, en un estudio en el que se comparó la eficacia y tolerancia de esta droga con la fenitoína, se comprobó una mayor tolerabilidad a la oxcarbamazepina y una mayor duración del tratamiento.

La pregabalina constituye un análogo estructural del GABA y está relacionada con el gabapentín. Los mecanismos de acción propuestos son la interacción con los canales iónicos del calcio, el aumento de la actividad de la descarboxilasa de ácido glutámico y aumento de los niveles de GABA en el tejido neuronal. Los EA de la pregabalina sobre el SNC son de intensidad moderada a grave y se destacan somnolencia, vértigos, ataxia, diplopia, pensamiento anormal y temblores. No obstante, es necesaria una mayor cantidad de estudios a largo plazo para evaluar correctamente a este fármaco.

La tiagabina es un análogo del ácido nipecótico que actúa por el bloqueo de la recaptación de GABA, lo cual prolonga la acción inhibitoria de dicho neurotransmisor. Se utiliza principalmente como tratamiento de segunda línea de las convulsiones parciales con generalización secundaria o sin ella. Los EA sobre el SNC son disminución de la concentración, vértigos, cefaleas, pensamiento anormal, temblores, nerviosismo, astenia, convulsiones e incoordinación; de ellos, los más importantes que se observaron en distintos ensayos fueron los vértigos, la incoordinación y el temblor. Se han efectuado otros estudios que agregan a la lista de EA más relevantes la astenia, el nerviosismo, el pensamiento anormal, le depresión, la afasia y el dolor abdominal. Se ha observado la aparición de estado epiléptico no convulsivo asociado con la terapia con tiagabina en pacientes con diversos tipos de epilepsia; asimismo, reacciones distónicas agudas y disminución de la visión de colores.

El topiramato tiene varios mecanismos de acción, como aumentar la actividad de los receptores GABAA, incrementar el ingreso de cloro a la célula mediado por GABA, inhibir los canales de calcio y sodio dependientes del voltaje e inhibir los receptores de glutamato. Antiguamente, el topiramato se administraba a grandes dosis desde el comienzo, situación que se asociaba con una mayor incidencia de EA respecto de otros antiepilépticos. Actualmente, se recomienda el escalonamiento gradual de la droga. Los EA sobresalientes son alteración de la memoria, parestesias, ataxia, afectación del habla, anorexia, concentración reducida, vértigo y confusión. En un estudio que comparó los efectos cognitivos y conductuales del topiramato y la lamotrigina, se comprobó un mayor número de EA en el grupo que recibía topiramato, a pesar de la administración gradual de éste. La mayor parte de estos efectos deletéreos son eliminados al suspender el fármaco, excepto las parestesias, que persisten debido al efecto inhibitorio del topiramato sobre la anhidrasa carbónica. Se ha informado un caso de toxicidad aguda en una niña que ingirió topiramato por vía oral y refirió ausencia de todo tipo de sensación y 2 casos de coma reversible, estado epiléptico y trastornos metabólicos luego de la ingesta de 2 000 a 4 000 mg de la droga.

El vigabatrín se utiliza como monoterapia en el síndrome de West; además, parece ser más eficaz que los corticosteroides en la esclerosis tuberosa y, por último, también se puede usar como terapia adyuvante en las convulsiones parciales, aunque puede exacerbar las crisis mioclónicas o las ausencias. Sin embargo, debido a que en el 40% de los pacientes se verifica disminución del campo visual, su uso quedó restringido a casos específicos y limitados. Asimismo, siempre debe realizarse un control visual regular, con electrorretinograma (ERG) y electrooculograma (EOG). Se presume que este EA es provocado por una alteración en la transmisión GABAérgica retiniana. Por otro lado, los cambios en la conducta también son efectos que limitan el uso del vigabatrín. Otros EA son mareos, fatiga, cefaleas, ataxia, diplopia, nistagmo, depresión, psicosis, agresividad, estupor, temblores, disminución en la concentración e irritabilidad.

Finalmente, la zonisamida se recomienda como tratamiento adyuvante de las crisis parciales con generalización secundaria o sin ella en adultos, y parece haber demostrado efectividad en el síndrome de Lennox-Gastaut, el síndrome de West y la epilepsia mioclónica progresiva. Se han propuesto varios mecanismos de acción, pero los más relevantes son inhibición de los canales de calcio y sodio y de la anhidrasa carbónica. Respecto de los EA, los mareos, vértigos, ataxia, disminución en la concentración, dificultad para hablar, confusión, déficit de la memoria, agitación, depresión y anorexia son los más frecuentes y su intensidad es leve a moderada. Se han llevado a cabo estudios en los que se muestra una mayor tasa de abandono del tratamiento con dicho fármaco respecto del placebo. Al igual que lo que sucede con el topiramato, se recomienda el escalonamiento gradual de las dosis para evitar los EA.

Conclusión

Los autores concluyen señalando que no resulta extraño que las drogas utilizadas para paliar la hiperexcitabilidad patológica del SNC presenten gran cantidad de EA sobre dicho sistema. Destacan que es importante efectuar una relación costo-beneficio respecto del uso de estos fármacos. Subrayan también la prevalencia de muchos EA entre la gran mayoría de las drogas antiepilépticas y la existencia de EA específicos para cada sustancia, tal como la hiperamoninemia consecuencia del tratamiento con ácido valproico o la exacerbación de las convulsiones e incluso la aparición de estado epiléptico bajo la terapéutica inadecuada con carbamazepina, tiagabina y gabapentín. Debido a que gran parte de la información fue obtenida a partir de estudios efectuados a corto plazo con estas drogas, consideran necesario más tiempo para analizar los efectos del tratamiento a largo plazo y las reacciones en mayor cantidad de pacientes.

Puntualizan que todavía no se halló la droga antiepiléptica de referencia, que presente efectividad alta y baja incidencia de EA. Se propone como medida de la eficacia y tolerabilidad de las drogas el tiempo que tarda en suspender la droga el paciente. No obstante, destacan que es necesario crear una base de datos actualizada sobre los EA de las drogas antiepilépticas.

Especialidad: Bibliografía - Neurología

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