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Relacionan la Actividad Física con Mejorías del Estado de Animo

  • AUTOR : Pasco J, Jacka F, Berk M y colaboradores
  • TITULO ORIGINAL : Don’t Worry, be Active: Positive Affect and Habitual Physical Activity
  • CITA : Australian and New Zealand Journal of Psychiatry 45(12):1047-1052, Dic 2011
  • MICRO : Afirman que la realización de ejercicios en forma regular permite mejorar el estado de ánimo mediante modificaciones en los afectos positivos.

Introducción

Está comprobado que el ejercicio favorece la salud mental y física por mecanismos no del todo claros. También es sabido que existe una relación inversa en entre la actividad física regular y los síntomas de depresión y ansiedad; además, la falta de actividad física es un factor de riesgo para la depresión. Los estados anímicos negativos comprenden el estrés, la ira, el disgusto, el miedo y la vergüenza. Por el contrario, los estados anímicos positivos se relacionan con sensaciones placenteras e incluyen la felicidad, el interés, el disfrute, el entusiasmo y el estado de alerta. No se sabe con certeza si estos elementos representan los dos extremos de una misma escala o son parte de escalas separadas. En el primer caso, el incremento de uno de ellos implicaría el detrimento del otro; en cambio, si fueran elementos de diferentes esferas, los afectos positivos podrían brindar beneficios terapéuticos independientemente de los afectos negativos. Cada vez existen más datos que sugieren que los aspectos positivos y negativos son constructos independientes, aunque relacionados entre sí, pero hasta el momento no existe información que confirme si las estrategias moduladoras del estado de ánimo actúan mediante los afectos positivos o negativos, o sea, no tienen efectos específicos sobre aquéllos.

Los autores de esta investigación determinaron la asociación entre la actividad física habitual y los estados anímicos positivos y negativos.

Materiales y métodos

Se realizó un análisis a partir de la información obtenida para un estudio epidemiológico sobre la osteoporosis en Australia. Se reclutaron aleatoriamente 1 494 mujeres que fueron seguidas durante 8 años mediante cuestionarios. Trescientas cuatro participantes completaron el estudio, pero los datos de 28 de ellas fueron excluidos del análisis por estar incompletos; por lo tanto, este trabajo se basó en las respuestas de 276 mujeres.

Las preguntas estuvieron orientadas a relacionar la actividad física habitual y el estado de ánimo (percibido por las mismas participantes y clasificado de acuerdo con 2 escalas de 10 ítems que registraron los sentimientos y las emociones que las mujeres sintieron durante los días previos a la evaluación). La actividad física se categorizó como «muy activa» si la mujer «se movía, caminaba y trabajaba de manera energética, o participaba en ejercicios vigorosos»; «moderadamente activa», si la mujer «caminaba a paso ligero, realizaba las tareas normales de la casa u otros trabajos, o realizaba ejercicios livianos» o «sedentaria» si no cumplía con ninguna de estas definiciones. Se calculó el índice de masa corporal (IMC) de las participantes y se clasificó como normal (IMC < 25 kg/m2), sobrepeso (IMC de 25 kg/m2 a 29.9 kg/m2) u obesidad (IMC > 30 kg/m2). Además, se recabó información acerca del hábito tabáquico, el consumo de alcohol, las enfermedades y los medicamentos utilizados y el nivel socioeconómico.

Resultados

Del total de las participantes, el 18.1% se clasificó como «muy activa», el 67.8% se consideró «activa» y el 14.1% se encuadró dentro de la categoría «sedentaria». Las mujeres de la categoría «muy activa» fueron las más jóvenes, tenían el menor IMC promedio y fueron las que utilizaban menos fármacos.

Los expertos observaron que las participantes que realizaban menos actividad física tenían puntajes menores para los afectos positivos (p = 0.001). Si este grupo se toma como referencia, las probabilidades de obtener puntajes altos para los afectos positivos disminuyeron progresivamente para las mujeres de la categoría «moderadamente activa» (odds ratio [OR]: 0.53, p = 0.05) y «sedentaria» (OR: 0.28, p = 0.01). Estas asociaciones se mantuvieron incluso luego de ajustar los resultados de acuerdo con las variables de confusión, el IMC y el uso de fármacos (OR: 0.50 y 0.25 con p = 0.04 y 0.01, respectivamente). Además, esta asociación no pudo explicarse por las diferencias de edad, de otros hábitos del estilo de vida o de los puntajes de los afectos negativos.

Por otra parte, no se encontró una relación entre la actividad física y el puntaje de los afectos negativos. Si se toma el grupo de las mujeres «muy activas» como referencia, los OR ajustados para la probabilidad de tener un puntaje alto de los aspectos negativos no difirieron de manera significativa entre las participantes (OR: 0.67 para las mujeres «moderadamente activas», p = 0.2 y OR: 1.14 para las mujeres «sedentarias», p = 0.8).

Discusión

Los investigadores afirman que el grado de actividad física se relaciona con el estado de ánimo y que ello quedó comprobado al evaluar los puntajes de los afectos positivos. Estos puntajes disminuyeron a medida que descendió el nivel de actividad física, independientemente del uso de fármacos y del IMC, y sin poder explicarse por la edad, el tabaquismo, la ingesta de alcohol, el nivel socioeconómico o los afectos negativos. Por otro lado, no se encontró una asociación entre los afectos negativos y el ejercicio físico. Por lo tanto, la actividad física se relaciona con emociones como el interés, el entusiasmo y el estado de alerta, que son indicadoras de afectos positivos.

Desde hace tiempo se señala que las intervenciones en la actividad física mejoran el bienestar mental y disminuyen los síntomas depresivos de manera equivalente a los fármacos antidepresivos. Sin embargo, este hallazgo no pudo ser probado en todas las investigaciones. La actividad física también brinda otros beneficios a nivel psicosocial. La programación de los ejercicios en forma de rutina es útil para controlar el estado de ánimo; además, la actividad física aumenta la percepción de la propia eficacia. También se asocia con interacción con otras personas, lo cual mejora el estado de ánimo. Los deportes al aire libre pueden incrementar la exposición a la luz solar, de modo que protegen de la deficiencia de vitamina D, que suele ser frecuente en los pacientes con trastornos de la esfera afectiva.

Las bases neurobiológicas que explican los efectos positivos de la actividad física sobre el estado de ánimo tienen que ver con que el ejercicio regular aumenta la disponibilidad de serotonina y noradrenalina y los niveles de neurotrofinas y reduce la inflamación, el estrés oxidativo y la respuesta al estrés del eje hipotálamo-hipófiso-adrenal. Todos estos mecanismos están involucrados en la génesis de la depresión.

Este estudio tuvo algunas limitaciones. La precisión de los registros de actividad física, informada por las propias participantes, puede haber estado influenciada por la sensación de bienestar y los cambios del estado de ánimo. El uso de varios fármacos se interpretó por la presencia de una comorbilidad clínica, aunque podría no haber sido así en todos los casos. Es posible que otros componentes de la actividad física, como la interacción social, hayan contribuido a los efectos beneficiosos del ejercicio. Finalmente, no se utilizaron escalas sólidas para evaluar la depresión y la ansiedad, lo que hubiera sido recomendable.

A pesar de las limitaciones citadas, los autores aseguran que el impacto de la actividad física sobre el estado de ánimo se asocia con modificaciones en los afectos positivos más que con efectos sobre los afectos negativos. Asimismo, señalan que estos elementos constituyen constructos independientes y que las estrategias moduladoras del estado de ánimo podrían operar mediante los afectos positivos exclusivamente. Los estudios a futuro deberán investigar qué aspectos de los afectos positivos y negativos se ven influenciados con la realización de actividad física e intentar cuantificar la actividad física en relación con los efectos observados.

Especialidad: Bibliografía - Psiquiatría

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