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Los Importancia de los Niveles Séricos de la Vitamina D sobre los Síntomas Depresivos en la Edad Avanzada

  • AUTOR : Milaneschi Y, Shardell M, Ferrucci L y colaboradores
  • TITULO ORIGINAL : Serum 25-Hydroxyvitamin D and Depressive Symptoms in Older Women and Men
  • CITA : Journal of Clinical Endocrinology and Metabolism 95(7):3225-3233, Jul 2010
  • MICRO : La deficiencia de vitamina D es frecuente en la población de edad avanzada y se asociaría con mayor riesgo de presentar síntomas depresivos o de empeorar los existentes.

Introducción

La deficiencia de vitamina D en los adultos mayores se asocia con complicaciones como fracturas, deterioro físico, fragilidad, sarcopenia, internación en geriátricos, mortalidad y enfermedades crónicas como osteoporosis, diabetes, cáncer y trastornos cardiovasculares, neurodegenerativos, autoinmunes e infecciosos. Entre sus causas se cuentan la menor capacidad de la piel de producir vitamina D, escasa exposición al sol e ingesta deficitaria.

También son frecuentes en este grupo etario los síndromes depresivos, especialmente en individuos con enfermedades crónicas. Se ha postulado una asociación entre la depresión y la hipovitaminosis D, aunque los pocos estudios realizados en este sentido arrojan resultados controvertidos. Los autores de este trabajo analizaron la relación entre los niveles de vitamina D y los síntomas depresivos a lo largo de 6 años en un grupo de adultos mayores. La hipótesis planteada fue que aquellos con niveles bajos de vitamina D tendrían una progresión más notable de los síntomas depresivos y serían más propensos a presentar un trastorno depresivo significativo que los individuos con niveles normales.

Pacientes y métodos

Se seleccionaron participantes del estudio InCHIANTI (Invecchiare in Chianti), un trabajo prospectivo en adultos mayores en Toscana, Italia, en el que se investigaron los factores que podrían contribuir al deterioro motriz y a la mortalidad en las etapas avanzadas de la vida. Los participantes, seleccionados entre 1998 y 1999, fueron sometidos a una entrevista domiciliaria relativa a los antecedentes demográficos, conductas relacionadas con la salud, estado funcional y función cognitiva, a un examen físico con diversas pruebas de desempeño físico y a un análisis de sangre y orina de 24 horas. Estas personas fueron reevaluadas a los 3 y a los 6 años.

De los 1 155 participantes > 65 años, a 1 055 (91.3%) se les extrajo una muestra de sangre al momento de la inclusión; otros 101 sujetos se excluyeron por falta de datos acerca de sus niveles de vitamina D o de sus síntomas depresivos. Entre los 954 restantes, 758 tenían datos referidos a síntomas depresivos a los 3 años, y 654 los tenían a los 6 años. Los pacientes no incluidos en el análisis final eran de mayor edad, con más frecuencia de sedentarismo, más discapacidades en las actividades de la vida diaria (AVD) y mayor deterioro cognitivo y funcional.

Se determinaron los niveles de 25-hidroxivitamina D [25(OH)D], que reflejan la combinación de la exposición solar y la ingesta. Si bien no hay un consenso en cuanto a los nivele óptimos, la deficiencia de vitamina D generalmente se define a partir de niveles < 50 nmol/l. Sólo 25 sujetos (2.6%), de los que 22 eran mujeres, estaban tomando suplementos de vitaminas. Los niveles de 25(OH)D también se clasificaron por terciles (tercil 1: < 31.7 nmol/l; tercil 2: > 31.7 nmol/l a < 53.9 nmol/l; tercil 3: > 53.9 nmol/l).

Los síntomas depresivos se evaluaron mediante la Center for Epidemiological Studies-Depression Scale (CES-D), que comprende 20 ítems y arroja un puntaje entre 0 y 60; un puntaje > 16 se considera indicativo de depresión clínica significativa.

Las covariables analizadas incluyeron edad, sexo, años de educación, hábito de fumar (fumador actual, ex-fumador o no fumador), consumo de alcohol (< 30 g/día o > 30 g/día), puntaje de la Mini-Mental State Examination (MMSE), índice de masa corporal (IMC), estación de la recolección de datos (invierno, primavera, verano u otoño), cantidad de fármacos recetados y no recetados, y uso de antidepresivos o suplementos de vitamina D. El grado de actividad física en los 12 meses previos se clasificó como sedentarismo, leve y moderadamente activo. Se estableció la capacidad de desempeño en las AVD y en las actividades instrumentales de la vida diaria (AIVD). Se calculó la cantidad de enfermedades crónicas (insuficiencia cardíaca, enfermedad coronaria manifestada por infarto de miocardio, angina o accidente cerebrovascular, enfermedad pulmonar obstructiva crónica, hipertensión, diabetes, cáncer, demencia y artrosis de cadera) como un marcador global de mal estado de salud. Se usó la Short Physical Performance Battery (SPPB) para evaluar la función de miembros inferiores (puntajes de 0 a 12, en los que los más altos son indicadores de mejor desempeño). La presencia de osteoporosis se determinó a partir de las historias clínicas. La ingesta energética y de vitamina D se analizó por medio de cuestionarios creados por la European Prospective Investigation on Cancer and nutrition (EPIC). Se calculó la depuración de creatinina y se determinaron los niveles de parathormona intacta (PTHi).

Las variables se expresan como porcentajes o promedios ± desviación estándar (DE); todos los análisis se estratificaron por sexo debido a las diferencias en los niveles de 25(OH)D. Se consideró significativo un valor de p < 0.05.

Resultados

El trabajo incluyó 531 mujeres (55.7%) y 423 hombres (44.3%); la media de edad fue de 75 (± 7.1) años y de 73.6 (± 6.5) años, respectivamente. La prevalencia de ánimo depresivo fue del 42% en las mujeres y 18% en los hombres; los niveles de 25(OH)D eran < 50 nmol/l en el 74.6% y en el 50.4%, respectivamente (p < 0.0001). En general, el 72.2% de los participantes con ánimo depresivo y el 60% de aquellos sin ánimo depresivo tenían niveles de 25(OHD) < 50 nmol/l (p = 0.0003). Los participantes con niveles más bajos de 25(OH)D eran mayores, tenían mayor número de enfermedades crónicas, más tendencia al sedentarismo y discapacidad, menores puntajes en la escala SPPB y sus muestras se habían extraído generalmente en invierno. Los hombres con niveles bajos de 25(OH)D también presentaban baja ingesta energética. Las mujeres con niveles bajos de 25(OH)D tenían más tendencia a usar antidepresivos, menor IMC, mayores niveles de PTHi, menores puntajes de la MMSE y menos años de educación. Inicialmente, los participantes con niveles de 25(OH)D en los terciles más altos tenían más tendencia a presentar menos síntomas depresivos, aunque estas diferencias no resultaron significativas.

Las mujeres con niveles en los terciles 1 y 2 sufrieron aumentos en los puntajes de la CES-D de 2.2 (± 1; p = 0.03) y de 1.1 (± 1; p = 0.26) puntos, respectivamente, luego de 3 años, y de 2.5 (± 1.3; p = 0.05) y de 1.7 (± 1.2; p = 0.16) luego de 6 años, respecto de aquellas con niveles en el tercil 3. En los hombres, estos aumentos fueron de 2.1 (± 1.23; p = 0.06) y de 1.9 (± 0.9; p = 0.03) a los 3 años, y de 0.7 (± 1.5; p = 0.63) y de 1.3 (± 0.8; p = 0.12) a los 6 años, respectivamente.

Al usar el valor umbral de concentración de 25(OH)D de 50 nmol/l, los resultados fueron similares. En las mujeres con niveles < 50 nmol/l, los aumentos ajustados en la CES-D a los 3 y 6 años de seguimiento fueron de 2.1 (± 0.9; p = 0.2) y de 2.2 (± 1.1; p = 0.04) puntos. En los hombres, de 1.9 (± 0.8; p = 0.01) y de 1.1 (± 0.8; p = 0.20); con una diferencia estadísticamente significativa sólo a los 3 años.

Los niveles más bajos de 25(OH)D también se asociaron con mayor probabilidad de presentar ánimo depresivo durante el período de seguimiento. De las 298 mujeres y 342 hombres sin síntomas depresivos iniciales, 130 mujeres (43.6%) y 70 hombres (20.5%) los adquirieron. Luego de los ajustes por edad, puntaje inicial de la CES-D, incapacidades en las AVD, uso de antidepresivos, cantidad de enfermedades crónicas, SPPB, niveles altos de PTH y estación del año, las mujeres con valores en el tercil inferior tenían un mayor hazard ratio (HR) de presentar ánimo depresivo a los 6 años (HR: 2.6; intervalo de confianza [IC] 95%: 1.4-4.6; p = 0.002); en los hombres los resultados fueron similares (HR: 2; IC 95%: 1-1.4; p = 0.07), aunque la diferencia no fue estadísticamente significativa. Al usar el límite de 50 nmol/l se obtuvieron resultados semejantes.

Por otro lado, se realizó un análisis en 535 sujetos sanos sin incapacidades en las AVD y valores de SPPB > 9; nuevamente se halló que las mujeres (HR: 2.1; IC 95%: 1.3-3.5; p = 0.005) y los hombres (HR: 1.5; IC 95%: 0.8-2.7; p = 0.2) con niveles bajos de 25(OH)D tenían más probabilidades de presentar síntomas depresivos durante el período de seguimiento.

Al analizar la asociación entre los niveles de 25(OH)D y la depresión en función del sexo, ésta no resultó significativa.

Discusión

Los autores destacan el hallazgo de una asociación prospectiva entre los niveles de 25(OH)D y los síntomas depresivos en un grupo de adultos mayores. Aquellos con niveles bajos presentaron mayor progresión de sus síntomas a los 6 años de seguimiento; incluso los que inicialmente no tenían síntomas depresivos, tuvieron más probabilidades de presentarlos. Si bien estas tendencias fueron más notables en las mujeres, las diferencias en relación con el sexo no fueron significativas.

Existen pocos estudios transversales acerca de la relación entre los niveles de 25(OH)D y los síntomas depresivos, y sus resultados son controvertidos.

Entre los mecanismos que podrían explicar esta asociación se postula el papel de los receptores de 25(OH)D (RVD) y la 1-alfa-hidroxilasa de la 25(OH)D3 (que cataliza la transformación de calcidiol a calcitriol), que están ampliamente distribuidos en el sistema nervioso central; los polimorfismos del RVD se han relacionado con deterioro cognitivo y síntomas depresivos en los seres humanos. La vitamina D también regula la expresión de factores neurotróficos que influyen en la neurotransmisión y la plasticidad sináptica, promueve la síntesis de proteínas ligadoras de calcio y mecanismos antioxidantes, lo que implica efectos neuroprotectores, y regula mediadores inflamatorios como el factor nuclear kappa-B; este último, asociado con depresión.

Las diferencias observadas entre los sexos podrían deberse a la mayor frecuencia de deficiencia de vitamina D entre las mujeres; en este trabajo, éstas eran de mayor edad y las participantes con menores niveles de 25(OH)D tenían más frecuencia de uso de antidepresivos, bajo IMC, bajo MMSE, menos años de educación y niveles altos de PTHi, todos factores asociados con depresión.

Entre las ventajas del estudio los autores señalan el tamaño de la población analizada; el uso de mediciones de niveles de 25(OH)D, el mejor indicador clínico de las reservas de vitamina D, y el diseño longitudinal. Como limitaciones, reconocen la pérdida de participantes durante el seguimiento, los cuales tenían mayor edad, mayor deterioro cognitivo y más enfermedades crónicas que los incluidos en el análisis; la evaluación de los síntomas depresivos mediante el CES-D sin la confirmación del diagnóstico psiquiátrico, si bien este cuestionario ha sido ampliamente validado para estudios con adultos mayores; los intervalos entre los controles, que no permitieron la detección de episodios depresivos transitorios, y el efectos de los factores de confusión. Los participantes con niveles bajos de 25(OH)D tenían más incapacidades y comorbilidades, lo que podría haber favorecido la aparición de estados depresivos. Si bien se hicieron ajustes por estos factores, no se puede descartar que la asociación entre los niveles de 25(OH)D y los síntomas depresivos se deban en parte a estos factores de confusión; aunque esta relación persistió en el análisis de un grupo de pacientes sin incapacidades y con buenos puntajes en la SPPB.

Los autores sostienen que sus resultados respaldan la asociación entre los niveles bajos de 25(OH)D y los síntomas depresivos en adultos mayores, aunque no confirman causalidad, y que la normalización de esos niveles tendría efectos positivos en el tratamiento antidepresivo. Concluyen afirmando que deberán realizarse más estudios aleatorizados y controlados en este sentido.

Especialidad: Bibliografía - Geriatría

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