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Política Sanitaria e Igualdad Racial: ¿Una Ilusión de Progreso?
- AUTOR : McNaught A
- TITULO ORIGINAL : Health Policy and Race Equality: An Illusion of Progress?
- CITA : Journal of the Royal Society of Medicine 97(12):579-581, Dic 2004
- MCRO : Debería promoverse un servicio nacional de salud que considere la equidad racial como valor central, parte de sus procesos y prioridades.
Introducción
El autor comienza por señalar el caso de David «Rocky» Bennet, un paciente esquizofrénico afrocaribeño que falleció luego de una larga reclusión institucional. Cuando en febrero de 2004 un equipo liderado por un juez retirado instó al gobierno a admitir la existencia de «racismo institucionalizado» dentro del National Health Service (NHS), el secretario de Estado de Salud británico concedió que «existe discriminación en el NHS, directa e indirectamente». Mucho se publicó acerca de las desigualdades dentro de este servicio, que afectan a pacientes y personal. ¿Cómo es que luego de dos décadas de iniciativas hacia la igualdad, la cultura del NHS es aún renuente a estos cambios?
Parte de la respuesta podría estar en la política del NHS. En los años ’80, dos artículos clave evaluaron el equilibrio de poder dentro del servicio. La conclusión de ambos fue que los directores de los hospitales, en su búsqueda de implementar las iniciativas gubernamentales, se veían a menudo limitados por el conservadurismo de los profesionales en salud. En aquel momento, el gobierno podía solamente guiar, no instruir. Se observó además que, esencialmente, los no profesionales estaban aislados del proceso de toma de decisiones.
Desde entonces, la estructura de poder cambió radicalmente. El gobierno, cuya acción había sido frustrada por la inercia u obstinación de las autoridades sanitarias, instauró progresivamente un mecanismo central de «comando y control». Además, se dirigieron los esfuerzos hacia el incremento de la participación pública.
Sin embargo, por diversos motivos, tales intentos no fueron exitosos y actualmente el poder comunitario es virtualmente inexistente.
El autor considera en su artículo que el «racismo institucionalizado» dentro del NHS debe ser interpretado en relación con los grupos de poder que elaboran las políticas de salud.
Iniciativas estructurales
Una estrategia evidente para encauzar las desigualdades raciales es asegurar que los organismos que elaboran las políticas reflejen la diversidad existente en la población. Lamentablemente, no se puede asegurar que un incremento en la proporción de las minorías raciales -raza negra, entre otras- y de los no profesionales entre quienes elaboran las políticas sanitarias tenga repercusiones útiles en la cultura y actividades de autoridades y administradores en salud. Más aun, las actuales autoridades del NHS parecen reticentes a la diversificación. Por otra parte, los trabajadores sanitarios pertenecientes a las minorías, que encuentran un trato discriminatorio en su lugar de trabajo, tienen escasa oportunidad de mejorar la situación imperante entre los pacientes de su misma condición.
Estudios realizados en los ’80 concluyeron que el racismo dentro del NHS derivaba de la naturaleza no representativa de sus autoridades y profesionales. El estudio que el autor realizara en ese mismo tiempo concluyó que las iniciativas para el cambio eran atractivas para las autoridades sólo cuando representaban beneficios económicos, bajo el argumento de que las mayores necesidades de las minorías raciales ameritaban mayores recursos.
Iniciativas ejecutivas
La política de diversificación de la población que actualmente caracteriza algunos programas diseñados para afrontar el problema en estudio es inefectiva, en la opinión del autor, porque no establece una relación con los modelos de diagnóstico, tratamiento, accesibilidad a los servicios y diversidad social. Más aun, lamentablemente se asemeja a obsoletos estereotipos antropológicos.
Actualmente existe gran información sobre los patrones y distribución de las necesidades de las minorías raciales. Sin embargo, estos datos recolectados durante los últimos 20 años no son tenidos en cuenta ni por las autoridades ni por los cuerpos profesionales. El autor ejemplifica la situación, mencionando el caso de un protocolo vigente en un hospital londinense; éste señala que los recién nacidos «aun habiendo nacido de color azul, se pondrán rosados durante los primeros 90 segundos». Esto no tiene en cuenta a los niños de origen africano o afrocaribeño.
En su segundo ejemplo, refiere el caso de una paciente de color que, previamente a sufrir una amputación fue informada de que su servicio sanitario no la proveería de una prótesis negra, que ella misma debería entonces costear. La paciente refiere el fuerte impacto psicológico que aquello representó. Finalmente, se le dispensaron disculpas y se le aseguró que la prótesis adecuada sería subvencionada.
Por último, el autor se refiere a los servicios de salud mental, donde 40% de la población es de raza negra. Porcentaje excesivo, que sugiere que este grupo es frecuentemente mal diagnosticado; además, son muchas veces inapropiada e ilegalmente medicados, y manejados, en general, punitivamente.
Conclusiones
El NHS es un organismo profesional centralizado y burocrático. En cuanto a las políticas sanitarias que elabora, la comunidad local y los representantes no profesionales aun tienen poca injerencia. Es claro que existieron algunos cambios simbólicos importantes en la naturaleza del discurso sobre políticas sanitarias y las características raciales, y una bienvenida diversificación entre los miembros del NHS a cargo de las políticas. Sin embargo, las mejoras en el nivel ejecutivo han sido lentas. Una de las razones es que las facultades de medicina y los servicios sociales y sanitarios no han desarrollado modelos apropiados para la práctica médica y sanitaria en una sociedad diversificada. Tampoco dentro del NHS se advierte un nuevo enfoque en este sentido.
Algunas medidas simples podrían hacer más competentes los actuales servicios, en su atención a las necesidades de las minorías raciales. Se sugiere que, en la práctica diaria, los profesionales de la salud tengan en mente un simple interrogante: ¿Cómo se aplica esto en un miembro de una minoría racial?
Además, el autor realiza algunas sugerencias: recurrir a la experiencia y conocimientos de personal internacional perteneciente a las minorías raciales, en un modo estructurado, para revisar procedimientos clínicos y políticas; asegurarse de que esas políticas y procedimientos estén basados en la evidencia; los miembros de estas comunidades y los pacientes conocen mucho los servicios y sus falencias, por lo cual su punto de vista merece consideración por parte del personal directivo y profesional del NHS.
La centralización y concentración del poder en manos de un pequeño y homogéneo grupo conformado por hombres blancos es en sí mismo un problema. La cultura y perspectivas de este grupo dominan el NHS. Además, el servicio sustenta una cultura en continuidad con la pasada, que incluye la discriminación racial en contra de pacientes y personal sanitario. Una transformación en la cultura operativa, valores y prácticas es esencial en la estrategia tendiente a la igualdad racial. El autor destaca, por último, la utilidad de que el NHS considere la equidad racial como un valor central, parte de sus procesos y prioridades.
La clase de episodios poco profesionales que se ejemplifican en el artículo deberían ser la excepción, y los médicos deberían incorporar las diferencias raciales en su actividad diaria.
Quienes elaboran las políticas sanitarias deberían acercarse a las minorías raciales y sus organizaciones, como socios más que como críticos. Esto requiere creatividad, paciencia y una real empatía.
Finalmente, el NHS debería verse diversificado en sus miembros directivos; sus prioridades y políticas deben cambiar si se desea que cualquier reforma sea más que simbólica. Aquellos que desean el éxito del NHS en este sentido no pueden sino luchar por la promoción de valores humanísticos a los cuales la ecuanimidad racial es inherente.
Especialidad: Bibliografía - Clínica Médica