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Los Efectos de la Actividad Física en los Adultos Mayores

  • AUTOR : Cheng S, Yu H, Hu G y colaboradores
  • TITULO ORIGINAL : Physical Activity and Risk of Cardiovascular Disease Among Older Adults
  • CITA : International Journal of Gerontology 7(3):133-136, Sep 2013
  • MICRO : La actividad física es importante para prevenir el riesgo de enfermedades cardiovasculares. En este estudio se sintetizan los conocimientos actuales sobre sus efectos en los adultos mayores.

Introducción

La enfermedad coronaria (EC) y los accidentes cerebrovasculares (ACV) son dos manifestaciones importantes de la enfermedad cardiovascular (ECV) y representan las principales causas de mortalidad y morbilidad en todo el mundo. Comparten los mismos factores de riesgo e implican mecanismos ateroscleróticas similares.

A partir de diferentes estudios, quedó demostrado que la disminución de los factores de riesgo cardiovascular contribuye a la reducción de la morbilidad y la mortalidad de las enfermedades cardiovasculares.

La actividad física, como modificador de los factores de riesgo de ECV, fue investigada ampliamente. Se la define como cualquier movimiento corporal producido por la contracción de los músculos esqueléticos, que se traduce en el consumo de energía más allá del gasto en reposo.

El ejercicio se define como una actividad física planificada, estructurada y repetitiva cuyo objetivo es mejorar o mantener la condición física. Para medir la actividad física, se realiza una estimación semicuantitativa o cuantitativa del consumo de energía asociado con el rendimiento.

El objetivo de esta revisión es abordar la relación entre el ejercicio y la actividad física con el riesgo de ECV y el tipo de actividad física recomendada para la prevención primaria de las enfermedades cardiovasculares en los adultos mayores.

Mecanismos fisiopatológicos

Si bien en numerosos estudios epidemiológicos se demostró que el ejercicio o la actividad física podían reducir el riesgo de padecer enfermedades cardiovasculares, aún se desconocen los mecanismos por los que se logra este efecto protector.

El efecto protector de la actividad física sobre el riesgo cardiovascular podría explicarse por la desaceleración del proceso aterosclerótico, incluyendo el mejoramiento de la disfunción endotelial, y la disminución de la inflamación y la trombosis. A esto se suma el efecto favorable de la actividad física en el control de diversos factores de riesgo conocidos, como la hipertensión, la diabetes y la obesidad.

La disfunción endotelial, caracterizada principalmente por la reducción de la biodisponibilidad del óxido nítrico, es el evento inicial en el desarrollo de la aterosclerosis. La actividad física o el entrenamiento pueden promover la expresión de la enzima óxido nítrico sintasa endotelial y reducir su captación, aumentando así la vasodilatación mediada por el óxido nítrico y la función vasomotora.

La trombosis es un factor importante en la progresión de la aterosclerosis. También, interviene en la patogénesis del infarto agudo de miocardio, la angina inestable, el accidente cerebrovascular isquémico y la muerte súbita de causa cardíaca. La actividad física tiene efectos antitrombóticos a través de la reducción de la coagulación de la sangre y la mejora de la actividad fibrinolítica. Se asocia con la disminución de varias sustancias hemostáticas.

La inflamación sistémica crónica se vincula con el riesgo cardiovascular. Numerosos estudios muestran una relación inversa entre los niveles de ejercitación y las determinaciones bioquímicas de actividad inflamatoria. El entrenamiento puede provocar la reducción de los niveles plasmáticos de proteína C-reactiva, interleuquina 6 y otras citoquinas.

El perfil lipídico aterogénico, con triglicéridos elevados, niveles bajos de colesterol unido a lipoproteínas de alta densidad (HDLc) y altos niveles de colesterol unido a lipoproteínas de baja densidad, puede mejorar con la actividad física sostenida en el tiempo. Existen pruebas de que los cambios beneficiosos son mayores para HDLc y los triglicéridos.

La diabetes es un importante factor de riesgo independiente para las enfermedades cardiovasculares, y la actividad física puede reducir su incidencia mediante la disminución de la resistencia a la insulina y la intolerancia a la glucosa. Se demostró en diferentes estudios que con la actividad física o la ejercitación se reduce el riesgo de diabetes.

La actividad física también puede disminuir la presión arterial y la incidencia de hipertensión debido a la disminución de la resistencia vascular y la regulación de la actividad del sistema nervioso simpático y el sistema renina angiotensina.

En una investigación sobre la asociación entre la actividad física en el tiempo libre y la hipertensión en 41 837 mujeres de 55 a 69 años, se demostró que la incidencia de hipertensión se redujo en un 10% y 30%, respectivamente, en las participantes con niveles moderados y altos de actividad física.

En relación con la obesidad, la actividad física puede mejorar el gasto energético para lograr un balance negativo y un mejor control de peso. Las personas que realizan una actividad física de nivel moderado durante 150 a 200 minutos por semana (equivalente a 1 200 a 2 000 Kcal semanales) pueden mantener un adecuado peso corporal. Cuando es necesario disminuir el peso, la actividad física moderada debe exceder los 250 minutos semanales.

Influencia de la actividad física sobre el riesgo de enfermedad cardiovascular

Durante las últimas décadas, numerosos estudios epidemiológicos realizados en poblaciones diferentes demostraron que la actividad física tiene un efecto protector claro para la EC. La revisión sistemática de 30 estudios de cohorte demostró que, en comparación con los participantes menos activos, el riesgo de incidencia de un episodio de EC en los hombres y mujeres más activos se redujo entre el 30% y el 50%.

A pesar de algunas limitaciones, los estudios realizados sobre la relación inversa entre la actividad física y el riesgo de EC mostraron resultados congruentes. El papel protector de la actividad física está bien establecido, pero aún no se conoce la forma exacta de la curva de dosis-respuesta entre la actividad física y el riesgo de EC.

Los efectos potenciales de la actividad física sobre el riesgo de ictus isquémico podrían ser mediados a través de los mecanismos que desaceleran la progresión aterosclerótica. Los posibles efectos sobre el riesgo de ictus hemorrágico se relacionarían con la reducción de otros factores de riesgo como la hipertensión.

Un metanálisis de 23 estudios encontró una reducción significativa del 20% y el 27% del riesgo de ACV en los individuos con un nivel moderado o alto de actividad física, en comparación con los individuos sedentarios En los adultos mayores, aún no se cuenta con suficientes estudios. Se carece casi completamente de datos sobre la población mayor de 80 años.

Una investigación realizada en Honolulu (Hawái) durante 4 años entre 2 678 hombres de 71 a 93 años, demostró que aquellos que caminaron 1.5 millas diarias mostraron una reducción (prevista) del 50% en el riesgo de EC, en comparación con los que caminaban menos de 0.25 millas diarias.

Durante los 10 años de duración del Zutphen Elderly Study, se encontró que, en los hombres de 64 a 84 años que caminaron o utilizaron bicicleta al menos tres veces por semana durante 20 minutos, la mortalidad por EC se redujo el 31%, en comparación con los sujetos menos activos. Otro estudio de cohorte realizado en Manhattan (Nueva York) con 1 047 participantes demostró que la actividad física fue significativamente protectora contra el ictus isquémico.

Recomendaciones

Se aconseja que los adultos mayores realicen actividades físicas aeróbicas, con fortalecimiento de la actividad muscular, la flexibilidad, y el equilibrio. La intensidad de la actividad física debe ser de moderada o vigorosa, siempre según la capacidad aeróbica del individuo. En una escala de 10 puntos, que parte de 0 y alcanza el esfuerzo máximo en los 10 puntos, la actividad de intensidad moderada es de 5 o 6 puntos y provoca aumentos en la frecuencia cardíaca y la respiración. En la misma escala, la actividad física intensa es de 7 u 8 puntos, y produce mayores aumentos en la frecuencia cardíaca y la respiración.

La duración de la actividad física debe constar de un mínimo de 30 minutos diarios, preferiblemente todos los días de la semana. Los ancianos frágiles y aquellos cuya actividad debe restringirse por enfermedad, pueden obtener beneficios para la salud cuando pasan de un estado «inactivo» a realizar «algunas actividades». La actividad física debe adaptarse a las necesidades y la capacidad del individuo. Debe insistirse en las medidas de seguridad, con actividades progresivas. Es conveniente aumentar las actividades diarias y desarrollar un estilo de vida más activo, incorporando una caminata diaria u otras actividades según la tolerancia del adulto mayor.

Conclusiones

A nivel mundial, la ECV es una causa importante de muerte y discapacidad. La evolución de un paciente con una enfermedad cardiovascular tratada nunca será tan buena como la de alguien en quien se impidió el evento.

En numerosas investigaciones se ha demostrado que la actividad física o el entrenamiento pueden mejorar los factores de riesgo cardiovascular tradicionales, al ralentizar el proceso de la aterosclerosis. Los resultados de la mayoría de los estudios epidemiológicos son congruentes. En forma independiente del sexo y la edad, la actividad física regular y adecuada puede prevenir la aparición de enfermedades cardiovasculares.

Dada la amplitud y la fortaleza de las pruebas científicas, la actividad física debe ser una de las prioridades más importantes para prevenir el riesgo de enfermedades cardiovasculares en los adultos mayores. Las intervenciones eficaces para promover la actividad física en los adultos mayores pueden tener un gran impacto en la salud cardiovascular.

Es necesario realizar más estudios sobre las poblaciones de edad avanzada, especialmente aquellos mayores de 80 años, para establecer la actividad física mínima y óptima para lograr los mejores resultados. También, se necesitan mayores estudios para investigar el efecto de los diferentes tipos de actividad física, ejecutados como trabajo, ocio o actividades domésticas.

Ref : GERIAT, CARDIO, CLMED.

Especialidad: Bibliografía - Cardiología - Clínica Médica - Geriatría

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