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Patrón Alimentario, Inflamación y Deterioro Cognitivo

  • TITULO : Patrón Alimentario, Inflamación y Deterioro Cognitivo
  • AUTOR : Ozawa M, Shipley M, Brunner E y colaboradores
  • TITULO ORIGINAL : Dietary Pattern, Inflammation and Cognitive Decline: The Whitehall II Prospective Cohort Study
  • CITA : Clinical Nutrition 16(S0261-5614): 10-17, Ene 2016
  • MICRO : Un patrón alimentario inflamatorio caracterizado por una ingesta elevada de carnes rojas y procesadas, fritos, arvejas y legumbres y un bajo consumo de granos enteros se asoció con un incremento de marcadores inflamatorios y un deterioro cognitivo acelerado en una gran cohorte británica en un período de seguimiento de 10 años.

Introducción

El número de personas con demencia es creciente a nivel mundial, con estimaciones de 35.6 millones en 2010, 65.7 millones para 2030 y 115.4 millones en 2050. La inflamación es un factor de riesgo para las enfermedades neurodegenerativas vinculadas con la edad como el deterioro cognitivo, la enfermedad de Alzheimer y la demencia vascular y, al respecto, en los estudios epidemiológicos se relacionaron los niveles elevados de marcadores inflamatorios circulantes, principalmente la interleuquina 6 (IL-6), con un mayor deterioro cognitivo.

Los patrones alimentarios como el elevado consumo de vegetales y frutas o una dieta rica en antioxidantes pueden reducir la inflamación sistémica; mientras que lo contrario puede tener lugar con el consumo de carnes rojas y procesadas, dulces, postres, papas fritas, granos refinados. No obstante, la asociación entre el patrón alimentario y el deterioro cognitivo y la demencia no se ha dilucidado completamente.

El objetivo de la presente investigación fue determinar las asociaciones entre el patrón alimentario, los marcadores inflamatorios y los cambios en la función cognitiva. La hipótesis de los autores fue que un patrón alimentario asociado con el incremento en la concentración de IL-6 en la mediana edad puede predecir un deterioro cognitivo acelerado en una gran muestra poblacional.

Materiales y métodos

Se incluyeron en la investigación 5083 participantes (28.7% de mujeres) del estudio de cohorte británico Whitehall II, iniciado en 1985 y que comprendió inicialmente 10 308 empleados públicos de entre 35 y 55 años de Londres, Reino Unido. Las evaluaciones clínicas de seguimiento se realizaron entre 1991-1993, 1997-1999, 2002-2004, 2007 y 2009. La función cognitiva se evaluó por diversas baterías de test cognitivos (Alice Heim 4-1, que contiene 65 ítems de razonamiento verbal y matemático de dificultad creciente; memoria verbal a corto plazo; fluencia fonémica y fluencia semántica) en 1997-1999, 2002-2004, 2007 y 2009. La ingesta alimentaria se determinó mediante un cuestionario de 127 ítems y se utilizaron los datos recogidos entre 1991-1993 y 1997-1999. Con respecto a los marcadores inflamatorios (IL-6), se determinaron en muestras de suero recolectadas en ayunas por el método de ELISA (enzimoinmunoanálisis) ultrasensible. En cuanto a la metodología estadística, la asociación entre el patrón alimentario y el deterioro cognitivo a diez años se evaluó mediante modelos lineales mixtos.

Resultados

La edad promedio de los participantes al inicio fue de 56 años y la prevalencia de diabetes e hipertensión del 4.4% y 28.2%, respectivamente. El 8.7% de las personas eran fumadoras y el 53% realizaba actividad física moderada a intensa. Se identificó un patrón alimentario inflamatorio (PAI) que se correlacionó positivamente con los niveles de IL-6 entre 1991 y 1993 y entre 1997 y 1999, caracterizado por una ingesta aumentada de carnes rojas y procesadas, arvejas y legumbres, frituras y una ingesta disminuida de granos. La media de los valores de IL-6 aumentó a medida que fue mayor el PAI, tanto entre 1991 y 1993 como entre 1997 y 1999. Las personas con un PAI tuvieron más probabilidad de tener mayor edad, ser mujeres, presentar hipertensión, diabetes y antecedentes de hábito de fumar. En comparación con los participantes en el tercilo inferior del puntaje de PAI, aquellos en el tercilo superior tuvieron un deterioro cognitivo más rápido en cuanto al razonamiento, la memoria y la cognición global a 10 años en los modelos ajustados por edad, sexo, raza, ocupación, educación, consumo calórico total, índice de masa corporal, diabetes, hipertensión, hábito de fumar y actividad física. No se encontraron asociaciones con la fluencia verbal. Las asociaciones fueron más significativas en los individuos menores de 56 años.

Discusión y conclusión

Comentan los autores que los resultados de su estudio demostraron que un patrón alimentario asociado con inflamación sistémica en una cohorte grande de hombres y mujeres de edad mediana predijo una declinación en el razonamiento, la memoria y la cognición global. No hubo relación con la fluencia verbal. El razonamiento puede ser el componente más sensible a la declinación en el funcionamiento neuronal y puede anteceder a la fluencia verbal. Este PAI se asoció con signos de inflamación y se caracterizó por una ingesta elevada de carnes rojas y procesadas, arvejas y legumbres, fritos y una baja ingesta de granos enteros.

Según los investigadores, el suyo es el primer estudio longitudinal que relacionó a la dieta, la inflamación y el riesgo de deterioro cognitivo a 10 años. La selección de la IL-6 como marcador de inflamación se basó en un ensayo previo de los propios autores que encontró una asociación entre ese marcador y la función cognitiva, algo que no sucedió con la proteína C-reactiva (PCR). Otras investigaciones fueron concordantes con este hallazgo. Si bien se desconoce qué marcadores inflamatorios tienen asociaciones más significativas con la función cognitiva, la relación con la IL-6 parece más sólida que con la PCR en los estudios de neuroimágenes. Es probable la participación de diversos procesos en la posible asociación entre los PAI y la función cognitiva. Los ensayos con animales indicaron que las deficiencias en la función cognitiva vinculadas con el depósito de proteína amiloide beta se debieron al incremento en el estrés oxidativo y la inflamación. También pueden participar efectos trombóticos debidos a la inflamación sistémica. El mayor PAI incrementa la inflamación y esto puede ser la causa del deterioro cognitivo subsecuente debido a su neurotoxicidad. Un PAI elevado puede aumentar el riesgo cardiovascular mediante los cambios vasculares, metabólicos e inflamatorios.

En estudios previos se documentó la asociación entre el patrón alimentario, la ingesta de ciertos grupos de alimentos y los marcadores inflamatorios. La dieta occidental, como la ingesta elevada de carnes rojas y frituras se asoció con un incremento de la inflamación sistémica. El PAI y la dieta occidental se caracterizan por ingestas disminuidas de vegetales y de granos enteros y no refinados, y por ende, un menor consumo de antioxidantes. La combinación de alimentos proinflamatorios junto con una falta relativa de antioxidantes puede aumentar el riesgo de demencia. En la presente investigación, la ingesta de granos enteros se asoció inversa y significativamente con el PAI y mostró una correlación negativa con los niveles de IL-6. Las frutas y vegetales se consideran una fuente importante de antioxidantes. Sin embargo, paradójicamente, se encontró que la ingesta de arvejas y legumbres se relacionó con un PAI.

Las asociaciones entre el PAI y el deterioro cognitivo fueron más significativas en los individuos menores de 56 años, lo que excluye la posibilidad de causalidad inversa, por la cual el deterioro cognitivo puede influir sobre los hábitos alimentarios.

Las principales fortalezas de la presente investigación se vinculan con el gran tamaño de la muestra y la medición, en varias oportunidades, de los niveles de IL-6, la función cognitiva y la ingesta alimentaria.

En conclusión de los investigadores, un PAI caracterizado por una ingesta elevada de carnes rojas y procesadas, frituras, arvejas y legumbres y un bajo consumo de granos enteros se asoció con un incremento de marcadores inflamatorios y un deterioro cognitivo acelerado en una gran cohorte británica en un período de seguimiento de 10 años. Es necesaria la realización de más investigaciones en otras cohortes, que permitan replicar estos hallazgos, idealmente en estudios de intervención.

Especialidad: Neurología - Nutrición

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