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Revisión acerca de la Prevención con Insectífugos en Niños
- AUTOR : Sorge F
- TITULO ORIGINAL : Prevención con Insectifugos en Niños
- CITA : Archives de Pédiatrie 16(Supl. 2):115-122, Oct 2009
- MICRO : Se requiere la indicación y explicación de las medidas de profilaxis individual para la exposición de los niños a las picaduras de artrópodos. El uso ocasional de insectífugos en los bebés no se asocia con riesgos si se respeta la posología.
Introducción
Un insectífugo es un producto biocida que actúa como repelente para prevenir el daño potencial que pueden provocar los insectos y otros artrópodos que transmiten infecciones. Estas sustancias se aplican sobre la ropa o la piel.
Si bien la única complicación de las picaduras de mosquito, en la mayor parte de Europa, es el dolor, en otras regiones templadas o intertropicales estos insectos pueden actuar como vectores de afecciones como el paludismo, la fiebre amarilla, el dengue, el virus Chikungunya o la encefalitis japonesa.
La única profilaxis eficaz para estas enfermedades y otras infecciones, transmitidas por los mosquitos y otros artrópodos, es la reducción de la cantidad de vectores en el medio ambiente y la menor exposición individual a las picaduras. Entre las medidas útiles y complementarias se hace hincapié en el uso de mosquiteros impregnados con insecticidas para uso nocturno y para los niños que no deambulan, así como en la vestimenta impregnada para cubrir el cuerpo y la aplicación de insectífugos en las áreas descubiertas de la piel.
Uso de insectífugos
Se indica la utilización de estos productos para los niños que viven en o viajan a regiones con exposición a picaduras de artrópodos vectores de enfermedades graves. El período de agresividad de los mosquitos hembra es variable en función de la especie y de la región, por lo que la profilaxis de la exposición se recomienda en una franja horaria amplia.
Para la elección de un insectífugo se considera la eficacia contra una importante proporción de artrópodos hematófagos, la ausencia de efectos cutáneos irritantes y de toxicidad, las propiedades a nivel cosmético y el costo. En este sentido, el efecto insectífugo se analiza en modelos de laboratorio y en condiciones reales. De todos modos, los resultados obtenidos son de difícil comparación como consecuencia de las diferencias entre los métodos de evaluación, las diversas especies de artrópodos y las características de cada estudio.
La eficacia de estos productos depende del principio activo empleado, la concentración elegida y el tipo de artrópodo. Así, la extensión y la duración de la eficacia de los insectífugos se estima por medio de parámetros de dermatología cosmética, entre los que se destaca la superficie de la piel cubierta por el producto, la evaporación, la volatilidad de la sustancia, su absorción transcutánea y la erosión provocada por la sudoración, la fricción, la dilución y la higiene. Mientras que la duración de la protección es variable para cada individuo, en forma independiente de la dosis aplicada, es frecuente el uso de dosis inapropiadas.
Los programas de la Organización Mundial de la Salud proponen el uso de biopesticidas (citrodiol, IR3535) o pesticidas sintéticos (icaridina, DEET). El citrodiol no se ha asociado con toxicidad en los niños durante 15 años y hasta 2006 se encontraba indicado incluso en embarazadas y niños a partir de los 3 meses. En la actualidad, no se recomienda en Francia en estos grupos poblacionales debido a la falta de estudios específicos. En relación con el IR3535, se propone su uso en embarazadas y en niños a partir de los 12 años como consecuencia de su adecuada tolerabilidad, aunque no se dispone de ensayos específicos durante la gestación. No existen recomendaciones para este producto, dirigidas a las mujeres en período de lactancia.
La icaridina no se indica en el embarazo y la lactancia en función de la falta de ensayos de investigación. Asimismo, puede emplearse, como máximo, un mes, dado el potencial riesgo de toxicidad acumulativa.
Por otra parte, el DEET es el insectífugo con mayor proporción de efectos secundarios informados. En modelos con roedores, la aplicación sostenida durante 60 días se ha asociado con lesiones cerebrales, alteraciones fisiológicas y conductuales, trastornos motrices y disfunciones en el aprendizaje y la funcionalidad sensitivomotora. El DEET se asocia con acciones inhibitorias de la actividad de la colinesterasa a nivel del sistema nervioso central y su uso se desaconseja en sujetos con antecedentes de convulsiones, en embarazadas y durante el período de lactancia.
En Francia no se indica el uso de insectífugos en niños menores de 30 meses debido a la inmadurez de los sistemas enzimáticos y la barrera hematoencefálica, si bien el Comité Superior de Salud Pública advierte que podrían utilizarse en niños a partir de los 2 meses de vida para prevenir enfermedades graves. Sin embargo, los organismos reguladores de otros países establecen normativas diferentes. Así, los Centers for Disease Control and Prevention estadounidenses consideran aceptable el uso de DEET a partir de los 2 meses en concentraciones no mayores al 30%, con duración y cantidad de aplicaciones diarias ilimitadas. Las recomendaciones en otros países suelen remitirse a las propuestas de los países anglosajones. El autor señala que se encuentran en curso algunas revisiones para concretar normativas estandarizadas para toda Europa.
Los insectífugos y la sensibilidad del lactante
La epidermis del neonato se caracteriza por modificaciones estructurales fisiológicas. Aunque la piel resulta menos permeable a las sustancias liposolubles, la toxicidad potencial de los insectífugos depende de la relación entre la superficie cutánea y el peso corporal. Por lo tanto, esta población puede presentar mayor riesgo de exposición a niveles plasmáticos tóxicos.
De todos modos, en numerosos estudios se señaló que los niños menores de 6 meses son menos sensibles a la toxicidad de las sustancias químicas en comparación con los adultos. Se estima que la depuración renal y la capacidad metabólica a esa edad son similares a las de los sujetos adultos. Como contrapartida, la difusión de las moléculas a través de la barrera hematoencefálica de los neonatos sanos nacidos en término depende de los mismos parámetros que se describen en los adultos. En este contexto, el autor manifiesta que el riesgo de toxicidad se limita de manera empírica a la aplicación de factores de incertidumbre atribuidos a la variabilidad interespecífica o intraespecífica de la dosis empleada. En los casos publicados acerca de los efectos adversos del DEET, se verificó ya sea un exceso en la concentración del producto o en la cantidad de aplicaciones sobre una amplia superficie cutánea. Este insectífugo se absorbe rápidamente y puede resultar neurotóxico. En cambio, el citrodiol y la icaridina, en concentraciones del 20%, se absorben poco y su toxicidad es leve.
Posología
Se recomienda que los padres extiendan con sus manos el producto insectífugo (gel, crema, aerosol) sobre las zonas de piel descubierta de sus hijos en cantidad moderada, suficiente y uniforme. La cantidad diaria de aplicaciones depende de la duración de la exposición y la eficacia de la sustancia administrada. El autor sostiene que las complicaciones toxicológicas deberían relativizarse en función de la superficie que necesita la aplicación del producto. El Groupe de Pédiatrie Tropicale propone una aplicación diaria antes del año de vida, dos veces al día en niños de 1 a 12 años y tres veces al día en pacientes de mayor edad. La inquietud principal corresponde a los niños que requieren el uso prolongado o reiterado de estos fármacos. En las evaluaciones para esta modalidad de aplicación, se advirtió el riesgo potencial de la topicación superior al 10% con DEET o mayor al 7% con icaridina después del uso diario durante más de 3 meses en niños de menos de 25 kg.
El fundamento principal para el uso de DEET consiste en la gran cantidad de niños que han empleado este insectífugo en cantidades importantes con escasa frecuencia de efectos secundarios graves. Estos argumentos constituyen, además, el sustento de diferentes recomendaciones para su aplicación en niños pequeños. Si bien los datos de farmacovigilancia y los estudios con animales parecen señalar que el DEET es el insectífugo con mayor toxicidad potencial, el riesgo real es bajo.
En caso de disponibilidad de todas las moléculas existentes, se propone la elección del producto con mejor relación entre el riesgo y los beneficios. Así, el riesgo de morbimortalidad de una enfermedad transmisible por artrópodos suele ser mucho mayor que la posibilidad de presentar efectos adversos graves relacionados con la aplicación de insectífugos. La probabilidad de reacciones iatrogénicas se relaciona con el abuso de productos potencialmente tóxicos, como el DEET, en los niños más pequeños. La utilización ocasional parece vincularse con escaso riesgo para esta población, aunque existen dudas en términos del uso prolongado.
En otro orden, se menciona que los aceites esenciales de origen vegetal (citronela, lavanda, tomillo, geranio, clavo de olor, menta, soja, nim) no son tan eficaces y duraderos como los insectífugos sintéticos. Sin embargo, las formas biosintéticas, como el citrodiol, se asocian con niveles adecuados de eficacia. La creciente importancia de los insectífugos ha motivado la investigación de otros derivados vegetales que podrían ponerse a disposición de los pobladores de áreas expuestas a enfermedades transmitidas por mosquitos.
Conclusiones
Se requiere la indicación y explicación de las medidas de profilaxis individual para la exposición de los niños pequeños a las picaduras de artrópodos. El uso ocasional de insectífugos en los bebés no se asocia con riesgos si se respeta la posología. El autor concluye señalando que la educación de los padres es un elemento muy importante para asegurar el respeto de la prevención.
Especialidad: Bibliografía - Infectología