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Utilización de Tazas y Abandono del Biberón en Bebés Prematuros

  • AUTOR : Milton J, King C
  • TITULO ORIGINAL : Cup Introduction, Drink Type and Vitamin Supplementation in Preterm Babies at 11-25 Months
  • CITA : Journal of Human Nutrition and Dietetics 25(2):148-154, Abr 2012
  • MICRO : A pesar de la recomendación empírica de que los lactantes prematuros comiencen a usar las tazas entre los 6 y 8 meses de vida cronológica, y abandonen el biberón entre los 12 y 18 meses, en este estudio sólo 57% bebían en taza antes de los 12 meses de vida, y la gran mayoría se encontraban en transición.

Introducción

Los bebés nacidos en término presentan desde el nacimiento un reflejo de succión y deglución fuerte, que incluye la búsqueda del pezón y movimientos de la lengua que favorecen el pasaje de la leche. Luego de 4 a 6 meses, este reflejo disminuye, a la vez que se desarrolla el movimiento lateral de la lengua, que permite la ingesta de alimentos y su masticación, y tomar líquidos de tazas. En el Reino Unido, se recomienda que los bebés en término comiencen a utilizar tazas alrededor de los 6 meses, abandonen el biberón al año, y este sólo sea utilizado para tomar leche o agua. Estudios previos detectaron que del 8% al 10% de los bebés en término utilizaban biberón luego de los 12 meses, mientras que del 50% al 60% usaba biberón y taza, y del 30% al 35%, sólo taza.

El uso prolongado del biberón se ha asociado con problemas en la alimentación, rechazo del alimento, obesidad y anemia ferropénica. Algunos estudios detectaron que el biberón favorecía la ingesta excesiva de jugos, lo que se ha relacionado con un peor crecimiento y obesidad. Por ello, en Estados Unidos se recomienda que sólo se ofrezca jugo a los bebés de más de 6 meses y en taza. En el Reino Unido, el 47% de los padres dan otros líquidos que no son leche ni agua a sus hijos mediante biberón. Otro riesgo que se ha relacionado con el uso del biberón es la aparición de caries, en especial cuando se ingieren jugos de frutas.

En cuanto al tipo de tazas, se recomienda que no tengan tapa, para así promover el progreso de la succión al sorbo, y que no sean a prueba de derrames, dado que, por su sistema de válvulas, estas permiten continuar con la succión y podrían retrasar el desarrollo del sorbo, y además favorecen la ingesta de líquidos azucarados y la aparición de caries.

Se ha postulado en forma empírica que los lactantes prematuros podrían comenzar a usar las tazas entre los 6 y 8 meses, y el biberón debería abandonarse entre los 12 y 18 meses de edad cronológica (no corregida). Un estudio previo informó que los bebés nacidos de menos de 32 semanas de edad gestacional comenzaban a usar la taza a una edad significativamente mayor que los nacidos en término, pero otro estudio observó que los niños prematuros abandonaban el biberón antes que los que habían nacido en término. Puede que el retraso en el uso de tazas en los primeros se deba a una percepción por parte de sus madres de que el niño no está lo suficientemente desarrollado para su empleo, a pesar de las recomendaciones actuales.

El cambio del uso del biberón a la taza se ha asociado con modificaciones en el tipo de leche utilizada, lo que altera las proporciones de las vitaminas que reciben. Mientras que la recomendación para los niños nacidos en término es que si a los 6 meses toman predominantemente leche materna reciban vitaminas A, C y D (excepto que tomen al menos 500 ml diarios de leche maternizada), al igual que los que toman leche de vaca, en niños prematuros se sugiere que el suplemento vitamínico comience entre los 15 y 18 meses, cuando se cambia la leche materna o maternizada por leche de vaca. El objetivo de este estudio fue evaluar la edad óptima de inicio del uso de la taza y los líquidos que se toman en biberón o taza en bebés prematuros.

Materiales y métodos

Se creó un cuestionario con información sobre peso al nacer, edad gestacional, duración de la internación, género, fecha de nacimiento y etnia de la madre, y se distribuyó a los padres de todos los niños nacidos de menos de 34 semanas de gestación que ingresaron a la unidad de neonatología de un hospital en un período de 6 meses. Al momento del cuestionario, los niños tenían entre 12 y 18 meses, y se excluyó del estudio a aquellos que fallecieron. Dado que muchos de los participantes eran gemelares, y esto podría modificar las variables analizadas, se amplió el tiempo del estudio para incluir más embarazos únicos.

Para el análisis estadístico, se consideró significativo un valor de p < 0.05. La distribución no fue normal según la prueba de Shapiro-Wilks, por lo que se utilizaron pruebas no paramétricas, como la de Mann-Whitney para variables continuas y chi al cuadrado para variables nominales. Se compararon los datos demográficos entre aquellos que respondieron los cuestionarios y aquellos que no, y se evaluó las diferencias entre los niños que eran producto de embarazos únicos y múltiples.

Resultados

Un total de 369 cuestionarios fueron enviados por correo, y se obtuvo respuesta en 169 casos (46%). De los cuestionarios obtenidos, 92 niños eran producto de embarazos únicos, mientras que hubo 34 pares de mellizos y 3 grupos de trillizos. La duración de la gestación y de la internación, y el peso al nacer fueron significativamente mayores en aquellos que respondieron, con valores de p < 0.001, de 0.009 y de 0.002, respectivamente. También, fue mayor la mediana de la edad materna (p < 0.001), y la etnia fue significativamente diferente, con una mayor proporción de blancos que respondieron y de minorías étnicas que no respondieron (p = 0.036). No hubo diferencias en cuanto al sexo del bebé.

Del total de los participantes, 96 bebés (57%) bebían en taza antes de los 12 meses de vida, con porcentajes similares entre nacimientos únicos y múltiples, y 80% lo hacían antes de los 13 meses. El momento más frecuente (23% de los casos) en el que se inició el uso de la taza fue entre los 12 y 13 meses. Al momento del estudio, el 70% de los bebés utilizaba tanto taza como biberón; este último en general en la mañana y antes de dormir; eran pocos los que usaban sólo taza, y 27% ingerían entre 4 y la totalidad de sus bebidas por biberón.

En cuanto al tipo de alimento administrado, el 69% ya recibía leche de vaca, el 32% sólo leche maternizada, el 10%, ambas, y el 8%, ninguna de las dos. Los mellizos y trillizos recibían más leche de vaca que los que eran producto de embarazos únicos (p = 0.012), y menos tomaban leche maternizada (p = 0.012). El biberón se utilizó más para leche de vaca y maternizada, mientras que la taza, para agua y jugos; en cuanto a los jugos de frutas, se dieron por biberón en un 16% de los niños. Las tazas más frecuentemente utilizadas fueron las que eran a prueba de derrames.

El suplemento vitamínico fue administrado al 18% de los bebés según recomendaciones, mientras que el 12% lo recibió sin indicación, el 49% no lo recibió cuando estaba indicado y, en el 21%, no la tomaron quienes no la tenían indicada. A pesar de no estar tomando leche maternizada, fueron más los gemelares que no recibieron vitaminas que los que no lo eran.

Discusión

Este estudio detectó que la gran mayoría de los prematuros a la edad estudiada se encontraban en la transición entre el uso del biberón y la taza, con sólo un pequeño porcentaje que ya utilizaba esta última únicamente. Un estudio previo informó que, mientras que el 50% de los bebés nacidos en término ya habían comenzado a usar tazas a los 13.5 meses, esto sólo sucedió a los 16.5 meses en los prematuros.

Es de vital importancia la educación para los padres sobre el tipo de líquidos que los bebés deberían tomar en sus biberones. Además, este estudio destaca el amplio uso de tazas a prueba de derrames, por lo que son necesarias más investigaciones para evaluar los riesgos asociados con el mecanismo de válvulas. Es especialmente relevante el suplemento de vitamina D en niños prematuros, luego de la transición de leche maternizada a leche de vaca, y hasta los 5 años de vida, pero este estudio detectó que sólo el 39% de los padres siguió las recomendaciones. Los resultados indican una tendencia a que los gemelares reciban leche de vaca más rápidamente y menos suplementos vitamínicos, pero se requieren más estudios para evaluar si la diferencia es significativa y su implicancia clínica.

Conclusiones

Como limitaciones del estudio, se destacan la baja tasa de respuesta al cuestionario y la diferencia observada entre las etnias, por lo que se debe tener cuidado en la extrapolación de estos resultados. Es posible que también haya habido un sesgo de memoria en los padres dada la metodología utilizada, y no se consideró la posibilidad de que hubiera alteraciones neurológicas sutiles en los bebés que modificaran la alimentación. No se registró en este estudio el nivel educativo de los padres y las características habitacionales, variables que podrían ser de gran importancia en la alimentación de los bebés.

Ref : NUTRI, PEDIAT.

Especialidad: Bibliografía - Nutrición - Pediatría

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