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Trastornos Inmunológicos y Endocrinológicos Asociados con la Depresión Posparto

  • AUTOR : Groer MG, Morgan K
  • TITULO ORIGINAL : Immune, Health and Endocrine Characteristics of Depressed Postpartum Mothers
  • CITA : Psychoneuroendocrinology 32(2):133-139, Feb 2007
  • MICRO : Las mujeres con depresión posparto pueden presentar trastornos de la regulación del eje hipotalámico-pituitario-adrenocortical y disminución de la inmunidad celular en comparación con aquellas sin depresión posparto.

Introducción y objetivos

La depresión posparto se caracteriza por estado de ánimo depresivo que puede cursar con ansiedad, trastornos del sueño y del apetito, falta de energía, sentimientos de culpa y disminución de la concentración. En general, se observa dentro de los primeros 6 meses del parto en el 10% a 15% de las mujeres. Los factores que predisponen a esta alteración incluyen el antecedente de síndrome premenstrual, depresión, sucesos estresantes y depresión posparto, entre otros. Entre los factores etiológicos sociales se menciona la relación marital inadecuada, la falta de apoyo, la primiparidad y la multiparidad, en especial si los intervalos entre los embarazos fueron breves. Asimismo, la pobreza duplica el riesgo de depresión posparto.

Aparentemente, la etiología del trastorno es heterogénea. Se postula la existencia de una interacción compleja entre las hormonas, los neurotransmisores y el medio ambiente. Las hipótesis actuales más preponderantes abarcan: 1) las deficiencias dietarias, los trastornos metabólicos o ambos; 2) las alteraciones de los niveles de biopterina/neopterina; 3) la anemia por déficit de hierro; 4) los trastornos tiroideos; 5) los cambios rápidos de los niveles hormonales luego del parto; 6) los cambios hormonales y de los ritmos circadianos y 7) los trastornos del eje hipotalámico-pituitario-adrenocortical (HPA) y los mecanismos inflamatorios.

Según los datos existentes, no existirían relaciones entre los niveles séricos de cortisol y la depresión posparto. No obstante, en pocos casos se midieron los niveles de cortisol libre y en algunos estudios se halló que los niveles plasmáticos de esta hormona reflejan el 90% que se une a la globulina fijadora específica. El cortisol sólo es activo en su forma libre, que puede medirse más adecuadamente en orina o saliva. Harris y colaboradores (1994) no hallaron la asociación entre los niveles salivales de cortisol y el estado de ánimo luego del parto. Ehlert y colaboradores (1990) informaron que los niveles salivales matutinos de la hormona eran elevados durante los días 1 a 5 luego del parto en mujeres con tristeza posparto. No obstante, este trastorno es un fenómeno diferente de la depresión, habitual y autolimitado.

Se sugirió que el hipercortisolismo presente en las últimas etapas del embarazo puede ocasionar supresión adrenal posparto luego de la disminución de los niveles de la hormona liberadora de corticotrofina (CRH) ocasionada por la placenta durante el parto. El aumento de los niveles de CRH placentaria en el embarazo suprime la producción hipotalámica de la hormona y disminuye su cantidad de receptores hipotalámicos. Esto resulta en la disminución de la liberación de cortisol. Las mujeres con tristeza o depresión posparto presentarían una supresión mayor que la habitual. En las pacientes susceptibles, la disminución de la respuesta a la CRH podría continuar, lo que resultaría en un estado hipoadrenérgico exacerbado aún más por la disminución del nivel de estradiol luego del parto. Se propuso que la supresión del eje HPA es un factor etiológico de trastornos del estado de ánimo luego del nacimiento.

En coincidencia, se halló que las mujeres con tristeza o depresión posparto mantienen la disminución de la respuesta de la adrenocorticotrofina a la CRH durante un período más prolongado en comparación con las pacientes eutímicas. No obstante, los niveles de cortisol entre ambos grupos no difirieron significativamente. Kammerer y colaboradores observaron niveles inferiores de cortisol entre las mujeres con depresión posparto en comparación con el grupo de referencia, aunque estos resultados no concuerdan con lo hallado en otros trabajos.

Los cambios inmunológicos característicos de la depresión posparto están potencialmente relacionados con el eje HPA. Maes y colaboradores (2006) observaron niveles séricos de interleuquina (IL)-6 y de antagonista del receptor de la IL-1 significativamente elevados al final del embarazo y durante las primeras etapas posteriores al parto. Estos niveles se correlacionaron de manera positiva con los síntomas depresivos y ansiosos, lo que sugirió la presencia de activación de monolitos y macrófagos. Además, Maes y colaboradores (2004) informaron que la respuesta neuroinmunológica de las mujeres primíparas era cuantitativamente y cualitativamente diferente de la observada en multíparas. Las primeras presentaban niveles más elevados de ansiedad y cambios del sistema inmunológico y de los niveles de prolil endopeptidasa sérica. Esta enzima interviene en el procesamiento de diferentes neuropéptidos activos y sus niveles se correlacionarían con el nivel de ansiedad y la presencia de depresión posparto. Asimismo, se halló una correlación negativa entre la actividad de la prolil endopeptidasa y los niveles de cortisol luego de realizar la prueba de supresión de la dexametasona.

Muchos estudios demostraron asociaciones entre las hormonas del estrés, la depresión y el funcionamiento inmunológico. En general, se acepta que el aumento de los niveles de hormonas del estrés actúa sobre los receptores específicos de células inmunológicas para activar macrófagos, inhibir la actividad de las células T cooperadoras tipo 1 (Th1) y activar la vía de las células Th2. No obstante, el período posparto tiene características particulares relacionadas con el eje HPA y la depresión puede manifestarse de manera diferente en comparación con lo observado en otras etapas de la vida. En el presente estudio se evaluaron las relaciones entre la depresión, el eje HPA y la inmunidad.

Pacientes y métodos

El presente análisis se efectuó sobre la base de datos obtenidos de un estudio sobre estrés e inmunidad en mujeres con depresión posparto. El propósito fue evaluar las mujeres con niveles significativos de depresión según los resultados del Profile of Mood States Depression a las 4 a 6 semanas posparto y comparar los resultados con los de las pacientes sin depresión. Se compararon las características demográficas, endocrinas, inmunológicas, anímicas, el nivel de estrés y el estado de salud entre las madres depresivas y aquellas sin depresión.

Para evaluar la presencia de síntomas de infección desde el parto se empleó la Carr Infection Symptom Checklist (Carr SCL), en tanto que la Perceived Stress Scale (PSS) se utilizó para validar las cogniciones y emociones relacionadas con el nivel de estrés percibido. Asimismo, se aplicó el Inventory of Small Life Event para estimar la presencia de sucesos positivos o negativos experimentados desde el parto. Para evaluar el estado de ánimo se utilizó la escala Profile of Mood States (POMS), cuyos resultados permitieron dividir a las participantes según la presencia o ausencia de depresión. La Infant Symptom Checklist (Infant SCL) fue empleada para detectar la presencia y frecuencia de síntomas de las enfermedades habitualmente observadas en los recién nacidos. Por último, el sueño se evaluó mediante la Epworth Sleepiness Scale.

Para realizar las determinaciones necesarias se recolectaron muestras matutinas de saliva y sangre. Se midieron los niveles de IL-6, IL-10, interferón (IFN) gamma, prolactina y anticuerpos contra el antígeno de la cápside viral del virus Epstein Barr (VCA EBV).

Resultados

Participaron 199 madres que habían dado a luz en las 5.3 semanas previas en promedio en el momento de tomar las muestras. Se clasificó a las participantes según el puntaje de la escala POMS y, como resultado, se conformó un grupo de 25 madres depresivas. Estas mujeres eran más jóvenes, amamantaban a sus hijos con menor frecuencia y tenían ingresos más bajos y más probabilidades de tabaquismo en comparación con aquellas sin depresión. En cuanto a otros factores demográficos y características del parto, no se observaron diferencias significativas entre ambos grupos.

Las madres depresivas refirieron pesos de sus hijos al nacer significativamente menores y nivel superior de estrés, disforia y sucesos vitales negativos. Además, informaron trastornos de salud con mayor frecuencia, presentaron puntajes más elevados en las escalas de disforia y niveles superiores de somnolencia. En cuanto a la Carr SCL y la Infant SCL, los puntajes correspondientes a las madres depresivas fueron significativamente superiores. Este grupo también presentó niveles salivales significativamente inferiores de cortisol. No obstante, no se observaron diferencias significativas en las concentraciones séricas de cortisol entre ambos grupos. Tampoco se verificó una correlación entre los niveles séricos y salivales de la hormona. Las madres depresivas mostraron niveles séricos inferiores y menor producción de IFN gamma en cultivos ex vivo, que disminuyó los índices IFN-gamma/IL-10. Los niveles séricos de IL-6 fueron 3 veces más elevados entre las mujeres depresivas. No obstante, este valor no resultó significativo debido a su gran variabilidad. Los niveles séricos de prolactina de las madres depresivas fueron inferiores en comparación con los de las madres no depresivas. Se observó una correlación inversa entre el puntaje de la escala POMS y estos niveles, aun al tener en cuenta el grado de lactancia materna. Los títulos de anticuerpos contra el VCA EBV fueron levemente superiores en las madres depresivas.

Discusión

De acuerdo con los resultados del presente estudio, las madres con puntaje elevado en la escala POMS no presentaron diferencias demográficas en comparación con aquellas incluidas en otros estudios. La incidencia hallada de depresión posparto fue del 10% y este cuadro se asoció con menor peso al nacer. El hecho de que las madres deprimidas refieran más síntomas de enfermedad en sus hijos sugiere mayor nivel de vulnerabilidad en estos niños. Además, los niños nacidos de madres depresivas presentan niveles basales de cortisol más elevados, que indican la presencia de un eje HPA más reactivo. Asimismo, esto puede deberse al cuidado de rutina y prevención inadecuada brindada por las madres depresivas.

En coincidencia con lo informado en estudios previos, las madres con depresión posparto presentaron niveles más elevados de estrés, ansiedad y sucesos vitales significativos. Asimismo, refirieron mayor somnolencia diurna y fatiga y mostraron síntomas de infección con más frecuencia en comparación con las madres no depresivas. Debido a que los datos fueron aportados por las participantes, es posible que la depresión haya provocado una sobreestimación negativa de las percepciones. Según las autoras, son necesarios estudios adicionales al respecto.

El hallazgo de niveles reducidos de cortisol salival en las madres depresivas sugiere la disminución del nivel de cortisol libre biológicamente activo ante la presencia de depresión posparto. En el futuro deberían evaluarse los índices de cortisol libre y unido a proteínas. El aumento de los niveles séricos de cortisol presente en las últimas etapas del embarazo continúa durante varias semanas luego del parto. Aparentemente, la respuesta del eje HPA al estrés es menor durante el embarazo y el período posparto. La disminución de los niveles salivales de cortisol libre en las madres con depresión posparto refleja la alteración de los mecanismos fisiológicos normales.

El hipercortisolismo del embarazo y posparto puede disminuir la sensibilidad a la retroalimentación del cortisol a nivel hipotalámico-hipofisario. En general, existe una adaptación durante el período posparto que revierte la hiperactividad observada durante el embarazo. No obstante, las mujeres con depresión posparto pueden tener una sobreadaptación y, en consecuencia, esto podría explicar la disminución excesiva de los niveles de cortisol.

La presencia de depresión durante el período perinatal puede estar determinada por factores genéticos que actúan en diferentes momentos. En general, la depresión observada durante el embarazo es melancólica y se asocia con hipercortisolemia. En cambio, aquella detectada luego del parto sería más atípica, desencadenada por la disminución abrupta de CRH y cortisol en el momento del parto y caracterizada por hipocortisolemia. A su vez, la hipocortisolemia se asociaría con trastornos relacionados con el estrés y el sistema inmunológico, que pueden observarse en pacientes con síndrome de fatiga crónica o de intestino irritable, entre otros. En coincidencia, las madres con depresión presentaron niveles elevados de fatiga y somnolencia y más molestias relacionadas con su estado de salud en comparación con las madres no depresivas.

Los cambios inmunológicos y hormonales relacionados con el embarazo consisten en la disminución de la inmunidad Th1 con aumento de su función durante el posparto. Este incremento puede estar ausente en las mujeres con depresión posparto que presentan trastornos de la inmunidad celular y refieren más síntomas infecciosos en comparación con aquellas no depresivas. Esto, junto con el título elevado de anticuerpos contra el VCA EBV y el aumento de los niveles de neopterina, explicaría la frecuencia y mayor gravedad de los síntomas infecciosos referidos por las mujeres con depresión posparto.

Conclusión

La depresión posparto puede asociarse con trastornos de la regulación del eje HPA y disminución de la inmunidad celular, concluyen las autoras.

Especialidad: Bibliografía - Ginecología

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