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Los Ejercicios Físicos Programados para Ancianos Mejoran la Calidad de Vida y Prolongan su Independencia

  • AUTOR : Kavanagh T
  • TITULO ORIGINAL : Prescribing Exercise for the Older Patient
  • CITA : Journal of the Hong Kong College of Cardiology 14(Supl. 2):85-88, Dic 2006
  • MICRO : Los ejercicios físicos incluidos en de los programas de rehabilitación cardiovascular -caminatas, cinta o bicicleta ergométrica, gimnasia acuática y natación- tienen efectos beneficiosos en los pacientes ancianos: demoran la dependencia, mejoran su estado físico y estado de ánimo y actúan favorablemente sobre la mayoría de las funciones fisiológicas y metabólicas.

 

Los beneficios aeróbicos del ejercicio para las personas de edad avanzada son los mismos que para los más jóvenes y el pico de consumo de oxígeno (VO2pico) es la mejor medida de la capacidad de realizarlos. Se ha demostrado su declinación a partir de los 30 años a tasas de 3% a 8% por cada década transcurrida, si bien se acelera rápidamente después de los 70 años, independientemente del estado de salud y de la actividad física habitual que la persona realice. Un VO2pico de 15 ml/kg/min ha sido considerado el umbral debajo del cual se dificulta la vida independiente. Con frecuencia, los pacientes ancianos tienen valores de VO2pico que varían entre 15 y 19 ml/kg/min, lo cual ya sugiere problemas para desarrollar una vida independiente. Por lo tanto, aun una leve mejoría en la salud demorará el comienzo de la dependencia. En efecto, varios estudios mostraron que las personas mayores pueden aumentar su VO2pico tanto como 16-29% luego del entrenamiento físico, proporción similar y aun mayor que los jóvenes. Los ancianos mostraron que mediante el mencionado entrenamiento pueden soportar cargas con ventilación reducida, bajos niveles de lactato sanguíneo y relativamente escasa percepción de fatiga. Las actividades como subir escaleras, llevar a cabo tareas domésticas pesadas o cumplir actividades físicas en momentos de ocio pueden llevarse a cabo sin angina o falta de aire. Ninguno de los estudios sobre el particular informó sobre percances debido a los ejercicios que realizaron los ancianos. Estos grupos deben ser estimulados a realizar actividades suplementarias que signifiquen esfuerzos cardiorrespiratorios y un estilo de vida activo. Los criterios de inclusión preferidos abarcan poseer buena función ventricular izquierda y capacidad de ejercitación mayor de 5 MET. Las contraindicaciones incluyen angina inestable, hipertensión no controlada con sistólica mayor de 160 mm Hg, diastólica mayor de 100 mm Hg o ambas, arritmias, insuficiencia cardíaca crónica descompensada, enfermedad valvular con estenosis o regurgitación y cardiomiopatía hipertrófica. Para los pacientes que cumplen estos criterios, los principios que rigen la prescripción de entrenamiento de resistencia son similares a los que se aplican a las personas más jóvenes, con algunas modificaciones. Varios estudios demostraron el valor del entrenamiento con resistencia en personas con coronariopatías y sin ellas. Los beneficios se observan hasta en nonagenarios y en quienes viven en geriátricos.

Los beneficios del tratamiento aeróbico incluyen el aumento de la capacidad laboral y mayor tolerancia a las tareas que conlleven esfuerzo, la disminución de la demanda de oxígeno por el miocardio, el incremento del umbral de angina de pecho o el desnivel S-T, la reducción de la adiposidad abdominal, el aumento de la sensibilidad a la insulina y reducción del riesgo de padecer diabetes tipo 2, la disminución del nivel de triglicéridos y el incremento del colesterol asociado a lipoproteínas de alta densidad, la reducción de la presión arterial en pacientes hipertensos, mejoría del estado de ánimo y de la calidad de vida, aumento de la actividad fibrinolítica y disminución del fibrinógeno y la actividad plaquetaria y mejoría de la función endotelial.

Por su parte, el entrenamiento de resistencia aumenta la fuerza muscular y la tolerancia al levantamiento de peso, mejora o retarda las pérdidas del mineral de los huesos, reduce la presión arterial cuando se levantan pesos con los músculos entrenados y mejora el estado de ánimo, la calidad de vida y la fatiga/inercia.

A pesar de que muchos ancianos tienen un estado de salud precario, otros disfrutan de la actividad física y aspiran a recuperar su capacidad funcional a través de la rehabilitación mediante ejercicios. Por ello, a pesar de que es prudente comenzar el entrenamiento con actividades de baja intensidad y progresar con cautela en quienes se encuentran poco condicionados, se deberían contemplar las preferencias individuales y actuar en consecuencia.

Los principios generales para la prescripción de ejercicios son similares para jóvenes y ancianos. Sin embargo, se requieren algunas modificaciones para permitir los cambios necesarios debido a que, por la mayor edad, se podrían afectar las respuestas a los ejercicios. También es importante individualizar la prescripción de acuerdo con el estado clínico, los síntomas y las comorbilidades. Un programa completo debería incluir no sólo entrenamiento con ejercicios de fuerza y resistencia sino también de flexibilidad y balance.

Igual que como en los individuos jóvenes, la prescripción se adecua según el resultado de una prueba previa. El protocolo preferido es aquel en el que el trabajo inicial es de poca intensidad y luego se incrementa. Cuando el paciente tiene un balance insuficiente, la alternativa a la cinta ergométrica es emplear bicicleta fija. Para los pacientes ancianoas débiles se puede optar por la telemetría electrocardiográfica durante la caminata de 6 minutos. Las contraindicaciones son las mismas que se aplican a los jóvenes.

Los cambios fisiológicos que aparecen con la edad incluyen declinación gradual de la frecuencia cardíaca máxima y del consumo de oxígeno debido a la reducción de la sensibilidad beta adrenérgica, disminución del aumento y reducción de la frecuencia cardíaca al comienzo del ejercicio y de la recuperación, incremento de la presión arterial sistólica, hipotensión postural debido a disminución de la respuesta de los barorreceptores, trastornos de la tolerancia al calor debido a la reducción de la sensación de sed, aumento de grasa subcutánea y atrofia de las glándulas sudoríparas, reacciones adversas infrecuentes a las drogas y aumento de la tendencia a la disfunción diastólica y a la disnea de esfuerzo, debido a la lenta relajación ventricular izquierda.

La prescripción de ejercicios aeróbicos en pacientes ancianos debe tomar en cuenta las indicaciones siguientes: el ejercicio debe ser continuo y rítmico y evitar la marcha rápida; en cambio, es preferible que se realicen caminatas, bicicleta fija, gimnasia acuática y natación. La actividad debe ser accesible, grupal, conveniente y que pueda disfrutarse. Se comienza con 20 minutos y se progresa hasta 45, excepto cuando existen limitaciones físicas que inducen a reducir la duración a un cuarto de hora. Las sesiones se repiten 2 o 3 veces cada día. Se puede dedicar tiempo adicional al calentamiento y enfriamiento, insumido en actividades ligeras y ejercicios de estiramiento.

Conclusiones

Los ancianos son relativamente minusválidos en comparación con los más jóvenes, tienen menor capacidad para realizar ejercicios físicos y mayor prevalencia de comorbilidades. Sin embargo, está comprobado que se pueden beneficiar por efecto de un programa de ejercicios que conduzca a aumentar la tolerancia al esfuerzo, incremente la posibilidad de desempeñar las funciones de una vida independiente, alivie la depresión y la ansiedad, modifique favorablemente los factores de riesgo coronario y mejore la calidad de vida. A pesar de ello, hay una discrepancia evidente entre el número de ancianos, en especial mujeres, que son potenciales candidatos para rehabilitación cardiovascular y el número de pacientes que en la realidad se derivan para realizarla. Los profesionales de la salud deberían tenerlo presente, para estimular a los pacientes a incorporarse a los programas de rehabilitación.

Especialidad: Bibliografía - Geriatría

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